sábado, 29 de marzo de 2014

Mal, mal, mal

Ciudad adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Hace una semana que se desató la violencia en el Estadio Jalisco y de entonces para acá las reacciones, las posturas, las opiniones, los análisis y las decisiones se han sucedido de manera vertiginosa y con todo eso, creo que aún hay aspectos y cuestiones que estamos dejando al margen; lecturas que no estamos haciendo o lecciones que no terminamos de aprender.
Y me incluyo como parte de esta sociedad que está integrada por diversos sectores sobre la base de que todos tenemos responsabilidad, en mayor o menor medida.
Un asunto me interesa destacar primero entre el caudal casi inagotable de información que se ha generado en los últimos días: la autoridad.
Sobre la base de que se trata de un evento particular, masivo, en donde hay venta de bebidas alcohólicas y antecedentes de violencia, por lo menos, por lo menos, tendría que haber una supervisión y vigilancia especial para prevenir y garantizar la seguridad de los miles de asistentes. Desde la autoridad municipal, el todavía entonces titular de la Policía tapatía, Carlos Mercado, planteó un dato cuestionable de todo a todo: los elementos de la Policía de Guadalajara que estaban en el Estadio Jalisco ese día, los agredidos y los agresores, estaban “francos”, es decir, era su día de descanso y, en función de ello, su presencia en el lugar era resultado de una elección personal para obtener un ingreso extra al salario. Mal y perdón, pero, difícil, muy difícil de creer en eventos deportivos en donde, desde siempre, la línea entre lo público y lo privado es muy delgada y por lo general, la segunda se sirve de la primera a costa de los contribuyentes; y el ejemplo más claro son los Juegos Panamericanos de 2011.
Mal que después de eso, cuando se supone que los elementos tienen libertad para tomar tal decisión, se corte la cabeza de los mandos. Digo, a lo mejor se lo merecían, a lo mejor se habían tardado, pero entonces hay contradicciones y falta de congruencia entre la postura inicial y la acción consecuente. Y peor todavía cuando la determinación de solicitar las renuncias se genera a partir de la difusión mediática de una conversación entre elementos, en donde un escolta del gobernador Aristóteles Sandoval da la orden para que se actúe contra los aficionados que estaban generando problemas con petardos y palos en la zona sur del Estadio Jalisco.
Para empezar, son esferas totalmente distintas, mal por eso. Y queda en evidencia, una vez más, la injerencia, influencia, intervención o como se le quiera llamar, del titular del Ejecutivo estatal en el Ayuntamiento que parece que no se decide a dejar.
Mal, que las empresas de seguridad privada no den la cara y peor aún que quienes las contrataron no asuman la responsabilidad por pagar por servicios deficientes cuando, reitero, tienen bajo su responsabilidad la seguridad de miles de personas, incluyendo niños. Me remito nuevamente al problema de autoridad.
Mal, porque el aparato o el sistema quedan en evidencia como omisos y negligentes considerando que hechos violentos y graves ya habían tenido lugar en el Estadio Jalisco.

Y mal (para terminar pero seguro hay muchas más lecturas) que no se esté otorgando la debida importancia a estos acontecimientos, como una violación grave al principio de autoridad. La irreverencia, el nivel de violencia y de brutalidad de civiles contra policías en conjunto son, deberían ser un foco de alerta y una llamada de atención para la autoridad; un tema de análisis sin duda, pare revisar qué está pasando en el entorno social y en la esfera de lo público. En otras palabras, en las relaciones de la sociedad con sus gobernantes; de los ciudadanos y sus policías. Ojo. Es una realidad para no perder de vista y atender cuanto antes, digo, si es que les interesa la armonía y la estabilidad de la sociedad en la que estamos inmersos. Si no, qué mal.

