sábado, 29 de abril de 2017

Tocar fondo

Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Desde hace ya varios procesos electorales, tanto federales como locales, la ciudadanía ha manifestado su hartazgo con respecto al modus operandi de los partidos y políticos en campaña. En Jalisco, por ser una de las entidades con una especie de alternancia temprana, antes que en el gobierno federal, hemos estado por más tiempo expuestos al espectáculo de pacotilla de cada tres años.
Golpes bajos, guerra sucia, luchas en lodo —casi literal— exposición de intimidades, datos, videos y fotografías truqueadas o falseadas, descontextualizadas, acusaciones sin fundamento y otras con fundamento convenientemente reservadas para ventilarlas cuando se les puede sacar mayor provecho, siembra de dudas, trampas, “cuatros”, “chamaqueos” y cuanta marrullería se les ocurra elección tras elección, son reflejo del refinamiento que ha alcanzado la bajeza y la falta de escrúpulos en la clase política.
La degeneración cuestionada por la ciudadanía sigue inexorable y no se avizora en el corto plazo, mucho menos más allá, un cambio en las formas y los modos, al contrario. Vamos de mal en peor.
Este año no habrá elecciones en Jalisco, pero a través de los medios de comunicación también estamos expuestos y así todos los habitantes del país que ni siquiera cuando no hay comicios locales podemos descansar del basural que nos recetan los políticos mexicanos.
Más que las elecciones en Nayarit o en Coahuila que, dicho sea de paso, tienen lo suyo, el proceso del Estado de México es el que se lleva los reflectores, casi toda la atención, porque se supone que es el “laboratorio electoral” previo al proceso presidencial, en este caso, de 2018. Difiero de esa idea porque en el gobierno federal tenemos ejemplos de alternancia, desastrosa en ambos sexenios, pero alternancia al fin, y en el Estado de México, no.
¿Qué quieren decir con eso de laboratorio? Que quien gane en el Estado de México ganará la elección presidencial. Reitero mis dudas, sin embargo, creo que sí es un laboratorio de fraude y marrullería electoral, eso sí, sin duda. Es la entidad en donde se han perfeccionado las formas de fraude, específicamente la compra de votos.
No es raro si además de saber que se trata de una de las formas de fraude preferidas del PRI relacionamos el dato con el lugar que ocupa esa entidad en los niveles de pobreza: El Estado de México se ubica en las 15 entidades de la República con más pobreza en el país. Y esto, se supone, no debería ser así porque paradójicamente, es también uno de los estados que más aporta al PIB nacional: nada menos que el segundo lugar. Es cuando uno se convence de que el combate a la pobreza es sólo un conjunto de medidas paliativas pero no remediales, que no me digan por favor. Es conveniente para los políticos, del PRI en primer lugar, mantener a la gente en la pobreza y en la ignorancia, por eso también el fracaso de sus dizque reformas educativas.
Desde cuándo que en México se deberían registrar avances notables en la reducción de los niveles de pobreza con todos los programas sociales que se han emprendido por lo menos en los últimos treinta años y vamos de mal en peor también.
Y desde cuándo deberíamos avanzar en los estándares internacionales que miden la excelencia educativa y también vamos para atrás. Yo estoy convencida de que ambos rubros se manipulan con fines electorales y eso es criminal.
Bueno, pues además de estas herramientas que usa la clase política en México, está el chiquero en el que han convertido los procesos electorales. No les importan nuestras quejas, no les importa el enojo y el hartazgo ciudadano, mienten sin miramientos, no hay honor, ni dignidad, ni vergüenza, se enloda a los enemigos políticos aunque ello implique acabar con vidas y carreras y se manipula la aplicación de programas sociales, políticas públicas y la discusión y aprobación de leyes. El país se paraliza y en los funcionarios públicos priva el interés de quedar acomodado en el trienio o en el sexenio que viene.
Tenemos que romper con esto, no es posible. México no lo merece, no lo merecemos los ciudadanos que con nuestros impuestos mantenemos todo este tinglado, esta cloaca que no queremos y que no nos representa.

Urge que las prácticas político-electorales en México toquen fondo para purgar y empezar de nuevo.

Columna publicada en El Informador el sábado 29 de abril de 2017.

