domingo, 11 de enero de 2015

Julio Scherer

Ciudad adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

El encabezado de La Jornada al día siguiente de la muerte de Julio Scherer no podía ser más elocuente, más preciso: “Falleció el referente de la prensa insumisa”. Scherer ejerció el periodismo en tiempos muy difíciles: Cuando desde el poder se dominaba a la prensa y era fácil hacerlo a través de la publicidad oficial y del monopolio del papel, entre otros mecanismos de presión.
Al llegar a la dirección de Excélsior Scherer marcó una gran diferencia con respecto al periodismo que se hacía en otros medios de la Ciudad de México a finales de los sesenta y la primera mitad de los setenta, hasta el día del “golpe” urdido y patrocinado por Luis Echeverría como Presidente de la República.
En un periodo de escasos ocho años llevó al diario a la lista de los diez mejores del mundo. Claro que para el gobierno eso no podía ni debía durar porque, precisamente, parte de los logros se basaba en la actitud crítica de frente al poder a través de investigaciones periodísticas y de plumas reconocidas por su autoridad moral que exhibían las deficiencias y la corrupción gubernamentales.
En un país adormilado y temeroso luego de las matanzas de estudiantes de 1968 y de 1970, de la “guerra sucia” de aquellos tiempos, difícilmente alguien se opondría o saldría a las calles a defender a Excélsior. Scherer y su equipo perdieron la batalla pero continuó la escritura de esa historia con cambios fundamentales que incidieron no sólo en el periodismo capitalino sino de todo el país.
Scherer fundó Proceso y de esa crisis también surgió Unomásuno y más tarde, La Jornada. Independientemente de si se está de acuerdo o no con la línea editorial de estos medios, en la actualidad o en su momento, todo esto no son sino datos duros y precisos de la historia del periodismo en México, y también son hitos que marcaron la pauta para que se gestaran cambios de fondo en la práctica del periodismo en nuestro país; hicieron escuela.
A partir de Proceso, el periodismo de investigación adquirió carta de naturalización y pronto la práctica se generalizó. Los primeros “golpes” periodísticos asombraron y sorprendieron a los lectores acostumbrados a una prensa consecuente y sumisa. El simple hecho de leer lo que era inconcebible empezó a influir en la apertura de mentes y conciencias. Las preguntas se sucedían entre la esperanza y la angustia: ¿Cómo se atreven a escribir esto? ¿Cómo es posible? Los van a callar, los van a cerrar, a censurar, a clausurar, a matar, a desaparecer…
Eran tiempos de cambio y Scherer y su equipo hicieron aportaciones que no son para una historia particular o privada. Lamentablemente los valores hoy en día están tergiversados y para muchos, la muerte de un personaje como Julio Scherer ni siquiera debería ser noticia.
Dadas las tendencias periodísticas de la actualidad, en general, enfocadas más en novedades y escándalos, con mayor razón se debería difundir la obra y las aportaciones de un periodista y escritor de la talla de Scherer. Su ausencia ahora podría servir de inspiración y acicate para retomar valores periodísticos que se han perdido, como el amor a la verdad y la responsabilidad social.

Nunca lo conocí personalmente, si acaso lo vi alguna vez de lejos, pero no cruzamos palabra, sin embargo, su trayectoria y su trabajo eran ejemplo en la escuela y en el trabajo cotidiano. Más allá de la admiración al periodista, de las polémicas que generó por su trabajo (yo también entrevistaría al diablo si hubiera oportunidad), de las críticas válidas o no, la muerte de Scherer es noticia porque es un personaje que forjó parte de la historia de este país y abrió brechas para otros, caminos que permanecen y eso, eso no es cualquier cosa. Descanse en paz.

Se publicó en El Informador el sábado 10 de enero de 2015.