domingo, 29 de abril de 2018

Hasta la náusea


Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

La bajeza y la ruindad de la que son capaces políticos mexicanos son inconmensurables, indignantes, decepcionantes y dolorosas hasta la náusea. Esta semana, el lunes apenas, por primera vez el Gobierno del Estado, a través de sus dependencias responsables, dio por hecho que los tres jóvenes estudiantes del CAAV murieron a manos del crimen organizado con los detalles que se han difundido de sobra; la información previa fue producto de filtraciones.
La reacción de la sociedad civil organizada y la no organizada a través de redes sociales, además de académicos y otros actores sociales, fue inmediata para manifestar inconformidad y desacuerdo porque en realidad, como dijo el jueves Jesús Medina, presidente de la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU) en la manifestación, esta sí multitudinaria, que hubo en Guadalajara: “La versión que presentó el Ministerio Público carece de pruebas científicas o peritajes concluyentes. Para nosotros, los tres estudiantes del Centro de Artes Audiovisuales (CAAV) siguen siendo desaparecidos”.
El hecho es terrible, se agotan las palabras, ninguna parece suficiente para describir las emociones y los sentimientos que ha despertado esta realidad lacerante; y es terrible tanto si la versión oficial es verdadera, como si no. La descomposición es tan grande que a veces nos quedamos en la superficie… llegar al fondo duele, pero hay que hacerlo.
La exigencia de verdad y de justicia sigue vigente, la demanda de que aparezcan vivos también y el grito por paz y seguridad aquí y en todo el país se repite y multiplica y no cesará hasta que las autoridades tan bien pagadas cumplan con su trabajo. Si es verdad la versión oficial, los muchachos no tenían por qué estar en el lugar equivocado; no tendría por qué ser un lugar equivocado.
A la negligencia en la atención del caso se suma por supuesto la ineficiencia y la corrupción que campea en las instituciones y dependencias así como el recurso fácil, que nace de lo mismo, de filtrar información para tratar de orientar a la opinión pública y que esta crea que sí trabajan; lo hacen también para sembrar la sospecha de que los jóvenes y/o sus familiares “andaban en malos pasos”, para distraer y para despertar.
Un gobierno que se precie de serlo en la extensión plena del concepto, que cumpla con honestidad, eficiencia y transparencia no necesita recurrir a las filtraciones, pero que muchos medios se presten, no tiene nombre, como denunció en sus redes el periodista Ulises Zamarroni: “Por un lado, el gobernador Aristóteles Sandoval intenta calmar el encono social provocado por su administración. Su discurso hueco no lo logra. No, los ciudadanos no queremos discursos. Por otro lado, filtran más información a periodistas y medios para alimentar el morbo y hacer que los medios de comunicación sean los malos, los que pierdan el respeto a las víctimas”.
El manejo oficial ha sido deplorable y, en general, el mediático también. Esto no contribuye sino a la pudrición. Por favor, hay que recuperar esencias y principios.
Estas conductas son cuestionables y reprobables, sí, merecen el peor juicio social ¿pero que aparte de todo esto se utilice electoralmente para ensuciar a oponentes políticos e intentar llevar agua a sus molinos sobre una base de ruindad y bajeza? ¿Así quieren ganar?
Y por favor que no se malentienda, porque entonces sí estamos amolados: el tweet de Eduardo Almaguer, candidato del PRI a Guadalajara es lo más asqueroso y vil que he visto en los últimos tiempos. Ya lo eliminó por supuesto, pero gracias a los comentarios críticos de una chica extraordinaria, Fernanda Dudette, quien también lo cuestionó severamente, lo recuperé. Esto escribió Almaguer: “Lo peligroso de esto es que, aun si los culpables son condenados a la pena máxima por este atroz crimen, ya sabes quién (aquí la dirección de Twitter del aludido) los va a perdonar y liberar”. Le reitero al candidato lo que le escribí en Twitter: “Qué asco Eduardo”.
Estoy indignada hasta la náusea porque además se ha difundido al supuesto delincuente con una camiseta del partido que va en primer lugar en las encuestas; la información se ha tergiversado a gusto y por supuesto que no les importa confundir y amedrentar, eso es criminal, asqueroso y nauseabundo. Urge una renovación política en México, por favor, nos quieren arrastrar al lodazal en el que se revuelcan.

