miércoles, 27 de diciembre de 2017

Un mes

Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Primero que todo quiero desear a los lectores que mañana, que será Nochebuena y el próximo lunes, Navidad, se la pasen lo mejor posible en compañía de sus seres queridos, de las personas que les importan y se recarguen de energía para enfrentar las situaciones complejas que se avecinan en nuestro país para lo que le queda este año y no se diga para el 2018 que viene.
La semana pasada comenté sobre la Ley de Seguridad Interior antes de que fuera publicada en el Diario Oficial de la Federación, cosa que sucedió este jueves. Había una leve esperanza de que la nueva ley fuera vetada por el Presidente, dada la presión de los organismos de la sociedad civil y de los organismos internacionales que han llamado la atención sobre su contenido y los artículos que implican riesgos contra los derechos humanos, pero no, se publicó y la postura presidencial es verdaderamente incalificable.
Si el Ejecutivo federal va a esperar a que sea la Suprema Corte de Justicia de la Nación la que determine la constitucionalidad o no de la ley ¿entonces para qué la publicó? De hecho ¿para qué se inicia un marco legal sobre cuya constitucionalidad hay dudas? ¿No era un asunto que tocaba resolver a los redactores de la ley y, posteriormente, a quienes se supone la analizaron y aprobaron en el Congreso de la Unión? El mensaje es algo así: voy a publicar una ley que está mal hecha, pero lo haré para que el asunto se dirima en la máxima instancia jurisdiccional, mientras tanto, y aunque sea posible aplicarla, no lo haré.
Por supuesto hay una manipulación implícita (un intento) pero por favor ¿por qué hasta ahora? Después del periodo de discusiones y de expresiones de preocupación de defensores de derechos humanos nacionales e internacionales ¿por qué no se detuvo el proceso? Por eso resulta difícil creer que haya un dejo de sinceridad o de intenciones claras con respecto a la postura de esperar a que se alguien impugne porque, además, estaba el recurso del veto. En fin, esto es lo que hay. No sé por qué también pienso en cortina de humo aunque para la lo que generalmente tratan de distraer desde la clase política ya pasó todo, no sé, esa impresión me queda, el sospechosísimo pues.
El caso es que, efectivamente, queda un mes; y si algo bueno tiene la inoperancia y la ineficiencia de la clase política, es que ha contribuido a construir una sociedad civil activa y especializada en diferentes temas. Me emociona y es una razón para la esperanza, la conformación del colectivo Seguridad sin Guerra, cuyo sitio en internet vale la pena explorar y conocer a profundidad (https://www.seguridadsinguerra.org/).
A través de ese espacio es posible todavía escribir al Presidente para solicitar el veto y aunque la ley ya está publicada, puede servir como encuesta de inconformidad. Ponen a disposición de los ciudadanos las redes sociales presidenciales y además se incluyen los textos del conjunto de iniciativas relativas a la Seguridad interior así como un apartado en donde se analizan con un cuadro comparativo; enseguida se presentan videos con las opiniones de los expertos.
De pronto se nos juzga a los mexicanos por no actuar y se nos achaca que, por eso, tenemos el gobierno que merecemos. No es así. Hay una sociedad civil profesionalizada y especializada que se perfecciona gobierno tras gobierno, que trabaja por todos y que, aunque es difícil tomando en cuenta los obstáculos que constantemente impone la clase política, ha logrado cosas importantes por y para todos los mexicanos. Este colectivo, por ejemplo, frenó la aprobación de la Ley Reglamentaria del Artículo 29 Constitucional (se incluye el dictamen correspondiente en la página) que regulaba la suspensión de derechos y garantías “sin los controles adecuados”.
Hay un mundo de mexicanos trabajando por México y con frecuencia nos pasa inadvertido. Nos toca apoyar, reproducir, compartir, firmar, difundir, hablar, generar conciencia en nuestro entorno… es mucho lo que podemos hacer por todos y eso nos incluye.
Con todo el coraje que podamos sentir por “la simulación” que la no aplicación de la ley contempla, queda un mes para impugnar la ley.


Columna publicada en El Informador el sábado 23 de diciembre de 2017.

