sábado, 28 de junio de 2014

Fondo Monetario Internacional y pobreza

Ciudad adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Con este manejo mañoso que ya conocemos, Christine Lagarde, la directora gerente del Fondo Monetario Internacional vino a México a decir que si bien se ha reducido la pobreza en 60% en este país, en los últimos diez años, todavía es muy alta; y según ella viene también a dejar en evidencia que descubrió el hilo negro al señalar que el gran problema económico del mundo es la desigualdad.
¿Cuánto gana la señora? Digo, no es el punto del comentario pero como que no desquita su sueldo con esas declaraciones que no sé cómo cree o se imagina que le vamos a creer en el primer caso; o que desconocemos, en el segundo. Para empezar, busqué en las notas relativas (la señora participó ayer en un foro sobre inclusión financiera en el Distrito Federal) la fuente en la que se basa Lagarde para afirmar tal cosa (lo de la reducción de la pobreza en México) y no la encontré, no hay referencia alguna. En ciertos medios se apoyaron en los datos –que sí creo— del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) pero sólo para decir lo que sabemos desde hace mucho tiempo: que en México la mitad de la población vive en pobreza y pobreza extrema. Dicho de otra forma: uno de cada dos mexicanos, es decir, 53.3 millones de personas.
El año pasado, la Cepal (una fuente en la que también confío y que es la Comisión Económica para América Latina y el Caribe) difundió un estudio que revelaba lo siguiente: “México, único país en América Latina en donde aumentó la pobreza” cuando la titular del FMI asevera que en los últimos 10 años ese índice se ha reducido en 60 por ciento. Y los datos de la Cepal no eran menores, es decir, el incremento no fue ni de uno ni de 10% sino de ¡37.1 por ciento! En el mismo informe, se indica que el año anterior, es decir, en 2011, la pobreza en México creció en 36.3 por ciento.
Ahora sí, que alguien me explique cuál es la fuente de la Sra. Lagarde y cómo es que los funcionarios mexicanos presentes en el foro no hicieron la aclaración pertinente.
Hay otros datos que desmienten lo señalado ayer por la titular del FMI: Según la Coneval, entre 2010 y 2012 (los tres últimos años de Calderón y el arranque de Peña Nieto) se sumaron a los números de la pobreza en México, 500 mil mexicanos.
Y uno más, contundente de manera particular porque deja en evidencia que no hay una metodología oficial para la medición de la pobreza (¡qué conveniente!): en agosto de 2013, una nota de El Universal revela que (tratando de unificar criterios) el número de personas en pobreza en México creció en 15 millones nada más en la administración de Felipe Calderón.
Pregunto ¿cuál reducción de 60% en los últimos diez años? ¿Cuál es la fuente de Lagarde? ¿Y acaso cree que porque añadió en su discurso que pese a esos “avances” la pobreza sigue siendo elevada ya cubrió cualquier incongruencia?
Me parece no sólo indignante que una funcionaria de ese nivel salga con información tomada quién sabe de dónde, para que, con la clase política mexicana que tenemos, inmediatamente se use el dato como si fuera un “logro” de la presente administración; sino que es de una gravedad inconmensurable porque sin duda alguna repercutirá en el nivel de los flujos financieros hacia México. Es también, pues, irresponsable. Ahí están las cifras de estudios de otros años, de estos últimos diez años y ninguna coincide. Grave, muy grave.

