lunes, 29 de diciembre de 2014

Mal cierre

Ciudad adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Mientras se emitía el mensaje presidencial, trillado, mediocre y alejado de la realidad, en Guerrero, la familia del padre Gregorio López Gorostieta, de la catedral de Altamirano, Guerrero, rezaba y exigía su liberación. Fue secuestrado el domingo pasado y el jueves, el 25 de Diciembre, su cadáver fue encontrado.
En un ambiente de animadversión y rechazo Peña se pronunciaba por la paz y la unión en México, mientras padres y madres de 43 jóvenes estudiantes de la Normal de Ayotzinapa pasaban una dolorosa y amarga Navidad porque no han superado la desaparición de sus hijos y viven entre la esperanza y la incertidumbre a pesar de que el Gobierno federal prácticamente da por cerrado el caso.
Estamos inmersos en una profunda crisis económica y política que el mismo gobierno no reconoce o minimiza y espera que los mexicanos estemos muy contentos y felices por la situación nacional; bueno, el Ejecutivo federal piensa que en todas las familias mexicanas, la Nochebuena fue de felicidad y armonía.
Si habla de que no se destruya debería empezar por la administración pública y luego sermonear a la nación. El buen juez por su casa empieza. ¿Qué más decía? Ah sí, con faltas de ortografía incluidas: “Éste es el momento de construir, no para destruir; el momento de unir, no para dividir. El momento de fortalecer nuestras instituciones, no para debilitarlas; el momento de pensar en soluciones y de trabajar por México”.
Si el llamado es para construir ¿entonces por qué permite que un individuo como Murillo Karam, instalado en la soberbia, simplemente descalifique todos los cuestionamientos que se han hecho a la averiguación del caso Ayotzinapa? Sólo le faltó decir que su “trabajo” era perfecto. Posturas como esta destruyen, desunen.
Nada de lo que ha hecho en su administración o de lo que ha impulsado, ha contribuido a la construcción de algo, a la unión de los mexicanos o al fortalecimiento de las instituciones como insiste en su mensajito navideño. Nada. Si fuera un acto de contrición entonces estaría bien, pero tendría que estar redactado en otro sentido.
Este año, el segundo de la administración peñista fue pésimo para México. Un año en el que se intentó engañar a la opinión pública internacional con el cuento de las reformas que dividieron a los mexicanos; un 2014 en el que la economía sufrió severos embates que lejos de construir destruyeron patrimonios y esperanzas; un año en el que el Estado, independientemente del orden de gobierno, actuó y operó contra su propio pueblo con reglamentos y normas como la Ley Anti-marchas y con la represión en las manifestaciones de las que sólo se difunde en los grandes medios electrónicos la actuación de encapuchados que, es un secreto a voces, son infiltrados para “reventar” las marchas y lograr el repudio, el rechazo y la división de amplios sectores de la sociedad mexicana.
Desde la Presidencia se tendría que promover lo que pregona: unidad, paz, armonía, construcción, progreso. El “deber ser” que se incluye en el texto está pendiente desde hace tanto que suena a demagogia. Sí, por si acaso no leyó o supo del mensaje presidencial, decía: “… el camino de México debe ser el de la paz, la unidad y el desarrollo”.
Digo, no creo que haya alguien interesado en lo contrario (aunque de pronto entran dudas con la conducta de los gobernantes y mal llamados servidores públicos), pero realmente desde el Gobierno no se ha emprendido nada efectivo para lograrlo.
Este 2014 cierra mal en México, con pobreza extrema, niveles alarmantes de inseguridad y violencia, pérdidas dolorosas, falta de respuesta de las autoridades de todos los órdenes con relación a diferentes asuntos sociales; cinismo político-electoral con postulaciones a candidaturas, tómbolas inexplicables y ridículas mientras el país se nos va como agua entre los dedos en un ambiente de desconfianza, inconformidad, descrédito, molestia y carencias.
Mal cierre, nada esperanzador, nada alentador.