22 de Abril

Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Veinticinco años se dice fácil sobre todo para quienes no alcanzaron a desarrollar una conciencia real y profunda de lo que pasó el 22 de abril de 1992 en Guadalajara. Las heridas, quizá cauterizadas, siguen abiertas, algunas supuran, muchas duelen, porque nadie en el Estado mexicano ha tenido la valentía de reconocer la negligencia criminal y pedir perdón. Y porque los damnificados no han sido resarcidos del todo.
Nunca es tarde para reconocer ni para enmendar. Las autoridades son otras, cierto, muy probablemente por eso las nuevas generaciones de políticos podridos y baratos no se sienten aludidos cuando se trata de cumplir con compromisos y promesas para los damnificados, pero les toca. ¿Qué no se dicen respetuosos de las leyes y del orden institucional? ¿No repiten, cada vez que pueden, la cantaleta de la urgencia de fortalecer y respetar a las instituciones?
Imagen de las explosiones del 22 de Abril en el Sector Reforma de Guadalajara. Fotografía: Desmesura.org
Una forma de hacerlo sería, de entrada, ser ejemplo. Hay un dicho muy viejo, muy sabio, muy trillado y poco atendido, que encaja aquí a la perfección: “el buen juez por su casa empieza”.
Aunque nunca lo reconoció, y es un secreto a voces, fue Pemex. Pagó indemnizaciones y luego se lavó las manos. Y las otras instituciones que por compromisos y promesas de los políticos en turno tenían programas de atención a las personas damnificadas, a veces cumplen, a veces no y siempre con displicencia, sin ganas, con desdén, como si estuvieran haciendo un favor.
Las dudas sobre el total de muertos persisten porque la cifra oficial de poco más de 200 no es creíble. Este también es un asunto pendiente, una cuenta que se tendría que saldar. Y no se diga la atención médica que la mayoría de los sobrevivientes requiere y para la que no tendrían que imponerse obstáculos ni regateos. Merecen todo sin restricciones, lo que pidan y aun así persistirían deudas por las pérdidas totales, de seres queridos, de la salud, del patrimonio, de la tranquilidad, de la seguridad.
No se valora exactamente lo que se perdió desde afuera, mucho menos si se trata del gobierno. Es su trabajo ponerse en el lugar de los otros para, con esa comprensión, ser atinados y precisos en las acciones y en las políticas públicas. Lamentablemente no tenemos políticos de esos, ni para atender a los afectados por las explosiones del 22 de Abril, ni a la ciudadanía en general.
Las explosiones del 22 de Abril, como alguna vez dijo Lilia Ruiz Chávez, una de las lideresas más persistentes y perseverantes de frente a la clase política, estuvieron politizadas desde un principio y aniversario tras aniversario, sobre todo si coincide con algún proceso electoral, los políticos están prestos, pagan porque los alquilen y ofrecen el cielo, la luna y las estrellas; pero si no hay elecciones en puerta, son omisos y prepotentes.
El testimonio de Lilia Ruiz, en una entrevista hace dos años con el periodista Alberto Osorio, es emblemático: Aristóteles Sandoval fue capaz de darle su número de celular para estar en contacto, y al principio sí, como ningún otro gobernador desde 1992, pero después ya no contestaba hasta que cambió de número y Lilia se quedó sin el dato para mantener el contacto directo. Ejemplo de político convenenciero y mediático, claro. Si en estos momentos no puede ya capitalizar su atención a los damnificados del 22 de Abril ¿entonces para qué? Así opera la clase política en general y es un abuso y una bajeza.
A 25 años de distancia no se han resarcido todos los daños, no se han hecho las correcciones posible en su totalidad, no se ha pedido perdón,  no se han dejado a un lado conveniencia e ineficiencia y a los damnificados, a la sociedad en pleno, por todo lo que significa, no se les ha respondido con honestidad y responsabilidad al cien por ciento como debería ser ante quien no tuvo culpa de nada.
Un cuarto de siglo, cinco lustros o como se quiera medir, las cuentas no se han saldado y se tendría que trascender el interés político-electoral para actuar sólo con la intención de otorgar y conceder lo más posible a quienes perdieron tanto  por obra y gracia de la corrupción.

Un abrazo solidario a los damnificados del 22 de Abril de 1992, a los afectados por las explosiones en el Sector Reforma, del Barrio de Analco y mis deseos de consuelo y fortaleza, a los que perdieron a sus familiares, padres, hijos, abuelos, hermanos, amigos y a los que sufrieron y padecen aún, el abandono de salud, estabilidad y justicia.

