jueves, 26 de diciembre de 2019

Salario mínimo


Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

La resistencia a aumentar los ingresos de los trabajadores mexicanos vía el salario mínimo es añeja, podría decir que había sido una resistencia histórica. Es cierto que el hubiera no existe, pero a veces sirve para aprender lecciones: si desde hace por lo menos cuatro décadas los ajustes salariales se hubieran hecho más apegados a la realidad económica nacional, con todo y las sucesivas crisis, pensando en reactivar el mercado interno y no en mantener a raya la inflación, quizá en estos momentos estaríamos con ingresos de primer mundo.
Como suelo decir, desde que tengo uso de razón periodística recuerdo el drama de cada año: los sindicatos —las centrales obreras de entonces, poderosísimas— lanzaban sus demandas, los empresarios hacían como que se resistían y luego que dizque cedían, previa mediación del gobierno y finalmente se llegaba a un acuerdo para el incremento salarial de cada año. Funcionó así por mucho tiempo, lo mismo con las prestaciones y otras exigencias relativas a las condiciones generales de trabajo. Luego se acabó casi todo y hemos llegado, como sostiene el filósofo surcoreano Byung-Chul Han a aceptar sin rechistar la auto explotación bajo el pretexto de que sólo así es posible que nos realicemos, (https://elpais.com/cultura/2018/02/07/actualidad/1517989873_086219.html), un asunto para no perder de vista, aunque no es el foco del comentario de hoy ni es exclusivo de México. Pero para allá íbamos y todavía no estamos para cantar victoria.
Sin embargo, sí quiero destacar la noticia de esta semana relativa al incremento salarial en nuestro país. El año pasado fue de 16.2 % y el salario mínimo diario se ubicó en 102.68 pesos en 2019; para 2020 será de 123.22 pesos y la pretensión es llegar, en 2024, a 205.41 pesos. Los ajustes, necesariamente, tienen que ser muy superiores al nivel inflacionario para recuperar el terreno perdido durante décadas. Encontré por ahí un estudio de la Universidad Nacional Autónoma de México de 2017, donde se indica que la pérdida del poder adquisitivo en los últimos 30 años llevaba un acumulado de 80 por ciento (https://www.gaceta.unam.mx/perdida-acumulada-de-80-del-poder-adquisitivo/).
El estudio “México 2018: otra derrota social y política de la clase trabajadora; los aumentos salariales que nacieron muertos” fue realizado por el Centro de Análisis Multidisciplinario de la Facultad de Economía cuyos especialistas concluyeron, entre otras cuestiones “que en 1987 se requería laborar cuatro horas con 53 minutos para obtener esta canasta, mientras que para el 26 de octubre de 2017 eran necesarias 24 horas con 31 minutos”. Se refiere por supuesto a la canasta básica.
Está pérdida del poder adquisitivo que parecía inexorable, ahora se avizora menos fatalista por las negociaciones que ya todos conocen sin duda, pero que quiero destacar, entre empresarios, trabajadores y gobierno, por primera vez en mucho tiempo, dada, reitero, la resistencia consuetudinaria a incrementar los salarios en una mayor proporción pese a que significaba, significa reactivar el mercado interno y propiciar, en términos muy generales, mejores condiciones de vida para la clase trabajadora.
No se me olvida la tremenda crisis de 2008, influenza incluida, cuando otros países de América Latina decidieron aumentar ingresos y bajar impuestos para reactivar la economía interna y lo lograron; y en México fue exactamente al revés.
Con la decisión de aumentar el salario en esta magnitud (probado ya que no influyó negativamente en la inflación con el incremento para este año); y con los acuerdos también en materia salarial en el marco del TMEC antes TLC, creo que el camino está señalado para que, por fin, después de décadas, los ingresos de la mayoría de los mexicanos mejoren sustancialmente y, con ello, las condiciones de vida.
México es uno de los países con mayores índices de desigualdad en el mundo y creo que por primera vez en muchos años, el asunto de los ingresos de los trabajadores se está abordando desde otra óptica, más con el foco en la realidad social y, por qué no, en la conveniencia de fortalecer el mercado interno del que todos formamos parte. Siempre se privilegió y se atendió el temor, casi pánico, a la inflación, ahora creo que se está en la ruta de romper patrones y, si no se dispone otra cosa, pensar en que otro México, mejor, más equitativo y justo, es posible.
Con estas buenas noticias, aprovecho para desearles una muy feliz Navidad.

