sábado, 29 de agosto de 2015

Una sola causa

Ciudad adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

De algún tiempo a esta parte,  como dice el poema de José Emilio Pacheco, los asuntos polémicos que por lo general dividen las opiniones en dos, a favor y en contra, se suceden ¿no lo han notado? Por supuesto están las posturas partidistas que normalmente son bipartidistas a pesar de tantísimos e inútiles institutos políticos con registro en nuestro país; se da por municipios y por estados. A nivel nacional también, casi siempre son dos los que se disputan los votos y los demás son comparsas.
Sucede en cuestiones deportivas, aunque en este asunto, salvo excepciones lamentables, el asunto no es tan grave, no más que el uso del deporte como distractor, de manera específica el futbol (aunque no sé por qué tengo la impresión de que la afición va a la baja, tanto de los equipos de la liga como de la selección nacional, quizá por tanta corrupción, en fin) y todos los chismes relacionados con ese negocio.
Hay asuntos mucho más complejos, delicados e importantes, gracias a los cuales la sociedad se mantiene dividida. Eventualmente estos temas tienen reflejos, repercusiones y/o representantes en partidos políticos y en decisiones gubernamentales, pero a través de ellos se alienta el encono, las divisiones por supuesto, la denostación de las diferentes posturas y, al final, la separación de una misma sociedad.
Desde hace lustros se impulsa en México una agenda progresista que tiene que ver, por ejemplo, con la despenalización del aborto, los matrimonios igualitarios, la despenalización del consumo de marihuana y la adopción de niños por parte de parejas del mismo sexo. Esta agenda no es propia de los partidos progresistas o de izquierda, no necesariamente, aunque casi siempre abanderan estas causas y las han llevado al terreno legislativo para impulsar normas progresistas (permítaseme tanta repetición). Además de los partidos, hay grupos que trabajan activamente a favor de estos asuntos.
Con relación a cada uno de ellos operan contrarios, tanto en partidos como en la sociedad civil, es decir, asociaciones que están contra esa agenda por diferentes razones por lo general vinculadas a la religión católica.
Además de esto, la sociedad empieza a dividirse entre quienes defienden y protegen animales y quienes no; entre quienes consumen carne y vegetarianos o veganos… No falta qué se ponga de moda o qué nueva práctica o costumbre adquiera carta de residencia para que de inmediato se tomen posiciones y nos enfrentemos de nuevo.
Hay una frase muy vieja y muy trillada que, no obstante, está vigente: “divide y vencerás”, muy conveniente, pero muy, para quienes forman parte de la clase en el poder.
No sé cuántas veces he dicho y escrito que nos necesitamos juntos, porque además de las diferencias de opinión (no se trata de desaparecerlas), resulta que también nos hacemos daño entre nosotros, de distintas formas, casi siempre tratando de sacar ventaja del otro, de abusar, pisotear si hay oportunidad, hacer grilla, “quemar”, difamar, descalificar, criticar, señalar…
¿Pues de qué se trata? Debo ser muy precisa porque no quiero que se malinterprete este comentario: no estoy tomando postura a favor de una ideología o de otra, de un activismo sobre otro, lo que quiero decir es que además de lo que ya padecemos por una clase política ineficiente, corrupta y abusiva, todavía nos estamos peleando entre nosotros, la sociedad contra la sociedad. Hay algo que es muy simple y muy sencillo, según yo, que se llama respeto, ni siquiera tolerancia. Este último concepto no me gusta porque se me figura (ya lo había escrito) que es como decir: “no estoy de acuerdo contigo pero te aguanto, te soporto”. Así que tampoco. Respeto es la clave, respeto a las diferencias de opinión, a la diversidad extraordinaria y maravillosa de este país no sólo en asuntos de preferencias sexuales o comestibles.
Aparte, nos quejamos de que la clase política nos trata a los ciudadanos como menores de edad y hacemos lo mismo entre nosotros con proselitismo e imposiciones, exigencias incluso, para cambiar ideas y convicciones hacia lo progresista o hacia lo conservador, y nos la pasamos juzgándonos y descalificándonos.
Me imagino de pronto que todos los activistas en México, de un tipo y de otro, se unen por una sola causa, para que esta patria alcance para todos, para que sea más justa, menos desigual, disfrutable, gloriosa, armónica; para que la clase política deje de abusar, de ser inepta y corrupta. Si todos los activismos se unieran por una sola causa, sobre la base del respeto a la postura de cada quien, otro gallo nos estaría cantando, para bien. A ver cuándo lo vemos.


