sábado, 31 de diciembre de 2016

Hoy es el día

Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

El gasolinazo que entrará en vigor mañana no es más que el culmen de las decisiones que contra los mexicanos ha tomado desde 2012 (no me alcanzaría el espacio para remitirme a los pésimos gobernantes que hemos tenido en el pasado) Enrique Peña Nieto. Esta no es una decisión del secretario de Hacienda, es del Presidente, en todo caso está de acuerdo y la presenta como propia.
Desde el anuncio esta semana las reacciones populares han ido en aumento y me llama la atención positivamente la organización que se está dando en los ciudadanos a través de las redes sociales para manifestarse contra la medida. Ayer hubo un plantón afuera del Congreso de Jalisco y en diferentes puntos de la geografía nacional ha sucedido lo mismo. Para el lunes 2 de enero a las 14:30 en la Glorieta Minerva está convocada una marcha y otra el 9 de enero en la Ciudad de México. No creo que sean las únicas y siempre será esperanzadora la movilización de la gente contra un atraco en despoblado particularmente cuando son los que dizque nos representan los que lo avalan.
Hay dos casos emblemáticos en los que la ciudadanía tuvo éxito en sus manifestaciones opositoras y fue aquí en Jalisco. Quiero creer que podemos y lograremos detener esta alza que convenientemente se publica hasta el 26 de diciembre en el Diario Oficial de la Federación, en plenas vacaciones, a punto de terminar el año y después de que fue presentado, revisado y aprobado el Paquete Fiscal de la Federación para 2017.
¿Se acuerda el lector de esos dos casos? Uno fue el “placazo” en 2010 y otro la “macrolimosna”, ambos durante la muy desagradable y lamentable administración de Emilio González Márquez.
Así se publicó en su momento el triunfo de la gente contra la medida que pretendía imponer el entonces gobernador: “Guadalajara, Jal., 31 de octubre. El gobernador Emilio González Márquez reculó en su intención de aplicar el año próximo un programa de re-emplacamiento por el cual esperaba cobrar mil 200 pesos por cada uno de los 2.3 millones de automotores en la entidad. El mandatario argumentó que abandonó el proyecto por el descontento que causó entre la ciudadanía, que este miércoles se manifestó ante el palacio de gobierno por cuarta ocasión en una semana”.
En cuanto a la “macrolimosna”, dos años antes, mentada de por medio, también se cayó por el descontento y las manifestaciones de la gente. González Márquez entregó 90 millones del erario público para la construcción del Santuario de los Mártires y los jaliscienses se movilizaron de una manera impresionante hasta que fue necesario que la Arquidiócesis de Guadalajara regresara el dinero.
¿Es posible entonces? Tiene que ser, de otra forma no podríamos presumir que vivimos en una democracia (digo, en realidad no tenemos muchos elementos para eso) y entonces sí el tinglado del sistema caería estrepitosamente.
Como siempre, como opera un gobierno alejado de sus representados, la medida se tomó prácticamente en la clandestinidad, fue una operación a escondidas, con movimientos sigilosos estilo serpiente, con los tres agravantes de cualquier delito o acto antiético y tramposo: premeditación, alevosía y ventaja. Según una tesis del Sistema Judicial de la Federación, existen dos clases de alevosía: “la primera, consiste en la sorpresa intencional de improviso o acechanza de la víctima, figura que coincide siempre con la premeditación, puesto que requiere actos preparatorios, y la segunda, en el empleo de otros medios que no le den lugar a defenderse ni a evitar el mal”, en ambos casos, quien la comete, tiene ventaja para operar así.
Todavía ayer leí una nota breve pero sin duda reveladora de cómo fue urdido todo: el secretario de Hacienda (decían que era presidenciable), José Antonio Meade, dijo que esta medida la agradecerán nuestros hijos y nuestros nieto (¡vaya!) y que se tomó por tres cosas que, es claro, dejan en evidencia las deficiencias descomunales en la tarea de gobernar y administrar que constitucionalmente les corresponde: “si queríamos mantener el precio por debajo de lo que nos está costando, si no queríamos reflejar el incremento en el costo, teníamos o que endeudarnos, o que recortar programas, o que subir impuestos. Y no estamos haciendo ninguna de las tres cosas”.  ¿Ah no?
Excuso decir que contengo la indignación: sobre la deuda, aumentó 52 % de diciembre de 2012 a diciembre de 2015 (falta el dato de este año); en cuanto al recorte de programas, Hacienda propuso para 2017, un “ajuste” de 38 % en el presupuesto de programas sociales, aproximadamente, 81 mil 380 millones de pesos menos; y, finalmente, en materia de impuestos, ¿qué es si no el incremento en las gasolinas?
Espero, deseo fervientemente que estas medidas nos lleven a una organización social que repercuta en un cambio en las decisiones que toma la clase política. Y hoy es el día perfecto para los deseos.

