domingo, 23 de diciembre de 2018

Feliz Navidad


Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Calma por favor. El día de hoy quiero invitar a los lectores a serenarse un poco, a tomar distancia, a respirar hondo. Sé que no le pasa a todo mundo, pero siento que a veces nos dejamos atrapar fácilmente por un acelere que a veces puede llevar a tomar decisiones apresuradas y, casi siempre, equivocadas o desafortunadas, de esas que luego implican que se reparen daños y se ofrezcan disculpas.
Siento esto en las calles, en los comercios, entre conductores y peatones; y en los ámbitos virtuales, no se diga, quizá hasta más virulento y agresivo. No es para menos eh, pero de todos modos creo que podemos hacer un esfuerzo por calmarnos y, desde una actitud más tranquila, empezar a caminar o reanudar la marcha.
¿Por qué digo que no es para menos? Los mexicanos de todos los sectores, niveles educativos, económicos y culturales, con mayor o menor conciencia social, con más o menos amor por México, hemos pasado desde hace varios años por sucesivos cambios que lejos de llevarnos a las esferas más altas del progreso, nos han condenado al retroceso, a las pérdidas, a la incertidumbre, a la insatisfacción.
Raymundo Riva Palacio pregunta ¿por qué estamos tan enojados? Y asegura que no hay respuesta. Es difícil, ciertamente, aquí un intento: somos víctimas de una andanada continua de agravios infringidos por la clase política; los saqueos al erario, la profundización de las desigualdades, las injusticias, la corrupción, el tráfico de influencias, las malas decisiones, la pérdida de decencia política, la ausencia o dilución de las ideologías; la crisis económica que no cede, al contrario, empeora, en fin, conocemos de sobra todas estas circunstancias y la mayoría son de la historia reciente. ¿Qué será? ¿Unos cuarenta años? ¿Cuántas generaciones de mexicanos han nacido en este periodo y no conocen otra realidad? ¿Será suficiente respuesta?
Y, encima de todo, cuando el electorado mexicano toma una decisión inédita, la división también se profundiza. Ahora, la “nueva” clase política no contribuye exactamente a que las cosas avancen o mejoren un poquito o que cambien ciertas percepciones. Han pasado 20 o 15 días desde que hay nuevo gobierno en la República mexicana y en Jalisco, la información se sucede, todos los días se anuncian programas o desfalcos o diferencias de todo tipo (entre diputados y senadores; entre gobiernos estatales y el federal; entre alcaldes).
La calma a la que apelo no sólo es porque estos son días especiales, de reencuentros gozosos y de disfrute familiar, de emociones, cercanía, amor, solidaridad, compasión y generosidad; ni es únicamente para estas fechas. Apelo a la calma, para empezar, de las nuevas autoridades. Pedro Kumamoto ha insistido en que se haga honor al ejercicio político auténtico, al que implica poner en primer lugar a la sociedad a la que se sirve y lleva a negociar para tomar las mejores decisiones; la política sin alteraciones, perversiones ni tergiversaciones. Política de diálogo, de discusiones sobre la mesa, con argumentos, con el interés y las ganas de que las cosas caminen. No he visto, hasta ahora, que esas “nuevas autoridades” hagan algo similar. Llevan agua a sus molinos mediante la confrontación y las bravuconadas, aunque digan que no son.
Pido calma también, porque no se me hacen tiempos ni circunstancias para lanzarse todos los días a anunciar programas y acciones que, ante tal abundancia, se traslapan unas con otras y no se llegan a conocer ni a valorar en su justa medida. El manejo mediático me parece desafortunado y contraproducente. Es un atiborramiento que impide que la información llegue de manera puntual a todos, sin malas interpretaciones, como está sucediendo.
Durante cinco meses, entre julio y diciembre, se generó muchísima información y, qué conveniente, el Ejecutivo federal lo permitió. Ahora que hay un nuevo Presidente todos los días hay “notas”, no sólo una, emitidas casi sin ton ni son a una sociedad dividida que toma lo bueno o lo malo o lo criticable o lo mal dicho, para agarrarse de ahí, profundizar las diferencias y aventurar juicios que se sueltan como si nada en redes sociales, se reproducen sin freno ni medida y despiertan más incertidumbre, causan más división: que si la Guardia nacional, que si el aeropuerto, que si el federalismo, que si el presupuesto, el terreno de 150 hectáreas, los despidos injustificados, el cierre de puertas a los burócratas el primer día del nuevo gobierno en Jalisco, las obras fallidas por chafas e inconclusas aquí también; el saqueo en Los Pinos, el salario mínimo, los jóvenes, el Poder Judicial, la marihuana… Calma de verdad. Lo digo en serio. Ojalá todo esto se asiente, tome su espacio y su ritmo y las cosas vayan caminando bien para todos. Por lo pronto: ¡Feliz Navidad!


Columna publicada en El Informador el sábado 22 de diciembre de 2018.

viernes, 21 de diciembre de 2018

Acabar con la corrupción


Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)


Una de las ideas reiteradas de Andrés Manuel López Obrador ha sido esta, la de acabar con la corrupción. Por casualidad, hace unos días, me encontré en mi propio archivo un audio del hoy Presidente de México pero de 2007, en el que se refería a la corrupción que ha imperado; ya con una búsqueda exprofeso, resulta que conservo otras grabaciones y textos de coberturas añejas, tanto de él como de Vicente Fox, Francisco Labastida, Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo, entre otras (hay una del cardenal Juan Sandoval Íñiguez), todas contra la corrupción o con promesas de combate.
Lo sabemos, el diagnóstico está hecho y es algo que vivimos y sufrimos cotidianamente como víctimas de corrupción o como actores de ese tipo de prácticas, todas relacionadas, a su vez, con la actuación u omisión de las autoridades.
Es difícil, muy, dudo que sea posible en un sexenio acabar con la corrupción y no creo que en el Poder Ejecutivo se ignore tal complejidad y todas las variables asociadas. Lo sabemos, pero además de que cada quien haga su parte tendría que haber una especie de reconocimiento de que no es posible, para no alimentar falsas expectativas (hay quienes lo creen) por un lado y, por otro, tampoco alimentar el discurso hasta burlesco de la oposición.
Por supuesto que la corrupción no es un asunto cultural en el sentido en que lo dijo alguna vez el expresidente Peña, dando a entender, incluso, que formaba parte de nuestra idiosincrasia. No concuerdo con eso, sin embargo, si hay antecedentes históricos muy antiguos que dan cuenta de estas prácticas, siempre en las esferas de poder y las burocracias.
En una investigación por demás interesante de cuatro historiadores publicada por el Instituto de Historia de Simancas de la Universidad de Valladolid, se narra cómo desde fines del siglo XV, cuando el surgimiento del imperio español, se dieron prácticas de corrupción  para hacer valer el “poderío real absoluto”, es decir, en términos actuales, la corrupción está estrechamente vinculada con gobiernos autoritarios (despóticos o absolutistas… son parientes). La siguiente cita es emblemática y significativa: “Si se define corrupción de forma general, como transgresión de normas por parte de agentes de vigilar el bien público en detrimento de este bien público, encontramos que ya desde la antigüedad existen normas que reglamentan el ejercicio de la función pública, ya sea por legislación civil, ya sea por normas éticas y religiosas […]. Lo esencial de estas normas se refiere a la imparcialidad de la justicia cuya violación se censura siempre”. Es pues, algo añejo.
En el mismo artículo académico se hace referencia a la maquinaria administrativa, a funcionarios y a gestión burocrática y términos por el estilo que confirman la relación de autoridades y/o gobernantes y sus respectivas burocracias, con la corrupción.
En  la medida en que las instituciones funcionen como deben, que no sea necesario para los burócratas pedir  ni para los ciudadanos ofrecer, que se resuelven los trámites en tiempo y forma, con la tardanza normal derivada de la demanda rutinaria, no tendría por qué haber prácticas corruptas; si además las cabezas son ejemplo de honestidad y cumplimiento del deber, las cosas se podrían facilitar y acelerar, pero sigo pensando que es difícil.
Hace unas semanas, en la Cumbre de Negocios que se celebró aquí en Guadalajara, uno de los ponentes fue Max Kaiser, encargado del área de Anticorrupción del Instituto Mexicano de la Competitividad. Él dijo lo siguiente. “La frase acabar con la corrupción está destinada al fracaso”. Y propuso, para empezar a combatirla con éxito, cuatro acciones muy claras: contener, controlar, reducir el impacto y hacerla más cara. En el caso de la primera, se trata de contener su expansión, es decir, que no cunda más; la segunda, el control, implica implementar mecanismos de vigilancia y de supervisar con lupa, por ejemplo, el sistema de contrataciones de servidores públicos; la reducción del impacto, dijo Kaiser, quiere decir reducir el número de casos y acortar hasta detener su permanencia y, finalmente, que sea más cara, es decir, que los castigos o sanciones por casos de corrupción sean verdaderamente inhibidores de caer en esas prácticas o de seguirlas ejerciendo, detenerlas cuanto antes. Por ejemplo, que pierdan sus empleos y la capacidad “de volver a hacer daño al Estado” además de quitarles lo que se llevaron.
Me parece imprescindible que el equipo de AMLO considere estas propuestas que no sólo son eso, sino que además incluyen método y estructura. Tendrían que aplicarse estas cuatro acciones de manera simultánea junto con la operación transparente y eficiente de las instituciones y el ejemplo. Sólo así se podría pensar en acabar con la corrupción, en empezar a acabar con la corrupción, mejor dicho.