Publicado en El Informador el sábado 27 de diciembre de 2014.




sábado, 20 de diciembre de 2014

Al infinito y más allá

Ciudad adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

En el transcurso de esta semana se supo de más mansiones compradas por funcionarios mexicanos en condiciones sospechosas, en el Poder Legislativo se rechazó el proyecto de ley de transparencia y anticorrupción, continuaron las manifestaciones violentas e infiltradas en Guerrero por el asunto pendiente de Ayotzinapa; se desató un enfrentamiento fatal en Michoacán (once personas asesinadas) y, entre muchos otros asuntos por el estilo que se registran en todos los ámbitos, niveles y órdenes, nada más a manera de ejemplo, en Jalisco la ley se aplica a discreción, dependiendo de si los funcionarios quieren o no les da la gana aplicarla.
La situación en México sigue siendo grave, por los hechos enumerados y por la situación económica que pinta para muy fea en el cierre de este 2014 y peor en el arranque de 2015. Pero para la clase política no pasa nada y todos estamos locos o paranoicos, si todo marcha sobre ruedas aun cuando la inversión extranjera haya caído igual que las expectativas de crecimiento y el dólar siga a la alza.
Difícil saber por dónde empezar porque todo es grave e importante, porque avanza el tiempo y desde los gobiernos (municipales, estatales y federal) la toma de decisiones no se concreta y se queda en puntos y ¿buenas? Intenciones. No pasa de un rimbombante y trillado decálogo que de todas maneras no se aplica salvo la genial propuesta de un número 911 que sólo se ha prestado para el choteo en redes sociales.
Este no querer ver y no querer darse cuenta de cómo están las cosas realmente es lo más grave. De pronto puede llegar a pensarse que todo lo hacen adrede, que saben bien lo que pasa pero de frente a la sociedad se preocupan por disimular –los priistas son los grandes expertos en la simulación y en guardar apariencias— y actúan y hablan como si México ya hubiera cambiado y estuviéramos entrando de lleno en el primer mundo.
Sin embargo, actitudes como la de Mauricio Gudiño, secretario de Movilidad en Jalisco dejan en claro que efectivamente están totalmente alejados de lo que pasa en realidad e instalados en la soberbia, en la ceguera que produce el poder, afirman y creen a pie juntillas que ellos están bien y que todos los demás estamos mal y somos injustos, incomprensivos, exagerados y “mala onda”.
Todos los demás somos pues todos los ciudadanos, en este caso jaliscienses que luego del conocimiento a través de una nota periodística que indignó al funcionario, nos enteramos de que fue suspendido el operativo conocido como “El Torito” porque los policías de Movilidad tuvieron su posada y tienen derecho a tener su fiesta y a ingerir bebidas alcohólicas.
Circula en redes sociales el audio de la entrevista que le hacen a Gudiño después de la publicación de la nota en el periódico Mural y en donde dice que esa información se le hizo de lo más bajo que ha visto en su vida, o sea, cómo se atreven a criticarle su posada. Todo mundo toma sus copas dijo Gudiño y luego “yo puedo suspender el programa cuando yo quiera, está en mis atribuciones, si yo quiero que en una semana no trabaje está en mis atribuciones suspenderlo… De lo peor que ha hecho usted de criticarme mi posada”. Y la terrorífica amenaza: “y las exclusivas que les iba a dar, ya no se las voy a dar”.
En otras circunstancias, con otra clase política, con otro gobernador, a este funcionario, mal servidor público, inconsciente hasta más no poder, lo hubieran corrido de inmediato, pero no en estos momentos en que la distancia entre la clase política y los jaliscienses, entre los gobernantes y los mexicanos, se extiende años luz, al infinito y más allá. Están perdidos, desconectados de la sociedad a la que se deben, de la que viven, a la que juraron honrar; en cada uno de los problemas citados y otros que no aparecen aquí, queda esto en evidencia. Difícil, muy difícil saber por dónde empezar a arreglar este entuerto si ellos creen que están bien y que todos los demás, es decir, más de 110 millones de personas, estamos mal.


Publicado en El Informador el sábado 20 de diciembre de 2014.