Publicada en El Informador el sábado 29 de marzo de 2014.

sábado, 22 de marzo de 2014

Notas rojas y rosas

Ciudad adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

En una rápida y somera revisión de algunos medios de comunicación en línea correspondientes al día de ayer, me di cuenta (y en realidad no es nuevo) que las últimas noticias y en general, las notas destacadas en las diferentes páginas están relacionadas con el crimen organizado, la corrupción y las malas decisiones de los políticos. De entre toda la información resalta la relativa al escándalo de la Línea 12 del Metro en la Ciudad de México, que se inscribe también en el apartado de la corrupción y las malas decisiones, negligencia y otras conductas que, ahora resulta, son lo que es noticia.
Y no es que quiera sólo buenas noticias, de hecho, esas posturas optimistas a ultranza o de “felizología” no van conmigo y creo que el lector lo sabe; sin embargo, confirmo –porque esto tiene tiempo— que los periódicos y medios digitales en general, no se diga los electrónicos, se han convertido casi en medios de nota roja o policíaca, un género que hace algunos años, unos 30, 20 todavía, ocupaba las últimas páginas de las secciones.
Y no juzgo a los medios (algunos si lo merecerían, pero no es el tema central de este comentario) que no son sino reflejo de una realidad que nos lacera y nos rebasa, nos atemoriza y nos indigna a un tiempo, pero contra la que no se avizora una pronta solución. Las medidas tomadas hasta ahora ni a paliativo llegan.
La situación en Michoacán se sale de las manos, el Gobierno federal opta –como ya ha sido denunciado— por dividir a los grupos de autodefensas y traicionar acuerdos; Fox y Elba Esther Gordillo son como zombis políticos, muertos vivientes que siguen dando de qué hablar y generando indignación y coraje; y a nivel local sigue en cartelera el vaudeville del transporte público urbano (muy elegante nombre para tan barato espectáculo, pero bueno).
Siento de pronto que México y Jalisco se nos van como agua entre los dedos, que estamos en la inopia y en una especie de espacio sin tiempo ni clima ni color ni movimiento ni nada, nada de nada.
Sin embargo, al avanzar en las mismas páginas de los medios digitales hacia notas que apenas tienen una “llamada” en primera, que ganaron un espacio en el sumario o que se encuentran en la relación de información al minuto de última hora, aparece una información sobre nuestra economía, me percato que sí pasa y que no son buenas noticias tampoco: el Banco de México dice que la economía nacional “no ha dado muestras claras de mejoría”.
Así de anodina la afirmación de algo que es grave y nos afecta a todos; porque además, en el apartado de “notas relacionadas” nada más leer las cabezas es fácil darse cuenta de que la situación es más grave de lo que nos quieren hacer creer aun cuando la información esté “escondida” en el mundo de datos que nos envuelve: “Retroceden ventas en enero: INEGI”; “Débil alza en consumo al cierre de 2013: INEGI” y “SHCP: cae dinamismo por medidas tributarias” (la última cabeza es fatal, el dinamismo al que se refiere el título de la nota es al de la demanda agregada que contempla aspectos como ingreso, consumo, gasto público y exportaciones, un concepto muy conveniente para disfrazar realidades).
Por cierto, con relación a la última nota, resulta que es una declaración del titular de Hacienda, Luis Videgaray, en el foro anual de Bloomberg, en donde dijo (si está parado mejor siéntese) que las reformas estructuras (sí, esas que llevan y traen como la gran cosa y que dizque son la panacea) ampliarán el potencial de crecimiento económico del país, aunque esa condición se dará en los próximos años. Sí, así como lo escucha. Y seguramente, si alguien preguntara o reclamara, el funcionario sin duda respondería que sí, que por qué la sorpresa, que siempre lo advirtieron, que cómo es posible que no nos hayamos dado cuenta, que no hayamos prestado atención, que estábamos distraídos con el “Chapo” o la reina de Inglaterra; o quizá, con tono amonestador diría: “Es importante leer las letras chiquitas”.