Columna publicada en El Informador el sábado 21 de diciembre de 2019.

Golpes


Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Desde hace lustros, Vicente Fox y Felipe Calderón, más el primero que el segundo por lo menos mediáticamente, han criticado y perseguido a Andrés Manuel López Obrador con argumentos, desde siempre, débiles. Se valieron del poder que han llegado a tener para combatirlo con éxito, hasta 2018 cuando los excesos y barbaridades tanto del PRI como del PAN (insisto en que no tenemos mala memoria), entre otros factores, dieron el resultado que dieron en el proceso electoral de ese año.
Nada menos el sábado pasado le dediqué el comentario a Vicente Fox y a su mezquindad, no con el Presidente, sino con el país, porque además todas sus críticas carecen de posturas sólidas, se queda a nivel de epítetos y frases ingeniosas --según él-- en redes sociales, que se le empiezan a revertir. Lejos de aportar o tener por lo menos la intención de que las cosas vayan mejor en México, como él no lo logró, sus comentarios enrarecen, enturbian el ambiente.
En el caso de Felipe Calderón, pues está el antecedente de 2006 y todo lo que sabemos y recordamos más sus críticas también en redes sociales, como si su sexenio hubiese sido perfecto y tuviera toda la autoridad para cuestionar cuando en realidad el desastre de inseguridad y violencia se lo debemos a él, más a él que a ningún otro.
Pues en una semana, poco más, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, aun cuando intervinieron actores ajenos --en teoría-- al radio de influencia del Presidente, recibió dos noticias que no pueden ser sino buenas (golpes) contra dos personajes nefastos por donde se le vea. Primero contra Fox. Aquí sí, desde el Gobierno federal, se da a conocer a través de una filtración que la Unidad de Inteligencia Financiera lo investiga por un presunto y millonario fraude al fisco. Lo comenté la semana pasada. Curiosamente, a partir de esto el expresidente se ausenta de redes sociales, Twitter específicamente, y reaparece para ¡felicitar a AMLO! por los avances en el T-MEC (antes Tratado de Libre Comercio o TLC, como lo nombró Fox en su mensaje). Lo que hay que ver y lo que tiene que hacer este individuo para tratar de salvar el pellejo.
El golpe contra Felipe Calderón, quien aparentemente no se da por aludido, ha tenido dos etapas, una light, por así decirlo, aunque no por eso superficial o desdeñable. Me refiero a los cuestionamientos por la “estela de luz”. Se presentó una denuncia en su contra ante la Fiscalía General de la República donde se le acusa de abuso de autoridad, usurpación de funciones y ejercicio indebido del servicio público. El asunto salta desde un ámbito privado por así decirlo pero conduce al terreno de lo público y mediático, algo que estaba en las inconformidades ciudadanas que acumulamos desde hace tiempo: el altísimo costo de una obra inútil, sin significado ni valor simbólico; de 200 millones de pesos que se presupuestaron en el inicio (y es mucho) se pasó, por lo menos, a más de mil 300 millones de pesos, un incremento fuera de toda proporción, escandaloso, una barbaridad, una ofensa.
La segunda etapa del golpe (heavy), de la que abiertamente Calderón se dice no enterado, es la detención de Genaro García Luna, un hecho iniciado y consumado en el vecino país del norte y del que se espera, como no ha sucedido en México y, por lo tanto, sería histórico, un “maxiproceso”. Vamos a ver.
Están saliendo muchas cuestiones a la luz y más que aparecerán, como, por ejemplo, que definitivamente el expresidente tenía conocimiento de la presunta extorsión que hacía García Luna al Cártel de Sinaloa, nada más y nada menos (también se maneja como soborno del segundo con respecto al primero, la conceptualización es totalmente distinta y no es cosa menor, se tendrá que aclarar).
Son dos golpes muy fuertes ahora sí que contra acérrimos enemigos o adversarios como le gusta decir al Presidente (ya no tendrá justificación ese discurso) sin embargo, el asunto no es, no debe ser ese, el librarse de dos personajes perjudiciales e incómodos, sino de que se haga justicia. Colegas que han investigado estos temas, sobre todo los relativos a la detención de García Luna, habían sido desoídos sistemáticamente.
Una conclusión real y apegada a derecho en estos casos específicos, justa, por fin justa, sí nos daría noticia de un cambio de fondo en el orden de las cosas, algo que los mexicanos esperamos desde hace mucho tiempo, más allá de simplemente golpes mediáticos o incompletos o efímeros.