Comisión de la Verdad

Ciudad adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Ya es hora. De entre todas las marchas, plantones y manifestaciones que han tenido lugar en diferentes lugares de nuestro país y del mundo, me llamó la atención una en particular: la acción cívica en Milán, ciudad en la que se congregaron, afuera del consulado mexicano, ciudadanos italianos y mexicanos para nombrar a los 43 jóvenes normalistas de Ayotzinapa (en ese momento no se confirmaba el hallazgo de los restos de uno de ellos, de Alexander Mora Venancio) y para exigir, además de justicia, la instalación de una Comisión de la Verdad.
Esta petición no la volví a escuchar ni a leer, hasta esta semana cuando me topé en redes sociales con una entrevista que le hace Édgar Velasco a Edgardo Buscaglia y se publica en la revista Magis del ITESO (https://magis.iteso.mx/content/%E2%80%9Chay-que-imponer-la-agenda%E2%80%9D-edgardo-buscaglia).
Había citado una entrevista previa a la que se le dio escasa difusión; cuando, a la Deutche Welle, el investigador, presidente del Instituto de Acción Ciudadana para la Justicia y la Justicia, declaró que la sociedad civil mexicana necesitaba en este momento el apoyo de la comunidad internacional, y se refería no precisamente al respaldo —fundamental e invaluable— de las sociedades civiles de todos los países que quisieran sumarse a la causa, sino de los gobiernos, de las cúpulas empresariales, de las instituciones y asociaciones poderosas que podían exigir al gobierno mexicano la toma de decisiones básicas y urgentes, por ejemplo, para reformar el sistema judicial a tal nivel de profundidad que prácticamente se podría hablar de una purga. Entonces como en la entrevista a la que me refiero hoy, aludió a dos casos que ha seguido de cerca: Colombia e Italia, como ejemplos de que la comunidad internacional, más la sociedad civil, más lo rescatable del Estado del que se trate, pueden emprender y con éxito, una limpia profunda para renovar las instituciones y ofrecer a sus poblaciones garantías y seguridades urgentes; sin embargo, acotó que en el caso de Alemania, y lo parafraseo, les habían llegado al precio.
Al poco tiempo se confirmó (una parte de esta afirmación porque seguramente los negocios son mayores) con la difusión de un mensaje en donde eurodiputados cuestionan a un funcionario alemán porque le están vendiendo — y lo siguen haciendo— armas a México aun cuando saben que llegaron a las manos equivocadas, nada más y nada menos, presuntamente, que a policías involucrados en la desaparición de los jóvenes de Ayotzinapa.
En el caso de Colombia, el gobierno alemán jugó un papel fundamental y los resultados están a la vista.
Sin embargo, en vista de que los gobiernos y los empresarios que tienen negocios con México no han reaccionado como en otros casos, Buscaglia propone la imposición de una agenda desde la sociedad civil, que signifique dar paso hacia adelante, el siguiente, a las marchas y manifestaciones: por un lado, la instalación de una Comisión de la Verdad y, por otro, la ya citada reforma purgatoria del sistema judicial.
En cuanto a la Comisión de la Verdad, aun cuando suene –de pronto— a una fiscalía especializada para la investigación de todo y nada con cero resultados, se trata de una fórmula que ha dado resultados en otros países pero debe conformarse de una manera sumamente cuidadosa y responsable.
Explica Buscaglia que una Comisión de la Verdad funciona cuando la sociedad civil no confía, no cree en su gobierno; cuando la legitimidad escasea; y es el caso de México en este momento; en otros países, continúa el investigador, “han tenido un relativo éxito en generar confianza, ya que son formadas por miembros prestigiosos de la sociedad civil que, asesorados por peritos y científicos, van recabando pruebas, testimonios, material científico, ADN. Luego, todo eso se vuelca a una instancia supranacional que sí tiene legitimidad, como la Corte Penal Internacional de La Haya, donde se atienden casos de crímenes de lesa humanidad cuando la población no cree en la justicia de su país o cuando la justicia está paralizada. En México suceden ambas cosas”.
La instalación de esta Comisión de la Verdad debe ser un clamor social desde ya en México, por mexicanos; y si bien no me encanta la propuesta de Buscaglia, de que la coordine la PGR, es preciso impulsarla desde alguna institución.
No se pueden bajar los brazos, no se debe cerrar la boca.