Columna publicada en El Informador el sábado 22 de abril de 2017.

Esperanzas

Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Entre atentados terroristas y uso de armas poderosísimas que siembran y alimentan el miedo; entre los locos, poderosos y fanáticos que gobiernan el mundo; entre la estulticia y corrupción de la clase política mexicana, las amenazas del crimen organizado, la pobreza y las crisis de todo tipo que enfrentamos y que son reales, no un producto de nuestra imaginación, entre todo esto, que es grave y es fuerte, la vida se abre camino y aparentemente de la nada las manifestaciones sociales y populares son un reflejo de la vitalidad, de la bondad, de la solidaridad y de la fuerza ciudadanas.
Podría parecer poca cosa, sin embargo, creo que de las pequeñas cosas están hechas las más grandes y trascendentales. Me refiero a esta iniciativa particular y vecinal de organizar la Semana Santa en el Barrio de Analco de Guadalajara que se ha convertido en símbolo de unión, de voluntad y de solidaridad, más allá del contenido religioso y devocional, que no es menor.

Damas de negro en el inicio de la Procesión del Silencio y  Vía Dolorosa en el Barrio de Analco.
Fotografía: Laura Castro Golarte
El Barrio de Analco, con su bagaje histórico fundacional y patrimonial, pese a su antecedente como República de Indios, se ha desarrollado a lo largo de los años como un espacio relegado y supeditado al crecimiento y evolución de Guadalajara. Más aún, con esta división reflejo y legado perverso de tiempos y prejuicios, de la calzada para allá y de la calzada para acá, y su respectiva carga discriminatoria que lamentablemente y en muchos sentidos, persiste hasta nuestros días.
Este mismo Barrio de Analco es hoy escenario de un esfuerzo ciudadano al que se han tenido que sumar las autoridades tanto del Gobierno del Estado como de los ayuntamientos metropolitanos, específicamente Guadalajara y Zapopan, porque la idea surgió no sólo con el propósito de revivir una tradición religiosa añeja y fomentar fervor y devoción, sino con el de contribuir a la restitución y fortaleza del tejido social, por un lado; y, por otro, de lograr que Analco sea percibido por todos los tapatíos como un espacio propio, de una gran belleza colonial y profundas raíces históricas.
Con todo y la premura con la que se organizaron las actividades de la Semana Santa en Analco, todo el programa que concluirá mañana, por cierto, con una convivencia familiar en los jardines de San José y de San Sebastián de Analco, se ha desarrollado sin mayores contratiempos y con una participación alentadora, tanto de vecinos de la colonia como de habitantes de otros puntos de la zona metropolitana.
La idea fue de don René Rivial León, empresario de amplio reconocimiento por sus aportaciones a Guadalajara por su gran interés y amor a nuestra historia y nuestras tradiciones (él logró que la idea del Encuentro del Mariachi germinara y persiste desde hace más de 20 años), como él dice, cayó en terreno fértil porque, efectivamente, los vecinos de Analco la hicieron propia y hoy es una realidad.
Hay un antecedente que es importante reconocer: hace dos años aproximadamente, líderes vecinales y los presbíteros tanto de San Sebastián como de San José, iniciaron con un esfuerzo que rinde frutos y se titula “Renovando el corazón de Analco”, que surgió, precisamente, con la idea de rescatar el barrio, el tejido social y las actividades para niños y jóvenes con fines educativos y de impulso al talento. Esto llevó al emprendimiento de organizaciones cuya efectividad quedó en evidencia con todas las actividades del programa para esta Semana Santa que tenía ante sí el reto de, en tan sólo dos meses, conjuntar voluntades y recursos con un mismo fin.
Contra diversas adversidades y obstáculos, el programa se ha cumplido al cien por ciento; con disciplina y entrega que los mismos visitantes reconocen y exaltan. Ha sido una labor de decenas de personas involucradas, loable y digna de reconocimiento en épocas de crisis, difíciles e inciertas.
En este panorama atemorizante y desolador de lo que pasa en nuestro planeta y en nuestro país, estos pequeños esfuerzos cotidianos que resultan del encuentro entre seres humanos, de la conjunción de voluntades, de buenas voluntades y de entregas incondicionales, son siempre avivadores de esperanzas. Felicitaciones al Barrio de Analco y un agradecimiento por lanzarse a esta empresa que ojalá se mantenga a través de los años.