Nubarrones

Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

La guerra contra el crimen organizado que emprendió el panista Felipe Calderón en el sexenio pasado y que incrementó (la tendencia ha sido persistente por lo menos desde el sexenio de Zedillo y no se diga con Vicente Fox) la presencia del Ejército en todo el territorio nacional, tiene ya un sustento legal, como habían estado exigiendo representantes de las Fuerzas Armadas.
A raíz de la “estrategia” de Calderón el papel que ha jugado el Ejército en la lucha contra el crimen organizado ha generado conflictos severos, rechazo social, la observación y las recomendaciones de organismos naciones e internacionales defensores de Derechos Humanos; no ha sido una medida popular ni adentro ni afuera.
Pues bueno, con la Ley de Seguridad Interior que se aprobó apenas ayer luego de que el Senado la regresara con algunos cambios a la Cámara Baja, aporta el marco legal para la militarización del país, uno de los cuestionamientos generalizados por parte de la sociedad civil organizada y por periodistas y analistas conocedores y preocupados por la puerta que se abre con esta ley.
Falta que el Presidente la publique pero todo pinta para que así sea en los próximos días, justo cuando los mexicanos nos disponíamos (ya no) a celebrar las fiestas decembrinas por lo menos en paz y sin preocupaciones.
Tanto el iniciador de la ley como el Congreso de la Unión, soslayaron advertencias y llamados de la ONU por ejemplo, que ha llamado la atención sobre los siguientes asuntos: una ley, para que proteja a todos sin excepción, debe ser clara y, entre otras cuestiones, describir con lujo de detalles los conceptos que incorpora. Seguridad interior, amenazas a la seguridad interior, riesgo a la seguridad interior y acciones de seguridad interior, entre los principales. ¿Cuál es el problema? Que las definiciones o descripciones quedan sujetas a las consideraciones de quien aplique la ley. En otras palabras: discrecionalidad, una de las características que NO debe tener una ley, porque la interpretación entonces, es libre, puede depender del humor la autoridad, de sus intereses.
En este orden de ideas, las Fuerzas Armadas, de considerar riesgos y amenazas, pueden actuar de manera autónoma.
Con esta ley, la autoridad civil queda sometida al mando militar en todo el país. Por otra parte, el articulado previsto para la rendición de cuentas no la garantiza y algo más: “La Ley no contempla mecanismos de rendición de cuentas sobre el avance de la implementación de las medidas previstas en la Declaratoria de Protección a la Seguridad Interior dirigidas a las autoridades estatales que la hubieran solicitado, privando a los poderes estatales de información de gran trascendencia sobre lo que sucede en su territorio  y en su ámbito de competencia, e incluso sobre un instrumento que les generará obligaciones”. Este punto me remitió de inmediato (no sé por qué) a la muy reciente disposición de Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, dada a conocer por el vicepresidente, en el sentido que “los mandatarios locales opositores que se pasen de la raya deberán ser puestos inmediatamente a la orden de la justicia”.
Otras preocupaciones de los organismos defensores de Derechos Humanos son las siguientes: no se incluyen políticas para fortalecer a las instituciones porque si las Fuerzas Armadas toman el mando, las instituciones estatales creadas con fines de seguridad, no mejorarán sus procesos. Para qué.
Además de que la redacción no es congruente con la constitucional respecto a la promoción, respeto, protección y garantía de los derechos humanos, también se afecta la protesta social porque, como en otros aspectos, queda sujeta a la discrecionalidad de los mandos responsables de aplicar la ley.
Bueno, la información es abundante y está al alcance de todos vía internet. Como siempre invito en estos casos, por lo menos hay que estar informados, profundizar en los temas y que no nos encuentren desprevenidos.

Con todo y eso, los tiempos que se avecinan son oscuros, cubiertos de nubarrones, en los que además, por si fuera poco, a los problemas laborales, los bajos sueldos, el encarecimiento descontrolado de productos básicos, las injusticias y otras cuestiones que venimos arrastrando, le va a reglar arresto domiciliario a Elba Esther Gordillo. Nubarrones, tormentas, tiempos oscuros, justo antes de la Navidad y del año electoral que estará cargado con millones y millones de spots que nadie quiere escuchar ver ni escuchar.

Columna publicada en El Informador el sábado 16 de diciembre de 2017.

