sábado, 1 de septiembre de 2012

Bases


Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Es impresionante cómo una vez concluido el proceso electoral, ahora sí, se repiten y con más fuerza voces que claman por la unidad, la búsqueda de consensos y la construcción de acuerdos, los necesarios para sacar adelante al país y para el diseño de un proyecto de nación… Bla, bla, bla.
Me imagino la reacción inmediata. Cualquiera en su sano juicio no puede estar en desacuerdo con el llamado a la unidad, consensos y acuerdos para llevar a este país a niveles superiores de desarrollo (¿desde cuándo esperamos esto?). De acuerdo, claro. El punto no es ese. El punto es que, una vez más, parte del derrotero de este país reinicia el camino pero sobre el fango, la transa, la corrupción… Salvo dos elecciones (y hay quienes las cuestionan por aquello de los acuerdos en lo oscurito y la promoción del voto del miedo), las de Zedillo y Fox, todas las demás, todas, han estado manchadas por las diferentes formas del fraude que, además, todos los partidos han aprendido a hacer muy bien en lugar de conducirse con legalidad y respeto a los mexicanos.
No es la primera vez que lo digo. Pero ahora, luego de la resolución del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, reitero mi preocupación porque no hemos aprendido a construir un sistema democrático sobre bases honestas, transparentes, claras, confiables, que no dejen dudas, ni generen cuestionamientos, ni despierten suspicacias, ni movilicen a la sociedad inconforme.
Y una vez más reitero que no se trata (sé que es la postura de muchos) de que se repitan las elecciones para quitar a uno y poner a otro. No. Se trata de construir nuestro sistema democrático sobre otras bases, de manera que los mexicanos tengamos certeza, seguridad y confianza en que el sistema funciona y, como funciona, los perdedores aceptan su derrota y los ganadores se disponen a hacerse cargo de la administración pública en cualquiera de los tres órdenes para seguir trabajando a favor de este país, el proyecto de nación y la aspiración a superiores niveles de desarrollo.
Pero no. Y lo peor es que ahora, estas voces que cito pretenden que quienes cuestionamos la forma en que se condujeron partidos y autoridades nos callemos, nos resignemos, que seamos positivos y nos dispongamos a sumar en lugar de a dividir (después de las divisiones que ellos mismos generaron); a trabajar por México (¿quién puede dejar de hacerlo?) y nos olvidemos de “odios y rencores” (el odio yo no sé en dónde está, entiendo esta actitud, al contrario, de amor por México y de un deseo descomunal porque prevalezca la honestidad).
No es pues a favor de un candidato y contra otro, es por el sistema democrático, por la democracia, por las instituciones que tanto trabajo ha costado levantar, es por nosotros, es por México; y las bases deben ser sólidas, construidas sobre terreno limpio y no encima de un lodazal.

Publicado en El Informador el sábado 1 de septiembre de 2012.