Publicado en El Informador el sábado 28 de junio de 2014.



lunes, 23 de junio de 2014

Reformas y futbol

Ciudad adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

A ver, una pregunta ¿si no hubiera Mundial los legisladores habrían hecho a un lado las leyes secundarias en materia energética o las de la reforma política? ¿Se habrían esperado o, al contrario, hubiesen adelantado la discusión para tener todo listo antes del Mundial y que la gente no se distrajera? ¿Habrían hecho caso de los señalamientos de la sociedad civil experta y organizada? Por favor. Claro que no.
Diputados y senadores y demás especímenes de la clase política como los dirigentes de partidos, de todas maneras ignoran a la sociedad, a las organizaciones, a los académicos y a los periodistas y analistas preocupados por lo que se está aprobando en el Congreso de la Unión; hace años, ahora y siempre.
De modo que hasta el discursito ese de “¿sigues en el Mundial?” me parece más distracción que el mismo futbol y una información que contribuye a sentirnos impotentes pero también culpables en muchos casos (es que somos taaan apáticos, tenemos el gobierno que merecemos –sorna incluida) de algo que de todas maneras no podemos evitar…Desgarre inútil de vestiduras. Ahora, si no nos sentimos culpables, alguien por ahí lo echa en cara y lo remarca y resulta que hasta de los arreglos, imposiciones, autoritarismo y asalto en despoblado de la clase política somos culpables.
Lo he dicho y escrito en otras ocasiones pero lo quiero repetir porque es muy fuerte lo que nos quieren hacer creer que somos y no somos. La mayoría en este país no vota de manera deliberada por el peor; incluso quienes saben que votaron por el peor tienen la secreta esperanza de que al llegar al poder no sea tan malo. No tenemos el gobierno que nos merecemos, no un país, una nación, una población que, la mayoría, vive y sobrevive cotidianamente, entregada a los esfuerzos y trabajos de todos los días para sacar adelante a la familia. Hay problemas económicos que enfrentar, de mala atención en los servicios de salud (el IMSS está cada vez peor), de educación deficiente; se lidia todos los días con infraestructura de mala calidad que genera costos en varios aspectos (tiempo, dinero, estado de ánimo); con la corrupción de funcionarios del más bajo hasta el más alto nivel de la burocracia en todos los órdenes; es preciso atender además los conflictos laborales, familiares; se abordan los retos que implica la formación de los hijos y todavía, nos involucramos y participamos, tratamos de estar por lo menos informados de lo que sucede en nuestro entorno, de lo que hacen los políticos y gobernantes; hay asociaciones civiles que además de todo esto aportan su talento y experiencia, su formación académica para decirles a los políticos qué hacer y cómo, qué queremos y qué no, pero son soberanamente ignorados.
El PRI, con su mayoría en el Congreso y los partidos comparsas, no necesita de nadie más para llevar adelante las leyes secundarias y están haciendo lo que les da la gana. Me encontré una nota en donde se reclama al lector si sigue en el Mundial mientras los legisladores aprobaron en cinco días las normas secundarias de la Reforma energética. Mucha gente no está atenta del Mundial, sino más bien enfrascados en sacar adelante todo lo que hay que sacar adelante ¿y? ¿Eso impedirá que se aprueben de todos modos las leyes que tienen fraguadas desde hace tiempo? Ni la oposición puede hacer algo.
Los niveles de impotencia, eso sí, son mayúsculos, y se incrementa al conocer, por ejemplo, esa estupidez (que ojalá los senadores corrijan) de eliminar de un delito electoral, la palabra “orienten” que era una prohibición expresa para los ministros de culto con relación al voto. Es decir, los ministros de culto pueden “orientar” el sentido del voto, no inducir ni presionar, pero orientar sí.

En resumen pues, futbol o no futbol, la clase política mexicana, autoritaria, cínica y desfachatada, de todas manera hace lo que quiere, como quiere, atiende sus intereses de grupo y de partido e ignora a los mexicanos en su conjunto, particularmente a los más desfavorecidos. 

Publicado en El Informador el sábado 21 de junio de 2014.

