domingo, 26 de marzo de 2017

Contador de muertos

Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)


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Miroslava Breach Velducea. Foto: Facebook.

Empezamos a contar los muertos porque no los estaban contando bien. Como siempre, como es usual y propio de los gobiernos autoritarios, la información oficial sobre los mexicanos muertos en la guerra contra el crimen organizado desde el sexenio pasado y a la fecha, fue y sigue siendo ambigua, parcial, confusa y se tergiversa a la primera oportunidad.
Por eso surgieron iniciativas ciudadanas para contar a los muertos, a los desaparecidos, a los secuestrados, a los asesinados catalogados como “falsos positivos” y los feminicidios.
Los cadáveres que se exhuman en Veracruz seguramente darán al traste con las cuentas de los gobiernos estatales y del Gobierno federal. ¿Cuántos seres humanos habrá ahí? Y no digo mexicanos porque hay antecedentes de fosas clandestinas en donde encontraron a muchos que eran migrantes de Centro y Sudamérica.
Hombres y mujeres de quienes desconocemos sus vidas, a sus familias, si tenían hijos, padres, abuelos, amores; si tenían sueños y proyectos; no tenemos idea de sus necesidades ni de por qué o cómo fue que se vieron envueltos en circunstancias de las que no salieron vivos ¿cómo fue su muerte? ¿Estaban en el lugar equivocado? ¿Fueron víctimas de extorsión, de secuestro, de violación? ¿Eran delincuentes? ¿Y por qué eran delincuentes? ¿Quiénes eran?
Ahora son tantos los muertos y los desaparecidos en México que hasta hemos perdido la cuenta; ya no sabemos si van 26 mil o 57 mil, ni cuántos corresponden al sexenio de Calderón y cuántos al de Peña Nieto; luego hay que separar por situación geográfica, por edad, por sexo, por ocupación; si el homicidio está relacionado para bien o para mal con el crimen organizado o con la delincuencia común; o si fueron ajustes personales, celos, maltrato conyugal, accidente; si eran activistas, defensores de derechos humanos, maestros disidentes o periodistas valientes críticos y exponentes de corrupción y malos manejos.
El jueves asesinaron a una periodista, tenía 54 años de edad y llevaba a la escuela a su hijo. Los asesinos la acribillaron delante del joven. Me llamó la atención que en las primeras notas con esta dolorosa y terrible noticia, se destacaba que ya sumaban tres asesinatos de periodistas en lo que van del año y el de uno había sido apenas el día anterior, el miércoles de esta semana.
Esta “suma”, este “total” de periodistas asesinados fue la entrada, la cabeza y el resumen que se destacó prácticamente en todos los medios de comunicación. ¿Es malo? No, estrictamente no es malo llevar la cuenta, mucho menos si, como dije, la información se oculta y se disfraza, pero de pronto sentí, este jueves, al conocer del asesinato de Miroslava Breach, que los muertos en México, por hechos violentos producto de los altísimos niveles de inseguridad e impunidad en los que vivimos, son números, cifras para la estadística, datos para documentar el horror y para comparar y calcular cuántos muertos más se esperan al cierre del sexenio de Peña.
Estamos mal. Nos hemos dejado atrapar por el mismo sistema engañoso y tramposo que impone el gobierno. Al contar los muertos, al hacer ese trabajo con el propósito de vencer a la impunidad y exponer al gobierno lo que no ha hecho y lo que ha hecho mal, nos quedamos girando en la vorágine de los números porque además ya son muchos, son miles, decenas de miles de los que no tenemos información.
Son mexicanos, son seres humanos, hermanos latinoamericanos y quién sabe si de otras nacionalidades. Son personas, esposos, esposas, parejas, padres, madres, hijos, hijas, nietos de alguien.

No podemos ni debemos permitir que todo se reduzca a hacer una contabilidad de asesinatos con mayor razón si hasta ahora no ha servido para gran cosa; no hay proporción entre los asesinados y los actos de justicia correspondientes ¿o quiénes son los asesinos de los 121 mil muertos en el sexenio de Calderón? ¿Y de los 67 mil que van en la administración Peñista? Nos orillan, nos empujan hacia la insensibilidad y hacia la resignación y lo que se necesita es parar con esta violencia criminal y justicia.