Tenemos tiempo

Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

¿Será posible? ¿No se supone que habíamos superado las prácticas autoritarias y dictatoriales? ¿Que la democracia había adquirido carta de residencia? ¿Que simplemente se trataba de perfeccionar y consolidar? Una vez más, nuestro sistema político electoral queda en evidencia con las prácticas que le conocemos tan bien al PRI y al más puro y viejo estilo el “dedazo” hace su aparición en escena.
Lo peor de todo es que amplios sectores de la sociedad se tragan el cuento. No los juzgo. Lo he dicho y escrito en otras ocasiones: el sistema está diseñado para mantener a las mayorías en pobreza y pobreza extrema y sin educación o con educación de pésima calidad. En un entorno así no se genera conciencia y es fácil “convencer” con tarjetas de cien o de quinientos pesos y también infundiendo miedo. Lo tienen tan probado y con tal éxito, que ahora se regresa a los tiempos del cinismo y la desfachatez con un dedazo vil y vulgar.
A quienes de pronto sí juzgo son a los que, desde ambientes hasta cierto punto privilegiados, repiten el discurso inventado por el mismo sistema de: no-importa-el-partido-sino-las-personas o el-candidato-es-lo-que-cuenta y aberraciones por el estilo, con todo y que está más que probado que el sistema es el mismo, no ha cambiado ni siquiera con la alternancia, una de las mayores farsas de nuestra historia reciente.
Tenemos tiempo de aquí a las elecciones de 2018 para cambiar las cosas. Para cambiar nosotros mismos nuestras percepciones, pararnos desde otro sitio y ser capaces de detectar las malas intenciones, la manipulación, la tergiversación de dichos y hechos de los otros. De despertar pues, en otras palabras.
Tenemos tiempo para estar atentos a personas y procesos y con calma y hasta con frialdad, tomar las mejores decisiones que de verdad signifiquen mejores condiciones de vida para los mexicanos.
Sé que no es la primera vez que lo digo y que hasta ahora no ha funcionado, pero creo en que hay que insistir, en no podemos ni debemos cansarnos, no quitar el dedo del renglón y volver a intentarlo. El poder es un asunto complejo. Los mejores intencionados terminan absorbidos por él y cooptados por el sistema. Y hablo de México y el mundo. Una vez instalados, cobijados por la buena vida y un sistema que los sobreprotege, entonces la sociedad deja de estar en el foco de sus intereses y la soberbia y la mezquindad campean. Las necesidades sociales son algo hasta estorboso y no se nos ocurra a periodistas y ciudadanos hacer la más leve crítica porque entonces viene la intolerancia y las descalificaciones de quienes considerábamos eran las mejores opciones en el espectro electoral.
Es muy difícil, desde adentro (seguro habrá quienes lo hayan intentado, sin éxito hasta ahora) y no se diga desde afuera, pero no queda otra. Hay que seguir y tenemos tiempo. Apenas se van definiendo candidatos y mientras no modifiquemos radicalmente el sistema es lo que hay. Es una vergüenza pero es lo que tenemos; y de pronto parece un callejón sin salida pero llegará el día, porque además hay generaciones de jóvenes que verdaderamente alimentan esperanzas de que es posible y de que sucederá más temprano que tarde.

No merecemos este gobierno. Nadie vota conscientemente por el peor y constantemente desde diferentes trincheras se señalan errores y omisiones, hay marchas, manifiestos, expresiones de descontento, ideas y propuestas concretas desde la academia. A muchos nos agobia la impotencia pero hay que insistir, México es un país de gente trabajadora y noble; gente pacífica que merece un mejor futuro, una realidad distinta; merecemos vivir en paz, con justicia, con ingresos suficientes para la satisfacción de las necesidades y no mínimamente, bien; con buenos trabajos y buenos sueldos; con acceso a una buena educación, a salud, a recreación; a sistemas de transporte y de disposición de desechos sólidos modernos; con seguridad para nosotros y para nuestros hijos; merecemos una sociedad con oportunidades, en donde sea posible albergar proyectos personales y familiares realizables; en donde la desigualdad se abata paulatina y constantemente y entonces sí nos sintamos cómodos con una democracia real y efectiva. Es posible y estamos a tiempo.