Publicado en El Informador el sábado 13 de diciembre de 2014.

sábado, 6 de diciembre de 2014

Sobre la Ley Anti marchas

Ciudad adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro04@gmail.com)

El nivel de estupidez me parece verdaderamente descomunal, inconmensurable. Ahora sí que “no me ayudes compadre”… ¿A quién se le ocurre? Pues a los diputados acomedidos, los que quieren quedar bien con el Poder Ejecutivo federal como normalmente lo hacen (parece que se les va la vida en ello). En esta declaración de Javier Lozano, senador panista, queda expresado de manera clara y contundente: “¡Qué bueno que se le vayan a otorgar facultades constitucionales al Congreso para legislar en esta materia! Porque por igual están bloqueando vías generales de comunicación de jurisdicción federal, que de jurisdicción local: calles, avenidas. Están, con el pretexto también de esa libre expresión de las ideas, alterando el orden público, el orden social, dañando la propiedad privada, afectando a terceros, y eso es inadmisible”. Esto dijo cuando se admitió en el Senado la minuta enviada desde la Cámara de Diputados, que se sacó de la congeladora por iniciativa de otro panista, Marcos Aguilar; y se aprobó. Los priistas muy calladitos —es claro el contubernio— votaron a favor.
¿De qué se trata esta famosa ley Anti marchas? Contempla la reforma constitucional a los artículos 11 y 73 dizque para garantizar la movilidad universal. Dicho con otras palabras: si hay manifestaciones, marchas o plantones que obstruyan vías generales, el Estado tendrá todo el pretexto para intervenir.
La vez pasada que se sometió a consideración del Legislativo esta propuesta, los diputados prefirieron congelarla porque “las condiciones no estaban dadas” y aún no enfrentábamos la indignación por los jóvenes desaparecidos de Ayotzinapa ¿imagínese ahora?
Los argumentos de los opositores que no son mayoría y que, todo parece indicar, no lograrán nada, es que es “políticamente incorrecta”, por un lado; y, por otro, que si las garantías individuales están expresadas ya en la Constitución, no es necesario ser más específico porque, precisamente, se presta a malas interpretaciones y a suspicacias que pueden enardecer todavía más los ánimos de una sociedad cansada, harta y enojada.
Bueno, pues lo hicieron, pasó en la Cámara de Diputados con más de 290 votos a favor y el jueves fue admitida en el Senado de la República y turnada a comisiones.
Están a tiempo de rectificar, pero lo dudo, con todo y que si bien fue por iniciativa de acomedidos que tratan de quedar bien, están haciendo un daño que no calcularon: ¿ya se les olvidó el mensaje presidencial en el que el titular del Ejecutivo se “suma” a la causa de Ayotzinapa? ¿En donde celebra el activismo y la participación de la sociedad civil? ¿Y de alguna manera se solidariza con el dolor de los padres de los normalistas?
Es un proceso largo y si continúa hay que esperar a ver cuáles serás las reacciones. Aun cuando no es un hecho la Ley Anti marchas, ha generado las más airadas protestas y críticas en redes sociales. Está en comisiones del Senado y si se aprueba, tendrá que pasar a las legislaturas de las entidades federativas para que la mitad más uno la aprueben en un lapso no mayor de 60 días y después, contempla la emisión de una ley reglamentaria sobre movilidad universal a más tardar en 180 días a partir de la entrada en vigor de la reforma constitucional.
En la exposición de motivos, entre otros, se expone el siguiente: “Quienes viven y transitan en las grandes ciudades tienen el mismo derecho de utilizar el espacio público que el que tienen las personas que ejercen el derecho a la libre expresión y reunión en el marco de una manifestación, por tanto el Estado buscará mecanismos alternativos para el disfrute de dicha garantía”.
Sí, bueno, aquí lo que me preocupa y queda en el terreno de la ambigüedad total son esos “mecanismos alternativos”.
Como decía, lejos de ayudar, perjudican; queda en evidencia una vez más esa desconexión de la clase política con respecto al sentir de la sociedad mexicana, sus dinámicas y procesos; y faltan las reacciones de esta sociedad inconforme para ver hasta dónde llegarán. Por lo pronto, no hay que perder de vista ni el derrotero de esta iniciativa ni otras cosas que se estén fraguando, porque luego también se utilizan como distractores en la medida en que enardecen y sí, la clase política lo sabe.

Publicado en El Informador el sábado 6 de diciembre de 2014.