Columna publicada en El Informador el sábado 29 de agosto de 2015.

lunes, 24 de agosto de 2015

Autoritarismo

Ciudad adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

¿Desde cuándo varias voces y en diferentes espacios hemos dicho que el autoritarismo es una realidad en México? En los años de la hegemonía priista antes de la alternancia del año 2000 no había dudas al respecto y bueno, esa conducta de la clase política era lo cotidiano. Ilusa e ingenuamente creímos que con el triunfo del PAN el autoritarismo se acabaría pero no fue así. Y luego dicen, algunos, que vivimos en plena democracia y que los consensos y no sé cuántos cuentos más.
Por supuesto que en el discurso, todos los políticos, de todos los partidos lo niegan rotundamente, sin embargo, la mímesis es tal que, por lo menos en dos casos ya, documentados ampliamente en Jalisco, se dejó de lado la simulación, no por desecharla de manera deliberada, sino porque el autoritarismo está tan arraigado en ellos, es algo tan profundo y tan marcado, tan consubstancial de sus personalidades, que es lo normal; y aun cuando sus actitudes son abiertamente autoritarias ellos no se percatan y hasta creen que están haciendo lo correcto.
Hoy iba a escribir sobre otro asunto, el teatro, farsa o vodevil corriente siempre de los partidos políticos en la dizque renovación de sus dirigencias, pero el tuit de Aristóteles Sandoval, gobernador de Jalisco, motivó el cambio inmediato de tema porque resulta que esa actitud autoritaria, que no es exclusiva de él, nos está causando un daño y un deterioro en el tejido social y en la relación entre gobernados y gobernantes, descomunal, no es nuevo, pero pese a las denuncias, quejas y manifestaciones, persiste y se recrudece.
La noticia es que, si acaso alguien creyó que habría cambios cuando el PRI regresara al poder, pues no, error rotundo. Y se actúa de esta manera como si nada.
¿Cuáles son los dos casos documentados en Jalisco? Emilio González Márquez sin duda alguna es uno de ellos cuando en aquella borrachera infame nos mentó la madre sin recato y hasta con el permiso del cardenal Juan Sandoval, a todos los que criticamos la famosísima macrolimosna.
La frase más autoritaria de aquella perorata del ex gobernador fue: “La gente votó por mí” infiriendo con esto, claro, que tenía una especie de cheque en blanco para hacer lo que le diera la gana sin esforzarse siquiera en la búsqueda de consensos mínimos, actitud contraria per se al autoritarismo.
Y ahora Aristóteles, con la mano en la cintura, escribe el siguiente tuit, inconcebible realmente, de escándalo si se supone que el sistema político en México es democrático: “Todos los jaliscienses tienen derecho a expresarse y manifestarse, pero ello no representa una medida de presión para el Ejecutivo”. Es cierto, así actúa la clase política, no debería ni sorprendernos, es lo normal para él y para tantos otros que se rigen bajo los mismos principios, tan claros que son una definición básica en el Diccionario Político de Norberto Bobbio:  En la tipología de los sistemas políticos se suele llamar autoritarios a los regímenes que privilegian el aspecto del mando y menosprecian de un modo más o menos radical el del consenso, concentrando el poder político en un hombre o en un solo órgano y restando valor a las instituciones representativas.
Lo curioso es que en este tipo de regímenes, la oposición por ejemplo, está reducida al mínimo y es perseguida, por lo general, cosa que no sucede en México, lo que es más, partido que llega al poder, partido que no puede frenar sus ímpetus autoritarios.
Hablo de dos casos en Jalisco, uno del PAN y otro del PRI; pero el autoritarismo, una de cuyas características es la censura, lo práctica este Presidente y lo hicieron los anteriores, de manera que la democracia que vivimos en México es sólo una ficción, un parapeto costosísimo.
La cuestión es que los regímenes autoritarios, aun cuando no encajen exactamente en la definición de Bobbio, despiertan a las sociedades. Ya llevamos mucho así, vamos a ver hasta cuándo, sobre todo ahora que alguien ya lo dijo abierta y públicamente; sí, quizá faltaba que se pronunciara con todas sus letras, que para los políticos los ciudadanos no somos importantes; ya sin una actitud hipócrita, a ver cómo se mueven las cosas. Digo, si es que esa fue la intención.

