sábado, 28 de febrero de 2015

A ver si es cierto

Ciudad adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

 Desde que el PRI regresó a la Presidencia de la República, de hecho, desde unos meses antes, en plena campaña, quedó en evidencia que el gobierno avanzaba por una vía y la sociedad por otra. Los movimientos previos y posteriores a la jornada electoral de 2012 fueron consistentemente desdeñados, soslayados, tergiversados y criminalizados hasta que dejaron de ser visibles, hubo una especie de repliegue porque, ciertamente, no desaparecieron.
Pasó el tiempo y las aguas se calmaron pero las noticias de la distancia y de su recrudecimiento entre sociedad y gobierno, siguieron llegando. ¿Queremos más ejemplos que las mentadas, llevadas, traídas y presumidas reformas estructurales? A pesar de que una sociedad civil activa y participativa, experta en los diferentes temas (que si educación, que si economía y finanzas, que si energéticos, que si asuntos laborales) hizo aportaciones valiosísimas entre sugerencias y advertencias, las propuestas sustentadas no fueron, igual, tomadas en cuenta para nada.
Con el asunto del petróleo a nivel internacional varias cuestiones sobre las que se hicieron señalamientos para no cometer errores o a manera de previsión, hoy se están revirtiendo, pero bueno, este es otro tema y, al tiempo.
Muchas veces me he referido en este espacio a la actitud de la clase política mexicana de todos los órdenes y niveles de gobierno, por su alejamiento de las demandas y necesidades de la sociedad a la que se debe.
Manifestaciones, marchas, cartas, desplegados, comentarios, críticas, reportajes, “periodicazos”, reuniones, arengas y discursos en diversos foros, nada, nada había servido (esta afirmación con todos sus asegunes) hasta esta semana cuando, por fin y mis oídos apenas daban crédito, se reconoce el hartazgo social y la crisis de confianza que prevalece en el país.
Me cuesta trabajo creerlo porque puede ser sólo de boca para afuera, siempre lo hacen, no es raro, es parte de su cultura simuladora e hipócrita, suena fuerte pero así ha sido.
Ahora, lo que creo es que era verdaderamente insostenible la farsa, la ficción, la historia de un México feliz y en franco progreso gracias a los dichos de dos personajes con foro internacional. Como seguramente ya adivinó el lector, me refiero, primero, al discurso de Alejandro González Iñárritu cuando recibió el Óscar porque su película Birdman fue la mejor; y segundo, a la expresión papal de “mexicanización” como sinónimo de narcotráfico, crimen y violencia, cuando el Pontífice deseó que eso no sucediera en Argentina, en la carta dirigida a un amigo que, cosas de la vida, trascendió a la opinión pública.
González Iñárritu dedicó su premio a todos los mexicanos, los que vivimos aquí y los que radican en Estados Unidos; y dijo que ruega porque los mexicanos podamos construir el gobierno que merecemos. De inmediato sentí una profunda emoción y agradecimiento porque dijo lo que muchos pensamos y expresamos, claro que con ese foro el mensaje del director de cine adquiere otra dimensión.
Tanto a González Iñárritu como al Papa Francisco el Gobierno mexicano respondió en total y plena congruencia con su política de hipocresía, ceguera y simulación. Y contestó precisamente por tratarse de quienes se trataba, si no, ni se hubiera molestado.
A los dos días, sin embargo, hay un cambio en el discurso con este reconocimiento (antes de que movieran a Jesús Murillo Karam de la PGR justo a los cinco meses de la desaparición de los 43 jóvenes normalistas de Ayotzinapa; y de la detención el mismo día de la Tuta, el criminal michoacano).
Fue el líder del PRI el que hizo el reconocimiento, César Camacho, en gran medida por eso la desconfianza, sin embargo, hay que ver qué tanto se nota con hechos concretos y acciones precisas y cuantificables este posible cambio de actitud que se suma a lo expresado por Peña Nieto en la entrevista exclusiva que se le hizo en esta casa editorial, cuando afirmó que la confianza en el gobierno no se recuperará con un hecho, un discurso o un acto, sino que se debe acreditar con la actividad gubernamental que reporte beneficios para la población. Que se note pues.
Vamos a ver si es cierto; el cambio no puede ni debe ser superficial, ni cosmético, ni histriónico, ni mediático, sino de verdad.