Columna publicada en El Informador el sábado 15 de diciembre de 2018.

Jóvenes, jóvenes, jóvenes


Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Es un tema que he venido siguiendo desde hace años: los jóvenes mexicanos. A los problemas sociales, psicológicos, familiares, físicos y fisiológicos de los jóvenes en México, hay que sumar la falta de oportunidades, los abusos, las amenazas, los riesgos a los que están expuestos, la falta de motivación y de expectativas en un entorno incierto y más bien oscuro. Es muy complejo.
Encima de todo, cargan con las generalizaciones de la simple condición de ser joven, aquí y en China, literal; y se les hace responsables por no estudiar ni trabajar. Complejísimo también como para nada más medir con tabla rasa o cortar con la misma tijera. Hace dos meses una semana, en este mismo espacio, escribí sobre el programa “JóvenesConstruyendoElFuturo; una iniciativa del todavía Presidente electo que en lo personal celebré, entre otras cosas, porque había conseguido acuerdos con los empresarios, los líderes de organismos como Coparmex, CCE, Concanaco, Concamin, quienes, unos más que otros, se habían convertido en los principales detractores de Andrés Manuel López Obrador desde hacía años, desde 2006 por lo menos. El compromiso de septiembre pasado, posterior a una reunión previa con el mismo tema y propósito, ya era una buena noticia por el cúmulo de coincidencias con respecto a la problemática juvenil, la que se refiere a sus oportunidades de estudio y de trabajo, básicas, sin duda, para resolver o atenuar o atajar a las demás.
Ayer, en una de las primeras acciones del nuevo Gobierno federal (hoy cumple una semana), se firmó el primer convenio con los empresarios para empezar a operar al programa que tiene objetivos profundos y de largo alcance. El discurso de la titular de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, Luisa María Alcalde Luján, encargada precisamente de la operación de este programa, dejó asentado que hay conocimiento de la realidad, de los diversos problemas que afectan a los jóvenes y claridad con respecto a las soluciones. Me sorprende, muy gratamente, el nivel de desempeño de la funcionaria, la más joven de todo el gabinete presidencial, y por eso, en gran medida, su conocimiento de una realidad que está agarrada con pincitas y que hay que mejorar cuanto antes.
Parecía ocioso, pero me gustó mucho y qué bueno que sí lo hicieron: la lectura de la lista de las empresas firmantes del convenio. Sorprendente también escuchar los nombres de ciertas compañías, pero qué bueno y ahora sí que ni para qué seguir recordando posturas recientes si lo que muestran ahora es un acto de generosidad, de apuesta por los jóvenes y por México, una actitud de compromiso, de cerrar filas en torno a este país maravilloso.
Creo que la diferencia es que en este caso en particular se convocó a los empresarios de otra manera, se les plantearon alternativas y posibilidades, el proyecto en sí, de una forma que no quedaba de otra más que decir que sí porque es conveniente por donde se le vea, para todos los involucrados; y con iniciativas como esta, novedosa, ingeniosa, que logró la conjunción de esfuerzos, será posible pensar en una realidad distinta para los mexicanos, mejor, sin simulaciones, sin engaños, sin promesas incumplidas.
Es alentador, y sólo espero que así siga y se cumpla como está diseñado y pensado, que entre las primeras acciones de gobierno se considere a los jóvenes y quiero repetir aquí una frase de una lógica muy cercana a una perogrullada pero que si no se dice con todas sus letras puede pasar inadvertida: “lo que no conquista a los jóvenes no tiene futuro”. La dijo el Dr. Juan Real Ledezma en la presentación del libro Utopía y acción de Fray Antonio Alcalde cuya edición coordinó. Así que habría que pensar en programas como este para que, como dijo la secretaria Alcalde, el futuro sea eso, futuro.
Rescato aquí una parte del discurso donde la funcionaria expresa los alcances del programa, luego de decir que si le pidieran resumir el objetivo en una sola palabra, “sería inclusión”:
“Incluir a los jóvenes del campo para que no se vean obligados a abandonar su tierra en busca de una vida mejor; incluir a los jóvenes de las regiones en las que se ha quebrado el tejido social para que no caigan en el círculo de la violencia que tanto dolor ha causado en nuestro país; incluir a las mujeres jóvenes para cerrar las brechas de ocupación y de ingreso, desigualdades que son inadmisibles que prevalezcan en pleno siglo XXI; incluir a jóvenes profesionistas que por más que se han esmerado en su formación educativa no han logrado encontrar trabajo porque les dicen que les falta experiencia laboral […]”.
Sólo en este párrafo está expresada la problemática de los jóvenes y, por lo mismo, con la certeza de que hay conocimiento, es posible pensar en que las soluciones, sin simulaciones ni maquillajes, darán resultados pronto.

Columna publicada en El Informador el sábado 8 de diciembre de 2018.