Columna publicada en El Informador el sábado 25 de marzo de 2017.

sábado, 18 de marzo de 2017

¿Revolución educativa? No hay manera

Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Esta semana se presentó el  modelo educativo que entrará en vigor en el ciclo escolar 2018-2019. La verdad no sé a qué le apuesta el Gobierno federal. No es más que un reciclaje del dizque modelo educativo 2016 y un teatro ni siquiera bien montado para justificar mediocridad e ineptitud.
A ver, vamos por partes. Como he escrito y dicho antes, el rezago educativo en México es uno de los pendientes más añejos y urgentes porque desde hace más de setenta años los gobiernos autoritarios decidieron adoctrinar en lugar de educar y gradualmente, como si se hubieran puesto de acuerdo (luego por eso tienen tanto éxito las teorías conspiracionistas), le fueron restando calidad reforma tras reforma, sexenio tras sexenio.
Al mismo tiempo el sindicato de maestros se fortalecía y se convertía en uno de los sectores más poderosos del PRI, capaz de ejercer presión para obtener beneficios para la cúpula sindical vía el uso de los docentes como carne de urna. Con el acceso precario y deficiente a esquemas más democráticos, la alternancia por ejemplo, se registraron cambios político-sindicales que ahora tienen a una de las mujeres más corruptas del mundo en la cárcel, a Elba Esther Gordillo; pero fue por cuestiones políticas, no para hacer justicia, y la prueba más contundente es que ahora el comité directivo del SNTE es un cero a la izquierda. En realidad, peor que eso, porque a sus representados los ha dejado solos mientras goza de la administración de las cuotas sindicales y otros mecanismos para el enriquecimiento por nada.
Con una rimbombancia que hasta parecía de verdad, el gobierno de Peña Nieto anunció las grandes reformas estructurales para su sexenio, entre ellas, la educativa que, como sabemos, se redujo a una cuestión laboral que afectaba seriamente a los profesores particularmente a los que son trabajadores y no se prestan para ser comparsas del sistema, maestros incómodos pues; y luego, fue un operación ahora sí que trapera, porque si los maestros están mal capacitados es porque provienen de un sistema deliberadamente deficiente creado por el mismo gobierno sexenio tras sexenio; y ahí está el gravísimo e irresuelto conflicto de la educación normal.
En realidad los profesores, la mayoría, los de verdad, son víctimas del sistema; y los demás, se han adaptado tan bien que se conforman y son mediocres y desobligados, ahí tienen a los comisionados, a los que tienen doble y triple plaza y a los aviadores.
La corrupción y la descomposición alcanzan niveles inconmensurables y en este panorama desolador una vez más pretenden vernos la cara (tristemente en muchos casos lo consiguen) con un modelo educativo que ¿cómo dijo? “Ese es el Sistema Educativo que veo hacia adelante, y por el que trabajamos todos los días para hacerlo realidad” si bueno, el mismo que ya habían dicho que privilegiaría los recursos pedagógicos para que el alumno “aprenda a aprender”; para que “la escuela sea el centro de la transformación educativa” (¿y antes cuál era el centro?); para asegurar “equidad e inclusión” en el Sistema Educativo Nacional (desde hace varios años esto ya estaba definido y se ha llevado a la práctica con grandes dificultades, tendrían mejor que atender cómo se está implementando); el que le dará “alta prioridad a la participación de todos los actores involucrados” (¿todos? ¿quiénes? ¿están todos los que son y son todos los que están?) y para cerrar con broche de oro, el “nuevo” modelo “fortalece la formación y el desarrollo profesional docente”.
Hablan como si se partiera de cero, como si no viniéramos de todo un sexenio de cuestionamiento puntual y constante a las malas decisiones que se han tomado desde el gobierno, con un secretario que dice “ler”, un Presidente que a lo mejor sí sabe, pero no lo hace; recursos docentes desdeñados y abusados y un sindicato que sólo sirve para el enriquecimiento cupular.
¿Y el modelo que se presentó en 2016? ¿Alguien sabía de los foros a los que se dizque convocó desde 2014? ¿Se van a estar cambiando el modelo ciclo tras ciclo o de qué se trata? Nada nuevo, mucho menos revolucionario y no creo que efectivo.
El reciclaje es burdo, presentan como nuevo y de “vanguardia” un modelo gastado y reciclado mientras un día sí y otro también, se siguen descubriendo fosas clandestinas y restos de seres humanos en Veracruz en una de las realidades más espeluznantes y dolorosas que la corrupción en México nos prescribe. No puede ser que se mantenga la imagen de un México casi perfecto y en el mundo se sabe de estos horrores.
Alguien que no reconoce esta ni otras realidades terribles, que simula que todo está bien, no puede emprender cambios, ni reformas, mucho menos revoluciones educativas en las que podamos creer o confiar. No hay manera.

