sábado, 19 de noviembre de 2016

Hay esperanza

Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Es mucho más que una anécdota y, por supuesto, da pie para una reflexión que trasciende el simple hecho de un error y una corrección. Antes de empezar con la redacción de la columna cambié la foto de mi página en Facebook: quité un mapa histórico de las elecciones en Estados Unidos y en su lugar subí la foto de la niña Andrea. De inmediato, una persona comentó que no era para tanto lo que había sucedido en la Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil en la Ciudad de México, que porque es la “forma de hablar de muchos mexicanos”.
Esa publicación fortaleció la idea de escribir sobre el error del secretario de Educación y la corrección que tan valiente y oportunamente hiciera la niña Andrea. De entrada, que una pequeña de ocho años se atreviera a corregir al funcionario ya es alentador, hay esperanza. Y no sólo por su valentía y atención, sino porque en entrevistas posteriores dijo que lo volvería a hacer si se diera el caso; que no le gusta la frase “lo bueno casi no se cuenta” porque, dijo Andrea, con sus ocho añitos, “lo bueno no se debe contar, se debería ver” y porque le preocupa que el Presidente “no sepa tanto”.
¿Tenemos acaso una idea de cuántos niños hay cómo Andrea? ¿A cuántos les preocupa que sus autoridades “no sepan tanto” y “hablen mal”? Estoy segura de que muchos más de los que nos imaginamos y es ahí en donde radica mi esperanza.
Y no dudo que salgan ahora con que se trata de una niña prodigio o que sus papás son de izquierda o cualquier justificación para minimizar el hecho de que Andrea es una niña despierta, atenta, honesta, transparente, preocupada por México, valiente, determinada, con claridad de ideas y ¡¡convicciones!! ¿Será acaso la única en este país?

Fuente: El Debate.
Claro que no, lo que pasa es que los niños por lo general son desdeñados desde siempre a pesar de lustros y lustros de campañas y programas para la protección y defensa de la infancia y sus derechos; de “elecciones” para escucharlos, para conocer sus opiniones; de iniciativas costosas e inocuas. Para los políticos todo es escenario, parapeto y ocasión para sacar provecho y obtener ventajas. Para lucirse si se puede, siempre que no haya niños como Andrea. No es la primera vez que algo así sucede. Este año ha pasado en varios momentos. Los niños tienen mucho que decir pero no son escuchados y mucho menos atendidos.
A reserva de volver a este punto, toca ahora abordar lo que dejó en evidencia el secretario de Educación. El mismo que se ha negado a dialogar con los maestros porque afirma que la evaluación no es negociable. Claro que la evaluación es importante, muy importante, pero, no es lo único que se requiere para mejorar la educación en México, mucho menos si se usa ese sistema para manipular los resultados y deshacerse de maestros incómodos, asunto que los docentes disidentes han denunciado una y otra vez. Ahora ¿cómo puede alguien que dice ler (como ira en lugar de mira o edá en lugar de verdad) exigir calidad en la enseñanza? Está claro que el buen juez por su casa empieza, así que ¿cómo es que está en donde está en primer lugar? No me parece relevante en lo absoluto el argumento de la persona ya citada en el sentido que muchos mexicanos hablan así. Bueno, muchos mexicanos no son secretarios de Educación; muchos mexicanos no exigen una evaluación marrullera para acabar con la disidencia magisterial que nació como resultado de la corrupción en la cúpula sindical gracias a sus alianzas con los gobiernos en turno; muchos mexicanos no tienen ni el foro ni el poder que tiene Aurelio Nuño; y muchos mexicanos no están bien educados precisamente porque funcionarios como Nuño no hacen bien su trabajo y vamos de mal en peor.
De manera que es relevante, es pertinente, es cuestionable y ojalá esta realidad que nos aplasta y se suma a otras, sirviera para corregir de fondo y en serio, nada de disculpas insulsas e inútiles. Aurelio Nuño debe renunciar y quien tiene la responsabilidad de conminarlo a tal decisión es ese Presidente que no sabe tanto y que prefiere que las cosas cuenten a que se noten.
Admiro a la niña Andrea y sí creo que forma parte de una generación notable que algún día tomará las riendas de este país, por eso pienso que hay esperanza aun cuando a muchos no nos toque ver lo que estos niños harán a favor de México y los mexicanos.


Columna publicada en El Informador el sábado 19 de noviembre de 2016.

sábado, 12 de noviembre de 2016

¿Por qué hasta ahora?

Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Todavía me sorprenden las diversas reacciones en México luego de que Donald Trump ganara las elecciones presidenciales de Estados Unidos. Su triunfo, dicho sea de paso, es una perversión de uno de los sistemas electorales más antiguos que se ha mantenido casi sin cambios a lo largo del tiempo y no es la primera vez que sucede.
¿Es cuestionable como sistema democrático? Sí, totalmente, porque el resultado del Colegio electoral contrasta, como ya todos sabemos, con el mandato popular y ahí están las manifestaciones de la gente que afirma que Trump no es su presidente. Quién sabe qué va a pasar con este asunto aunque sin duda alguna será algo pasajero porque, por lo general, en Estados Unidos están muy bien entrenados para aplicar de inmediato estrategias de unidad y/o de control de daños. Les ha funcionado hasta ahora. Y todavía prevalece en muchos sentidos y en casi todos los ámbitos, el interés nacional o patriótico sobre cualquier otra cuestión. Proceso de los vecinos.

Fuente: Entre noticias.
Lo sorprendente aquí en México, sí, aún me asombra, es lo fácil que es amedrentar, atemorizar, asustar a la gente. Trump fue ofensivo y brutal, es cierto, tendrá que sanar muchas heridas y, como ya lo estamos viendo, recomponerse y transitar hacia una conducta de conciliación y diálogo, pero he sabido de barbaridades, por ejemplo, como que las tarifas de la energía eléctrica aquí van a aumentar a partir del triunfo de Trump. Ya subieron y no por eso, sino por las ineficiencias en la dizque reforma energética y las falsas promesas presidenciales.
He escuchado también que algunas personas que pensaban hacer sus compras navideñas en ciudades fronterizas del vecino norteño ya no lo harán por temor a que no los dejen entrar o que les retiren sus documentos; y luego todo lo demás, claro, estrechamente vinculado con las promesas/amenazas del ahora presidente electo Trump, eso no se puede negar ni soslayar: lo del muro; lo de expulsar mexicanos e ilegales en general; acabar con el Tratado de Libre Comercio y con el Obamacare (el polémico programa de salud del todavía presidente Obama), entre otras.
Para empezar, hay que esperar al 20 de enero a ver cuáles serán las primeras decisiones que tome; luego, falta que pueda, por ejemplo, echar abajo el TLC (seis millones de empleos en Estados Unidos están asociados a negocios derivados del Tratado) y que expulse a los hispanos que trabajan en la Unión Americana: varias actividades económicas podrían colapsar. Baste saber que el comercio bilateral entre México y Estados Unidos fue en 2015 de 530 mil millones de dólares y nuestro país es el tercer socio comercial de la Unión Americana.
Ya se verá qué tanto margen de maniobra tendrá Trump una vez en la presidencia y cómo lidiará con las malas expectativas que generó en el resto del mundo, más allá del país que pronto gobernará. Esto afecta no sólo a México pero ¿que el Presidente Peña llame a la calma y se atreva a decir: Mi prioridad ha sido y seguirá siendo cuidar a México  y proteger a los mexicanos. Me entregaré con toda mi capacidad, en cuerpo y alma, a velar por los derechos, el bienestar y los intereses de los mexicanos?
¿Ha sido…? ¿Protegernos? ¿Y entonces por qué se permiten atracos como los de Padrés, Duartes, Moreira y otros? ¿Por qué hasta ahora hace el compromiso de entregarse en cuerpo y alma? ¿Es velar por los mexicanos permitir abusos como el de la Casa Blanca? ¿Es velar por los mexicanos y protegernos, reprimir manifestaciones y tolerar la impunidad de políticos corruptos y criminales? ¿Promover y sostener una reforma educativa que no es tal? ¿Mantener los salarios de las mayorías casi por los suelos y casi operar para profundizar las desigualdades y la iniquidad en el reparto de la riqueza? ¿Es velar y proteger a los mexicanos los silencios, omisiones y deficiencias en las investigaciones por los 43 jóvenes normalistas de Ayotzinapa desaparecidos? ¿La impunidad por Tlatlaya? ¡Por Dios!
¿Por qué hasta ahora?
¿Y por qué hasta ahora los líderes empresariales hablan de cerrar filas, de promover el consumo interno (¿con qué dinero?) y de diversificar los mercados? ¿Por qué hasta que gana en Estados Unidos la presidencia un individuo como Donald Trump? ¿No son demandas urgentes desde hace décadas? ¿Por qué nadie lo previó? ¿O a nadie le importó?
Ojalá de verdad ante estas reacciones que bordean el ridículo los “líderes” en México tomen, aunque sea hasta ahora, mejores decisiones; ahora sí que mejor tarde que nunca, pero que no promuevan el miedo para llevar agua a sus molinos. Ahora resulta que fue un acierto invitar a Trump, por Dios, no dejan de manipular y de sacar ventaja y provecho de las circunstancias.
¡Ah! Y el peso ya estaba débil.