Publicado en El Informador el sábado 28 de febrero de 2015.



viernes, 27 de febrero de 2015

Mal hechuras

Ciudad adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Estuve revisando textos y reportajes de 1992, antes de las explosiones, cuando Guadalajara se aprestaba a celebrar 450 años de su fundación. Han pasado 23 años y los problemas siguen siendo los mismos, sólo que de mayor magnitud por el crecimiento poblacional, por la acumulación de rezagos, las malas decisiones, las obras paliativas y no resolutivas… en fin, por lo que sabemos, vivimos y sufrimos los habitantes de esta maravillosa ciudad.
El 9 de febrero de 1992 escribí un reportaje que se publicó en esta casa editorial: “Guadalajara… donde está, la que es”; me resultó muy interesante volver a leerlo para recordar, por ejemplo, algunas consideraciones de entonces: “[…] Guadalajara está donde está y es la que es, con sus riquezas y miserias, con su eterna división social, con sus aires de provincia y de grandeza, con su expansión comercial e industrial, con su contaminación, su caos vehicular y sus asentamientos irregulares, con sus magnates y sus cientos de niños mendigando en las esquinas para sobrevivir, con su gente de aquí y de todas partes”.
Ampliamente podríamos decir que a 23 años de distancia todo sigue igual o peor. Quizá en materia de contaminación, en este periodo, se hayan introducido algunos instrumentos de medición y acciones para reducir la toxicidad de las emisiones, en un sentido positivo.
En 400 años, es decir, de 1542 a 1942 la población tapatía paso de 240 vecinos a 240 mil habitantes. Y de 1942 a 1992, en 50 años, de 240 mil a tres millones 306 mil 233 habitantes según estimaciones posteriores al Censo de 1990, realizadas por el Instituto de Urbanismo e Investigación de Asentamientos Humanos de la Universidad de Guadalajara que comandaba el Arq. Jorge Camberos Garibi, de feliz memoria.
¿Y qué hay del caos vehicular? Seguramente lo he escrito y/o comentado: A finales de la década de los ochenta entrevisté al Arq. Esteban Wario quien se encargó de la Planificación Urbana de Jalisco durante varios sexenios, prácticamente hasta su fallecimiento; pues bien, entonces me mostró la proyección del tren ligero (1987-1988), un esquema con el mapa de Guadalajara atravesado por ocho rutas que comunicaban hasta el punto más lejano de la zona metropolitana.
Carencias presupuestales, falta de visión, de voluntad, las explosiones del 22 de abril y los costos políticos; la calidad de timoratos de algunos políticos en todo este lapso; las grillas electorales y cuestiones por el estilo, retrasaron los planes, estos ya con casi 30 años de existencia.
Bueno, pues apenas —y ¡qué bueno! aunque sea tarde— se está construyendo la Línea Tres del Tren Ligero. Guadalajara esperó pacientemente durante lustros a que una ruta más fuera, finalmente, una realidad en una ciudad que muy difícilmente llegará a tener metro pero que por su historia, su conformación actual, su dinamismo y evolución, sus características particulares, requiere con urgencia, ya no de un muestrario de transporte como bien apunta siempre que es posible el Arq. Óscar Ladrón de Guevara, sino uno masivo, eficiente y digno de una ciudad como la nuestra. Hasta aquí todo bien, así a secas, el problema es que la obra ha sido mal planificada y hoy por hoy, estamos al borde de la parálisis. ¿Queremos la Línea 3? ¡Sí! ¡Claro que sí! Pero también creo que es factible, con los costos anunciados y las maravillas tecnológicas, reducir las afectaciones lo más posible. No ha sido así y ahora la presión mal calculada se ejerce sobre las líneas de transporte público, las colonias aledañas a la Glorieta de la Normal; el mero centro de la ciudad y los cientos de miles de habitantes afectados en mayor o menor medida.
Los cierres en el centro más varias obras que se están ejecutando de manera paralela afectan no sólo esa zona sino que el caos se extiende como onda expansiva hacia los cuatro puntos cardinales del área conurbada (y eso que suspendieron obras en cinco calles del centro por el cierre parcial de Av. Alcalde) sin olvidar la reducción de espacios para el tránsito vehicular (nos guste o no ahí está) con la idea (esa sí, ejecutada con una rapidez inusitada y sin problemas de presupuesto, pero mal hecha) de las bicicletas. ¿Por qué a las administraciones les cuesta tanto hacer bien las cosas? Sí, habrá Línea Tres y hay espacios para el tránsito de bicicletas, no por eso se dejará de exigir que las autoridades se conduzcan con excelencia ¿O nos tenemos que conformar con mal hechuras?