Columna publicada en El Informador el sábado 9 de diciembre de 2017.

viernes, 8 de diciembre de 2017

Transporte y basura IV

Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Hasta aquí llego con la serie de artículos sobre el transporte y la disposición de desechos sólidos en lo que conocí de Europa; no es exhaustivo pero es producto de la observación y de algunas preguntas. Y tomé estos dos aspectos porque son básicos de la vida cotidiana y porque en México, en general, y en Guadalajara, en particular, acusan múltiples deficiencias a pesar de todos los viajes que han hecho los políticos dizque para tomar ideas, hasta ahora, para nada.
Además, político que entra político que cambia las cosas y ahí se la llevan en lugar de tener una entidad administrativa central que funcione independientemente del partido al que pertenezca el gobernante en turno. Así, los ciudadanos tendríamos la garantía, por lo menos, de que los vaivenes electorales no afectarían el devenir del país, de las ciudades, de los municipios, en temas que inciden directamente en los niveles de calidad de vida. A ver hasta cuándo pues.
Venegono Superiore: es un pueblo ubicado en el norte de Italia, en Lombardía y el manejo de desechos sólidos es ejemplar. Se cobra una cuota anual que se puede pagar en cómodas mensualidades o en una sola exhibición (más o menos como se paga el agua en Guadalajara) y se calcula con base en los metros cuadrados de la vivienda (superficie construida), no en la cantidad de personas que ahí viven. Así, cobran 0.75 euros por metro cuadrado, es decir, alrededor de 16.50 pesos (tipo de cambio: 22 pesos por un euro). Ejemplo: por la disposición de desechos de una vivienda de interés social con una superficie de 85 metros cuadrados, se tendrían que pagar alrededor de mil 400 pesos anuales o 116 pesos al mes, más o menos.
Cuando se cubre el costo o se define cómo será el pago, el ayuntamiento entrega a cada ciudadano tres rollos de bolsas calculadas para que sean suficientes para todo el año ¡y también los botes! Son de diferentes colores. Para el plástico, se usa una especie de tijera o pinza grande en donde se cuelga la bolsa.
Un rollo es de bolsas hechas con subproductos de maíz, aunque parece de plástico, biodegradables totalmente, amarillitas, para tirar los desechos orgánicos que van en un botecito café.
Las bolsas para los desechos sanitarios (aquí sí hay de manera específica, en italiano se identifica como secco) son grises y para el plástico también son de un color amarillo pálido.
Se entrega además el calendario anual en donde se indican los días precisos en que pasarán a recoger la basura: ocho veces al mes se recogen los desechos orgánicos; dos veces al mes, papel y cartón, plástico y vidrios y latas, aunque en diferentes días; sanitario o secco, cuatro veces al mes.
Hojarasca, ramas y material orgánico de esa naturaleza (desechos de jardinería, arbolitos de Navidad), el ciudadano debe llevarlo a la “plataforma ecológica” que tiene dispuesta el ayuntamiento y que no es otra cosa que el basurero municipal. Los desechos sanitarios se incineran. Claro que esto se refiere a la basura doméstica, hay otras disposiciones y reglas para los desechos de hospitales, clínicas y consultorios así como para desechos tóxicos y peligrosos o de diferentes industrias.
Si acaso al ciudadano se le terminan sus bolsas antes de que concluya el año, debe ir al ayuntamiento por más. Hay unas maquinitas expendedoras, se echan las monedas y listo. Si el ciudadano usa otro tipo de bolsas el ayuntamiento no recoge la basura, así de sencillo.
Y hay contenedores más grandes, como ya había comentado en la columna anterior para desechos secos, voluminosos y biodegradables. Aunque se entrega un bote para el vidrio y las latas (son verdes y grandes), hay contenedores en diferentes puntos de la ciudad, también para madera por ejemplo. El vidrio en Europa es un desecho cotidiano por el consumo de vino y porque se ha ido sustituyendo el plástico por vidrio para recipientes de comida: aceitunas, jitomate en diferentes presentaciones, aceite de oliva, alcachofas encurtidas entre muchísimos otros.
Me parece un sistema totalmente viable que se puede adaptar sin grandes modificaciones para su implementación en una ciudad como Guadalajara, en la misma Ciudad de México o donde sea. Es inteligente, está bien diseñado y sin mayores aspavientos la gente paga y cumple porque no hay de otra, si no es así, no se recoge la basura y punto. Las sanciones para quien no lo haga o para quien tire la basura donde no debe, penales y en euros.
Son los costos por vivir en un sistema capitalista defectuoso y hay que pagarlos. De verdad, ojalá esta información sirva para que las autoridades municipales se pongan a trabajar en lugar de andar con polémicas y pleitos innecesarios que sólo dejan en evidencia que el poder transforma y para mal.


Columna publicada en El Informador el sábado 2 de diciembre de 2017.