Es hora


Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Con altibajos y pausas, estamos justo a un sexenio de que se cumplan 200 años de la constitución de la primera república federal de los Estados Unidos Mexicanos. En las celebraciones que definieron los liberales a lo largo del siglo XIX y los gobiernos autoritarios del XX por no hablar del desastre en lo que va del siglo XXI, ese momento de nuestra historia no ha sido destacado.
Escasamente referido, como duró tan poco, ha pasado a la historia como uno de los primeros fracasos y, eso sí, ha dado pie para insistir en la casi eterna división de la clase política mexicana en buenos y malos, liberales y conservadores, yorkinos y escoceses, borbonistas, iturbidistas, santannistas… en fin, facciones, facciones, facciones y traiciones al por mayor.
Sin embargo, los años 1823 y 1824 en la historia de nuestro país, específicamente, han sido muy mal juzgados. En ese bienio, entre la caída del imperio de Iturbide y la primera república federal, hubo políticos mexicanos de la América septentrional o del Anáhuac, que se plantaron y enfrentaron grandes desafíos.
Pasión por los libros.

A la situación económica crítica heredada de la Colonia (cualquier parecido con la realidad, guardadas las proporciones, es mera coincidencia) había que sumar las condiciones en las que había quedado el territorio y la sociedad luego de once años de guerra feroz, entre medio y un millón de muertos según diversas cuentas, en un país con siete millones de habitantes en 1822 (el dato lo dio Agustín de Iturbide) y dividido por diferentes aspectos, muy complejos, considerando que terminaba un modo de vida que se había prolongado por tres siglos, y empezaba otro, nuevo, incierto, para algunos esperanzador, para otros oscuro.
En el grupo en el poder, entre quienes quedaron al frente de la nación en ciernes, había un partido a favor del federalismo y otro del centralismo. Las discusiones y arengas de la época son por demás interesantes y es claro que no luchaban por el poder en sí mismo, no trataban de llegar a como diera lugar para favorecer sus intereses y de sus allegados, como ahora; entonces peleaban porque cada bando estaba convencido de que su proyecto de nación era el mejor para México. Es muy común que tratemos de juzgar o juzguemos de plano con los valores actuales, con la realidad de hoy y no aplica.
Estos hombres aplacaron revueltas, intentos separatistas y se las ingeniaron junto con la gente que continuó con sus actividades cotidianas para mantener a esta gran nación en pie cuando estuvimos a un tris de desmoronarnos; tomaron las decisiones que creyeron correctas y se relacionaron con agentes externos que ofrecieron ayuda no exenta de intereses. Sí, hubo errores y aciertos pero pese a todos los pronósticos en contra, la república federal se constituyó y henos aquí, casi a 200 años de distancia de aquellos momentos complejos, caóticos, revueltos… Los hombres y mujeres de entonces fueron protagonistas y testigos de un cambio de época pero en el devenir de los acontecimientos nadie o casi nadie tiene esa perspectiva.
Fue difícil, muy. Entre 1821 y 1825 se mantuvo un sitio español en San Juan de Ulúa con el propósito de iniciar la reconquista de México; hubo otros intentos y conspiraciones, pero, por ejemplo, Guadalupe Victoria, en la época, con todas estas circunstancias apenas enumeradas (y no fueron las únicas, además hubo dos años de sequía de 1826 a 1828), completó los cuatro años de su mandato y después fue senador. Victoria, por cierto, fue nombrado Benemérito de la Patria junto con Vicente Guerrero, en vida, antes de que asumiera como el primer Presidente de México y no ha sido de los héroes favoritos de quienes han manipulado la historia, pese a que por él y Guerrero, la guerra de independencia continuó.
Tiempos complejos, sin duda, como los que vivimos ahora. No hay algún aniversario cercano, pero traigo este tema para llamar la atención sobre acontecimientos de nuestra historia que deberían ser motivo de orgullo y no de vergüenza; sobre la existencia de hombres y mujeres que han puesto al país en primer lugar, que han dado la vida por él, que han creído y aportado ideas y proyectos con buenas intenciones, con el objetivo siempre de conducir a México a niveles superiores de desarrollo para que ocupe su lugar en el concierto de las naciones.
Es hora de sumar, de fortalecer nuestra capacidad de determinación y hacer acopio de generosidad para que nos vaya bien a partir de hoy, de este primer día de diciembre de 2018. Nos tiene que ir bien a todos y depende de todos, no es tarea de un solo hombre ni de un partido.
Es tiempo de desterrar la mezquindad que ha caracterizado a la clase política mexicana de las últimas décadas porque han privilegiado sus intereses por encima del interés superior de la nación y con la que han contagiado con mala fe a muchos mexicanos de buena fe. Nos toca a todos: a los servidores públicos dejar de lado soberbia y prepotencia; a los ciudadanos cumplir, participar y cuestionar lo que no se haga correctamente; al gobierno escuchar, corregir, actuar; y trabajar todos juntos por México. Es posible y ya es hora.

Columna publicada en El Informador el sábado 1 de diciembre de 2018.
  

sábado, 24 de noviembre de 2018

Adiós


Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Estamos a una semana de que se termine el sexenio de Enrique Peña Nieto y es, con base en datos concretos y mediciones demotécnicas, el peor presidente que ha tenido México en su historia contemporánea; para la historia pero no para el orgullo, ni para el honor, ni para la gloria.
Fue un sexenio de imagen y ni siquiera bien conseguida. Y de simulación. A las primeras de cambio se dejó en claro que serían seis años en los que el Revolucionario Institucional retomaría sus costumbres y su modus operandi: autoritarismo, corrupción, nepotismo, cinismo, privilegios, prepotencia, en fin, lo que le conocemos a ese partido desde hace tantos años.
Esta realidad que desde el poder sistemáticamente se niega, se materializó en el voto multitudinario a favor de una opción política distinta. Esa manifestación popular de alrededor de 30 millones de mexicanos ha seguido expresándose de diversas maneras del mes de julio a la fecha, porque las malas decisiones, la información sobre más actos de corrupción y las declaraciones mentirosas sobre lo que en realidad ha sido el sexenio, han no sólo mantenido sino incrementado el coraje y el resentimiento contra el Ejecutivo federal aún en funciones.
Para las personas encuestadas por De Las Heras Demotecnia, 64 % no aprueba el trabajo realizado por Peña y en esa misma proporción contestaron que lo consideran un “mal presidente” más 12 % que respondió que fue “regular”.
A la pregunta “¿Qué tanto cumplió Enrique Peña Nieto con sus promesas de campaña?” 90 % respondió que cumplió algunas pero no todas (64) y que de plano no cumplió ninguna de sus promesas de campaña (26). Estos mismos mexicanos encuestados respondieron que la generación de empleos, la educación pública, el combate a la pobreza, la economía nacional y el combate a la inseguridad, empeoraron. ¿Los porcentajes? De 54 a 81 % de las respuestas para concluir que ninguno de esos aspectos mejoró realmente según la mayoría.
Esta percepción contrasta como de la noche al día con las declaraciones del propio Peña y aquí en Guadalajara, de que cumplió 97 % de sus compromisos y deja un mejor país, mejor que hace seis años.
Durante su sexenio hubo constantes incrementos pero en la delincuencia, en el número de personas desaparecidas, en el  número de muertos, mexicanos asesinados en un marco de violencia e inseguridad; feminicidios y otros hechos asociados con el crimen organizado por un lado, lo peor claro está; pero también aumentaron los hechos delictivos producto de la descomposición social, de resentimientos e insatisfacciones, desempleo o empleos abusivos y mal pagados, más las pésimas condiciones de salud y educación por ejemplo, pese a que a ambos rubros se destinan las mayores partidas presupuestales.
Aumento la desconfianza y la corrupción, la impunidad y las ineficiencias del Estado en general, desde la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa hasta la Casa Blanca y los casos relacionados con Odebrecht y la Estafa maestra. Se suman a este recuento, los casos recientemente dados a conocer sobre presunta corrupción y favoritismos para políticos o ¿será empresarios? que disfrutan de inversiones y sus ganancias en Valle de Guadalupe, muy visionarios claro.
Esto se acaba y es un gusto decirle adiós. Fue un sexenio, además, de atentados claros contra la libertad de expresión, y de la “desaparición” simbólica y real de comunicadores críticos; del gasto mil millonario en publicidad para dar una imagen de lo que no es en medios de comunicación y de esa desesperante conducta persistente de no reconocer los errores y corregir el rumbo.
Se acaba el sexenio de las reformas “estructurales” que no fueron tales y dejaron problemas en todos los ámbitos: energética con los precios más altos en gas y gasolina, no sé hasta cuándo dolerá el gasolinazo; educativa que implicó más bien cambios laborales en el magisterio, sin socialización y con la clara intención de manipular para quitar del camino maestros incómodos por ser críticos y opositores al sistema establecido; la fiscal que se dedica a ensañarse con los causantes cautivos y a reducir los ingresos de los trabajadores; y la laboral que extendió carta de legalización a esquemas de subcontratación  que afectan las prestaciones y los derechos de los trabajadores en general. Sólo desatinos y desastres. El peor sexenio en toda la historia del país si pensamos en función de sexenios ¿o el segundo peor? Para el caso, es lo mismo. Adiós.