Columna publicada en El Informador el sábado 14 de diciembre de 2019.


domingo, 8 de diciembre de 2019

Vicente Fox


Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Lo entrevisté por lo menos siete veces. Poco antes de que fuera candidato presidencial y como tal, abanderado por el Partido Acción Nacional, en seis ocasiones para el trabajo especial “Días de campaña” que se publicó en esta casa editorial en el año 2000. La aceptación popular era indiscutible. Unos estaban convencidos de que era la mejor opción y la persona capaz no sólo de sacar al PRI de Los Pinos sino de mejorar el destino de los mexicanos; y otros, no tan convencidos, pero seguros de que sólo mediante el voto útil sería posible un cambio.
Recuerdo una gira a Nogales, Sonora. Viajaba en el mismo autobús del candidato porque en cualquier momento me darían la entrevista exclusiva pactada, como lo hice con todos los candidatos hace 19 años. El vehículo transitaba por una calle paralela a las vías férreas y en ese momento pasó el tren. El maquinista accionó el silbato en repetidas ocasiones para saludar a Vicente Fox que se asomaba por la ventanilla. Fue un momento para emocionar al más estoico. Martha Sahagún, sentada atrás de él, le hizo un gesto en la espalda y dijo entre dientes “vamos a ganar”.
Eran muchas las expectativas; en él y su particular estilo se concentraron el coraje y la indignación de tantos años por los gobiernos priistas autoritarios y las esperanzas de una realidad mejor para los mexicanos. Ganó y fue la apoteosis, seguramente muchos recuerdan aquel 2 de julio del año 2000.
Lamentablemente pronto vino el desencanto y quedó claro que México y sus problemas requerían mucho más que caprichos, dichos ingeniosos y bravuconadas. La luna de miel duró nada y empezamos a darnos cuenta de que las cosas no iban bien.
Corrían rumores de que los hijos de Martha Sahagún y los de Fox habían sido beneficiados de manera poco clara por el entonces presidente; se hablaba sobre todo de negocios inmobiliarios. Pero ahí quedaba la cosa, ningún reporte, ni rastro, ningún señalamiento de nadie, generalidades quizá, sólo rumores.
Sin embargo, hace dos años se publicó un trabajo de investigación periodística de Raúl Olmos con la colaboración de Valeria Durán: Fox, negocios a la sombra del poder, donde se expone una realidad desconocida hasta ahora, es decir, pasó todo el sexenio de Calderón y casi todo el de Peña para que pudiera ver la luz esta información que indica, por ejemplo, que Fox aprovechó el poder en la Presidencia de la República para salir de una situación económica precaria en su entorno familiar, hasta de un pleito con hermanos por terrenos en Guanajuato; y trabajó arduamente, por ellos sí, para asegurar el patrimonio más allá de las generaciones que conoce y quizá conocerá.
El libro no tiene desperdicio: “Desde que Vicente Fox era presidente intentó sin éxito concretar la reforma energética. Por eso cuando en abril de 2012 Enrique Peña Nieto se comprometió a impulsar la apertura de capital privado, Fox se sumó como aplaudidor de primera fila del entonces candidato del PRI a la presidencia de la República. De hecho, el panista condicionó su alianza con el priista a cambio de la reforma [...] la cual le abrió oportunidades de negocios, particularmente en la explotación de hidrocarburos”.
Esto es apenas un punto insignificante en el universo de corrupción en el que, ahora se sospecha, está sumido el expresidente Fox. Todo indica que la Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda está investigando a Vicente Fox y a su hijo Rodrigo Fox de la Concha de manera exhaustiva por presunto fraude fiscal. La información, proporcionada por “fuentes de alto nivel” según describe el autor de la columna, Carlos Loret de Mola, indica que tanto el Centro Fox como la Fundación Fox habrían recibido durante la administración de Peña Nieto alrededor de 700 millones pesos por los que no pagaron un peso de impuestos.
Están esta columna que cito y el libro de Olmos y Durán y lo único que yo quisiera y supongo que muchos, es que se investigue a fondo se persiga lo que se tenga que perseguir y se castigue a quienes se tenga que castigar con las sanciones que contempla la ley.
Si quisiera agregar ese dicho de “todo el rigor” porque, la verdad, Fox, ahora involucrado en presuntas irregularidades y desfalcos al erario, traicionó las esperanzas de un país que creía que otro México era posible; defraudó a millones, a todos y ahora, como si su sexenio hubiera sido perfecto, ni siquiera critica o cuestiona de manera que sus señalamientos tengan sentido y pudieran ser tomados en cuenta. Grita en redes sociales sin ton ni son con una mezquindad para los mexicanos, que pasma. Hace daño en lugar de contribuir o mejor, sigue haciendo daño.