Columna publicada en el El Informador  el sábado 22 de agosto de 2015.

sábado, 15 de agosto de 2015

Regresión

Ciudad adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Después del asesinato del cardenal Posadas, de Luis Donaldo Colosio y de Ruiz Massieu, de los errores de diciembre que indistintamente se atribuyen a Salinas y a Zedillo y dejaron a la economía del país temblando, prácticamente colapsada, y del surgimiento del EZLN, el entonces Presidente de la República debía emprender acciones para legitimar su gobierno —aun cuando ganó, en gran medida por el voto del miedo, con un amplio margen que no dejó lugar a dudas— y para responder a las exigencias de democracia específicamente de Estados Unidos.
De hecho, desde que tomó posesión, Ernesto Zedillo perfiló el concepto de la sana distancia: Como Presidente de la República procuraré, con todos los partidos por igual, un trato fundado en el diálogo, el respeto y la verdad. Esa será la norma en mi relación con sus dirigencias y con sus representantes populares, cumpliré estrictamente con la ley, gobernando para todos, sin distinción ni favoritismos de ninguna especie […] Repito enfáticamente que, como Presidente de la República, no intervendré, bajo ninguna forma, en los procesos ni en las decisiones que corresponden únicamente al partido que pertenezco.
Para todos quedó muy claro que había llegado el fin del “dedazo”, por ejemplo. Esta práctica consuetudinaria de los gobernantes priistas que con el dedo índice señalaban a quien sería su sucesor (por supuesto que no era así de claro, los entretelones, dobles fondos y rebuscamientos del discurso priista marcaban la pauta y aprendimos a interpretar ese estilo).
En los análisis de entonces, estamos hablando de hace más de 20 años, se llegó a la conclusión de que finalmente terminaría el presidencialismo a la mexicana, que podemos ilustrar con aquella máxima de que en este país no se movía la hoja de un árbol sin la venia del presidente o con el famosísimo diálogo: “– ¿Qué horas son? –Las que usted diga señor presidente”.
A partir de entonces se fue eliminando paulatinamente la parafernalia en torno a los informes de gobierno y, entre otros cambios notables, partidos distintos al PRI empezaron a ganar elecciones con mayor frecuencia. Jalisco es una muestra. En el sexenio de Zedillo, por primera vez el PRI perdió el control del Congreso de la Unión y fuimos testigos de los conflictos entre bancadas a la hora de aprobar los paquetes fiscales de cada año, en la segunda mitad de la gestión zedillista, es decir, después de los comicios de 1997, los primeros organizados por el IFE de Woldenberg.
Se emprendió una nueva reforma electoral y también se le metió mano, como nunca antes, a la estructura constitutiva y legal del Poder Judicial de la Federación.
Todos estos cambios que concluyeron con la derrota del PRI en las elecciones del año 2000 son resultado de aquella raya que pintó el Presidente de la República, según Manlio Fabio Beltrones ¿será? Y ahora que dirigirá los destinos del PRI, con la mano en la cintura y como si el concepto no implicara otros asociados, como autoritarismo y represión, anuncia que se acabó la “sana distancia” a la que atribuye las sucesivas derrotas del PRI en procesos electorales.
Me llama poderosamente la atención que después de estas declaraciones que deberíamos considerar como escandalosas, se desate una andanada de loas para el ex gobernador de Sonora, como si no hubiera formado parte del PRI aborrecido por propios y extraños; del PRI que fue severamente castigado en el año 2000 (y que volvió sólo por las ineptitudes y la corrupción de los panistas) y que, hoy por hoy, sigue haciendo de las suyas pero ahora con un nivel de maestría en las artes de la simulación que verdaderamente pasma y a muchos obnubila.
Si para muchos la regresión política y social es contundente y clara, y ahí están la represión, el autoritarismo, los ataques frontales contra la libertad de expresión, la violencia, el desastre económico y las reformas bofas y mal hechas, la impunidad, la corrupción, los abusos de poder, la negligencia criminal, con estas declaraciones, con estas decisiones en el partido que gobierna, las noticias de que entramos en una franca y acelerada regresión son incuestionables, en otra palabras, vamos para atrás y muy mal.