Publicada en El Informador el sábado 21 de febrero de 2015.





miércoles, 18 de febrero de 2015

Hydra de Lerna

Ciudad adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

¿Pues no que las reformas que van a transformar a México y que para mover a México y no sé cuánto más? Lo peor es que en cuanto terminé de escribir la pregunta me quedó la sensación, una vez más, la certeza en realidad, de que no hay algo que se exponga, se argumente, se exhiba, se compruebe, que sea atendido por, en este caso, la Presidencia de la República. Sí, no habrá respuesta.
Instalados en el modo simulador, nada de lo que pasa a su alrededor en la calle, en la tierra, en las banquetas, en las casas, en las escuelas… pasa. Las-manifestaciones-son-injustas, son-intentos-desestabilizadores y, de plano, ya parece complot. Claro que no usa esa palabra porque todos recordamos quién empezó con eso y no es políticamente correcto.
Muy bien, dejo de lado estas banas disquisiciones para detenerme en una de las tan llevadas, traídas y cacareadas reformas estructurales, la educativa, la que sacará a México del atraso y conducirá al país a los límites del progreso y del primer mundo, al infinito y más allá.
He leído y escuchado diferentes posturas y versiones sobre el plantón de maestros en la Ciudad de México. Por lo general, los docentes son acribillados con insultos y se apela, como siempre, al derecho de los demás. Sí, tienen razón. Los unos y los otros. La ciudadanía se vuelca contra los profesores azuzada por los medios de comunicación que no van a fondo en el análisis del problema, en la reflexión sobre el conflicto.
Los maestros de la Comisión Nacional de Trabajadores de la Educación, la CNTE, como todos sabemos el organismo disidente del SNTE, sí, del sindicato del que era mandamás Elba Esther Gordillo, no están de acuerdo con algunos puntos de la reforma educativa —y lo señalamos hace tiempo— porque pueden ser herramientas fácilmente manipulables tanto por el Gobierno federal como por el propio sindicato (según dicen, el más poderoso de América Latina por su afiliación de más de un millón 200 mil docentes).
¿Cómo se haría la manipulación? Sencillo (en estos casos no hay imposibles): mediante la falsificación de resultados para impedir que profesores disidentes o simplemente críticos, mantengan su plaza. Claro que este pequeño detalle no se difunde con la amplitud necesaria.
Este es sólo un aspecto. Hay otros relativos al manejo de la nómina y al censo que se hizo el año pasado que dejó fuera a alrededor de seis mil profesores que ahora exigen ser incluidos, porque se les dejó de pagar, nada menos y nada más.
La reforma incluye cambios que eran un verdadero clamor ciudadano. Por ejemplo, las plazas ya no se heredan (controlar la venta será mucho más complicado) y quien llegue lo hará a través de concurso, es decir, si sus capacidades y habilidades así lo permiten. Sin embargo, si hay manipulación en la evaluación de los profesores estaremos ante una ficción y un panorama educativo que en realidad no cambia, sólo se transforma en la fachada pero por dentro sigue igual o peor.
Ahora bien ¿los maestros que se manifiestan están mal, son flojos, quieren todo fácil? No necesariamente. ¿Hay algunos que sí? Sí, sin duda y a lo mejor no son precisamente los de la CNTE sino los del SNTE y todos lo sabemos, todos conocemos a maestras y directores de escuelas públicas que dedican más tiempo a la venta de comida y de otras cosas y a la organización del cumpleaños de la directora y de su santo, claro, que a la educación y a impartirla con niveles de alta calidad. Para ubicar a docentes flojos y desobligados no es necesario ir a los plantones, en cualquier escuela pública podemos encontrar, digo, por aquello de las generalizaciones.

¿Qué debería pasar? En primer lugar, el Gobierno federal, creador del monstruo corporativista de mil cabezas desde hace décadas (el sistema pues), con voluntad claro, tendría que ir a fondo y resolver esa problemática desde la raíz. Negociar, gestionar, ceder, limitar y llegar a acuerdos. Lo que la reforma educativa quitó a los profesores del país eran privilegios que el mismo sistema les había otorgado. Esto obliga a una negociación, real y efectiva, no teatritos mediáticos que se caen con la primera e incipiente ventisca; se requieren compromiso y ganas, intención pura y auténtica, hechos congruentes, de lo contrario, ese monstruo de mil cabezas, cual Hydra de Lerna se reproducirá y crecerá y crecerá ad infinitum.

