sábado, 11 de octubre de 2014

Nos necesitamos juntos

Ciudad adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Desde hace años, pero especialmente desde el 26 de septiembre pasado, hay una especie de desasosiego en un amplio sector de la sociedad mexicana. Quisiera decir que entre todos los mexicanos pero infortunadamente no es así. Hay también grandes segmentos de la población que viven ajenos a la realidad lacerante que nos atraviesa, paradójicamente, por los privilegios de los que gozan; o por la pobreza que los absorbe. Con un común denominador: la falta de conciencia… inconsciente o deliberada, da igual: no saben ver o no quieren ver.
Y en cuanto al sector que ve y participa, que escribe y habla y comparte y expone y encara y organiza, que marcha y se manifiesta de múltiples formas; que está consciente y siente el dolor de los otros, de los desaparecidos, de los calcinados, de los asesinados a balazos, de las familias rotas, de los jóvenes acallados para siempre, de las madres llenas de pérdidas y vacías… Ese sector, dolorosamente, está dividido.
Convenientemente dividido para los gobiernos que se lamentan de boca para afuera pero no hacen nada y en cambio mantienen y alimentan ese gran pacto de impunidad, un mal que ha dejado de ser un secreto a voces para convertirse en el enemigo público número uno de la mayoría de los mexicanos.
Divididos entre las ansias de hacer algo y la tentación del protagonismo —los reflectores y los micrófonos los atraen como la luz a los insectos—; divididos entre ser escuchados por los poderosos para presionar e incidir en la toma de decisiones reivindicadoras y callar a otros como ellos que no apuestan por la estridencia.
Divididos por la intolerancia de la tolerancia que se exige y no se otorga; obnubilados por el dolor de tantos muertos y tanta injusticia pierden el piso, el equilibrio. Se pierden y los perdemos.
Esto es lo peor que nos puede pasar, pero nos pasa, siempre nos pasa y entonces las iniciativas espontáneas, fuertes y contundentes se debilitan, se diluyen. Y el foco de los reclamos se regodea en la certeza de que al final de cuentas nada pasará, porque han sembrado tantas semillas en la parcela del odio y la divergencia, de los extremos y la radicalización, de la intolerancia… que saben bien que la cosecha nos aplastará a todos y nos inmovilizará. Y ellos seguirán tan campantes.
Nos necesitamos juntos. Y eso no quiere decir homogeneidad. Unanimidad sí, podría ser y no como utopía. Se ha hecho antes, se ha logrado antes.
Siempre he pensado (y lo he dicho y escrito) que la sociedad civil, la que se organiza y participa, la que defiende diversas causas, a fuerza de ser minimizada, criminalizada, desestimada, menospreciada, soslayada y desoída, en muchos casos ha radicalizado sus posturas, se ha anidado en los extremos en una actitud que da a las autoridades la oportunidad de descalificar y que la aleja de la sociedad de la que forma parte y a la que en gran medida defiende.
Creo que es parte de la misma estrategia de mantenernos divididos y enojados entre nosotros, juzgándonos por todo y porque sí.
Y si alguien se atreve a llamar la atención sobre las formas y prácticas de la sociedad civil que en realidad son contraproducentes para los movimientos, inmediatamente es atacado con una andanada de calificativos, juicios y descalificaciones; malas interpretaciones, tergiversaciones y hasta difamación. Nos necesitamos juntos.
Esta reflexión surgió por las divisiones expresadas en redes sociales entre los mismos activistas a raíz de las manifestaciones multitudinarias en todo el país para exigir que los 43 jóvenes normalistas desaparecidos, estudiantes de la Escuela Normal de Ayotzinapa, aparezcan vivos; y se identifiquen plenamente y se aclare lo relativo a los mexicanos calcinados hallados en varias fosas; que se haga justicia contra el alcalde de Iguala y se llegue de una vez por todas hasta las últimas consecuencias.
Esta gran herida de Ayotzinapa que se suma a otras que no han cerrado y aún supuran, no puede quedar abierta también (uno de los microsismos a los que me refería la semana pasada antes del hallazgo terrible de las fosas con cuerpos calcinados).

Para lograr justicia, para combatir con éxito ese pacto de impunidad, para tener certezas sobre hijos y alumnos desaparecidos y muertos, sobre tantos jóvenes violentados… Nos necesitamos juntos.

Publicada en El Informador el sábado 11 de octubre de 2014.