Columna publicada en El Informador el sábado 15 de agosto de 2015.

domingo, 9 de agosto de 2015

Guerras

Ciudad adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

No conocí a Rubén Espinosa personalmente ni a las mujeres que estaban con él cuando los asesinaron; tampoco conocí a los muertos en Tlatlaya ni a los jóvenes desaparecidos de Ayotzinapa; ni a las mujeres asesinadas de Juárez ni a los 42 migrantes de San Fernando Tamaulipas, ni los mineros de Pasta de Conchos. No conocí a ninguno, no crucé palabra con ellos ni con ellas, no supe directamente o de viva voz sobre sus vidas, sus proyectos, sus triunfos, sus fracasos, sus sueños, sus preocupaciones, sus causas, sus dolores, sus miedos, nada. Y hoy, todos ellos, son las noticias confirmadas de la situación de caos, de inseguridad y del Estado contra su pueblo en nuestro país desde hace lustros.
Para muchos son noticias de nota roja y si es posible pasar la página, se pasa, la vida cotidiana es de por sí apremiante. No son buenas noticias, nos horrorizan, nos erizan la piel y se nos anegan los ojos. Cada vez hay más personas que tratan de alejarse de una realidad que no por eso se desvanece o desaparece. No basta con voltear para otro lado y todos son importantes, las víctimas y los testigos.
Los periodistas damos cuenta de esta realidad, tenemos tan claro el concepto de noticia que hay colegas que arriesgan sus vidas, que cubren frentes de guerra, de todos los tipos de guerra, y cumplen con el cometido, mandan la nota, el reportaje y las fotos que a los diversos públicos puede o no importarles; producen y envían para luego volver al frente de batalla.
Los periodistas mexicanos, salvo algunas excepciones por corresponsalías o enviados especiales, por lo general no hemos cubierto guerras convencionales y para muchos, no es la nota roja la máxima aspiración. Esa información que por lo general se publicaba en las últimas páginas de los periódicos como un mal necesario, desde hace varios años ocupa las primeras planas, un reflejo inequívoco del avance del crimen organizado y de la corrupción asociada.
Desde siempre se ha intentado callar a periodistas de manera permanente pero los asesinatos de comunicadores, fotógrafos y reporteros se han incrementado de manera exponencial, tanto, que internacionalmente México está ubicado como uno de los países más peligrosos para ejercer el periodismo porque no sólo es la cobertura de la nota policíaca y del crimen organizado, sino la exposición del involucramiento de burócratas de distintos niveles.
Es común que cuando algún colega es asesinado se trata de inferir o de por lo menos sembrar la duda con relación a su ética, a su honestidad; sin pruebas ni testimonios. Es una forma de evitar las investigaciones y los resultados.
Todas las muertes y asesinatos en estas condiciones son deplorables e indignantes, pero un periodista siempre duele más, porque arriesga su vida para exponer transas y chuecuras, negligencia, negocios turbios… otras formas de la guerra, tiene que ser una guerra para que tantos pierdan la vida a manos de otros, de los que protegen sus intereses y no tienen escrúpulos.
Rubén Espinosa como todos sabemos ahora, dejó Veracruz porque había sido amenazado y en la capital del país enfrentó serios problemas para encontrar trabajo ¿cuántos como él y no lo sabemos? ¿Tenemos que conocer sus historias porque los mataron? A las amenazas, a los homicidios, hay que sumar los atentados diversos y cotidianos a la libertad de expresión y las mismas condiciones de trabajo. Son asesinados de otra forma bajo el fuego de algún otro tipo de guerra.

Y mientras la indignación cunde por este crimen, el Estado mexicano no sólo no se pronuncia, ni actúa más allá de permitir la propagación de rumores difamatorios, sino que quien está al frente se atreve a decir que México está mal pero que hay países peores, como para rematar, como un golpe bajo, como un misil durante la tregua.