Columna publicada en El Informador el sábado 24 de noviembre  de 2018.

Corazón de la Tierra


Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Hace 15 años, con una idea muy clara de gestión de los problemas ambientales, con la convicción de que servía más trabajar y generar conciencia que pelear y mantener una actitud contestataria, nació Corazón de la Tierra, un organismo no gubernamental que ha transitado por diferentes figuras jurídicas hasta constituirse en lo que es hoy: un instituto de desarrollo ambiental.
En muchas ocasiones, incluso antes de que Corazón de la Tierra se formalizara, conversé con su fundador, Alejandro Juárez, sobre problemas ambientales y la manera como eran abordados tanto por activistas como por los gobernantes, casi siempre con resultados lamentables porque por lo general se rompía el diálogo, de alguna manera cada bando, sí, bando, llevaba agua para su molino y ahí quedaba la cuestión; con triunfos para un lado, a veces para el otro, pero siempre en escenarios ríspidos, medio forzados y con muy pocos resultados en el mediano y largo plazos. ¿Por qué? Porque es común que se contenten con acciones inmediatistas muy lucidoras pero efímeras.
¿Qué hace diferente a Corazón de la Tierra? Muchas cosas. Es como si Alejandro Juárez y el equipo se plantearan desde un inicio hacer todo distinto, diametralmente, a  lo que habían hecho otros, sin la necesidad de ser explícitos ni dejar a nadie en evidencia, sólo con la idea y el firme propósito de avanzar, de registrar resultados notables en materia de gestión ambiental, en generación de conciencia, en educación para el futuro, en acciones de largo plazo y en la convocatoria a actores de todos los sectores para sumar y no para dividir.

Sus acciones han trascendido los terrenos de la educación y la conciencia, hay registro de resultados concretos que incluyen la habilitación de un bosque caducifolio en una sierra que ni nombre tenía, hoy, la Sierra Cóndiro Canales, Área Natural Protegida desde el año pasado, en el entorno de la cuenca del Lago de Chapala cerca de Atotonilco. Este proyecto implicó un trabajo de campo profundo y de largo aliento que involucró a la comunidad a tal nivel que se convirtió en la primera defensora y protectora. Es un ejemplo a nivel mundial en el escenario de los defensores del medio ambiente y ha cosechado varios premios y reconocimientos.
Es también de Corazón de la Tierra la iniciativa para promover el Lago de Chapala desde perspectivas más actuantes y menos pasivas, por ejemplo, con el Festival de las Aves que tiene lugar ya desde hace varios años y se inscribe en los esfuerzos de conservación y manejo del lago, por cierto, poco antes del aniversario, cuando todos festejábamos el alto nivel del vaso lacustre gracias al temporal, el instituto llamó la atención sobre la importancia de no conformarse, de no perder de vista que se trata de una cuenca en estado crítico y amenazas constantes por la gran cantidad de habitantes, por la multiplicidad de usuarios, por los riesgos, por la demografía, por las deficiencias en la vigilancia y control en el uso de pesticidas y herbicidas así como en las descargas de residuos orgánicos contaminantes, entre otros aspectos que no se pueden soslayar.
Vale la pena apuntar que desde hace años, mientras los políticos se desviven en unos y otros proyectos para que no falte el agua en Guadalajara sin que hasta ahora se haya resuelto, que Corazón de la Tierra ha dicho que se requiere una política integral de reforestación en la cuenca Lerma-Chapala para propiciar la recarga de mantos acuíferos, la protección de la masa forestal que opera como captadora de agua, la protección del recurso que va por el cauce y llega a presas y a Chapala con medidas adicionales que incluyen, sobre todo, involucrar a las comunidades para que, como en el caso de la Sierra, se conviertan en los principales defensores de recursos que están a nuestro servicio.
Esto y mucho más como el proyecto de Filtros Verdes que avanza a duras penas por la falta de financiamiento a pesar de sus bondades, son algunas de las acciones exitosas que ha emprendido Corazón de la Tierra, convocando y convenciendo en lugar de recurrir a enfrentamientos y división. Este instituto es en verdad un ejemplo de lo que se puede hacer si se trabaja en unión con un objetivo común que a todos nos atañe.
Felicidades pues a Corazón de la Tierra y todo el reconocimiento por su manera de operar, responsable, honesta, transparente, consciente y generosa a favor de los recursos naturales de todos.

Columna publicada en El Informador el sábado 17 de noviembre de 2018.