Columna publicada en El Informador el sábado 12 de noviembre de 2016.


domingo, 6 de noviembre de 2016

8 de noviembre y prietitos en el arroz

Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

En general, las expectativas de los mexicanos en y fuera de México, con respecto a las elecciones presidenciales en Estados Unidos han ido creciendo con los años. De ser un evento que pasaba como cualquier cosa, desconocido y complejo para la mayoría, desde que apareció en la contienda Barack Obama han despertado más interés en la población abierta, por así decirlo, y no se diga en quienes tienen cierto nivel de experiencia o información o son estudiosos de la política y las elecciones estadounidenses.
El asunto es que este proceso electoral en particular, que tiene su fecha culmen el próximo martes 8 de noviembre, ha generado todavía más atención por todo lo que conocemos: de entrada, las ofensas de Trump, el candidato republicano, a los mexicanos, antes de que fuera candidato; la visita que causó tan adversas reacciones dentro y fuera del país (amén de problemas diplomáticos muy específicos entre el Gobierno mexicano y el de Estados Unidos); el rechazo de Hillary Clinton a tan “atenta” invitación; y lo de siempre: conocer cuál será su política migratoria (ya en el terreno de los hechos, no lo que se diga en campaña), la postura y las decisiones con relación al Tratado de Libre Comercio; el tráfico de armas, el de drogas y claro, asuntos de seguridad nacional.
Desde los debates, sobre todo, he notado un incremento notable en los “opinólogos” sobre las elecciones en el vecino país del Norte y caigo en la cuenta de que el análisis se elabora a partir de nuestras propias experiencias electorales. Este es un error muy común entre historiadores, ahora lo sé. Me explico: hay una tendencia o una predisposición a juzgar hechos del pasado con criterios y concepciones del presente. Eso no es posible. Hay que ponerse en el lugar de los hechos, la imaginación ayuda, pero los documentos que se consulten son determinantes, no obstante, es frecuente encontrarse con eso en artículos y libros. Cada vez menos por fortuna, pero sucede aún.
Algo así ocurre con los expertos locales o regionales cuando de abordar las elecciones en Estados Unidos se trata. Un periodicazo como el del FBI y los correos de Hillary Clinton se ha sobredimensionado, aun cuando no se puede desdeñar del todo, sin embargo, en la Unión Americana el sistema electoral es muy diferente al nuestro y si bien los ciudadanos estadounidenses son sensibles a la información que se difunde en medios de comunicación, muy sensibles, las votaciones son diferentes.

Fuente: CNN.
Ya se ha dicho en muchos espacios pero de pronto se olvida. Roy Campos, de Consulta Mitofsky no pudo haberlo explicado mejor en un video que circula en redes (igualito que la cadena): los candidatos deben ganar la mayor cantidad de votos electorales (o puntos) de un total de 538. Esos puntos varían de un estado a otro de la Unión Americana. Son 51 entidades y cada una tiene sus votos electorales vinculados al número de senadores y de representantes (o diputados) y hay tres votos que se asignan a la capital del país (DC).
Hay una página en español, del Gobierno estadounidense en donde se explica paso por paso en qué consiste el proceso electoral: Proceso electoral EEUU 2016. Es del gobierno pero no hay información que pretenda orientar el voto en ningún sentido, ya de eso se encarga Barack Obama sin que la democracia (imperfecta y barroca) de Estados Unidos corra el riesgo de sufrir un colapso.
En este momento, porque son datos que se conocen, Hillary supera con creces a Trump, sin embargo, los analistas en México casi afirman que Clinton va a perder. Claro que es posible. Y en materia electoral ya no se sabe en ninguna parte del mundo. Hay diversos factores que intervienen, incluyendo fraudes por compra de votos y por sobornar a funcionarios electorales. Pero al 28 de octubre Hillary tenía 252 puntos de 270 necesarios (la mitad más uno de los 538) y Trump 126. Es grande la diferencia. Hay 160 votos electorales de varios estados ubicados en la torre de indecisos. En resumen, Hillary no ha perdido tanto terreno como se cree y, si gana es, en todo caso, menos peor (queremos creer) en un escenario de relaciones bilaterales.
Ahora, por seguir lo que sucederá el 8 de noviembre no vamos a olvidar el caso de Veracruz (espeluznante) ni el de Ricardo Anaya del PAN (¿fuego amigo?); o los sueldazos de los gobernadores (el de Jalisco es de los que más ganan) y, entre muchos otros, algunos prietitos en el arroz sin duda alguna, la aprobación del presupuesto de egresos de la Federación para 2017.