Transporte y basura III

Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Esta es la penúltima columna de la serie ahora con comentarios relativos a la disposición de desechos sólidos en las ciudades que he conocido en Europa, pero antes, me faltó decir que en los autobuses de transporte público de Madrid hay wi fi, digo, por si no fueran ya muchas las bondades. Seguramente no es perfecto. Los madrileños le encontrarán defectos, especialmente si son quisquillosos, pero el sistema funciona muy bien, es eficiente, reduce costos, molestias y tiempos. Ojalá, algún día.
La basura: Así como con el transporte hay diferencias en los manejos y administraciones de una ciudad a otra, de un país a otro, sucede lo mismo con la basura. En general, en todas las ciudades se separa la basura. Por lo general son tres disposiciones distintas para la basura de todos los días, por llamarla de alguna manera; y tres más para basura que se genera cada semana o cada mes. En las casas se dispone de dos o tres botes de basura para desechos orgánicos, desechos inorgánicos reciclables y desechos inorgánicos no reciclables. Curiosamente, no hay una clasificación para desechos sanitarios como sí hay en México, en Guadalajara específicamente, aunque eso tiene que ver con las características de los papeles que se usan y los sistemas de tratamiento. Ni en las ciudades de España ni en las de Italia que conocí, tienen algún contenedor para desechos sanitarios, eso todo se va por el retrete.
Los otros tres son recipientes o contenedores para tirar vidrio, papel y cartón; y en algunos casos, madera y textiles por ejemplo.
No es perfecto. En Madrid, durante cinco días se dejó un montón de escombros y hasta un escusado en una esquina, nada menos y nada más que frente al Palacio de Liria, el del Duque de Alba. Y a una cuadra de ahí se encuentran los contenedores más grandes para los tres tipos de desechos que no son de todos los días y que en un momento dado se pueden almacenar en las casas sin que huelan o se descompongan.
Esta basura estuvo cuatro días ahí. Es la banqueta frente al Palacio de Liria en Madrid.

Todos los días se tira basura pero se alternan orgánica e inorgánica.  En Madrid, Sevilla y Bilbao, las personas tiran la basura en contenedores pequeños que se dejan en las banquetas y son los botes los que tienen diferentes colores de acuerdo al tipo de basura; y los camiones pasan en la madrugada temprano, como entre cuatro y cinco de la mañana a recoger los desechos.
En Sevilla vi algo que me dejó maravillada y hasta le tomé video a ver cómo lo puedo compartir después pero por lo pronto trataré de describir: hay sobre las banquetas botes pequeños de basura, digamos como los del centro de Guadalajara, quizá un poco más grandes y están fijos en el pavimento; a la medianoche pasan unas grúas que levantan el bote y es como si el recipiente fuera una especie de agarradera de un contenedor subterráneo, cinco o seis veces más grande y que capta los desechos orgánicos e inorgánicos de los transeúntes. No ocupa mayor espacio en la superficie y esa caja enorme se vacía en los compartimientos del camión que son dos, uno para cada tipo de basura; y luego se regresa a su lugar, oculto a la vista. Genial. En las calles que son angostas, se entresacaron unos espacios para tener ahí los botes de la basura que se tira todos los días, con la idea de que no estorben ni al parque vehicular, ni a los peatones. Y también en la noche, sobre todo en las zonas peatonales, pasan barredoras, carritos y personal con mangueras haciendo una limpieza exhaustiva de las calles y las banquetas.

El video está muy pesado, me dice Blogger pero aquí está una foto del contenedor y del hueco, creo que se aprecia bien. Esto es en Sevilla.

Me falta describir el sistema de disposición de desechos sólidos en Venegono Superiore (Lombardía), le dedicaré la siguiente columna ya para cerrar esta serie, pero ojalá esta información sirva de algo.

Es cuestión, reitero una vez más, de voluntad, de ganas de hacer las cosas bien, de buscar y encontrar soluciones de fondo; aunque también creo que en la medida en que como ciudadanos conozcamos otras maneras de disponer la basura y otros sistemas de transporte, tendremos más y mejores herramientas para exigir a las autoridades que hagan su trabajo con mejores resultados que los que tenemos hasta ahora.

Esta columna se publicó en El Informador el sábado 25 de noviembre de 2017.