domingo, 11 de noviembre de 2018

Marihuana


Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Con frecuencia resulta muy complicado abordar ciertos temas en nuestro país por el contexto político-electoral, por la diversidad en las posturas, por la polarización, por la tergiversación de tantos asuntos, por la falta de información y por la manipulación que diferentes actores emprenden para llevar agua a sus molinos, pero sobre todo, para confundir.
La marihuana es uno de esos asuntos y digo específicamente marihuana, porque justo el manejo de las palabras y los conceptos asociados podría ser la clave que condujera a discusiones maduras, constructivas y productivas que permitieran, sin que todo mundo hable al mismo tiempo, tomar las mejores decisiones.
Se habla de legalización y de despenalización ¿qué tal legislación? Si todos habláramos de legislación sobre la producción y consumo de marihuana el panorama cambiaría radicalmente; no se trata simplemente de “dar permiso”, ni de inundar el mercado con la hierba, ni que será “otra Holanda”, en fin, la serie de expresiones que se han repetido en los últimos días a raíz de la iniciativa que presentó la senadora Olga Sánchez Cordero. Hay todo un planteamiento que debemos conocer si es que el tema nos interesa, nos importa, nos preocupa.
De entrada, creo que la mesa está servida para que le entremos con más y mejores elementos de juicio; y al decir “le entremos” me refiero a todos como ciudadanos. Creo en la madurez de la sociedad mexicana, estoy convencida de que no somos menores de edad ni tenemos por qué ser considerados así por los políticos, de manera que, nos toca involucrarnos y participar.
Para empezar, lo más adecuado es leer la iniciativa (click aquíque se presentó apenas el jueves y a partir de su lectura, revisar con qué se está de acuerdo y con qué no, para escribir al Senado, a los senadores que la presentaron, es decir, Olga Sánchez Cordero y Ricardo Monreal, ambos de Morena, para expresar nuestras consideraciones. Hay que hacerlo y toca insistir. De hecho, se puede escribir a otros senadores para que representen nuestras posturas.
No es la primera vez que la discusión sobre la legislación en torno a la marihuana pasa al terreno de lo público. Hace años, durante la administración de Felipe Calderón, por lo menos, también se abordó, más como una tendencia mundial en los países desarrollados que como parte de un discurso “progresista” mal entendido por muchos de los mismos autonombrados “progresistas”.
A estas alturas del devenir de la humanidad, creo que sí es pertinente empezar a discutir, como se está proponiendo, sobre bases equilibradas. Las expresiones de la senadora que justo llaman o se refieren al punto medio, no han encontrado grandes espacios en los medios de comunicación y destaco tres cuestiones señaladas por ella:
Primera: La iniciativa propone un esquema de “regulación legal estricta”, en otras palabras, un “punto medio entre la prohibición absoluta y el libre mercado”.
Segunda: Con la legislación se pretende incidir en la reducción de la violencia y de tantas muertes generadas por el tráfico de la hierba: 240 mil muertos, 40 mil desaparecidos en 10 años, miles de niños amenazados por el crimen organizado, para que vendan y consuman.
Y tercera: Incluye una serie de propuestas para regular la parte sanitaria de prevención y atención de adicciones.
Creo que en México ya es hora de abordar temas peliagudos como este sin escándalos ni desgarre de vestiduras; sí en cambio con madurez y una clara conciencia de lo que se requiere.
Creo también que los legisladores, con sus equipos de asesores deben disponer de los elementos necesarios para trabajar tópicos difíciles y polémicos, y presentar iniciativas que representen el sentir de la sociedad mexicana en su conjunto, inteligentes, bien diseñadas, sin fines mediáticos ni electorales; con apego a las necesidades de la población, con claridad respecto a oportunidad y pertinencia. La iniciativa está en comisiones, no se ha aprobado, ni siquiera se ha sometido a discusión y ya veremos qué pasa con nuestra participación (se puede y se vale, de hecho y si me apuran, se debe) o sin ella.

Columna publicada en El Informador el sábado 10 de noviembre de 2018.


lunes, 5 de noviembre de 2018

Puntos


Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)


La semana pasada manifesté aquí me desacuerdo con la consulta para definir el lugar del NAICM. Reitero: no me parece el mejor momento para profundizar divisiones entre la sociedad y enardecer ánimos que no estaban calmados, aparentemente, pero no. Tampoco porque, en realidad, y es el primer punto, el resultado de la consulta no es vinculante mucho menos cuando fue emprendida por un Gobierno electo y no en funciones, no todavía. Algo se pudo haber ideado desde el Legislativo y no se hizo, así que concuerdo más con quienes afirman que se trató de un ejercicio para medir fuerzas aunque, con todo y eso, me molesta, porque nos llevan al baile de muchas formas de un lado y del otro…. Y nos usan.
Esto ya sin considerar las deficiencias y todos los cuestionamientos para los que se dio motivo. Debieron cuidar en niveles extremos la organización y no fue así. Sobre el hecho de consultar (otro punto) sí estoy de acuerdo, pero que se haga bien. AMLO lo dijo en la Cumbre de Negocios que fue aquí en Guadalajara hace unas semanas y lo ha venido repitiendo: no temer a las consultas ciudadanas que es lo mismo que no tener miedo a la democracia participativa. Creo que debemos trascender hacia ese tipo de prácticas en México, efectivamente, con valentía, y asumir la responsabilidad como representantes populares desde el Presidente de la República hasta el más humilde de los ediles de este país.
En ese sentido, las consultas populares y los otros mecanismos de participación ciudadana (plebiscito y referéndum) deben perfeccionarse, delimitarse con cuidado y rigor en el marco legal correspondiente, socializarse de manera exhaustiva y funcionar no para medir fuerzas o para que alguien se salga con la suya, sino para escuchar realmente y tomar las mejores decisiones; bien hecho, creo que esto sí es posible y deseable en un país donde tradicionalmente se ha considerado a la sociedad en general como menor de edad, y ya no.
Ahora bien, me parece totalmente desproporcionada la reacción de quienes están contra AMLO, no puedo decir que contra el aeropuerto en Santa Lucía, porque se ha llegado a extremos que pintan un escenario de terror cuando, insisto, todavía falta para que la dicha cancelación se ejecute. Y en este desgarre de vestiduras y gritos destemplados, se están dejando de lado cosas que importan más, desde mi muy humilde punto de vista, porque se refieren al gobierno que está en funciones el que, por cierto, está muy cómodo mientras el gobierno electo da la nota todos los días.
Una de esas cosas (tercer punto) es la devaluación asociada a la decisión de hacer el aeropuerto en Santa Lucía y no en Texcoco ¿y la devaluación de 14 a 20 pesos durante la administración de Peña? ¿Alguien gritó o se desgarró las vestiduras?
Cuarto: ¿Y el amparo para Peña y su equipo para quedar a salvo de la justicia? Por si no se enteraron —siempre hay información que se va quedando rezagada— la Suprema Corte de Justicia de la Nación suspendió por tiempo indefinido las indagatorias y acciones legales contra el Presidente Peña y varios miembros de su gabinete que había iniciado el gobernador de Chihuahua, Javier Corral, “por su presunta implicación en el desvío de 250 millones de pesos destinados para el Estado y que fueron a parar a las campañas electorales del PRI en 2015”. Esto es grave, es la impunidad al más alto nivel.
Hay también una reacción desproporcionada con respecto a la posible, eventual, hipotética cancelación de una obra equis, cuando es lo que los sucesivos gobiernos de uno y de otro partido nos han aplicado toda la vida (quinto punto). Habría que hacer un recuento de elefantes blancos en el territorio nacional, monumentos a la corrupción, ineficiencia e ineptitud de la clase gobernante. Una treintena de hospitales (aquí en Guadalajara tuvimos uno por muchos años, donde ahora está el Nuevo Hospital Civil ¿se acuerdan?), la refinería de Calderón, tramos carreteros y de vías férreas, el tren México-Querétaro cancelado en esta misma administración por la presunta corrupción asociada al escándalo de la Casa Blanca que llevó a los empresarios chino a echarse para atrás ante la falta de transparencia y la ausencia de garantías legales.
En contraste con todo esto, (último punto) celebro la actitud de los empresarios jaliscienses que con toda oportunidad levantaron la mano para afirmar que aquí está el Aeropuerto Internacional Miguel Hidalgo para descargar al de la Ciudad de México en una propuesta que sólo retoman pero que es más pertinente que nunca.

