Ciudad adentro
LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)
Cómo me gustaría, algún día, cuando en verdad alcancemos
la madurez política, escuchar que políticos de oposición al gobierno que sea,
se muestran comprensivos y solidarios. Ojo, no se me vaya a malinterpretar:
tampoco se trata de ser consecuentes, cerrar los ojos o sembrar para cosechar
cuando sea necesario gozar de impunidad.
Y tengo que ir por partes porque, efectivamente, lo que quiero
comentar es complicado. El tema es el relativo a la grabación que de Hugo Luna
se filtró la semana pasada y que, como es común en estos casos, todavía da de
qué hablar. Han pasado ocho días y las reacciones persisten incluida una
denuncia penal por la presunta comisión de tres delitos presentada por el PAN
Jalisco; amén de las expresiones de otro Hugo, pero Contreras, en el sentido
que los dichos de Hugo Luna, jefe de Gabinete de Enrique Alfaro, presidente
municipal de Guadalajara, “lastiman y ofenden”.
Para empezar, la cuestión es que ningún partido y, por
ende, ninguno de los representantes actuales, sin entrar en mayor detalle
porque hay diferencias, tiene algo así como la boca completa para criticar y
señalar. La verdad es que aquí no hay quien arroje ninguna piedra porque no
hallaremos a nadie libre de culpa.
Sus conductas como funcionarios, representantes populares
o servidores públicos no son exactamente ejemplares y, en todo caso, tendrían
mucho que cuestionar hacia el interior de sus propios partidos políticos. Tanto
en el caso del PAN como del PRI podrían aprovechar la coyuntura para enmendarse
y de una vez ofrecer disculpas por agravios añejos infligidos a los ciudadanos.
¿A qué me refiero con la comprensión y la solidaridad?
Las filtraciones son prácticas cuestionables por donde se le vea. Quien graba
una conversación ya tiene la intención de hacer uso de ella, ya sea para
chantajear o simplemente para hacerla pública. No tendría que ser así, porque,
incluso, si la grabación no iba como se esperaba, pues hasta se podría uno
imaginar la manipulación correspondiente para que quedara grabado lo suficiente
para inculpar, señalar, juzgar y demás.
Entonces, todos los políticos deberían unirse para evitar
estas prácticas y, al mismo tiempo, si no resulta muy difícil, signar un
compromiso real e inviolable, de transparencia y rendición de cuentas. ¿Por qué
no lo hacen? Porque todos, más tarde o más temprano —siempre se puede ofrecer—
tendrían la posibilidad de acceder al mismo recurso, muy ajeno a los valores
democráticos, por cierto. Así que no, ni comprensión, ni solidaridad, mucho
menos un frente común. Malo.
Por supuesto, la postura de Hugo Luna que sus palabras y
sobre todo el tono dejan de manifiesto, es de alguien por lo menos, así, por lo
bajito, autoritario. El directamente involucrado sostiene que la grabación está
editada y esto si lo pongo en duda, nada más y nada menos por el mensaje de
Alfaro a través de Facebook quien tuvo que contestar punto por punto los dichos
de su colaborador, ofreció disculpas y dio la cara como responsable de incluir
entre su equipo a su actual jefe de Gabinete.
Sobre esto dos cosas: la primera, celebro el mensaje del
presidente municipal. Me parece honesto, derecho, claro y transparente, de
frente a la ciudadanía para justificar la actuación de su jefe de Gabinete; la segunda, lamento
que lo sostenga. Se podría alegar que no hay delitos implícitos ni presuntos en
lo que dijo el funcionario y está bien, no hay problema, pero de fondo hay una
actitud más mala que buena y que se perfila como causante de futuros problemas
al Gobierno municipal si Alfaro no toma cartas en el asunto. Esta actitud suya
de sostener en los puestos a los individuos a costa de lo que sea es una espada
de doble filo que, aguas, se podría volver en su contra, convertirse en un
efecto perverso y, lógicamente, indeseable por donde se le vea.
Un partido distinto a los tradicionales es gobierno en
Guadalajara (y casi en toda la zona metropolitana) y las expectativas de la
ciudadanía son altísimas, como nunca antes desde que conocemos la alternancia.
Es muy delicado el ambiente en el que esto se desarrolla porque la mira está en
las autoridades, la gente está atenta y no se diga la oposición que, como
siempre, no desaprovecha oportunidad alguna para denostar y llevar agua para molinos
electorales, que no sociales.
No es momento para correr tan altísimos riesgos con
individuos que no tienen medida ni límites y que podrían estar sufriendo las
tan conocidas transformaciones o mutaciones que causa el poder. Complicado, sí,
pero no irremediable.
Columna publicada en El Informador el sábado 27 de febrero de 2016.