Columna publicada en El Informador el sábado 29 de abril de 2018.

jueves, 19 de abril de 2018

Votar sin miedo, para variar


Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Desde que tengo uso de razón política más lo que he leído, en México, muchas personas votan por miedo. Sí, yo lo hice alguna vez también. No estamos exentos ni es un asunto para juzgar pero sí para corregir.
Para no irme muy atrás en el pasado, sí podría decir que el voto de miedo más claro y contundente que se ha registrado en los últimos tiempos fue el de la elección de 1994. Muchos la tendrán en la memoria. Vivíamos una de las peores crisis políticas de la historia y, aunque no lo sabíamos, se avecinaba una económica descomunal para la que nos cegaron muy apropiadamente con todo el cuento del Tratado de Libre Comercio y el anhelado acceso al primer mundo. Ahora sabemos que nos pintaron las cosas como eran y sí, hay consecuencias nefastas que persisten. Recuerdo muy bien aquella polémica y las discusiones acaloradas en reuniones familiares y cafés sobre la reelección o no de Carlos Salinas de Gortari, hoy por hoy nuestro villano favorito.
En enero de 1994, cuando empezaba el año en el que habría elecciones, entró en vigor el TLC, apareció en el escenario el EZLN y los feroces y hoy sé que ciertos cuestionamientos al neoliberalismo y el capitalismo rampante. Unos ocho meses antes (el dato cuenta porque todo se acumuló), había sido asesinado en el aeropuerto de Guadalajara el cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo y en marzo de 1994 sucedieron varias cosas: el registro y toma de protesta de Luis Donaldo Colosio como candidato del PRI a la Presidencia de la República y la pronunciación del famoso discurso del 6 de marzo; el 14 de marzo —no me acordaba— el vecino del Norte, sí, el gobierno de Estados Unidos para ser precisa, empezaba los trabajos para levantar un muro de acero en la frontera y gobernadores de la unión americana fraguaban una campaña anti-inmigrante. Hasta aquí, la agenda política y mediática prácticamente estuvo concentrada en la resolución del conflicto chiapaneco, pero las cosas todavía se pusieron peor el 23 de marzo cuando fue asesinado Colosio en Baja California.
A partir de aquí no cesó el miedo y el sistema político mexicano lo supo capitalizar muy bien. Asociadas a la situación imperante, se tomaron decisiones que afectaron la estabilidad nacional como la salida del país de millones y millones de dólares en esa práctica perversa que se conoce como fuga de capitales; mientras el narcotráfico se fortalecía: el 11 de junio de ese año estalló un coche-bomba afuera del Camino Real aquí en Guadalajara y el gobierno informó que fue por la guerra entre bandas.
Secuestros de empresarios, las reacciones relacionadas con el asesinato del cardenal Posadas, la información de que había grupos armados prácticamente en todas las zonas indígenas de México.
Nos condujeron a pensar que no podíamos perder lo que teníamos, no sé exactamente qué, pero esa era la idea, que en masa pensáramos que no podíamos estar peor y que era mejor malo conocido que bueno por conocer ¿cuántas veces hemos pensado eso? ¿Cuántas veces hemos votado por miedo?
Creo que si en esta elección votamos sin miedo las cosas serán verdaderamente diferentes, porque en las anteriores, en donde el miedo ha sido factor de decisión, no nos ha ido nada bien.
Sembrar miedo es un arma política de uso frecuente entre la clase política, no exclusivamente mexicana, pero vaya que la sabe usar, no es para que sirva de consuelo.
Hay estudios sobre esto, no son figuraciones mías. Es un recurso propio de gobiernos autoritarios y es lo que tenemos hoy en día, un gobierno autoritario con sus redes y extensiones que no duda en tergiversar y manipular para sembrar miedo convenientemente, ya sea para votar por el candidato del sistema o para no acudir a las urnas lo cual igual es conveniente porque con el voto duro le alcanza.
Este texto de José Guillermo Fouce (El miedo como arma política) que encontré en la red, no tiene desperdicio: “En los últimos años, la crisis económica ha ayudado a los asustadores profesionales a amedrentarnos hasta la parálisis, infundiendo un temor abstracto a los otros, a los extranjeros, al gasto público, al terrorismo, a la inseguridad. Naomi Klein nos recuerda en La doctrina del shock que, para los pensadores neoliberales, toda crisis (real o percibida) es una oportunidad para aplicar sus políticas de ajuste. Paralizados por nuestras pesadillas, damos por bueno lo que en otras circunstancias nos resultaría inaceptable […] los gobernantes actuales nos aconsejan sumisión” y “nos quieren divididos”. Vamos a votar sin miedo esta vez, para variar. 