Se publicó en El Informador el sábado 14 de febrero de 2015.

sábado, 7 de febrero de 2015

5 de febrero

Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

El 5 de Febrero de 2015 debería pasar a la historia y, bueno, en realidad ya pasó. Pero no porque se celebró un aniversario más de la promulgación de la Constitución, la de 1917 en Querétaro, sino por otros hechos que me convencen cada día más de que estamos atrapados en una vorágine violenta y poderosa de la que no sé cómo ni cuándo saldremos.
Este jueves, temprano, se difundió el asesinato de un joven defensor de derechos humanos, uno de los principales activistas del movimiento por los normalistas de Ayotzinapa y líder del Frente Popular Revolucionario, Alejandro Gustavo Salgado Delgado. Tenía 32 años y desde hacía varios se enfocaba en luchar por mejorar las condiciones de vida de los jornaleros guerrerenses. Fue encontrado con huellas de tortura y decapitado.
El mismo día, más tarde, sucedió lo que fue la nota del viernes: el hallazgo de 61 cadáveres en un crematorio abandonado en Acapulco, Guerrero. Jan Martínez Ahrens escribió en El País: “Con la terrible sangre fría con que se trata estos hechos en México, las autoridades buscaron reducir la alarma ciudadana señalando que los cuerpos ni habían sido mutilados ni calcinados, es decir, que en apariencia no tenían las trazas habituales del narco terror”. Podemos cuestionar y criticar al autor del texto, pero infortunadamente esto es lo que trasciende, y la percepción que se tiene del país y de sus habitantes se generaliza con base en estos hechos criminales y hórridos. Y claro, que el gobierno que tenemos “nos complace”.
El mismo día, el Presidente Enrique Peña Nieto, con su séquito de acompañantes, encabezó la ceremonia oficial por el aniversario número 98 de la promulgación de la Constitución. En la página web de Presidencia está el video que dura más de una hora. La transmisión inicia con el arribo del Jefe del Ejecutivo al Teatro de la República en Querétaro hasta el último aplauso (aquí sí aplaudieron y hasta se pasaron). Más de una decena de camionetas de alto cilindraje, blindadas y con vidrios polarizados, desfiló por las angostas calles de la capital, desiertas de queretanos. De una de ellas bajó el Presidente y bueno, como desde un balcón me sentí observando el nivel, entre ese círculo, de protocolo y “arrastradismo” político. No pude reprimir las náuseas.
La movilización de personal, todo pagado con nuestros impuestos, las camionetas, los tiempos de los funcionarios que deberían estar trabajando por el país, como dijeron en sus discursos que les toca hacer: ujieres, achichincles, gobernadores, legisladores, magistrados, jueces, todos postrados y aplaudiendo mientras el resto de los mexicanos trabajamos en dos y tres empleos para que alcance, tenemos nuestras propias historias y nos enfrentamos al dolor de las noticias que directa o indirectamente nos afectan, como las dos que he mencionado y además, por ejemplo, la muerte de una enfermera que salvó a casi 20 niños del hospital de Cuajimalpa, cuyo incendio, por cierto, todavía no me queda muy claro ni creo mucho lo que se ha explicado hasta ahora.
En la ceremonia oficial dijeron que México tiene rumbo, otros que hay que ver si es esta o una nueva constitución la adecuada para México (¡apenas! y sin muchas ganas), que “los mexicanos nos necesitan” y otro, que las reformas nos fortalecen y eso. Desde el mismo balcón me sentí ajena y distante, como si estuviera viendo una película vieja y mala. Bueno, hasta anacrónica, se leyó que con la reforma educativa tendremos un México con educación de mayor calidad, con maestros bien preparados y evaluados, y “miles” de escuelas de tiempo completo. No sé si no se enteró del recorte anunciado unos días antes por el secretario de Hacienda o qué.
Sin embargo, algo más pasó el 5 de Febrero de 2015: Se atendió la convocatoria para una constituyente popular y ciudadana. Los participantes llegaron a tiempo y se dio el primer paso de una iniciativa que no sé, reitero, si me toque verla hecha una realidad, pero es algo, por algo se empieza, no importa cuánto tiempo lleve.
Imposible no estar atrapados en Iguala, en Acapulco… en Guerrero en general, en Michoacán, en las carencias cotidianas, en el alza de precios, galopante y engañosa (en un año los productos pecuarios aumentaron 13% y los salarios, cuatro. Más gas, gasolina, alimentos en general, educación, servicios…).

No sólo es Ayotzinapa. Y los niveles de impotencia aumentan en la misma proporción o aun mayor, que la desfachatez y el desdén de la clase política mexicana. Salvo la nota esperanzadora de la constituyente ciudadana, por lo demás no vamos bien… Y eso que no me referí ni al petróleo ni a las precampañas electorales.

Publicado en El Informador el sábado 7 de febrero de 2015.