Columna publicada en El Informador el sábado 7 de diciembre de 2019.

Un año


Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Hay cosas que no me gustan: el pleito con los medios de comunicación, por ejemplo; o la insistencia en dividir a los mexicanos entre los que están con él (me refiero al Presidente de México) y los que no (una actitud que contribuye a radicalizar a chairos y a fifís, un discurso desafortunado y exaltado, de un lado y de otro, ¡pa’aburrir!). No me gustan algunas declaraciones ni reacciones de miembros de su gabinete, ni que muchas decisiones que se han tomado no se hayan explicado bien. No me gusta los escasos resultados en materia de seguridad pública.
Aparte está lo que me gustaría: que las mañaneras no fueran todos los días, que el discurso del Presidente siempre fuera incluyente (de y para todos los mexicanos, todos, todos, sin excepción alguna); que en esas conferencias de prensa algunos colegas de plano no se presentaran, los que hacen preguntas largas y lambisconas o preguntas fuera de contexto o cuestionamientos imprudentes e innecesarios; me gustaría que hablara más rápido y que explicara mejor todo lo que expone, pero si no, me gustaría que tuviera un equipo de comunicación que reaccionara de inmediato, que estuviera muy bien preparado y distribuyera la información con toda la amplitud para no dejar espacios para las dudas o para las tergiversaciones y la manipulación.
Me gustaría mucho que no se satanizara a quien critica o señala sin intenciones ocultas; y que no se cortara con la misma tijera a los periodistas. Que el Presidente de México (su equipo más cercano, sus asesores) discriminara y valorara la crítica constructiva y responsable, que la hay; y que tomara en cuenta a expertos en diferentes áreas que aportan su conocimiento con las mejores intenciones de contribuir a la definición de políticas públicas de urgente implementación y más efectivas.
Me gustaría que tuviera un poco de humildad real y reconociera que no lo sabe todo, ni lo puede todo; y que cuando llegó a la silla presidencial encontró las cosas peor de lo que le habían informado, de lo que las esperaba; y que no es fácil y la responsabilidad sobre sus hombros, descomunal. Y que no va a alcanzar a hacer tanto como quisiera, como prometió.
Me gustaría que dejaran ya a un lado el discurso de los gobiernos del pasado (los mexicanos nos acordamos muy bien de todo eso) y se pusiera a trabajar, en el poco tiempo que tiene, para cambiar las cosas de fondo en lugar de repetir el discurso que se enfoca en adversarios y enemigos políticos. Así, paulatinamente, Andrés Manuel López Obrador, ha ido tirando capital político. Me encantaría que trascendiera ya esa postura que lo limita y mostrara que es capaz de gobernar de otra manera, diferente y mejor, por supuesto, para todos los gobernados; y que pese al poco tiempo logrará hacer lo que nadie antes porque romperá patrones... Eso me gustaría.
También hay cosas que me gustan: la decisión de mantener la disciplina en el manejo de las finanzas públicas (el índice inflacionario ha bajado y, aparte, en un caso inédito, las repercusiones favorables en la microeconomía); el enfoque profundamente social del presupuesto de egresos de la Federación para el año que entra que privilegia la atención a los adultos mayores y a los jóvenes; el estilo diferente de gobernar en comparación con todos los anteriores respecto a las decisiones que toma y, en general, la transparencia que practica; la determinación, con acciones precisas y evidentes, de combatir la corrupción sin tregua ni cuartel; el autocontrol para no caer en ciertos juegos como los de la CNTE y Antorcha Campesina; la contrarreforma educativa; la supresión de lujos en la burocracia antes dorada y la austeridad en general; el aumento al salario mínimo y la pretensión de mejorar los ingresos de los mexicanos de manera significativa a lo largo del sexenio (medidas contra la desigualdad); y, entre otras cuestiones, la reforma en materia sindical que rompe con décadas de corrupción y de corporativismo, de traiciones a las clases trabajadoras (a todos los mexicanos en realidad).
Ha pasado un año, faltan cinco; se puede hablar de altibajos y claroscuros, pero creo que hay más altos y claros que lo contrario. Vamos a ver qué sigue y cómo sigue.