Dolió

Ciudad adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Me acuerdo de una respuesta recurrente en la infancia y en la adolescencia que decíamos cuando era preciso lidiar con la carrilla normal entre niños y adolescentes: “lo que no es cierto ni coraje da”. Claro que una cosa era decirlo y otra no sentirlo, pero bueno, juegos infantiles y juveniles. La recordé porque la frase aplica en este asunto que ha crecido tanto gracias a la reacción de los funcionarios mexicanos.
La crítica que hiciera el ex presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, a la economía mexicana, ha calado hondo en la clase política mexicana, empezando por el Presidente Enrique Peña Nieto. Las respuestas no se hicieron esperar porque como que no es agradable que se diga que México es un país peor que otro; y con mayor razón si se trata de Brasil, el gigante sudamericano que logró sacar de la pobreza, nada más durante la administración de Lula a 33 millones de personas y alrededor de 40 millones ascendieron a la clase media. En verdad es una proeza, de tal magnitud, que fue invitado especial a la ceremonia en donde se echó a andar la dizque Cruzada contra el hambre en México. Sí, avaló el programa cuando empezó pero después dijo que México tenía que entender que la inversión en la lucha contra la pobreza era básica, ineludible y necesaria (palabras más, palabras menos); quizá el problema sea que no entendieron (o se hacen) en dónde y en qué habría que invertir y se lo están gastando en paliativos, conciertos y artículos de promoción porque lejos de saber que la pobreza se reduce en México, sigue en incremento.
Ahora, el Presidente y personajes como el senador priista David Penchyna se sienten ofendidos porque el político brasileño dijo también que México no es la promesa que dijeron que sería en el siglo XXI, la gran novedad, y en cambio Brasil ocupa el quinto lugar en el mundo por el tamaño de su economía. Brasil forma parte del BRIC (Brasil, Rusia, India y China) y México no. Y no es que en lo particular me alegre lo que dijo Lula en España (en el mismo foro en donde Peña fue confrontado por dos personas, por lo menos, que le gritaron y lo abuchearon mientras que en las afueras del sitio en las pancartas se leía que no era bienvenido que era “malvenido” a España) pero sí esperaría que por lo menos se reconocieran las deficiencias y las grandes fallas en materia económica (Luis Videgaray, secretario de Hacienda, también ha sido criticado severamente por la falta de resultados) porque creo que es la única manera de corregir y remontar.
Y la clase política sale a decir de inmediato que las rutas son diferentes, que no se trata de una competencia y que en realidad es Brasil el que está mal. Lástima de reacción, un desperdicio. Lula ofreció la oportunidad de que se aceptaran los problemas económicos que no se pueden negar ya, la falta de liquidez y la inflación son rampantes en México, no hay dinero que alcance y la actividad económica está verdaderamente deprimida. Un ligero roce o contacto con los demás nos bastarían para darnos cuenta de eso; pero optaron por hacer como que no pasa nada –como siempre— y que en México todo es perfecto y que las reformas y no sé qué tanto más cuando el Banco Mundial (nada menos y nada más) reduce la expectativa de crecimiento de nuestro país, casi inmediatamente después de que la Secretaría de Hacienda; claro, luego de las cifras dadas a conocer por varios organismos especializados de la iniciativa privada.

¿Por qué dolió a los funcionarios lo dicho por Lula? Porque es cierto, porque lo que sí es cierto da coraje y duele. Pero se quedan ahí, en la reacción infantil y no mueven un dedo para cambiar y mejorar las cosas, para que esa ruta que dice el Presidente es diferente a la brasileña, sea clara y garantice mejores niveles de vida para los mexicanos. Claro que lo dudo mucho… más bien, todo.