Columna publicada en El Informador el sábado 3 de noviembre de 2018.

lunes, 29 de octubre de 2018

Al cuarto para las doce


Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)


Uno de los argumentos de quienes están a favor de que el nuevo aeropuerto de la Ciudad de México se construya en Santa Lucía, es que no se afectará el suministro de agua para buena parte de los habitantes de la capital. Estos defensores del medio ambiente salen ahora a decir que primero el agua y las aves migratorias que un aeropuerto.
Y los que quieren el puerto aéreo en Texcoco arguyen que es mejor que el de Santa Lucía, por cuestiones de aeronáutica y tecnicismos que sólo pocos, muy pocos entienden; también hablan de la inversión que ya se ejerció y de las obras muy avanzadas; afirman que qué va a decir el mundo con estos mensajes si se cancela el aeropuerto de Texcoco, son malas señales y cuestiones por el estilo.
Lo que me queda claro es, independientemente de posturas, es que la falta de planeación del desarrollo urbano de la capital del país es prácticamente nula y casi siempre, por no decir que siempre, se deja la toma de decisiones al cuarto para las doce cuando las situaciones ya están rebasadas, son urgentes, de emergencia o se encuentran en fase crítica.
La verdad, este asunto del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) me tiene muy molesta por varias razones: en primer lugar ¿por qué después de San Salvador Atenco en 2006 no se le había movido al asunto? ¿Políticamente incorrecto acaso? ¿Electoralmente riesgoso? Porque esos son cálculos que sí hace la clase política.
¿Por qué cuando se inició el proyecto nadie había dicho nada, no al menos con posibilidades de ser escuchado y abrir la mesa de las discusiones? ¿Desde cuándo es insuficiente el AICM? Desde hace años y desde hace años también se intentaron soluciones que fueron desechadas porque no convenía a ciertos políticos, porque había mejores usos para terrenos que podían servir por el lado de Toluca.
¿Alguien sabe algo —no he escuchado nada hasta ahora—  del Proyecto Texcoco protegido por un Decreto Presidencial de junio de 1971? Esto, aparte de las sucesivas modificaciones registradas en el Diario Oficial de la Federación para cambiar tal decreto, los usos de suelo y los regímenes de propiedad.
Me queda claro, que con los niveles de corrupción a los que han llegado los políticos mexicanos de todos los partidos, la Ciudad de México se ha manejado a su antojo, a conveniencia tanto económica (las grandes obras, los negocios fáciles) como partidista y el desastre del que somos testigos el resto de mexicanos es resultado de malas decisiones, convenencieras, paliativas, costosísimas para toda la nación y siempre, siempre, insuficientes porque no hay nada que pare el crecimiento de esa megalópolis.
Estudio de 1995 disponible aquí

La próxima semana, dizque por obras de mantenimiento del sistema Cutzamala, la mayor parte del área urbana de la Ciudad de México se quedará sin agua, hasta se van a suspender clases. No les creo; como no he creído nunca en los tandeos acá en Guadalajara. Es racionamiento disfrazado y una muestra más de la falta de planeación, de decisiones desafortunadas de gente inexperta y negligente. Y de los privilegios de vivir en la capital, como la renuencia a incluirla en al Consejo de Cuenca del Río Lerma del que el ex DF se sirve del 10 % del agua que necesita.
Al cuarto para las doce, cuando ya no hay mucho qué hacer, cuando las medidas son urgentes, costosas y por lo general incluyen sacrificios para la población; porque los políticos y sus administrativos no hicieron bien las cosas, en tiempo y forma; porque han tomado la política como juego.
No me parece tampoco que se haga una consulta (cuando en realidad las consultas deberían ser excelentes mecanismos de participación ciudadana) sobre un asunto que reclama técnicos generosos y no egoístas como hasta ahora, que digan exactamente qué sí y qué no sin filias ni fobias, que no confundan ni lleven a la gente a los extremos y nos vuelvan a dividir entre dos opciones más que efectivas para resolver un problema, útiles para cargarse de un lado o de otro en términos de partido y bandos políticos, pero no de lo que es mejor. Me molesta el manejo perverso de un lado y de otro; las fallas en el sistema para recibir las opiniones de los que han querido votar; me molesta el silencio de los que están a favor de Texcoco y me molesta el ruido de los que apoyan Santa Lucía. De ningún lado nos han proporcionado a los mexicanos la información necesaria sin intentos de manipulación. Y como siempre todo, todo, al cuarto para las doce, cuando el margen de maniobra es casi nulo. A ver si ya van cambiando de estilo para gobernar, todos.

Columna publicada en El Informador el sábado 27 de octubre de 2018.

Ahora resulta


Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)


Sí, Gerardo Fernández Noroña se pasó de la raya y llevó al terreno de lo personal una discusión que implicaba cuestionar a una funcionaria cuya actuación como servidora pública está en entredicho, y con pruebas, aun cuando ella las desdeñe. Había otras maneras de decirlo. De hecho, creo que la forma como planteó el asunto el diputado del PT distrae con respecto a lo importante y sin duda habrá quienes cambien de idea o de bando sólo por las expresiones desafortunadas del legislador.
Ojalá las cosas no queden ahí porque incluso mujeres de las que preguntaban a Rosario Robles, titular de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu),  sobre los resultados de la Auditoría Superior de la Federación reaccionaron a la metida de pata de Noroña ¿cómo se le ocurre?
Claro que la misma Rosario Robles no se quedó atrás cuando aseguró que la investigación es ejemplo de “violencia política de género”. ¿Entonces qué? ¿Ser mujer garantiza impunidad? ¿Se dio cuenta de lo que dijo? Ahora resulta…
Esta afirmación fue un error garrafal, un ardid grotesco, grosero y burdo, para desviar los señalamientos. Imposible algo así dada la magnitud del fraude que está documentado en medios de comunicación y confirmado por la Auditoria. Quien, paradójicamente, vino a ayudarla fue nada menos y nada más que Fernández Noroña. Ni cuenta se dio pero generó un efecto perverso que como político experimentado debería haber calculado con precisión milimétrica. Y no, le ganó el estilo de diputado de oposición que sigue manteniendo a pesar de que no lo es.
Para efectos de que se haga justicia no es relevante la vida personal de los funcionarios hombres o mujeres, a menos que las parejas estén coludidas y, en todo caso, debió plantearse de otra manera, de una forma que la palabra “amante” no atrajera la atención de defensores y críticos. Esto por un lado y, por otro, entre los argumentos válidos, sin duda alguna, está el de que no se ha hecho pública en estos términos, una relación similar de un político varón para incluirla en los cuestionamientos con respecto a una actuación pública en particular; y vaya que hay ejemplos, aquí en Jalisco para no ir muy lejos y de décadas atrás.
Fernández Noroña, si sigue así, hará un daño terrible al país porque no está argumentando de una manera que dé noticia de que las cosas van a cambiar en el Poder Legislativo con la composición actual. Sus discursos y señalamientos son del mismo tipo de los que lanzaba en la calle y puede obstaculizar con epítetos y notas personales, preguntas y cuestionamientos reales que tienen como propósito indagar y hasta acorralar a una funcionaria que, se sabe, es corrupta.
Ahora bien, respecto a la postura de Rosario Robles y sus dichos, son indignantes; lo he dicho antes en este mismo espacio, es una mujer que ha traicionado la causa feminista de equidad de género y paridad en las responsabilidades políticas y de servicio público; y se ha desempeñado en un escenario alejado de las necesidades sociales reales, avalando paliativos como protagonista de diez y nota en materia de simulación y corrupción.
Dice que da la cara y que qué bueno que van a investigar. Si los datos del fraude están a la vista de todos y la ASF ya los comprobó, la única manera en la que me explico su seguridad es que está tan bien armado el desfalco, con prestanombres y prácticas de esta naturaleza, que difícilmente, con todo y pruebas, podrán ir por ella para que pague por las acusaciones en su contra, hasta ahora, en el terreno de lo mediático.
Tania Montalvo, editora de Animal Político, el medio que publicó el reportaje “La estafa maestra” puso el dedo en la llaga con la afirmación de Robles de que era violencia de género: “Habría que recordarle a la funcionaria lo delicado que es hablar de violencia de género en un país en el que los cálculos más conservadores hablan de siete feminicidios diarios (y subrayo que son cálculos, porque no hay estadísticas suficientes para saber cuántos son en realidad). Un país en el que hay jueces que consideran que solo cuando hay mutilaciones en el cuerpo de la mujer y agresión sexual antes del asesinato se trata de un feminicidio […] Eso nada tiene que ver con el desvío millonario de recursos públicos. Porque la corrupción no tiene género” (El País, https://elpais.com/internacional/2018/10/17/mexico/1539781400_825007.html). Ahora resulta.