Columna publicada en El Informador el sábado 15 de abril de 2017.

sábado, 8 de abril de 2017

¿Qué sigue?

Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

¿Qué sigue?

Quién sabe qué sigue, es difícil saber qué va a pasar después de los hechos violentos y demoledores de esta semana. Nuestra fragilidad, nuestra vulnerabilidad como seres humanos está al descubierto y como una losa de plomo nos aplasta el hecho de que estamos a merced de locos y enfermos, de estúpidos, fanáticos e inconscientes con poder.
No he sido capaz de ver las imágenes del presunto ataque con armas químicas en Siria. No puedo con eso. Y no sé, porque no se sabe (de ahí que se insista en usar los adjetivos “presunto” y “supuesto”) si fue eso, un ataque, o un accidente según la versión rusa, pero en cualquier caso, la conclusión es la misma: estamos mal. Mal por almacenar armas químicas, mal por fabricarlas pensando en usarlas contra la población, mal porque hay gobiernos en este mundo capaces de transgredir leyes y acuerdos que ponen en riesgo la estabilidad de esta Tierra y de sus habitantes; mal por la falta de humanidad, por la barbarie. Lo que ha pasado esta semana son metáforas de canibalismo o de cáncer, de lo que implique ir contra nosotros mismos. E importa. Aquí y en el pueblo más alejado y aislado importa y nos atañe, es nuestro planeta y son seres humanos.
De manera recurrente he pensado en la película Wag de Dog que en México se tituló “Cortina de humo”. Y no he sido la única. El analista de temas internacionales Carlos Guerra la citó en una entrevista que le hicieron en Radio Red. Si no la han visto la recomiendo porque revela de qué son capaces los gobiernos y de cómo se las ingenian para distraer a los medios de comunicación. En Estados Unidos “perro” es sinónimo de periodista y la traducción literal del título de la cinta es “Agita al perro” (distráelo). Es fácil hacer grandes producciones.
Si fue ataque o fue un accidente es claro que la tendencia es hacia el genocidio y la respuesta de Estados Unidos no es mejor. Salvo los tradicionales aliados del vecino del Norte, el ataque desmedido (59 misiles) y sorpresivo ha despertado reacciones de condena pero también de miedo: fue abrupto y es peligroso y lo que significa es una declaración de guerra a un país soberano (así lo calificó Rusia) mediante un claro atentado contra el derecho internacional y, además, sin permiso del Legislativo estadounidense.
¿Qué va a pasar? Las acusaciones y las acciones son similares a las que se emprendieron contra Irak hace algunos años, cuando se dejó en evidencia que no había tales armas químicas. Sabemos cómo se las gastan allende el río Bravo; Donald Trump no es el primero en actuar de esta forma.
¿Qué va a pasar ante la condena de Rusia y de otros países no involucrados como Bolivia al ataque estadounidense? ¿Guerra? ¿Guerra fría? Sabemos de los intereses en los conflictos y no hay que perder de vista lo que se discutía en Estados Unidos con la presunta relación con agentes rusos, de gente vinculada con Donald Trump durante la campaña.
Después del presunto ataque con armas químicas que dejó casi 90 muertos, una cuarta parte niños, Francia solicitó una reunión de emergencia de la ONU pero eso no sucedió sino hasta el día de ayer y a raíz del ataque estadounidense. Bolivia (miembro no permanente) y Rusia solicitaron la sesión y el resultado es apenas un llamado del secretario General, António Guterres, a la contención, a la solución del conflicto por la vía política y no la bélica. El representante de Bolivia ante el Consejo de Seguridad de la ONU, Sacha Llorenti, no faltó al estilo diplomático para señalar con toda la claridad, que el ataque estadounidense no sólo viola el derecho internacional, sino que amenaza la seguridad y la paz mundiales, porque fue unilateral, porque no había  aún resultados de las investigaciones sobre las armas químicas y porque se dio justo cuando en la ONU se analizaba la emisión de un dictamen relativo a los hechos del martes de esta semana en Idlib.
Y el mundo, como espectador de piedra, inerme e impotente ante las decisiones viscerales, inconscientes e irresponsables de los poderosos.
¿Qué sigue? Esperar, creer que en alguien cabrá la cordura, y que efectivamente, más allá de que el llamado sea tibio y timorato, la solución política supere a la bélica, irracional e irreflexiva, siempre y cuando, en este mundo al revés, el ataque ilegal de Estados Unidos a Siria no sea considerado como triunfo político para Trump y entonces sí, ni esperanza, ni nada.