Publicado en El Informador el sábado 14 de junio de 2014.

domingo, 8 de junio de 2014

Familia, hambre, bullying y educación

Ciudad adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

A raíz de varios casos graves de bullying (violencia entre iguales) en el país, en una estadística que nos ubica en el nada honroso primer lugar en esta materia dentro de las naciones que forman parte de la OCDE, se ha dicho con insistencia que la educación, la formación, los valores y la cultura por la paz por ejemplo, y la no violencia, se aprenden en casa, con la familia.
Y es cierto, difícilmente alguien estaría en desacuerdo. Sin embargo, lo que quiero ahora es invitarlos a reflexionar sobre la familia, precisamente y con independencia de las formas o categorías familiares que ahora se reconocen. La familia así, a secas, con la idea que tenemos y conocemos de ella, con base en nuestra propia experiencia.
Es la célula, la unidad básica del conglomerado social, que más embates sufre en todos sentidos. Vive amenazada por la pobreza, por las deficiencias educativas y de formación; por la violencia entre todos sus miembros; las adicciones como el alcoholismo o la drogadicción; la falta de una vivienda digna y de un entorno ambiental propicio y adecuado para el desarrollo de todos sus miembros. La falta de valores en el seno de familias por lo general desintegradas es resultado de que sus miembros, por lo general, provienen de otras familias desintegradas y éstas de otras y así, una cadena sin fin.
¿Podemos responsabilizar de todo a las familias cuando el hábitat es de pobreza extrema, de desnutrición, de desempleo? ¿Cuándo la vivienda –si acaso se dispone de una—tiene pisos de tierra y se ubica en zonas de riesgo? ¿Estamos en condiciones de echar la culpa a la familila de todos nuestros males si viven enfermos, sin trabajo, mal comidos y con los programas corrientes y vulgares, banales y estupidizantes de la televisión abierta que por desgracia es duopolio en nuestro país, como único acceso a la educación? ¿Tienen la culpa, son responsables de reproducir los esquemas de violencia de un entorno adverso cuando además son presa fácil de productos televisivos que hacen apología de la violencia y del crimen?
La familia es responsable, sí, pero también el Estado que no es capaz de (y ni quiere) generar las condiciones mínimas para que los habitantes de este país vivamos mejor; con las necesidades básicas resueltas por lo menos y proyectos familiares a futuro.
En este contexto, la secretaria de Desarrollo Social, una de las mayores desgracias del gabinete presidencial, festina un aniversario de la Cruzada contra el Hambre (dizque) con un concierto que costó más de diez millones de pesos y luego de haberse gastado más de cien millones en artículos distintivos y promocionales del programa. Ciento diez millones de pesos suficientes para la promoción de huertos familiares en las viviendas en donde la pobreza extrema es un sufrimiento cotidiano; o para apoyar la instalación de micronegocios o para capacitación o para mejorar las viviendas o para comprar ropa y zapatos para los niños, es decir, para un montón de acciones que podrían incidir en que la gente salga de ese status y mejore sus condiciones de vida ¿Para cuánto alcanzaría todo ese dinero? Ah, pero la titular de la Sedesol, que también es una desgracia para las luchas femeninas de espacios en la política, atina a hablar sólo para lambisconear al Presidente de México al más puro estilo priista, mientras nos enteramos de la espera, las filas y los malos tratos que sufren adultos mayores para acreditar que viven todavía, y seguir recibiendo el paliativo, subsidio o limosna que les da el gobierno. Es una desgracia total.
Como el intento de nombrar como “embajadora” de la educación a la actriz Carmen Salinas, hecho que no haría sino confirmar el nivel que se maneja en Presidencia, muy ad hoc con la programación televisiva a que he hecho referencia.
Dos de las formas de manipulación masiva que ha identificado el lingüista Noam Chomsky son mantener al público en la ignorancia y la mediocridad, y además que sea complaciente con esa mediocridad: “La calidad de la educación dada a las clases sociales inferiores debe ser la más pobre y mediocre posible…” y lograr que el público crea que “es moda el hecho de ser estúpido, vulgar e inculto”.
Así que si se va a señalar con dedo de fuego a la familia como responsable de todos nuestros males, creo que habría que incluir a los medios masivos de comunicación y su programación idiotizante y al Estado mexicano por sus omisiones y sus marcadas deficiencias y malas decisiones.

Publicada en El Informador el sábado 7 de junio de 2014.