Columna publicada en El Informador el sábado 30 de noviembre de 2019.

sábado, 23 de noviembre de 2019

A trabajar


Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)


El proceso jurídico está encaminado y habrá qué ver cómo termina, mientras tanto, Rosario Piedra Ibarra, presidenta de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, CNDH, ya empezó a trabajar. La verdad es que me parece alentador, en el contexto de su elección, que la señora no espere de brazos cruzados la resolución de las autoridades ante las que se impugnó su nombramiento.
Independientemente del fallo, y de si Rosario Piedra permanece o no como titular de la CNDH, en conferencia de prensa, esta semana, dio a conocer las “medidas de austeridad y optimización de recursos” en el organismo, por un lado; y, por otro, el programa de diez acciones inmediatas.
Antes, la ombudsperson, en un ejercicio que debería ser emulado por cuanto funcionario público, dejó muy claro que no desconoce las inconformidades que generó su elección, manifestó sus respetos, pero aclaró y, al hacerlo, estableció un límite, que la reunión no era para entrar en el debate mediático, sino para informar lo que ya tiene diseñado y lo que desarrollará al frente de la comisión.

Rosario Piedra Ibarra, titular de la CNDH (fotografía tomada de: Diario de Yucatán).

Todas las medidas de austeridad, para empezar, me sorprendieron sobre manera por lo que revelan de los excesos a que se llegó en la CNDH. Algunos botones de muestra aparte de los que coinciden con la “austeridad republicana” y el freno a los sueldazos: reducción de viáticos “al mínimo” y de viajes al extranjero; revisión de contratos y cancelación de los que se hayan hecho al calor del “influyentismo” y la “corrupción”; menos asesores, eliminación de varios gastos de la presidencia especialmente los que se destinaban a viajes y a comidas.
Me sorprende el tema de los comedores, así, los comedores: “desaparecen los comedores existentes asignados a la presidencia, no habrá ningún espacio exclusivo, desde hoy se abren las instalaciones y elevadores para todos, la chef de la presidencia pasa a ser chef de todo el personal de estas oficinas y en los demás edificios crearemos comedores abiertos a todos los empleados”. La medida deja claro lo que se corrige (aunque la chef qué culpa tiene, pero, para mi gusto, no debería haber chefs en las dependencias).
Se elimina, además, una caja de ahorro especial que era una especie de “seguro” de separación individualizada, justo el tipo de prestaciones que confirma que hay mexicanos de primera, de segunda y de tercera; desigualdades en todos los niveles y en todos los ámbitos.
Anunció en total 20 medidas que incluyen ajustes en los vehículos, uso y cantidad; gastos en publicidad; medidas contra la contratación convenenciera de familiares, gastos de oficina innecesarios; eliminación de contratos externos para hacer labores que corresponden al personal de la comisión y, entre otras, la presentación de la declaración patrimonial de los funcionarios de primer nivel en la CNDH.
Si Rosario Piedra permanece o no al frente de la comisión, estos 20 puntos se deben respetar y aplicar. Con mayor razón entiendo las renuncias de hace unos días.
Y luego, la presidenta de la comisión presentó un programa de diez acciones inmediatas que también deben ser un eje rector de las actividades de la comisión, esté ella o no, porque no se puede perder de vista que su postura como ombudsperson se origina en las víctimas de este país y en el conocimiento puntual de las fallas y omisiones del organismo que ahora encabeza.
Las diez acciones así lo dejan en evidencia: abatir el rezago, de entrada. ¿Cuántos años de acumulación de expedientes y de injusticias?; fortalecimiento del consejo consultivo, diálogo: “... establecemos una premisa: la comunicación permanente y directa con todas las víctimas de violaciones a derechos humanos, con los colectivos realmente comprometidos con esa causa y, desde luego, con la Cámara de Senadores y la Cámara de Diputados...”; creación de módulos itinerantes, ajustes al procedimiento de quejas para agilizarlo; revisión de perfiles; cambios en los criterios de clasificación, integración y conclusión de expedientes para evitar vicios y negligencia; fortalecimiento de la figura de visitadores adjuntos; combate a la impunidad y revisión de los vínculos internacionales.
La idea de lo que se necesita, de lo que urge, forma parte del conocimiento profundo de la ombudsperson porque lo ha vivido en carne propia. No me extraña la actitud de la oposición. Reitero, lo alentador es que el trabajo ya empezó y hay transparencia sobre los primeros pasos.

Columna publicada en El Informador el sábado 23 de noviembre de 2019.

viernes, 22 de noviembre de 2019

Con esto...


Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

A pesar de toda la información que se ha generado o quizá justo por eso, para quienes no estamos directamente involucrados en estos procesos, es decir, la mayoría de los mexicanos, resulta difícil valorarlos (ya no digamos juzgarlos), con datos tan diversos, contrastantes y, sin duda, manipulados de un lado y de otro. Con todo, el espectáculo que atestiguamos en la ceremonia de rendición de protesta de Rosario Piedra Ibarra como titular de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, fue y sigue siendo lamentable.
No se sabe si los votos se contaron bien o no, porque la oposición no reaccionó de inmediato y sí, hasta el día que rindió protesta como tal la ombudsperson presentó licencia como miembro del partido Morena.
Si hubo irregularidades no se pueden simplemente obviar, en esta y en cualquier otra materia es preciso que haya certeza y claridad, transparencia, rendición de cuentas. Si la oposición tiene razón en sus reclamos logrará llevarlos adelante y solventarlos, pero si no, pues no, porque también estamos siendo testigos de actitudes poco éticas y mezquinas de parte de varios miembros ilustres de nuestra clase política; no sé por qué eso siempre se les da tan bien. (La mezquindad a la que me refiero tiene que ver con el regateo irracional y egoísta de lo que sea que venga del partido en el gobierno, aun cuando implique cambios positivos de fondo; aunque también con el hecho de anteponer el cálculo electoral al interés nacional, una conducta de la que ningún partido se escapa).
La agenda de la defensa y garantía de los derechos humanos en México es un pendiente añejo y doloroso y nunca hasta ahora, en la presidencia de la CNDH, había estado alguien con una visión desde las víctimas y la lucha social.
Rosario Piedra Ibarra, hija de Rosario Ibarra de Piedra, la mujer que perdió a su hijo en los tiempos de la guerra sucia de los años setenta y desde entonces no ha parado a favor de estas y otras causas, ha seguido en la misma línea, de la mano de su madre, en busca de justicia y de certezas sin tregua ni descanso.
Rosario conoce el sistema desde afuera, pero como si estuviera adentro porque ha tocado esas puertas por lustros sin obtener respuestas o apenas con respuestas insuficientes, groseras, engañosas, dilatorias, paliativas, mareadoras; conoce a pie juntillas el modus operandi de la institución. No me extrañan en absoluto las renuncias en la CNDH una vez que rindió protesta la nueva titular ¿será porque los conoce y sabe cómo operan? ¿cuándo se había visto? Argumentan imposición ¿y antes no hubo? Digo, y si fue imposición esta vez tampoco estoy de acuerdo, reitero, cualquier irregularidad se debe solventar, hasta la más mínima, pero no deja de llamarme la atención que en los procesos anteriores nadie dijera nada desde adentro.
La trayectoria de Rosario Piedra Ibarra a favor de las víctimas de desapariciones forzadas y de múltiples violaciones a los derechos humanos es indiscutible y me quedo con eso y sus compromisos, escritos y publicados: “Mi compromiso ha sido, es y será con las víctimas, con la justicia y con la defensa de los derechos humanos, y lo acreditaré con hechos. Estoy convencida de que la Comisión requiere de una reforma profunda, y la impulsaremos escuchando a todas y todos, y en diálogo permanente con el poder legislativo”. No creo que haya alguien que se oponga a esto. Y está por escrito para sacarlo a relucir cada vez que no se cumpla o para que se cumpla. Es un documento para tener en mente y a la mano.