Columna publicada en El Informador el sábado 31 de diciembre de 2016.


lunes, 26 de diciembre de 2016

Sueños desde el siglo XVIII

Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Cuando México se estrenaba como nación independiente, desde antes de hecho, gracias a la preocupación de ilustrados de la talla de Francisco Xavier Clavigero (así, con g, es la ortografía correcta del apellido), se empezaron a promover cambios en materia educativa y pedagógica. En aquellos años, y estamos hablando de fines del siglo XVIII, sabios y eruditos trataba de lograr que la instrucción llegara a las masas.
En las primeras publicaciones tapatías, los escritores de los artículos, particularmente los “polares” a los que he citado en columnas anteriores, expresaban la necesidad urgente de que la gente se instruyera, que saliera de las tinieblas de la ignorancia y se hiciera una con la nación que estaba llamada a formar parte del grupo de naciones civilizadas del orbe.
El progreso era la máxima aspiración, sueños de modernidad que persistieron (a la par que las tradiciones más arraigadas) a lo largo del siglo XIX, con la educación como bandera siempre, bajo un tono u otro. Entre los auténticos amantes de la nueva nación no sólo se manifestaban las preocupaciones sino que se actuaba en consecuencia y ahí tenemos a cinco grandes de Jalisco como Francisco Severo Maldonado, Juan de Dios Cañedo, Prisciliano Sánchez, Mariano Otero y Tadeo Ortiz de Ayala. No son los únicos, me refiero a ellos como los principales de la primera mitad del siglo XIX y por las obras que dejaron para la posteridad. Entre estos cinco está el editor de El Despertador Americano (por cierto, el 20 de diciembre se cumplieron 206 años de la aparición del primer número), un diputado ante las Cortes de Cádiz (Madrid), el primer gobernador de Jalisco autor del Pacto Federal del Anáhuac, el coautor del derecho de amparo —aportación de México al mundo— y un individuo que fue clave para México en los últimos años de la revolución que llevó a la independencia ante otras naciones. El tema me apasiona y la verdad es que no me quiero extender demasiado, pero sí apuntar datos ciertos del tiempo que hace que ilustres mexicanos se han preocupado y ocupado por nuestra educación con la certeza de que es la única manera de que el pueblo se integre, desarrolle un sentido de pertenencia y de defensa de su patria y sus derechos.

Juan de Dios Cañedo. Imagen tomada de Esto pasó.

Escribo esto porque recién se dieron a conocer los resultados de la prueba Pisa que la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) manda hacer. Nos fue mal, muy mal. Y bueno, lamentablemente, es la realidad.
Sé que la prueba es cuestionada porque sólo califica ciertos aspectos, sin embargo, los resultados que arroja sí son representativos de la calidad educativa en los países que estudia. Las materias que evalúa son Matemáticas, Ciencias y Lectura. Básicas para el desarrollo de otras habilidades y para enfrentar el mercado laboral diseñado además para reforzar precisamente esas áreas. Las preocupaciones por impulsar otras capacidades y com-pe-ten-cias son apenas recientes y las desigualdades entre países desarrollados y subdesarrollados siguen siendo descomunales. Todos sabemos los intereses del gran capital (sí, sé a qué sueno pero es cierto) para formar masas de obreros y empleados capacitados para cumplir con ciertas tareas, logros, retos, metas y demás parafernalia empresarial desarrollista y globalizadora de ganar/ganar y cosas por el estilo, especialmente si esas masas viven en países pobres, América Latina para no ir muy lejos, digo, aquí estamos.
Estos resultados deberían ser un referente para cambiar las cosas, pero no ha funcionado así, al menos no en México. De 2012 a 2015 México cayó varios lugares en las tres disciplinas y de 70 se ubica en el lugar 58 en Ciencias; 55 en Lectura y 56 en Matemáticas; es decir, de la mitad para abajo.
Lo peor de todo, lo más desalentador, es que Aurelio Nuño, el titular de la SEP, lleva agua a su molino y afirma que por eso es tan urgente la reforma educativa; claro, es urgente una reforma educativa pero no la vigente ya obsoleta. A ver si se animan y dan varios pasos más adelante; habría que salirse de las filas globalizantes, emprender una reforma que sorprenda al mundo, que rompa esquemas y patrones de atraso y mediocridad, que verdaderamente promueva el talento y la creatividad que ya tenemos y que, como soñaban los ilustrados del XVIII y del XIX nos lleve a estadios superiores de desarrollo y progreso, simplemente, para vivir mejor, sin corrupción, sin atrasos, sin desigualdades, sin abusos, sin egoísmo.
Mientras tanto y por lo pronto, con todo mi cariño y los mejores deseos ¡Feliz Navidad!