Columna publicada en El Informador el sábado 8 de abril de 2017.

No es suficiente

Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Las dos últimas semanas han estado cargadas de malas noticias. El panorama no es nada alentador porque además, exponemos, criticamos, nos desgañitamos y desde el poder el desdén es aterrador. Menosprecio y descalificación, y esas conductas recurrentes en los gobernantes es verdaderamente ofensiva. ¿Qué nos queda? No perderlo de vista, ni cansarnos, ni dejar de exponerlo ni de intentar cambios, vía la denuncias ciudadanas en los medios que sea posible, en el modus operandi de la clase política mexicana.
¿Lo bueno cuenta? No lo suficiente para darnos cuenta de la descomposición y deterioro del tejido social, de la corrupción en las instituciones, de la negligencia criminal, de la deshonestidad, de la información falsa o maquillada, de esta persistente simulación que oculta ante los ojos de los dizque servidores públicos, la realidad que nos ahoga.
Tres periodistas fueron asesinados y otros dos atacados, uno de Veracruz también y otro de Baja California Sur que hoy luchan por sobrevivir. Cecilio Pineda de Guerrero, Ricardo Monlui Córdova de Veracruz y Miroslava Breach de Chihuahua fueron acallados para siempre en lo que va de 2017. La cuenta de comunicadores asesinados en México ha servido para ubicar al país en el tercer lugar entre los peores en esta materia, sólo después de Siria y Afganistán, naciones en guerra.
Tampoco es suficiente para desdeñar, como tan bien hacen los gobiernos federal y estatales, la decisión del juez Anuar González Hemadi, de otorgar un amparo a un violador integrante de la banda de los Porkys, de Veracruz. Los argumentos del juez que no voy a repetir aquí, son verdaderamente inconcebibles y significan un golpe durísimo contra el Estado de derecho en México. Veracruz es México, independientemente de cuestiones jurisdiccionales. Esta noticia le dio la vuelta al mundo y la vergüenza y el dolor son mayúsculos por la impunidad y la injusticia, por la falta de seguridad para nuestros menores de edad, hombres y mujeres.
Claro que eso no es suficiente para pensar, ni siquiera considerar que en México no hay paz, ni tranquilidad, ni prevalece el Estado de derecho.
Tampoco para juzgar los hechos ahora revelados, desde hace tiempo vaticinados, de la corrupción que se le atribuye al exgobernador de Chihuahua, César Duarte, el otro Duarte, actualmente prófugo de la justicia.
Lo bueno no puede contar ante este panorama de corrupción, impunidad y descomposición social. El 28 de marzo, después del asesinado de los periodistas; de la decisión del juez veracruzano en el caso Porkys; del hallazgo de miles y miles de restos en fosas clandestinas de ese estado; del chiquero partidista que no cesa y después de las fugas de los dos exgobernadores Duarte y de las noticias sobre sus redes de complicidad, el Presidente de México dice que todo está bien. Que todo marcha sobre ruedas: educación, lucha contra la desigualdad, crecimiento económico y paz y tranquilidad. Es ofensivo.
Porque, en primer lugar, habla de ficciones. Lo que dice que está casi resuelto no cubre a la mayoría en México (educación, salud, vivienda, alimentación) y para quienes hablamos de crisis, no sólo económica (política, social, cultural, de identidad, de autoridad), el mensaje es también, ofensivo: “Quienes les digan que vivimos en un país que está en crisis, crisis es seguramente lo que pueden tener en sus mentes, porque no es lo que está pasando”.
¿Lo bueno cuenta? No lo suficiente para obviar la información difundida ayer en esta casa editorial con relación al trabajo de la Secretaría de la Función Pública: De 2006 a 2017, la dependencia presentó 27 mil  876 denuncias penales pero sólo emitió cuatro mil 15 sanciones contra funcionarios de la administración federal por corrupción: abuso de poder, nepotismo, influyentismo, desvío de recursos, robo, fraude y otras linduras por el estilo. Pero… para el Presidente todo está bien. Tampoco mancha el panorama presidencial color de rosa la detención en Estados Unidos de quien fuera fiscal del Estado de Nayarit y la cloaca que con tal arresto se destapó. No es suficiente y es ofensivo.

Columna publicada en El Informador el sábado 1 de abril de 2017.