sábado, 19 de julio de 2014

El horror

Ciudad adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Me enteré de la matanza en Allende, Coahuila al leer la columna de Guadalupe Morfín Otero y luego, horrorizada, busqué más información en internet. El reportaje que aportó la primera noticia sobre este hecho dolorosísimo es del periodista Diego Enrique Osorno y se publicó desde febrero de este año, pero tiene que ver con una venganza que se ejecutó en la primavera de 2011, cuando Felipe Calderón era presidente y, obstinado, mantenía la guerra contra el narcotráfico y el crimen organizado que dejó miles de muertos y ríos de sangre en nuestro país.
Desde entonces hasta ahora las autoridades guardaron silencio y, de hecho, lo que informan es escueto e impreciso. Hay entre 300 y 400 muertos, todos familiares, amigos y hasta trabajadores de dos hombres ahora convertidos en testigos protegidos de la DEA. El horror.
Sólo unos cuantos de los familiares lograron escapar hacia Estados Unidos pero los asesinatos no cesan. Cuenta el periodista que uno decidió regresar a Allende, abrió una tienda de ropa y al poco tiempo fue asesinado junto con su hijo. Este hecho es horroroso, los asesinatos previos también y la forma en la que desaparecieron los cuerpos. Habrá que definir y ubicar niveles para el horror.
Escribo esto y siento náuseas y ganas de llorar. Es el horror de la masacre a causa de cinco millones de dólares que se robaron dos delincuentes y que decidieron no devolver a pesar de la amenaza que pesaba sobre sus ¿seres queridos? ¿Qué es peor? ¿Quién es peor? ¿Los dos que se fugaron con el dinero y ahora viven protegidos? ¿Los autores intelectuales y materiales de los secuestros, destrucción y asesinatos? ¿Las autoridades involucradas? ¿Las omisas? ¿El silencio? ¿El miedo?
Esta masacre se suma a otras y alimenta el horror que parece un troglodita insaciable. ¿Cuántas muertes pesan sobre este pueblo, sobre todos los pueblos, sobre todo el país? ¿Desde cuándo? (¿Desde siempre?) ¿Cuánto dolor? ¿Cuántos duelos? ¿Cuántas heridas abiertas? (¿Cuántas esperanzas?) ¿Cuántas penas por muertos y desaparecidos?¿Por hijos y esposos que eligen puertas falsas y caminos fáciles y fatales?
Y está el horror que produce la simulación de los gobernantes, las banalidades de alcaldes, gobernadores y presidentes; las fotografías que en revistas de moda dan cuenta de sus vacaciones y sus outfits; de sus reuniones felices; de sus discursos abetunados y mentirosos.
El horror de la hipocresía, del desinterés, de los abusos, de las componendas, de las imposiciones vestidas de legalidad y estado de derecho; de los operativos mañosos disfrazados de efectividad y éxito; el horror de la corrupción  y del cinismo.
El horror de que poderosos sin escrúpulos, sin amor a la patria ni conciencia nacional tengan en sus manos nuestros destinos; el horror de que las decisiones que toman no tienen que ver con la gente, ni con la tierra ni con la historia. Son decisiones por más poder y más dinero, por impunidad.
El horror de la violencia criminal y la violencia institucional e institucionalizada; de los muertos por deficiencias en la infraestructura pública, en los servicios públicos; el horror por el maltrato, por el abandono de niños y ancianos, por el ensañamiento de las burocracias.
El horror, el horror, el horror…

Publicada en El Informador el sábado 19 de julio de 2014.