Columna publicada en El Informador el sábado 5 de noviembre de 2016.


miércoles, 2 de noviembre de 2016

¿Será?

Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

La lista de acusaciones por desvío de recursos, enriquecimiento ilícito y falta de cumplimiento del deber legal es larga y turgente; claro que también indigna que la sospecha de robo sea por un total de 35 mil millones de pesos, digo, centavos más centavos menos; el hombre dice que vive de su salario, pobrecito.
Se supone que la justicia mexicana anda tras sus huesos y se asegura en medios de comunicación que están a punto de dar con su paradero, pero lo que de pronto parece que nadie recuerda, muy pocos, son los 19 periodistas asesinados durante su administración, dos desaparecidos y una mujer empleada de un periódico. En todos estos casos también se sospecha que Javier Duarte de Ochoa, hasta hace unos días gobernador de Veracruz, tuvo que ver.
En el interior del PRI, tarde y en ese tono de casi santos que cuesta tanto creer y también indigna sobremanera, se desviven por marcar la distancia con respecto a uno de los políticos más corruptos que ha dado ese partido; lo expulsaron y después lo llamaron a cuentas, pero el individuo no aparece y todos dudamos que aparezca.
Han cateado no sé cuántos inmuebles en la Ciudad de México y nada de nada, con todo y que otro ilustre priista, César Camacho, afirma que no tiene ninguna duda de que Duarte será aprehendido. Las declaraciones no sirven para nada, pero vamos a suponer que lo capturan: lo más probable y así como lo más cercano a la justicia que podríamos avizorar es que suceda algo parecido a lo que pasó con Humberto Moreira: lo atrapan y luego lo dejan ir ¿por qué? Bueno, se confirma sin necesidad de documentos probatorios este pacto de impunidad que demuestran haber signado los representantes y militantes “distinguidos” de los diferentes partidos políticos en México. Se cuidan mucho todos de tener información sobre todos para usarla en su momento como salvoconducto o garantía. Herramientas para la impunidad.
Desde que solicitó licencia era claro que Duarte preparaba la huida. Miguel Ángel Yunes, el gobernador electo, se quejó del nombramiento del interino porque era su segundo de abordo y por supuesto que allanaría el camino para que Duarte se fuera a disfrutar de sus millones; algo así declaró. Pues Flavino Ríos Alvarado, el que está en su lugar, lo niega rotundamente (¿acaso alguien esperaría que lo reconociera?), pero como diría aquella reportera cuando entrevistaba al líder de las FARC en Colombia, nada menos y nada más que a “Tirofijo”: “perdóneme que no le crea”.
Con todo, tratando de dar un toque positivo a estos hechos, hay una orden de aprehensión contra Duarte y ya es ganancia porque ¿cuándo se llama a cuentas a los gobernadores? La situación es que hay varios pendientes. La Comisión de Justicia del PRI ya trabaja en los casos del otro Duarte, César, el de Chihuahua; y en el de Roberto Borge de Quintana Roo. No son los únicos, creo que todos los gobernadores deberían ser vigilados y analizados bajo la lupa de  la justicia federal para ver si de una vez se emprende una purga masiva.
Sí, bueno, lo que pasa es que el sistema judicial mexicano (no sólo el de Jalisco) queda en evidencia con el asunto escandalosísimo de Luis Carlos Vega Pámanes, hasta el jueves presidente del Supremo Tribunal de Justicia del Estado de Jalisco. Fue necesario sacar a la luz sus antecedentes penales para que el individuo ¡solicitara licencia! Y como presidente, es decir, se deduce que podría seguir siendo magistrado. Es lo que tenemos. Como reza otro dicho: con estas mulas hay que arar.
Las cosas que tenemos que ver. Es mucha la corrupción y son cientos los involucrados. Incluso hay cuestiones legales que nacieron de la corrupción y de traiciones al pueblo de México; también eso se tendría que limpiar y poner orden, hacer justicia en serio, empezar otra vez sobre bases transparentes, limpias, claras, honestas, de amor por México. Es difícil pero no imposible.

Hace días escribía sobre la necesidad de desparasitarnos, de someternos a un tratamiento de desintoxicación y desechar a esa clase política que tanto daño nos hace a los mexicanos. La información sobre corruptos y corruptores en todos los ámbitos ha aumentado en los últimos días ¿será acaso que empezó la purga? ¿Será? ¿O se avecina otra dosis de placebos?

Columna publicada en El Informador el sábado 29 de octubre de 2016.