Ciudad adentro
Esta semana fue
el II Informe Presidencial y bueno, salvo el reconocimiento con relación al
problema que sigue siendo la pobreza (gravísimo y complejo por lo demás) en
México (me imagino que algún asesor medio despierto opinó –y fue tomado en
cuanta— que no se podían decir sólo cosas buenas porque nadie lo iba a creer)
todo lo demás fue reiterar que si las reformas estructurales, que si el país
está en los cuernos de la luna, que si todo es perfecto, que si la clase
política es de una responsabilidad que ya la quisieran en el primer mundo; y
luego que qué valentía al emprender reformas “de gran calado” para mover a
México y transformarlo; comentarios y dichos un poco de aquí, otro poco de
allá, entre spots y reacciones lambisconas que nunca faltan en los informes.
Bueno, si hace varios
días la revista Forbes no se expresó en términos de salvación de México y de
valentía que porque las reformas bla bla bla, como hicieron los otros medios
que cité la semana pasada, sino al contrario, en estos días, como cosa adrede,
surgió información que echa por la borda las fantasías que todavía nos
refriegan en la cara todos los días.
Así que ya no
nada más somos los mexicanos de a pie los que estamos inconformes o disentimos.
Me encontré una nota curiosa en una de esas páginas vinculadas a Hotmail, que
“pese a las reformas”, la aceptación del Presidente cayó. Huy qué raro ¿cómo
por qué será? Se trata de un estudio de Parametría que se ha difundido de
manera profusa en donde queda en evidencia la tal caída y, bueno, en realidad
no es estrepitosa porque de todos modos los números del titular del Ejecutivo
federal no andaban muy altos que digamos.
Aparte de esto,
en esta semana también se dio a conocer que México había caído (otra caída, sí)
seis lugares en la clasificación del Foro Económico Mundial en materia de
competitividad ¿a si? Y tan preocupados los empresarios y los funcionarios de
privilegio como el gobernador del Banco de México que sostienen que si se
aumenta el salario en el país ¡perderemos competitividad! Aquí la pregunta es:
Si no se han aumentado los salarios y para el Presidente de la República todo
es perfecto, inversión extranjera, empleo, ingreso, todo, todo, todo… las
reformas estructurales y demás cuentos ¿cómo es que caímos seis lugares en
materia de competitividad? Y bueno, alguien podría decir que seis lugares ni es
nada, es poquito, pero la perspectiva es diferente cuando se sabe que del lugar
55 ocupamos el 61 de un total de 144 países ¿y de dónde pues nos dicen ahora
que México se está moviendo? Será hacia abajo y en picada.
En una revista
de circulación semanal se hizo un recuento contundente en su portada: no hay
crecimiento económico (se redujo una vez más la tasa de expectativa para 2014);
y, en consecuencia (algo crece) el desempleo aumenta; los problemas de
inseguridad continúan; el rechazo popular es evidente y también crece –bueno—
(ahí están las encuestas de aceptación que no dejan mentir aparte de la
percepción de muchos); la corrupción y
la impunidad campean a lo largo y ancho del territorio nacional (bonos,
aviones, viajes) y, por si fuera poco, la soberanía está en riesgo, creo que
por las mismas llevadas y tan traídas reformas estructurales.
¿Qué tiene que
pasar para que desde el gobierno se den cuenta de que las cosas no están bien?
¿Qué todo es un teatro, una farsa, una parodia? ¿A quién quieren engañar? No sé
si de plano lo que requieren es un psiquiatra que los saque de la fantasía en
la que viven, no es normal ver el mundo color de rosa cuando más bien se torna
de gris a negro cada vez más rápido (ah, por cierto, hoy es día de gasolinazo).
De pronto me
asusta la forma en que esta situación persiste, la de querer hacernos creer a
la fuerza que todo es maravilloso y perfecto por un lado; y la de la irritante,
angustiante y preocupante realidad que lacera a la mayor parte de los
mexicanos, del otro. ¿De dónde creen pues que vamos a creer semejantes
ficciones?