Columna publicada en El Informador el sábado 18 de marzo de 2017.



sábado, 11 de marzo de 2017

Descubrir y describir

Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Esta semana la escena informativa local estuvo dominada por la circulación del video de un profesor de la Universidad de Guadalajara cuyas expresiones fácilmente llevaron a una buena parte de los espectadores a juzgarlo y condenarlo de inmediato. En lo personal, lo que vi en ese primer video me chocó al instante ¿o quién podría estar de acuerdo con el lenguaje altisonante y las expresiones despectivas, abusivas y groseras que profirió?
En cuanto el video empezó a circular, la regidora de Zapopan, presidenta de la Comisión de Derechos Humanos e Igualdad de Género, Tzitzi Santillán Hernández, promovió una causa, a través de Change.org para que se investigara. La solicitud es así de específica, sin embargo, la promoción de la causa, video incluido, despertó las más airadas y radicales reacciones a favor y en contra.
Las posturas no fueron sólo así, en blanco y negro, sino que se presentaron con algunos matices. Hubo quienes dudaban del profesor y otros, de los alumnos; algunos prefirieron estar atentos pero al margen y no opinar; muchos se desbocaron al señalar al profesor, cuestionarlo y pedir su cabeza y otros más se pronunciaron por atender el contexto, escuchar al profesor y no lincharlo.
En redes sociales este tema alcanzó niveles extraordinarios de virulencia y me tocó leer francos enfrentamientos entre protagonistas de las dos posturas.
Mi colega Vanesa Robles, con su extraordinaria pluma, puso los puntos sobre las íes y llamó la atención sobre nuestra falta de responsabilidad como usuarios de las redes sociales con toda la razón; y la regidora de Zapopan, después de conocer la versión del profesor, no guardó silencio y expresó, en la misma causa, una postura que llama la atención a todos, para tomar la experiencia como lección, no dejarla pasar, que valga la pena.
Con la causa que logró más de tres mil firmas, la respuesta de las autoridades universitarias fue someter al profesor a un proceso de investigación para determinar si alguna sanción o medida en su contra tendría lugar. Eso está encaminado, sin embargo, no se ha tenido noticia de que del otro lado, del de los estudiantes, se esté investigando para determinar por qué se editó el video y se subió a internet, particularmente luego de que se hiciera público que presuntamente fue un estudiante miembro de la Federación de Estudiantes de Guadalajara quien lo hizo.
Si la idea es determinar las responsabilidades y conocer la verdad, lo mejor es que el proceso se transparente y que la sociedad en su conjunto conozca los resultados; y lo más sano será que efectivamente se haga, que no se recurra al “tiempo y un ganchito” ni a la “tierrita” porque-en-medios-los-temas-tienen-una-vida-muy-corta y mañana nadie lo recordará parafraseando a Cruela de Vil. Creo que este sería el principal aprendizaje para todos: transparentar y hacernos cargo de nuestra manera de usar las redes sociales, qué creemos y qué no,  así como la importancia de verificar y conocer las dos versiones antes de juzgar (que ni deberíamos).
Destaco, en un entorno en el que la violencia en general, pero sobre todo contra las mujeres se ha incrementado alarmantemente, la rápida reacción de la regidora y su respuesta al conocer la versión del docente: “Sin duda es un asunto penoso. Es una pena que la trayectoria de un maestro (no soy quién para ponerlo en duda) se haya puesto en entre dicho. Es una pena que las mujeres tengamos que vivir la violencia, desde la simbólica hasta la física a diario. Es una pena que las mujeres que hacen visible esta violencia, sean blanco del odio. El profesor ha explicado su postura en las redes y ha ofrecido disculpas. Yo explico la mía y si él considera que le he ofendido estoy dispuesta a ofrecerle una disculpa, porque no pretendí ofenderle. Pero también lo invito a él como a todos a reflexionar sobre el hecho, sobre la postura de quienes critican su actuación. Escribo esto con la profunda convicción de que todas y todos tenemos algo que aprender de lo sucedido”.
Para garantizar el aprendizaje y conocer todas las versiones, les recomiendo buscar en Change.org la causa; el texto de Vanesa Robles titulado “¿Lo difamé con un click? Usted tiene la culpa por existir” y la carta del profesor Ramón Bernal que pueden buscar en internet y redes.

El contexto es fundamental. Ahora que estudio Historia he aprendido que no se trata simplemente de conocer el entorno, el momento histórico o las características del espacio; no. Tiene que ver con la realidad, la formación, los intereses y las preocupaciones de los involucrados; también con emociones y sentimientos, es decir, con toda la subjetividad de la que somos capaces. Solamente con esas herramientas en la mano, después de investigar y corroborar, estaremos en condiciones de, más que de juzgar (a ver si nos vamos quitando la costumbre), descubrir y describir.

Columna publicada en El Informador el sábado 11 de marzo de 2017.