Columna publicada en El Informador el sábado 8 de agosto de 2015.

sábado, 1 de agosto de 2015

Paso libre

Ciudad adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Hace tres años, el padre Alejandro Solalinde, quien ha dedicado su vida a la defensa de los derechos de los migrantes y a su auxilio mediante la operación del albergue Hermanos en el Camino, fue amenazado de muerte en por lo menos seis ocasiones y se vio en la necesidad de abandonar el país. Desde hacía tiempo, pero con mayor razón a partir de ese hecho, nos enteramos con mayor detalle de la violencia, las violaciones, los atropellos, los abusos y los múltiples riesgos que corren no sólo los migrantes, sino quienes voluntariamente han entregado parte de sus vidas a apoyarlos en sus trayectos con asesoría, refugio y alimentación.
Gracias a este trabajo humanitario del padre y de decenas de personas en todo el país hemos tenido noticia de los riesgos que corren los migrantes y las constantes amenazas de que son objeto mientras cruzan el territorio nacional para llegar a la frontera de México con Estados Unidos, independientemente de si son mexicanos o de algún país de Centro o Sudamérica.
Se trata de uno de los sectores de la población más expuestos y vulnerables por el lado que se le vea: inmersos en la pobreza, deciden dejar sus lugares de origen en busca de mejores oportunidades de vida para ellos y sus familias; abandonan a sus seres queridos y se lanzan a terrenos desconocidos, plagados de peligros, en donde por lo general son cooptados por la delincuencia organizada para diversos trabajos: secuestro, robo, tráfico de drogas, tráfico de personas específicamente trata de mujeres y de niños; extorsión y muchos otros en donde se incluyen los intentos de control por parte de “sindicatos” o vividores simplemente, quienes les venden protección a cambio de parte de las dádivas que reciben de la gente. Si aceptan malo y si se niegan, son sus vidas las que están de por medio. Llevan todas las de perder y el caso más doloroso es el de la masacre de San Fernando, Tamaulipas, hace ya cinco años, en donde 72 migrantes de diferentes nacionalidades fueron asesinados.
Quizá me quedo corta frente a una realidad lacerante que deja en evidencia la falta de respuestas, la ineficiencia y la corrupción de los gobiernos mexicano y de todos los países que son expulsores de sus propios habitantes dada la incapacidad oficial para ofrecer garantías mínimas de calidad de vida: trabajo, vivienda, educación, salud, alimentación…
FM4 Paso Libre nació precisamente con la idea de apoyar a los migrantes al cruzar Guadalajara montados en “La Bestia” con asesoría legal, acceso a teléfono para llamar a sus familiares, refugio temporal y alimentación. El proyecto avanzó hasta la apertura de un albergue que en esta semana, lamentablemente, cerró sus puertas.
Según relatan los jóvenes activistas que participaban en esta labor, desde hace año y medio se acudió a las autoridades para denunciar la inseguridad de que son víctimas, más allá de lo común, es decir, considerando la vulnerabilidad de los migrantes y la facilidad, por lo mismo, con que la delincuencia organizada accede a ellos nunca con buenas intenciones.
Hace tres meses esta situación se recrudeció y aun así, las demandas de los responsables del albergue y del programa FM4 Paso Libre no fueron atendidas.
Una vez más, las deficiencias e ineficiencias de las autoridades quedan expuestas. El problema de los migrantes es añejo y pese a la alternancia, a los cambios, a las promesas, dizque a la conciencia social y a la preocupación de quienes han ocupado diversos cargos públicos a lo largo del tiempo, lejos de resolver, la situación empeora.
El anunció del cierre (¿por qué tiene que ser así?) movió ligeramente a algunas instituciones, a ver si son capaces de hacer algo en verdad. El Gobierno del Estado anuncia, por un lado, la reubicación del albergue (está bien, aunque no deja de ser paliativo) y, por otro, que la Fiscalía General implementará operativos de seguridad en la zona “para que puedan continuar con sus actividades altruistas”. Y la Comisión Estatal de Derechos Humanos, tarde también, inicia una investigación para la probable emisión de medidas cautelares.
FM4 Paso Libre hace un trabajo que no tendría que hacer, no debería existir esa necesidad y con todo y que desarrollan una labor por la que en realidad es el Estado mexicano el que tendría que responder, los dejan solos, habían hecho caso omiso de sus denuncias. No tendríamos pues, que llegar a extremos para obtener respuestas de la autoridad; ya que se lograron, ojalá las hagan bien.

Columna publicada en El Informador el sábado 1 de agosto de 2015.