lunes, 26 de enero de 2009

La isla de la Fantasía

LAURA CASTRO GOLARTE

La clase política nacional y especialmente la local, en las últimas fechas está perfeccionándose en un discurso que se antoja proveniente de un mundo raro, de otro planeta o de la isla de la Fantasía.
Ahora con las precampañas en marcha, los dirigentes de partido y los aspirantes a candidaturas, hablan del ambiente político y de las percepciones ciudadanas, como si todo fuera miel sobre hojuelas, casi, casi como el país del rey de chocolate.
Uno que otro y de dientes para afuera, llega a reconocer el hartazgo de la sociedad con respecto a los políticos como una realidad que amerita por lo menos preocupación, sin embargo, en el terreno de los hechos nadie, pero nadie, actúa en consecuencia; y los más, desdeñan las manifestaciones ciudadanas de rechazo y las descalifican en automático. Aducen que se trata de operativos y estrategias de los opositores políticos y cortan a todos con la misma tijera.
Estamos ante un caso claro de negación colectiva y, mientras no reconozcan realmente que están equivocados, no hay ni habrá remedio. No tienen remedio.
Esta conducta recurrente y generalizada deja muy claro que la clase política subestima a los ciudadanos. Nos consideran menores de edad y desmemoriados, incapaces de tomar una decisión radical que sirva para que los políticos abran los ojos y se ubiquen, para que toquen fondo vamos.
Pero mientras esto sucede, los niveles de enojo, decepción y hartazgo siguen en aumento.
Hay quienes, entre la sociedad, añoran al PRI con el argumento de que “ellos robaban pero siquiera repartían”. No obstante yo creo y lo comparto, que no tenemos que conformarnos con eso. Merecemos (y nos la tenemos que ganar) una clase política que sirva, que cumpla con su trabajo, que desquite su sueldo, que tenga carácter para tomar decisiones, para enfrentar a grupos de poder y para combatir intereses personales, económicos, partidistas.
Merecemos una administración pública que funcione, que dé respuestas claras a la sociedad, y con visión de largo plazo, no paliativos renovables elección tras elección y de todas maneras incumplidos total o parcialmente.
Los mexicanos, los jaliscienses que trabajamos arduamente día con día para sacar adelante a nuestras familias, que además de todo debemos sufrir a una burocracia muy bien pagada, holgazana, corrupta e ineficiente, no vivimos en la isla de la Fantasía. La realidad nos golpea cotidianamente y somos responsables de despertar y sacudir a la clase política para que sus integrantes sí, finalmente, terminen su viaje por el país de Magusín.
No somos menores de edad y sí tenemos memoria. El 5 de julio se acerca.

Laura Castro Golarte/Periodista

Artículo publicado el 24 de enero de 2009 en El Informador