Columna publicada el sábado 24 de diciembre de 2016.


sábado, 17 de diciembre de 2016

Desaliento a la quinta

Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

¿Quién podría estar enojado porque en este año se ha creado un millón de empleos? Nadie. Cómo enojarse por un anuncio que revela ¡por fin! que se alcanzó la meta de generación de empleos que necesita México desde la década de los noventa del siglo pasado, por lo menos. Imposible.
¿Quién puede reclamarle al Presidente algo, ante tales cifras extraordinarias? Y no sólo se trata de un millón de empleos este año, sino que la mayoría, dijo el mandatario, alrededor de 65 % de estos trabajos, están inscritos en el Instituto Mexicano del Seguro Social, es decir, se consideran empleos permanentes ¿y qué creen? Claro que no todo queda ahí: ¡ganan más de dos salarios mínimos! ¡Wow! ¿Cómo enojarse o emitir cualquier desacuerdo?
Por si de pronto no queda claro —los malos entendidos y las sub interpretaciones están a la orden del día— estoy siendo sarcástica. Quisiera creerlo y no cuestionar ni una coma de lo dicho por Peña Nieto esta semana, pero resulta imposible.
El desaliento ante tales datos manipulados y manipuladores (mucha gente se lo cree) se profundiza, primero, porque una vez más queda en evidencia que mientras el país se desmorona en la Presidencia de la República no quieren darse cuenta. Se despedaza entre la violencia, la corrupción rampante, la ineficiencia de los servicios burocráticos (educación, salud, vivienda, tramitología, recaudación), el recrudecimiento de la desigualdad (el inequitativo reparto de la riqueza), la pobreza extrema, los miles de desaparecidos, la impunidad y la simulación. Todo esto pasa en México, es nuestro día a día, pero en Los Pinos no quieren escuchar, ver ni saber.
Segundo, porque para el Presidente es la gran cosa la creación de un millón de empleos este año, para un total de dos millones 500 mil en lo que va del sexenio, es decir, si la meta es de un millón anual, el rezago es de un millón y medio sin contar el acumulado de sexenios anteriores y sin considerar los matices de tal cantidad. ¿Cuáles matices? Resulta que no necesariamente se trata de empleos nuevos sino de formalización de trabajos ya existentes, no estaban inscritos ante el IMSS. El secretario del Trabajo lo explicó días antes del discurso presidencial de esta semana.
Tercero, porque del total que maneja el mandatario, es preciso tomar en cuenta que alrededor de 70 % de los empleos dizque generados en el sexenio son precarios, es decir, los mexicanos que se desempeñan en ellos ganan entre uno y dos salarios mínimos, en otras palabras, sus ingresos no superan los cinco mil pesos mensuales, ni siquiera llegan a los seis que aquel secretario Cordero decía que eran suficientes para vivir bien.
Cuarto, porque dijo el Presidente que al ganar más de dos salarios mínimos (ese “más” es relativo, no son dos y medio, ni tres, o sea, a penas) y con el incremento a 80 pesos diarios a partir de enero de 2017, textual: “es la primera vez en 40 años que los trabajadores recuperarán cerca de 15 por ciento de su poder adquisitivo”. No bueno. Seguramente nos volveremos locos con tantísimo dinero.
Y quinto, porque se omitieron datos que influyen en ese frágil y vulnerable poder adquisitivo como el índice inflacionario, los abusos, la paridad peso-dólar e incluso las expectativas de crecimiento económico al cierre de 2016.
Seguramente eso no cuenta, porque si contara, entonces sí se caería todo el tinglado que tienen armado en donde cada día (ya van para las mil 500 representaciones) todo es perfecto. Lo único malo viene de afuera: todo es culpa de Trump y de la globalización; y también de los mexicanos criticones e inconformes que nos enojamos por la “creación” de un millón de empleos este año. Somos de lo peor.
El desaliento es pues, cada día más grande alcanzando ya la calidad de descomunal, porque no hay para dónde voltear. Aferrados al poder y a una realidad ficticia cómodamente sentados en sus sueldos, sus aguinaldos, sus bonos, sus prebendas y privilegios, no pueden ni quieran darse cuenta de lo que sucede en el México profundo.
Antes de terminar quiero recomendar un artículo que se publicó en The New York Times apenas ayer sobre la corrupción, de hecho, sobre “el lado positivo de la corrupción” (artículo) (corrijo: el lado positivo de los últimos escándalos de corrupción). La pregunta es: ¿y aquí cuándo?