Columna publicada en El Informador el sábado 20 de octubre de 2018.

Daños colaterales


Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Desde 1988 están planeadas ocho rutas de tren ligero para Guadalajara. Tengo grabado en la mente el mapa de la zona metropolitana atravesado por las ocho líneas, parecía una estrella. Lo vi en la oficina del entonces director de Planeación del Estado, Esteban Wario (qepd).
La Línea 1 estaba en construcción y las perspectivas a futuro eran alentadoras porque con esa visión desde entonces, la planeación permitía imaginar que la ciudad tendría un transporte masivo de primer nivel, justo para sus necesidades y acorde a las proyecciones de crecimiento.
Quedó en imaginación. La construcción de la Línea 2 (1992-1994) fue cara y problemática, además de que, luego de las explosiones del 22 de Abril, hubo hipótesis que apuntaban a que el sifón que se introdujo en la calzada para salvar el colector había influido en la acumulación del combustible en el drenaje.
No se volvió a hablar de tren ligero en Guadalajara con posibilidades reales de continuar con aquella planeación de fines de los ochenta, hasta esta administración a punto de fenecer; y ahí está, a la vista de todos en el área conurbada, la construcción de la Línea 3. Todo indica que no será posible inaugurarla antes de la primera semana de diciembre, pero estará y bueno, después de 30 años, habrá un incremento notable en la oferta de transporte masivo para los habitantes de esta metrópoli.
Muy bien, perfecto, ya era hora, se habían tardado… Será sin duda una obra que vendrá a cubrir el rezago en la materia y es muy probable que esto sí inhiba el uso del automóvil, sin embargo, quiero apuntar varios asuntos con el sueño de que las próximas líneas de tren ligero (quiero creer que en esta vida me tocará ver y usar por lo menos tres líneas más) se planeen mejor en cuestión de tiempos y daños colaterales. Es infraestructura muy necesaria, para Guadalajara era urgente, pero se descuidaron aspectos asociados que han causado problemas graves, algunos irremediables: inundaciones, inseguridad, afectación económica y deterioro de pavimentos y otros elementos de la infraestructura urbana y vial. Todo eso.
Esta semana, por las obras del tren ligero, en el entendido de que han presionado las vialidades y rutas alternas; y de que tiene espacios y recovecos propicios para la delincuencia, murieron dos jóvenes estudiantes del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades de la Normal (hay otro en Belenes, problemático también por el nodo que ahí se construye). Una de ellas murió atropellada y la otra fue francamente agredida y asesinada.
Las manifestaciones de la comunidad estudiantil arrancaron una promesa del gobernador para tomar cartas en el asunto en un plazo no mayor de 15 días. Está bien, pero dos chicas murieron y sí tiene que ver con las obras del tren ligero como el incremento en las inundaciones. Se publicó en El Informador, en junio, un trabajo especial sobre los puntos de inundación, su crecimiento y el reconocimiento del SIAPA de que se debe “al proceso de urbanización que afecta la capacidad de infiltración y modifica el coeficiente de escorrentías de agua pluvial en los territorios”. Este año ha habido más desastres por las lluvias que en otros y hay relación.
Están las pérdidas y cierres de negocios aledaños a las obras y es muy probable que muchos de ellos se organizaran y programaran para determinado tiempo, pero si hay retrasos en las obras los problemas se agudizan. Nada más en la parte de Av. Revolución, las afectaciones económicas alcanzan a unos 600 comerciantes, son muchos, y tienen empleados y generan dinamismo en la zona donde están. De ahí la importancia de que se cumpla con la programación y la presupuestación de estas obras.
Y luego está el pavimento de vialidades alternas. De principio a fin esas calles y avenidas están destrozadas, por las obras y por las lluvias, algunas son verdaderamente intransitables. Claro que eso eleva costos y genera pérdidas y accidentes. La zona de la Central de Autobuses (ya no se le dice nueva, creo), parece un campo minado. Tendrían que realizarse, por lo menos, obras de bacheo y los dueños de líneas de autobuses aportar para que eso mejore, es impresionante cómo está y la señalética, además de todo, es deficiente y errónea.
En fin. Ojalá que la Línea 4 y las obras en la ciudad en general, tengan una mejor planeación para que cuesten lo que se proyecta inicialmente, para que se terminen a tiempo y para que no causen los daños colaterales que ahora todos sufrimos. Por favor.


Columna publicada en El Informador el sábado 13 de octubre de 2018.