“Desde la Fe”… qué fuerte

Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)


Desde la Fe es el semanario católico de información y formación que publica cada semana la Arquidiócesis primada de la Ciudad de México con un tiraje, según datos de su sitio web, de ¡655 mil ejemplares! Hay periódicos con sede en la capital del país, de los clasificados como de circulación nacional, que no completan ese tiraje en una semana, digo, por aquello de comparar diarios con semanarios.
Pues bueno, en ese órgano de difusión se publicó hace una semana, el domingo pasado para ser precisos, un editorial en donde se critica apenas en 551 palabras al gobierno de Peña Nieto con respecto a la postura ante Donald Trump. El artículo de opinión, eso es un editorial, no se queda ahí. Critica otras decisiones y omisiones con una puntualidad que a mí, confieso, me sorprendió muchísimo y en esta ocasión gratamente, porque por lo general en este tipo de publicaciones se expresa la postura de la jerarquía católica, no de toda la Iglesia integrada por el conjunto de feligreses. Y en esta ocasión a través del texto se expresa una comprensión fiel y exacta de la realidad nacional y del sentimiento no sólo de los mexicanos en Estados Unidos sino de todos los mexicanos.
Voy a incluir varios párrafos de ese editorial porque no tiene desperdicio y porque me queda la impresión de que, pese al tiraje, pasó un poco inadvertido por lo pronto para los grandes medios que no lo retomaron (escuché la referencia, así me enteré, con Enrique Galván Ochoa, colaborador de Carmen Aristegui), no creo que sea así para los miles y miles de fieles que acuden a misa los domingos y leen el semanario Desde la Fe, un dato que debería por lo menos interesar a las “autoridades mexicanas”.
Así es citado el gobierno de Peña, como “autoridades mexicanas” y presento aquí un primer párrafo de ese editorial: “Nuestros hermanos indocumentados tienen miedo, sus hijos sufren una verdadera sicosis, mientras las autoridades mexicanas no aciertan a actuar, no hacen más que declaraciones y promesas; son tibias sus reacciones, muestran también miedo y, peor aún, sumisión”.
Digo, si esto no es fuerte entonces no sé qué sí lo es. Dicho de otra manera, y es apenas un ejercicio simple de paráfrasis, ya ni siquiera interpretación (no la requiere), las autoridades mexicanas son tibias, miedosas, sumisas, ineficientes, timoratas y demagógicas. Quizá puesto así se aprecie mejor la contundencia del escrito. Un texto, por cierto, además de fuerte, emblemático, casi histórico, porque desde hace tanto tiempo que no guardo memoria, la jerarquía católica no había señalado con esta claridad crítica sin ambages al Presidente de México, sus decisiones y omisiones y a su equipo de trabajo.
Otro párrafo: “Nuestro gobierno continúa explicando lo del gasolinazo mientras el país arde en la violencia, la inestabilidad económica y la obscena corrupción; mientras nuestros hermanos inmigrantes no tienen quién los defienda ni a quién acudir; están huérfanos y no saben qué hacer, pues no confían en un gobierno que es el causante de su exilio; es más, se han dado cuenta que a la clase política no le interesa su suerte”.
Definitivamente no tiene desperdicio y son realidades que conocemos, que vivimos, que sufrimos y que en este espacio he criticado y expuesto una y otra vez ¿pero que lo diga la jerarquía de la Iglesia católica? No los sacerdotes valientes que conocemos y admiramos como Solalinde, Vera y, en su momento, Samuel Ruiz, no, nada menos que la arquidiócesis que encabeza quien ha sido criticado por otros clérigos, Norberto Rivera Carrera. En la última línea de este párrafo, se alude a que a la clase política no le interesa la suerte de los connacionales, bueno, simplemente agregaría ni la de nosotros, los que vivimos aquí y la muestra más clara es el nauseabundo espectáculo de quinta en el que están enfrascados los políticos de todos los partidos por las elecciones en el Estado de México y las de 2018. Son verdaderamente asquerosos, cínicos, insensibles, enfermos.
Finalmente, agrego otro párrafo en donde se resume el señalamiento de la jerarquía católica al gobierno de Peña Nieto, a él y a Videgaray: “La cobardía no es prudencia, ni la estridencia es virtud; sin embargo, no vemos firmeza en la defensa de nuestra soberanía; no vemos dignidad en el trato con nuestro vecino del norte; no vemos estrategias eficaces para ayudar a nuestros connacionales; no vemos altura ni inteligencia en los responsables de atender esta crisis humanitaria. Se necesita pericia, experiencia, no aprendices donde hace falta verdaderos maestros del arte de la diplomacia, y sensibilidad humana y política”. Paráfrasis: cobardía, debilidad, indignidad, ineficacia, bajeza, estulticia, impericia, inexperiencia, insensibilidad… son las actitudes y cualidades que priman en las “autoridades mexicanas”. 
A ver si este editorial se lo ocultan al mandatario que vive en Los Pinos. No a través de los medios masivos pero con el semanario en la mano y la efectividad de la comunicación de boca en boca, este mensaje, estoy segura, llegó a millones. Por lo menos, yo me preocuparía.


Columna publicada en El Informador el sábado 4 de marzo de 2017.