Columna publicada en El Informador el sábado 17 de diciembre de 2016.

Ojo

Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Dicen que en política no hay coincidencias... Mañana, se cumplen 10 años de que Felipe Calderón, entonces Presidente de la República, iniciara una guerra contra el narcotráfico y el crimen organizado. Y lo novedoso no era el anuncio de que serían combatidos, sino de que el Ejército saldría a las calles a hacerlo.
En su momento hubo voces, dentro y fuera de las Fuerzas Armadas que se manifestaron contra esta “estrategia” y bueno, al paso de los años el tiempo les ha dado la razón por múltiples razones, baste mencionar los asuntos relacionados con la defensa y protección de los derechos humanos; hechos polémicos y dolorosos, aún oscuros como el de Tlatlaya y el revelado recientemente por la periodista Anabel Hernández en su libro La verdadera noche de Iguala en donde, afirma: el Ejército “ordenó, orquestó y organizó” la noche en la que desaparecieron los jóvenes normalistas. Sostiene Anabel que los estudiantes se dieron cuenta de un cargamento de droga, más allá de si era decomiso o qué era. Las decisiones con respecto a los normalistas que presuntamente se tomaron esa noche, fueron con base en la premisa, aun cuando suene a melodrama, de que “sabían demasiado”.
Son cuestiones, reitero, dolorosas; pendientes no resueltos que enfocan todas las recriminaciones y reclamos hacia el Estado. “Fue el Estado” se repite siempre en manifestaciones, entrevistas y escritos. Son hechos que han deteriorado el de por sí luido tejido social, la confianza en las instituciones y valores implícitos que se han ido perdiendo gradualmente.
Desde el inicio se advirtió que se pervertirían las facultades del Ejército y que la institución dejaría de ser una de las más queridas y respetadas por todos los mexicanos. Se advirtió además que esto causaría mucho enojo hacia el interior de las Fuerzas Armadas y que eso no era lo deseable.
Pues bien, en esta semana el titular de la Secretaría de la Defensa Nacional habló y no fue precisamente en buenos términos. Los mensajes han estado presentes en cuanto discurso y entrevista, de manera tácita y expresa, en un tono y en otro. Lo que dijo el Gral. Salvador Cienfuegos no es la primera vez que lo plantea. Y ante la omisión de parte de los legisladores es normal que el tono se intensifique.
¿Cuál es el punto? Desde hace mucho tiempo, en diversos momentos en los diez años de “guerra” contra el narcotráfico, miembros del Ejército y expertos en materia de seguridad han manifestado la urgencia de que se respalden legalmente las acciones de las Fuerzas Armadas en estas órdenes que se dictan desde la Presidencia de la República.
En esta ocasión, el Gral. Cienfuegos dijo que ninguno de los soldados que integran la institución había estudiado para perseguir delincuentes y que no se había hecho el ajuste necesario y urgente en las atribuciones constitucionales. Ahora, si no pretende hacer tal cambio realmente (es el mensaje) pues entonces que se les permita volver a los cuarteles y enfocarse, de nuevo, en las actividades enmarcadas en la Constitución.
Esto ha sido señalado una y otra vez desde las Fuerzas Armadas, empezando por el secretario, pero el reclamo no ha sido atendido. Es lo menos que pueden hacer los legisladores. La falta de un marco legal para que el Ejército actúe apegado a derecho, lo deja en una situación de vulnerabilidad y desgaste que ya se ha manifestado en diversas ocasiones y en varios hechos cuestionados y cuestionables, que no han causado sino daños en todos los sentidos.
Urge poner atención en este asunto, atención que implica corrección y orden. Mañana se cumple una década de omisiones en la materia, en una actitud que predominó en el sexenio de Calderón y se mantiene en el de Peña. Ojo.

