Ciudad adentro
Ya es hora. De entre todas las marchas, plantones y
manifestaciones que han tenido lugar en diferentes lugares de nuestro país y
del mundo, me llamó la atención una en particular: la acción cívica en Milán,
ciudad en la que se congregaron, afuera del consulado mexicano, ciudadanos
italianos y mexicanos para nombrar a los 43 jóvenes normalistas de Ayotzinapa
(en ese momento no se confirmaba el hallazgo de los restos de uno de ellos, de
Alexander Mora Venancio) y para exigir, además de justicia, la instalación de
una Comisión de la Verdad.
Esta petición no la volví a escuchar ni a leer, hasta
esta semana cuando me topé en redes sociales con una entrevista que le hace
Édgar Velasco a Edgardo Buscaglia y se publica en la revista Magis del ITESO (https://magis.iteso.mx/content/%E2%80%9Chay-que-imponer-la-agenda%E2%80%9D-edgardo-buscaglia).
Había citado una entrevista previa a la que se le dio
escasa difusión; cuando, a la Deutche Welle, el investigador, presidente del
Instituto de Acción Ciudadana para la Justicia y la Justicia, declaró que la
sociedad civil mexicana necesitaba en este momento el apoyo de la comunidad
internacional, y se refería no precisamente al respaldo —fundamental e
invaluable— de las sociedades civiles de todos los países que quisieran sumarse
a la causa, sino de los gobiernos, de las cúpulas empresariales, de las
instituciones y asociaciones poderosas que podían exigir al gobierno mexicano
la toma de decisiones básicas y urgentes, por ejemplo, para reformar el sistema
judicial a tal nivel de profundidad que prácticamente se podría hablar de una
purga. Entonces como en la entrevista a la que me refiero hoy, aludió a dos casos
que ha seguido de cerca: Colombia e Italia, como ejemplos de que la comunidad
internacional, más la sociedad civil, más lo rescatable del Estado del que se
trate, pueden emprender y con éxito, una limpia profunda para renovar las
instituciones y ofrecer a sus poblaciones garantías y seguridades urgentes; sin
embargo, acotó que en el caso de Alemania, y lo parafraseo, les habían llegado
al precio.
Al poco tiempo se confirmó (una parte de esta afirmación
porque seguramente los negocios son mayores) con la difusión de un mensaje en
donde eurodiputados cuestionan a un funcionario alemán porque le están
vendiendo — y lo siguen haciendo— armas a México aun cuando saben que llegaron
a las manos equivocadas, nada más y nada menos, presuntamente, que a policías involucrados
en la desaparición de los jóvenes de Ayotzinapa.
En el caso de Colombia, el gobierno alemán jugó un papel
fundamental y los resultados están a la vista.
Sin embargo, en vista de que los gobiernos y los
empresarios que tienen negocios con México no han reaccionado como en otros
casos, Buscaglia propone la imposición de una agenda desde la sociedad civil,
que signifique dar paso hacia adelante, el siguiente, a las marchas y
manifestaciones: por un lado, la instalación de una Comisión de la Verdad y,
por otro, la ya citada reforma purgatoria del sistema judicial.
En cuanto a la Comisión de la Verdad, aun cuando suene
–de pronto— a una fiscalía especializada para la investigación de todo y nada
con cero resultados, se trata de una fórmula que ha dado resultados en otros
países pero debe conformarse de una manera sumamente cuidadosa y responsable.
Explica Buscaglia que una Comisión de la Verdad funciona
cuando la sociedad civil no confía, no cree en su gobierno; cuando la
legitimidad escasea; y es el caso de México en este momento; en otros países,
continúa el investigador, “han tenido un relativo éxito en generar confianza,
ya que son formadas por miembros prestigiosos de la sociedad civil que,
asesorados por peritos y científicos, van recabando pruebas, testimonios,
material científico, ADN. Luego, todo eso se vuelca a una instancia
supranacional que sí tiene legitimidad, como la Corte Penal Internacional de La
Haya, donde se atienden casos de crímenes de lesa humanidad cuando la población
no cree en la justicia de su país o cuando la justicia está paralizada. En
México suceden ambas cosas”.
La instalación
de esta Comisión de la Verdad debe ser un clamor social desde ya en México, por
mexicanos; y si bien no me encanta la propuesta de Buscaglia, de que la
coordine la PGR, es preciso impulsarla desde alguna institución.
No se pueden
bajar los brazos, no se debe cerrar la boca.
Publicado en El Informador el sábado 13 de diciembre de 2014.