Columna publicada en El Informador el sábado 14 de abril de 2018.

sábado, 7 de abril de 2018

#QueLoHaganMejor


Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Hace cuatro días, el grupo de candidatos independientes de Wikipolítica lanzó un reto a los candidatos a la Presidencia de la República para que cumplan con cinco cuestiones que están en la mente, en las preocupaciones y en las molestias de la gente, sin embargo, con este asunto de Donald Trump que sigue con las agresiones contra los mexicanos; y luego a nivel local con el anuncio de que Raúl Padilla López se suma a la candidatura de Anaya y lo mal que le fue al propio candidato del PAN, digo, de la alianza que integra ese partido junto con Movimiento Ciudadano y el PRD, en el ITESO; y, finalmente (para no ser exhaustiva), el mensaje de Peña Nieto en respuesta a las hostilidades trumpianas, pues el reto de los chicos de Wiki fue desplazado de la agenda mediática muy cargadita esta semana.
Sin embargo, los cinco puntos que proponen me parecen tan relevantes que los retomo y los comparto por si alguien no tuvo oportunidad de acceder a esta información que se generó en conferencia de prensa apenas esta semana, el 3 de abril. Participaron Pedro Kumamoto, Juanita Delgado, Rodrigo Cornejo, Pablo Montaño y Alberto Vale. Los dos primeros candidatos al Senado y los tres siguientes, a la Cámara de Diputados, todos independientes.

Los candidatos de #VamosAReemplazarles en la conferencia de prensa. Fotografía: Equipo de los candidatos.

El propósito de lanzar este reto que titularon #QueLoHaganMejor, es justo ese, que lo hagan mejor. Esto contempla, primero que #NoComprenVotos. Esta es una de las prácticas más añejas, perversas y hasta criminales de la clase política mexicana que hasta ahora no ha hecho bien su trabajo y que, lejos de eso, ha abusado y abusa del poder. Son prácticas, dijo Cornejo, “que deben dar vergüenza”. Se trata de eliminar este recurso de las estrategias de campaña: ni puestos, no terrenos, ni despensas, ni tarjetas, ni privilegios o regalos de ninguna especie a cambio del voto. Que en muchos casos no es un proceso simple de compra/venta en donde hay una voluntad de acuerdo, sino que hay coacción y siembra de miedo aprovechándose de las necesidades apremiantes de amplios sectores de la población.
El punto número dos: #AdiósEspectacularesyBasura. Este es otro de los temas que eleva los niveles de molestia entre la gente porque además del bombardeo en medios de comunicación con millones de spots, encontramos información electoral en todo nuestro entorno; es una invasión ya insostenible. Hay carteles y anuncios en las calles, en los autobuses, en los taxis, en las bardas… Acercándose la fecha de la elección seguro habrá en cada esquina. Pablo Montaño preguntó “¿De qué nos sirve ver a tantos políticos en espectaculares si no los podemos ver de frente, si no podemos conversar con ellos, si no pueden escucharnos?”.
El tercer punto: #GastenLaMitad. Difícil, pero urgente. Pedro Kumamoto, en su campaña como candidato independiente al Congreso de Jalisco demostró que es posible, que no se necesita tanto para hacer campaña y ganar una elección. Alberto Vale expresó la molestia asociada a los gastos estratosféricos en campaña y tiene que ver con derroche de recursos provenientes de nuestros impuestos para que lleguen políticos que en realidad no nos representan. Con una buena práctica política en México, esto no sería necesario.
#ParenLaGuerraSucia es el cuarto punto. ¿Desde cuándo es un clamor ciudadano? Desde que empezó, desde las primeras experiencias de alternancia en México la guerra sucia se convirtió en una estrategia de campaña que se mantiene aun cuando es rechazada por la ciudadanía. Juanita Delgado, compañera de fórmula de Kumamoto dijo: “Merecemos que en vez de descalificaciones y adjetivos agresivos tengamos una política para las personas y no contra ellas”.
Y el quinto compromiso como ellos lo llaman: #PropuestasSinEngaños, lo expuso el propio Kumamoto: “Ya basta de cientos de promesas vacías que sólo sirven para conseguir votos. Merecemos la cantidad justa de propuestas reales y, sobre todo, que nos digan cómo van a cumplir lo que prometen”.
Los candidatos de #VamosAReemplazarles invitaron a la ciudadanía a sumarse a este reto que implica denunciar a quien no lo haga mejor, a usar todas las herramientas de las que se dispone ahora para hacerlo. También se trata de insistir y de no perder el enfoque con la avalancha de información que propicia distracciones y desatención.
Los cinco puntos de estos jóvenes dejan en evidencia que están estrechamente vinculados con la sociedad, con sus sentimientos y opiniones, con las causas de la indignación generalizada y la decepción por los asuntos públicos; esto es hacerlo mejor así que además de lanzar el reto, ponen el ejemplo. Es alentador.