Columna publicada en El Informador el sábado 10 de diciembre de 2016.


sábado, 3 de diciembre de 2016

Temas chiquitos

Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Hace una semana escribí sobre lo que considero es “la debacle que se avecina” es decir, una derrota estrepitosa del PRI en las elecciones de 2018; y me referí apenas superficialmente, a la reunión que al día siguiente (domingo pasado) tendrían los priistas en la sesión de instalación de su VI Consejo Político Nacional.
Secundé las consideraciones de Raymundo Riva Palacio en su columna en el sentido que el Presidente Peña no era bien recibido por sus correligionarios, y que a ver cómo le iba, sin embargo, a la luz no salió nada relacionado con eso, lo que sí puedo corroborar es que se avecina una debacle para ellos, siempre y cuando todos los electores estemos despiertos, para empezar, porque tienen un discurso mareador que han ido puliendo a lo largo de casi un siglo, que los convierte en verdaderos expertos en el don manipulador de masas.
Voy a abordar algunos puntos de lo que sucedió el domingo pasado; con todo y que ha transcurrido casi una semana me resisto a obviarlo. Hay otros tópicos más trascendentes y visionarios que comentar, pero me centraré en este tema chiquito porque lamentablemente los políticos del PRI, en este momento, tienen en sus manos los destinos de 120 millones de mexicanos, como quien dice, estamos a su merced. De los políticos de los demás partidos también, aunque en menor medida, por ahora.
Para establecer claramente la diferencia, temas grandes, trascendentes, urgentes y visionarios son los que ha puesto sobre la mesa el científico británico Stephen Hawking: “este es el momento más peligroso para el plantea”. Está en riesgo el planeta y con él, por supuesto, la humanidad. Es un peligro tan grande que se antoja imposible, propio para una película de ficción… pero es tan real y descomunal que todas las naciones, sus gobernantes y todos los habitantes de la Tierra, deberíamos enfocar nuestras acciones en atajarlo.

Ilustración de Nate Kitch. Tomada de: The Guardian.
El otro tema, estrechamente vinculado, lo resumió en una frase demoledora: “No podemos seguir ignorando la desigualdad, porque tenemos los medios para destruir nuestro mundo, pero no para escapar de él”. De hecho, propuso que se apoye financieramente a las personas para que se capaciten “en un nuevo mundo”, esto ante la desaparición de industrias y de empleos.
Y uno más (los invito a que lean la nota completa, no tiene desperdicio: español inglés): Hawking opinó que el triunfo de Donald Trump y el refrendo de Gran Bretaña para salirse de la Unión Europea son una manifestación de “enojo” de la gente que se siente abandonada por sus líderes: “Fue, estamos de acuerdo, el momento cuando los olvidados hablaron” y enseguida hizo un llamado a cerrar filas en favor del planeta y trabajar juntos para protegerlo.
Esto lo dijo ayer el científico británico, sin embargo, es una realidad aplastante que está ahí desde hace décadas y realmente como humanidad no la hemos enfrentado con decisión y resultados medibles, como cuando se logró la recuperación de la capa de ozono.
Entonces, mientras los retos son mundiales, de esta envergadura y lo que está en juego es la supervivencia de la humanidad, aquí en México, los priistas se reúnen, entre otras cosas, para decir que “el pan es primero que el hombre” y bueno, es fácil pensar que lejos de tratarse de un error fue algo deliberado, porque todo parece que el PRI trabaja para que el PAN gane, como saben hacerlo. Y también para emitir un discurso (el de Enrique Ochoa) en el que con aspavientos y frases hechas y teatrales, se anunció que pondrían en marcha cuatro acciones. Me referiré sólo a la primera: convocar a las fuerzas políticas, económicas y sociales, desde el PRI claro está, “a diseñar, instrumentar y operar una estrategia de Unidad Nacional que promueva los más altos intereses de nuestro país”. Sí bueno, suena ideal ¿por qué no lo hicieron antes? Ochoa añadió: “Aquí, el equipo es México”. ¿Y antes de Trump qué?
Se plantan y hablan como si hubieran sido los grandes gobernantes toda la vida cuanto tienen sumido al país en una de las peores crisis de su historia y no por la globalización ni por Trump sino por su ineficiencia y altísimos niveles de corrupción. Son capaces de pararse y tratar de hacernos creer que ellos son nuestros salvadores y los servidores públicos más responsables. Sólo un botoncito de muestra y eso porque el espacio se agota: la Fiscalía Anticorrupción y los dos años que han pasado desde su creación porque a los senadores no les da la gana hacer el nombramiento. Sin duda, para ellos, es un tema chiquito.