Así las cosas, todo indica que nuestra economía sigue vulnerable y precaria –y si no, verifique cuánto trae en el bolsillo o en la cartera— pero para qué nos preocupamos si el Príncipe Felipe de España saludó especialmente efusivo a Angélica Rivera, la esposa de Peña Nieto ¿qué más queremos? Nota roja más rosa y todos en paz  ¿o no?

Publicada en El Informador el sábado 22 de marzo de 2014.

domingo, 16 de marzo de 2014

¿Por qué así?

Ciudad adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Estamos prácticamente a una semana del lamentable fallecimiento de la jovencita María Fernanda Vázquez Vázquez y durante todos estos días, los anuncios, declaraciones y medidas con relación al transporte público en la zona metropolitana de Guadalajara se han hecho un día sí y otro también; no tengo memoria de tal andanada de “políticas públicas” con relación a algún asunto, el que sea.
¿Por qué así?
En redes sociales y de otras maneras a través de los medios de comunicación, la ciudadanía se ha hecho escuchar y la indignación es mayúscula, pero no sólo por la muerte de María Fernanda, sino por las formas.
¿Desde cuándo la pésima calidad del transporte es una realidad en esta ciudad? ¿Cuántos estudios se han hecho y pagado para “mejorarlo”? ¿Cuántas muertes cada año? (14 es el número de María Fernanda en lo que va de este año) ¿Cuántas promesas de la “autoridad” a la hora de dar luz verde a los incrementos en la tarifa? ¿Cuántos intereses involucrados? ¿Cuánto temor político-electoral? ¿Cuánta mediocridad y mezquindad en la clase política para con los ciudadanos, los que se supone representa?
Podría hacer muchas más preguntas, tantas como sea posible para tratar de entender cómo actúa y por qué opera de cierta manera la clase en el poder, siempre en detrimento de la calidad de vida, en este caso, de los jaliscienses.
La demanda por un transporte seguro y digno en el área conurbada de esta gran ciudad es añeja. Expertos en la materia han concluido que lo que tenemos en Guadalajara es una mezcolanza, un muestrario de tipos de transporte, un combinado que arroja caos, pésimo servicio y altísimos costos sociales, económicos y políticos.
Fuera del trabajo que se hizo para la introducción del tren ligero, que quedó a medias desde los años setenta y ochenta, no ha habido otra medida contundente en ese sentido, porque el macrobús no lo es. Y no es que no se haya hecho nada en los últimos 20 años como dijo Aristóteles Sandoval, el gobernador, en el mensaje que emitió esta semana para anunciar la primera ruta segura (¿por qué así, por qué hasta ahorita? Ni modo que no supieran), digo, es cierto, porque lo que sea que se haya emprendido y nada, es lo mismo para una urbe como la nuestra, pero más allá de 20 años tampoco. O ¿quién dejó crecer al pulpo camionero que ya ni pulpo es sino un monstruo gigantesco? ¿Al calor de qué administraciones creció? Son responsables priistas, panistas y la oposición también porque en muchos casos a lo largo de los años han usado al transporte para llevar agua a sus molinos.
A raíz de una muerte más, dolorosa como todas (alguien dijo esta semana que las muertes no tendrían por qué ser la medida), se anuncia que baja la tarifa, la primera ruta segura, los operativos, la ley de movilidad y hasta la supervisión con radar para frenar las carreritas en las que participan los choferes, a quienes por cierto, se anunció también, se les pagará sueldo para que no se anden peleando por el pasaje. ¿Por qué así?
Así como planteo el recuento de lo que se ha declarado esta semana, la impresión que me queda es de desesperación y caos.
¿Por qué así? ¿Por qué para la autoridad si son –y no siempre; y hay que ver cuánto dura la determinación— medida las muertes? ¿Por qué se mueven a partir de tragedias? ¿Por qué no hay un ejercicio responsable, autocrítico, visionario y efectivo de la administración pública? ¿Por qué no hacen su trabajo pues? Fueron electos para eso y se les paga muy bien y ellos dicen que todo lo saben y lo conocen y que no van a permitir y no sé cuánto más.
¿Por qué no operan en función de eso y no de su propia discapacidad mental que sólo les permite reaccionar –parece— cuando alguien muere y una entidad poderosa y amenazante como la Universidad de Guadalajara aparece? ¿Por qué así?