Columna publicada en El Informador el sábado 7 de abril de 2018.

lunes, 2 de abril de 2018

Jóvenes, más que un tema de campaña


Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Es cierto que la apatía juvenil en materia electoral tiene que ver con la ausencia de propuestas para jóvenes en las campañas. Así ha sido siempre. Y a eso se suma, claro, que no haya casi jóvenes entre los candidatos a diferentes puestos de elección popular, sin embargo, creo que la escasa participación de este sector mayoritario en México tiene raíces más profundas que se han ido transmitiendo de generación en generación.
Los jóvenes menores de 30 años en las elecciones de 2012 fueron los que menos participaron; hoy tienen seis años más y de acuerdo a diversos estudios y encuestas, siguen siendo “apáticos” en esta materia; los que van a votar por primera vez sí acuden a las casillas en buen número y esto está documentado desde hace años: el hecho de que sea la “primera vez” siempre cuenta e imprime hasta emoción en muchachos y muchachas, pero se podría decir que esto aplica sólo para los que tienen 18 años o están por cumplirlos.
Entre las causas de la escasez en la participación como electores aparecen dos como las principales: sienten que su voto no sirvió, que no fue útil (80 %); y que los políticos no los representan (70 %).
Por lo general, los jóvenes que no quieren o se resisten a ir a votar y que con frecuencia ni siquiera manifiestan opiniones al respecto, al contrario de los adultos que se explayan con expresiones viscerales, son señalados y criticados por apáticos. El calificativo implica un juicio y, claro, una descalificación, sin embargo, basta con hacer una revisión mental somera a la situación de los jóvenes en México… y no es para menos.
A la falta de oportunidades, realidad de por sí agresiva, hay que agregar la violencia real contra los jóvenes en general y las amenazas constantes a las que están sometidos. Están en riesgo constante y la situación empeora.
Hace casi dos semanas de la desaparición de los tres estudiantes del CAAV. No ha habido novedades con respecto a su paradero. Solicitudes de responsabilidad y exhortaciones a las autoridades y a los medios de comunicación para no criminalizar ni re victimizar a los muchachos sí, incluso por parte de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, pero no hay noticias.
Y el llamado es porque, como nos hemos convertido en una sociedad de jueces implacables, no falta quien diga que andaban en malos pasos o la clásica de que ellos se lo buscaron. Aun cuando así fuera, habría que preguntarse por qué y la respuesta conduce a una clase política egoísta y corrupta que ha permitido y hasta propiciado que el tejido social esté roto; que no haya oportunidades suficientes ni en cantidad ni en calidad; porque campea la pobreza, porque cuesta mucho estudiar y mantenerse estudiando, porque además los trabajos son precarios, mal pagados y escasos, porque no se aprecia el talento, porque se les ha dejado solos, porque se les juzga de todo… Ningún muchacho en México tendría que pasar por ninguno de estos escenarios. No son responsables de la descomposición social ni de la corrupción, en ningún caso.
A raíz de estos hechos se nos vienen encima las cifras de muertos y desaparecidos en México en los últimos años y con ellas la realidad aplastante de la cantidad de jóvenes de los que se desconoce si están vivos o muertos o dónde están: tres de cada diez desaparecidos son jóvenes menores de 25 años. ¿Y qué es de ellos? ¿Están muertos? ¿O fueron reclutados para la prostitución infantil y juvenil o para engrosar las filas del crimen organizado? ¿Qué seguridades se les pueden dar? ¿Qué garantías de un futuro vivible con más o menos ciertas perspectivas de desarrollo?
Los jóvenes en México, su fuerza, su talento, su valentía, su inteligencia, merecen todo el cuidado, todo el respeto, todo el apoyo. Deben ser vistos más allá de las próximas elecciones, deben ser más que un tema de campaña y más que un reto para los partidos políticos que buscan sus votos ahora pero luego los olvidan y los abandonan.
Se necesitan políticas de largo alcance para los jóvenes, de fondo; y medidas para garantizarles seguridad, para mejorar sus perspectivas de futuro, para ampliar sus oportunidades, para hacer este México más vivible para ellos y los que vienen, para todos. Como en otros asuntos, quienes están en el poder reaccionan y se inventan paliativos, pero nos estamos quedando por encimita. Se necesitan cambios radicales, profundos, duraderos. La realidad de los jóvenes es, debe ser más que un tema de campaña.

Columna publicada en El Informador el sábado 31 de marzo de 2018.