Columna publicada en El Informador el sábado 3 de diciembre de 2016.

viernes, 2 de diciembre de 2016

La debacle que se avecina

Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Ya nada más falta que desde la Presidencia se nos convoque a todos los mexicanos a leer los horóscopos todos los días para tomar mejores decisiones. Digo, no es nuevo que los poderosos recurran a fórmulas esotéricas y mágicas para orientar sus acciones; desde siempre y en todas las culturas los “asesores políticos” o el verdadero poder detrás del trono como hace siglos lo detentaron Merlín, Rasputín y Tlacaelel, entre muchos otros, fueron brujos, magos, sacerdotes o chamanes que destacaban por sus poderes adivinatorios, premonitorios y supersticiosos.
Se sabe, por ejemplo, que Francisco I. Madero era espiritista en una época en la que tal práctica estaba de moda y no importaba si la creencia religiosa personal la prohibía. Aquí mismo en Guadalajara, en la misma época, en las sesiones espiritistas que tenían lugar en lo que hoy conocemos como Museo Regional participaban intelectuales, gente culta y católica de prosapia. Pero de eso a achacar todos nuestros males, por extensión claro, a la mala vibra, no hay comparación. Antes por lo menos había un fundamento filosófico de por medio y no una vaga idea sustentada en la “felizología”, en la “onda” de decretar y atraer lo mejor (¿invocar dijo?) (anexo la liga del video: https://www.youtube.com/watch?v=DqEpQ0RguBk).
Es una desgracia y me avergüenza. Malo si ese es el código de valores para tomar las decisiones que afectan a 120 millones de mexicanos; y malo si simplemente fue retórica en un intento fallido por tratar de ser simpático y hablar en los términos en los que mucha gente se expresa. Él no es cualquiera. Es el presidente de los mexicanos y se debe conducir respetando su propia investidura.
Que el primer hombre de un país amenazado y en crisis banalice de tal manera su discurso no es admisible, no es cosa menor. Somos un país en crisis por donde se le vea: económica, educativa, social, cultural, política, de relaciones exteriores, de libertad de expresión y además somos una nación a punto de enfrentar las peores amenazas y tormentas (claro que Donald Trump ya se echó para atrás en muchas cuestiones y ha suavizado sus declaraciones en comparación con todo lo que despotricó durante la campaña); dadas las circunstancias, el entorno internacional y las realidades que nos aplastan día con día, lo que urge es estar preparados. ¿No que iba a velar por todos nosotros? ¿Será suficiente con buena vibra, con contar lo bueno, con invocar lo que queremos, lo que deseamos?
Energía positiva para atraer lo mejor para México… No bueno. Ahora sí que ni cómo ayudar. Seguramente algún acomedido recomendó el documental “El Secreto” y se aprendió las fórmulas del “ya me vi”, “ya lo decreté”, “lo voy a generar”, “lo atraeré” y así por el estilo, pura energía positiva.
Cada quien sus costumbres y debilidades, y está bien, pero no un primer mandatario, no el jefe de los destinos de una nación compleja y en crisis como la nuestra en la que, por cierto, los niveles de pobreza de hoy son los mismos desde 1992 (¿y Progresa y Prospera y Oportunidades?).
Con mayor razón entiendo la columna de ayer de Raymundo Riva Palacio (“Regreso al PRI… que no lo quiere”), a ver cómo le va mañana; lo que ha hecho y lo que no, deja muy mal parado al instituto político de cara a las próximas elecciones presidenciales; ha dilapidado el poco capital político del arranque, hay enojo y preocupación. Afirma Riva Palacio que si el PRI pierde las elecciones del 18 las dizque (esto lo digo yo) reformas estructurales serán desmanteladas de inmediato y todo el desgaste y descrédito de su administración habrán sido en vano.
No creo que en esto se funden las inquietudes de los priistas que no quieren a su presidente;  no creo ni siquiera que les importe si las desmantelan o no (no creo que crean una línea de la farsa sexenal). La cuestión es que el mandatario ha sido acusado de abandonar al partido y de excluir a la militancia pese a la lealtad demostrada por los legisladores (no tanto los gobernadores) del PRI en las cámaras; esto por un lado, y por otro, el desastre sexenal tendrá que reflejarse en las próximas elecciones de alguna manera y los priistas ya ven venir la debacle, tan grande e inevitable, que ni con ceremonias chamánicas ni peregrinaciones a Chichén Itzá o al Ixtépete, ni cerrando los ojos e invocando el triunfo (om om) podrán conjurarla.


Columna publicada en El Informador el sábado 26 de noviembre de 2016.