Publicada en El Informador el sábado 15 de marzo de 2014.

domingo, 9 de marzo de 2014

85 años

Ciudad adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Ojalá fuera posible que instituciones corrompidas y desgastadas por los años, los descuidos, los abusos y las malas decisiones, la falta de escrúpulos y esas cosas, sufrieran un proceso de envejecimiento (palomita), deterioro (palomita) y muerte (…) para que dieran paso a dinámicas de renovación, salud, progreso y rectitud, como sucede en casi todas las entidades que empiezan y tienen todo un futuro por delante.
Esta semana el Partido Revolucionario Institucional cumplió 85 años y como es el partido en el poder en el Gobierno federal y en la mayor parte del país, sus dirigentes y militantes tiraron la casa por la ventana sólo para refrendar que no hay un nuevo PRI y que vuelven (¿alguna vez se fueron, realmente?) a la práctica de conductas perniciosas como esa “cercanía” entre el partido y el titular del Ejecutivo federal; retoman su proclividad a la simulación y al autoritarismo pero no recuperan, por ejemplo, el nivel cultural con tintes intelectuales de priistas de antaño.
Y no sólo eso. Con todo y lo que nos hemos quejado del PRI, generación tras generación, hubo tiempos (y seguro por eso, entre otras causas, duraron tanto en el poder) en los que se podían detectar comportamientos éticos; existían códigos de honor no escritos y había límites, se detenían hasta cierto punto. Pero ahora no; y no se ven esfuerzos por recuperar lo que sí tenía de bueno el “viejo PRI”.
Y luego --¿se acuerdan?-- cuando el PRI fue oposición manejaba dos o tres argumentos que sacaba siempre a relucir cuando, desde el partido en el poder (PAN) y los otros de oposición, se hacía memoria del daño que había causado el Revolucionario Institucional a lo largo de 70 años de hegemonía.
Con esos “argumentos” me refiero específicamente al Seguro Social y el Infonavit (¿entre otras?). Dos instituciones que, mal que bien (en el caso de la primera, a estas alturas como las instituciones descritas en el primer párrafo, más mal que bien) han perdurado y sí han representado una diferencia digamos benéfica para miles de mexicanos en materia de salud y de vivienda.
En educación básica poco tenían y tienen que presumir, aunque también debo reconocer que antes, como en los años sesenta (tengo esa impresión), la educación no se usaba tanto para manipular o era posible “colar” ciertos contenidos en los textos de español por ejemplo; o se incluían clases de apreciación musical y artística; civismo era una materia básica. Ah, y los maestros estaban hechos de otro material, más comprometido y resistente, más generoso y responsable (todavía quedan maestros así, claro, pero su actuación es opacada por las dirigencias sindicales y los docentes que hacen como que trabajan).
¿Qué es lo que destacan ahora? Una batería de reformas dizque estructurales que venden y difunden como si fueran la gran cosa, cuando sabemos que no son suficientes, que resultaron de un pacto que llevó agua al molino de los demás partidos, pero que en realidad no son congruentes con las necesidades reales de la mayoría de los mexicanos que por ley representan, con un estilo que se parece mucho a aquella práctica de la época colonial: “acátese pero no se cumpla”.
Ochenta y cinco años ¿y? Este festejo del PRI es una mala noticia en realidad y hasta una ofensa. Abiertamente se elimina aquella “sana distancia” que en su momento fue aplaudida y se abre paso a la recuperación (he ahí otro de los nefastos rescates ahora que regresaron al poder) del presidencialismo que tanto daño nos ha causado.
Alguna vez escribí que el PRI había perdido una oportunidad de décadas y de oro para llevar a los mexicanos hacia condiciones de vida equiparables con las de las naciones más desarrolladas y equitativas entre sus habitantes; a lo largo de 70 años nos regatearon eso. Y ahora ¿cuál nuevo PRI si mantienen la misma postura? Me refiero a la misma postura egoísta y mezquina con los mexicanos.