Secretos y mentiras


Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Más que una característica de la idiosincrasia del mexicano, que bien podría serlo, es un rasgo de la condición humana. No somos los únicos pero aquí llega a niveles de maestría porque además, es sí, los mexicanos estamos, en general, muy pendientes de las emociones y las opiniones de los otros, cercanos o no, familiares o no. Ya saben ¿qué van a pensar? ¿Qué va a decir? ¿Cómo lo va a tomar? O No le digas esto porque se podría ofender, sentir, enojar, es mejor que no lo sepa, está muy chica, no es madura, en fin.
Esta introducción tiene que ver con esta proclividad a no hablar de las cosas que son dolorosas, en lo personal, es decir, no queremos ni confesarlo a nosotros mismos, cualquier cosa de nuestra vida privada que no es agradable; en lo familiar ¿hablamos de los secretos de familia?
Esto también se práctica en los pueblos, en las sociedades, en los países. Hay momento históricos que son dolorosos y mejor no se habla de ellos o se les reviste de alguna gesta gloriosa. El ejemplo clásico es el de los Niños Héroes. Entre los que se omiten, por lo general el Estado es el responsable.
La matanza de estudiantes el 2 de octubre de 1968 es el caso emblemático y en un país como el nuestro tan sometido a agravios de parte de la clase política, es urgente transparentar, suprimir secretos y dejar de lado las mentiras porque sólo sobre un piso de verdad será posible construir nuestro destino en mejores condiciones.
Como es sabido casi por todos, esta semana se cumplieron 50 años de una matanza terrible, una masacre que truncó vidas y sueños de miles de jóvenes; que hirió profundamente al país y que acentuó la brecha entre la sociedad y la clase política.
Fue un daño mayúsculo sobre el que, es increíble, el Estado mexicano no se ha pronunciado aún y tampoco, como apuntó el sociólogo Jaime Tamayo, la Universidad de Guadalajara que optó, en aquel momento, por callar y someter a sus propios estudiantes a través de la FEG, para que no se extendieran hasta estas tierras los reclamos estudiantiles y, seguramente a cambio de favores y privilegios, para que se aparentara que no todos los estudiantes estaban contra el régimen.
Así como después de siglos la Iglesia católica ha ofrecido perdón por acciones y omisiones, así tendría que actuar el Estado mexicano y las instituciones responsables de manera directa e indirecta en el caso de Tlatelolco. Hay víctimas y sobrevivientes que lo merecen; todo México lo merece.
Por el 50 aniversario se abrió el expediente relativo en el Archivo General de la Nación, pero sin duda hay más testimonios, videos y papeles que deberían también someterse a la consideración de todos los mexicanos interesados.
Y sería bueno que, además de las letras doradas, los pronunciamientos fueran profundos, de reconocimiento, de verdad, honestos, para comprender esta parte de nuestra historia en su justa dimensión. Sentiremos vergüenza, coraje, indignación, pero también nos fortalecerá como nación, abrirá conciencias y contribuirá a la construcción de una sociedad mexicana mucho más atenta, mucho más crítica de las acciones y decisiones de la clase política, mucho más participativa y exigente, en suma, más democrática. Es cierto, la matanza del 2 de octubre nos dejó grandes aportaciones y coincido también en esto con Jaime Tamayo, porque se inició “un proceso de larga duración en pro de la democratización del país” que, de hecho, creo que todavía no concluye.
Los secretos y las mentiras de la clase política sólo contribuyen al sometimiento, a la simulación, a la evasión; eso impide tocar fondo, la clase política además dispone de todo un aparato manipulador muy conveniente para que nadie alce la voz y para que a ciertas cosas mejor no se le mueva, para qué, ya para qué, si ya pasaron tantos años.
He insistido en este espacio en la necesidad, en la urgencia de romper patrones, en todos los sentidos, pero específicamente en la forma en que estamos inmersos, todos, en el sistema político mexicano; por generaciones hemos nacido y crecido en este sistema que ha creado en torno a él una cultura que se hereda… Con eso hay que romper. Debemos relacionarnos de otra manera, es lo más sano y será lo mejor para un pueblo maravilloso y extraordinario como es el mexicano. Un signo positivo: terminar con todos los secretos y las mentiras sobre el 2 de octubre del 68, que de por sí, no se olvida.  

Columna publicada en El Informador el sábado 6 de octubre de 2018.

Ninis


Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)


En esta sociedad de jueces implacables en la que nos hemos convertido, desde que alguien inventó el término nini, nos cayó del cielo para juzgar a los jóvenes que ni estudian ni trabajan. Nini ya es sinónimo de vago, flojonazo y palabras peores y también de pronto se cree (así de duros somos con nosotros mismos) que los ninis es un fenómeno exclusivo de México.
Pues no es así. Para empezar, la problemática relacionada con los jóvenes entre 16 y 29 años más o menos, los rangos varían de un país a otro, fue detectada primero en Gran Bretaña según pude investigar someramente. Se trata de jóvenes que no estudian formalmente, no trabajan y no están en ningún tipo de capacitación o entrenamiento. La identificación del fenómeno data de 1999 y desde entonces se han hecho estudios, reportes e informes que llaman la atención sobre esto porque es la población en cuyas manos muy pronto estará el destino del mundo (https://data.oecd.org/youthinac/youth-not-in-employment-education-or-training-neet.htm).
En una buena cantidad de publicaciones en internet, tanto de México como de otros países, los juicios contra los ninis son demoledores: “[…] se caracterizan por ser una generación apática, desvitalizada, indolente, tranquila en su zona de confort familiar. Se entretienen con un televisor, un equipo para juegos virtuales y el último programa de internet de su computadora” (La Nación, 2017).
En México el problema está detectado desde hace pocos años y recuerdo que al principio se hacía hincapié en su gravedad porque se corría el riesgo de perder el “bono demográfico”, esto es, que la gran cantidad de jóvenes que hay en nuestro país entre 15 y 24 años no tendrían la formación necesaria que les permitiera desempeñarse en el mercado laboral cuando les llegara la hora.
Desde entonces, para muchos, se trata de chamacos flojos y desobligados… y no. En primer lugar, no se puede generalizar; en segundo, hay millones de jóvenes que quieren estudiar y quieren trabajar pero no encuentran dónde. No salen en listas para estudiar en una universidad pública y sus padres no tienen suficientes ingresos para pagar sus estudios en una privada. Luego quieren trabajar y resulta que no tienen experiencia ni grados concluidos y así cómo. Es un círculo vicioso que amenaza seriamente el futuro de estos jóvenes.
Claro que es un fenómeno con múltiples causas, complejas todas y no se puede abordar desde un solo punto de vista, sin embargo, hay un asunto que quiero destacar y tiene que ver con información generada esta semana: el acuerdo de los industriales de México (léase líderes de industriales) con el Programa Jóvenes Construyendo el Futuro que les planteó desde hace tiempo y recientemente reiteró, el Presidente electo.
No es simplemente la recuperación de una promesa de campaña, por cierto, mal entendida en su momento; ni una medida paliativa para salir del paso. Yo creo que esto tiene antecedentes en los años setenta, cuando el entonces presidente Echeverría, en una reforma laboral (que seguro con los términos de hoy hubiera sido “cantada” como estructural) prohibió que los empresarios contrataran aprendices. Esta decisión, que se manejó como de protección a la niñez, desató una serie de problemas que afectaron el mercado laboral en su conjunto. En lugar de prohibir, se debió pensar en un marco legal que pusiera límites con respecto a la edad, por ejemplo, que garantizara ciertos ingresos y que regulara la cantidad de horas trabajadas para evitar la explotación. No, se prohibió y con eso hay muchos oficios que están en peligro de extinción y se cerraron muchas fuentes de trabajo.
Muy bien, aterrizo: con el Programa Jóvenes Construyendo el Futuro en gran medida se atenderá el rezago y la brecha que se abrió en los años setenta y que persiste hasta nuestros días; los jóvenes que se adhieran a este esquema tendrán obligaciones, no se les va a regalar nada y, como dijo un empresario al respecto, es un esquema “ganar, ganar” porque los empresarios tendrán jóvenes capacitándose en las áreas que requieren, jóvenes ganando experiencia y capacitándose en y para el trabajo. Se estima que el beneficio será para casi tres millones de jóvenes mexicanos.
Creo que no está mal y que sí se abre una ventana para ofrecer a los jóvenes otra realidad con respecto a las oportunidad que hoy no tienen; y me parece muy bien, el acuerdo entre el próximo Presidente de México y los representantes del sector industrial en nuestro país, porque no se habían llevado muy bien que digamos, todos lo sabemos. Es un buen diseño y falta que entre en operación, pero ahí está, con cada vez más involucrados, una manera de lograr que las cosas sucedan.

Columna publicada en El Informador el sábado 30 de septiembre de 2018.