sábado, 31 de enero de 2015

Nueva Constitución

Ciudad adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

La propuesta del obispo de Saltillo, Raúl Vera López, de integrar un constituyente para darnos los mexicanos una nueva Constitución, no es nueva en los años recientes. Recuerdo aquella iniciativa “Nueva República” que encabezaba Porfirio Muñoz Ledo y en la que, por cierto, participó un personaje local, Raúl Padilla López.
Después, el mismo Muñoz Ledo, como candidato a la Presidencia de la República, con todas las bases de “Nueva República” y abanderado del Partido Auténtico de la Revolución Mexicana (sí, el PARM), continuó con la idea incluso cuando optó por el llamado voto unitario a favor de Vicente Fox.
Lo demás es historia porque de todas maneras no pasó nada a pesar de que, entre otras cuestiones, el tribuno proponía cambiar el sistema para que fuera parlamentario y no presidencialista. Y en gran medida no pasó nada porque Muñoz Ledo abandonó el tema muy cómodamente, al principio, instalado como diplomático en la Unión Europea y luego, de aquí para allá; y además, porque nadie lo retomó. Claro, entiéndase por “nadie” actores políticos, porque desde la academia y el periodismo, así, en términos generales, no se ha dejado de insistir con mayor o menor intensidad.
Muy bien, pues ahora es el obispo Vera quien retoma esta inquietud en un contexto inédito y ante un panorama incierto y complejo. Por supuesto, no es sencillo y persisten las dudas con respecto a su viabilidad si consideramos las deficiencias de origen que el mismo obispo critica en la clase política mexicana. Pero ahora sí que no hay peor lucha que la que no se hace.
Lo que me entusiasma de esta propuesta es eso, que es una iniciativa diferente, que parte de la sociedad, particularmente de un sacerdote que se ha distinguido por la defensa de los derechos humanos, activo y activista, con conciencia social, humano, politizado… En otros espacios he dicho que si no es de la sociedad difícilmente se logrará un cambio radical profundo y positivo en México. Pues bueno, es un primer paso.
El obispo Vera, además, es un líder que puede atraer y canalizar a otros actores sociales con foro y presencia, con arrastre y poder de convocatoria para fortalecer su intención, su propósito de “remediar al país, no remendarlo”.
Las ideas están sobre la mesa pero no se han quedado ahí. El primer paso está a la vuelta de la esquina: la próxima semana, el 5 de febrero, se conmemorará un aniversario más de la Constitución de 1917 y se está convocando a una asamblea para, en su seno, delinear los puntos básicos de una nueva Constitución. Sí. Según el mismo clérigo ha definido, se trata de un “congreso constituyente alternativo” que, al margen de partidos políticos y clase política en general, sea un espacio para que el pueblo ejerza su soberanía.
Esta propuesta es también una respuesta para la mayoría de los mexicanos que no están conformes con la situación actual pero que apuestan por la vía pacífica; y surgió a raíz de la sucesión de hechos lamentabilísimos en nuestro país que han dejado en evidencia: corrupción, ineficiencia e ineficacia, indolencia, decadencia, descomposición y acciones afines, conexas y similares, con relación a las mal llamadas autoridades de todos los órdenes de gobierno.
La primera fase implica, entonces, con base en los principios de la democracia participativa, construir una nueva Constitución; en una segunda fase “se propone renovar las instancias legislativas federales y locales” y la tercera contempla instalar un nuevo congreso que apruebe el nuevo orden constitucional.

¿Utópico? Sí, sin duda…No importa. Gracias a las utopías por lo menos deseamos, imaginamos, pensamos que un mundo mejor es posible, un México mejor es posible, pero desde el pueblo. Un congreso y una nueva Constitución —dijo Raúl Vera— que nos represente, sí, a los mexicanos, a la sociedad… a la nación. Me gusta.

Publicada en El Informador el sábado 31 de enero de 2015.