Publicada en El Informador el sábado 8 de marzo de 2014.

sábado, 1 de marzo de 2014

Insisto ¿'salvando a México'?

Ciudad adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Después de conocer el informe del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) relativo al Índice de Tendencia Laboral de la Pobreza (ITLP) correspondiente a 2013 todavía me pregunto… mejor dicho, me vuelvo a preguntar ¿Salvando a México?
Lo peor de todo es que las muestras de que estamos en problemas se multiplican, pero la élite política está convencida de que “nos está salvando” y si ellos tienen esa convicción, lo demás no importa. Claro que (y aunque se ha dicho hasta la saciedad lo repetiré) es muy sencillo y cómodo afirmar que se está salvando a México o que estamos casi en el paraíso (parafraseando a Luis Spota) y que las reformas son la panacea y nuestro país prácticamente en automático pasará a las filas del primer mundo, desde la seguridad del sueldazo, las prestaciones, los viáticos, los seguros, los préstamos y los demás privilegios de que goza la clase política, sí, también la que forma parte –según esto— de la oposición, esa que dizque también nos representa y que dizque mejor.
Digo ¿o de qué tipo de salvamento se trata? ¿O te salvo para matarte? No entiendo. Basta revisar los números del estudio para saber que el poder adquisitivo de la  mayor parte de los mexicanos cayó y también, aunque parezca lo mismo pero no es así, el ingreso per cápita se redujo (y es un promedio).
Hace unas semanas, un estudio de la Cepal (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) reveló que México era el único país de la región en donde la pobreza y la indigencia habían aumentado en un año. ¡El único! De eso ¿alguien, algo, podrá salvarnos? No lo creo.
No lo creo y cada vez menos porque, por ejemplo, a partir de hoy nos aplican otro gasolinazo y ahora sí que después de tantos años con esta política de incrementos mensuales, no es lo duro sino lo tupido y se empieza a sentir, muy fuerte, el encarecimiento de la gasolina y de todo.
Es mejor que una entidad como el Coneval nos lo confirme, porque luego dicen que estamos locos y le tenemos mala idea al gobierno, pero en realidad no sería necesario porque un día y otro también, en la tiendita de la esquina, en el mercado, el tianguis y el supermercado, el incremento en los precios de todo se siente y se sufre en una proporción que va mermando a pasos agigantados la capacidad de compra de la mayoría de las personas, de clase media para abajo.
Para quienes, desde una postura de privilegio, sea fácil descalificar tal sentimiento y/o sufrimiento, basta con que hagan una prueba rápida, una ligera encuesta y pregunten a empleados, dependientes y otras personas que les prestan servicios, cómo está la situación económica, si les alcanza para lo mismo, qué han dejado de comprar, qué están sacrificando. Dos tres preguntas y se sorprenderán de la generalización de la crisis que viven las familias en sus economías.
Otra prueba es ir al supermercado preferido pero ahora sí fijarse en los precios y comparar cuánto cuestan los mismos productos cada tercer día, por ejemplo aceite, frijol, arroz, jitomate, cebolla... Las variaciones son notables y notorias.
¿Salvando de qué? ¿De comer? Es decir, es cierto que es un problema nacional la obesidad y que hay que bajar de peso a como dé lugar, pero tampoco matar de hambre, no creo que sea la forma de salvar a México ¿O sí?

El Coneval concluye que en 2013 creció el número de mexicanos que dejó de comprar una canasta básica con su salario porque el ingreso no fue suficiente. Y el ingreso laboral per cápita se redujo 3.4% más la inflación… Insisto ¿salvando a México?

Publicada en El Informador el sábado 1 de marzo de 2014.