Transporte y basura II

Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Parece un contrasentido la ineficiencia del transporte público en Guadalajara cuando estamos  inmersos en un sistema capitalista que privilegia la producción, la productividad, la reducción de costos, el comercio, los controles de calidad y cosas por el estilo. Las políticas gubernamentales están enfocadas en ese sentido pero al mismo tiempo acumulan contradicciones que no me explico.
El problema del transporte en Guadalajara es añejo y muy complejo. Gobierno tras gobierno, sin que la alternancia haya significado un cambio a favor de los usuarios (de los transportistas y los políticos sin duda sí), se han dejado pasar los vicios y las prácticas corruptas y perversas que nos tienen con un transporte insuficiente y deficiente con pegostes disque progresistas que no han hecho sino complicar aún más la movilidad en la ciudad.
Sí, la Línea 3 del Tren Ligero… yupi. Pues bueno. Desde fines de los años 80 se tenían diseñadas las ocho líneas que cruzarían la zona metropolitana con la idea de cubrir todos los puntos cardinales ¡hace casi 30 años! Y vamos por la tercera línea cuando los planes contemplaban disponer ya del sistema completo, seguramente en adaptación e incremento constante, antes de que terminara el siglo XX.
Somos testigos de que no ha sido así y víctimas por supuesto. Padecemos un transporte público mal organizado, con unidades en pésimas condiciones que generan costos a trabajadores y empresarios; un transporte tan malo que es la motivación ideal para comprar auto y por eso el parque vehicular en la ZMG es tan grande; empresas de transporte que se corrigen por un tiempo y luego empiezan a ejercer presión para conseguir aumento en la tarifa; lo logran y después vuelven a las andadas. Los cambios benéficos han sido mínimos y tan espaciados en el tiempo que pronto se diluyen o ni se notan dada la masificación de su uso.
Se requiere alguien con voluntad y visión de futuro para emprender una tarea titánica y resolver el asunto del transporte en Guadalajara sin egoísmo, con generosidad y con la idea de gestionar y mover lo que haya que mover para ahora sí dar a la capital de Jalisco el transporte que merecemos. Guadalajara es una ciudad para metro y con estos componentes, me refiero a voluntad y visión, en algún miembro de la clase en el poder, sería posible. Es posible, siempre es posible. A ver.
Los autobuses en las ciudades de Europa que he visitado tienen un sistema grabado sincronizado con cada parada y se anuncia cuál es la siguiente y con qué rutas coincide. Los asientos son cómodos e incluyentes. El autobús tiene un mecanismo para descender y facilitar el ascenso a las personas de la tercera edad o mujeres con carriolas o gente en silla de ruedas; hay asientos reservados para ancianos y personas con discapacidad; hay un espacio para colocar las maletas con un cinturón de seguridad para que la maleta no vaya de aquí para allá en el autobús. Tubos y respaldos acolchados para recargarse si no hay asientos disponibles y un espacio amplio, casi como un distribuidor, en el área de descenso. El chofer está en una cabina cerrada con cristales pero recibe pagos en efectivo (hay límite en la denominación de billetes, el máximo son cinco euros) y, por lo menos en Madrid, desde el primero de noviembre se introdujo una tarjeta multimodal que se recarga y es útil casi para todos los tipos de transporte. También hay un autobús que cada cinco minutos va al aeropuerto y conecta con zonas céntricas y con la estación de trenes de Atocha. Uf ¿qué más les puedo decir? Ahora sí que me muero de la envidia cada vez que me subo a una unidad.
Tarjeta multimodal, en vigor desde el 1 de noviembre de 2017 en Madrid.

En las paradas hay carteles con los trayectos de cada ruta que pasa por ahí y un letrero láser en donde se anuncian los minutos que tardará en pasar el siguiente autobús. Algunos tienen sonido y algunos no. También se informa ahí si es que hay algún embotellamiento (“atasco”) por accidente o manifestación para que quienes están en la parada sepan por qué se tarda tanto en pasar determinada ruta.
¿Cuánto cuesta? 1.50 euros, sí, son como 33 pesos dependiendo de la paridad, pero se llega seguro y a tiempo a donde quiera que vaya, salvo las cuestiones imprevistas que ya comenté. Un transporte así, tan bien conectado, tan eficiente, limpio, suficiente para llegar a cualquier punto de la ciudad y sus cercanías, lo vale. Lo pagaríamos con gusto y mucho más si nos aumentan el sueldo. Los trabajadores llegarán temprano a sus trabajos, de buen humor, producirán más, a los empresarios les irá mejor, incrementarán sus ventas y podrán aumentar los sueldos de sus trabajadores y sus ganancias, seguro alcanza para todo ¿será tan complicado?

(Continuará)

Columna publicada en El Informador el sábado 18 de noviembre de 2017.