Y agregó: “Mi trabajo no será de oficina, caminaré al lado de las mujeres, las niñas y los niños, los adolescentes, personas mayores, la comunidad LGBTTTIQ, periodistas, personas defensoras de derechos, personas y pueblos originarios, comunidades afrodescendientes, personas migrantes y desplazadas, personas con discapacidad, presos de conciencia, personas que han sido víctimas de tortura y desaparición forzada”.
El comunicado es apenas de una cuartilla, pero responde a dudas y temores de los más exigentes. Y por si alguien no sabía de su trabajo, en un párrafo la resume: “He presentado ya mi licencia como militante de Morena para dedicarme de tiempo completo a la tarea que nos aguarda, pero la mayor garantía de autonomía la acredita mi trabajo, mi trayectoria y mi calidad de víctima indirecta en el Comité Eureka y en la lucha social, desde donde una de nuestras mayores exigencias fue precisamente la independencia y autonomía de la Comisión Nacional de Derechos Humanos”. Con esto me quedo.

Columna publicada en El Informador el sábado 16 de noviembre de 2019.

Cordura


Ciudad Adentro


LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Cuando era niña y luego adolescente, y me enfrascaba en alguna discusión sin fin con mis hermanos o ellos conmigo, mi mamá siempre me decía: “que en ti quepa la cordura”. No sé si lo lograba, pero por lo menos hacía el intento, quizá en algunas ocasiones no le hice caso, pero en la mayoría sí porque cuando “aprudentaba”, las cosas se calmaban y seguíamos adelante como si nada. Cosas de la vida cotidiana.
¿Por qué traigo a cuento esta anécdota infantil? Porque siento que en México estamos inmersos en una vorágine de desencuentros, discusiones vacuas, sin sentidos, orgullos mal entendidos, mezquindad y descalificaciones justificadas e injustificadas, muchas veces irracionales y hasta enfermizas; y todos, los de un bando y los de otros, están terriblemente enganchados mientras el país se nos va como agua entre los dedos... En alguien tiene que caber la cordura. Si fueran todos sería ideal, aunque creo que con que uno empiece será suficiente. Me gustaría que fuera el Presidente Andrés Manuel López Obrador, debe ser él (y en Jalisco, el gobernador Enrique Alfaro).
Del lado de la oposición no espero nada, ni siquiera pensaría en exigirles como ciudadana, pero si alguien de ese lado decide “aprudentar” se llevaría todo el reconocimiento y sin duda pasaría a la historia como alguien cuerdo, preocupado por México, capaz de sacrificar algo o mucho por el bien de todos los mexicanos.
En los casos del Presidente y del gobernador quisiera que erradicaran de su discurso la palabra “adversarios”, para empezar. Están por cumplir un año de gestión y siguen viendo moros con tranchete en todos lados, incluso en la crítica que es auténtica y de buena fe emitida con la única intención de aportar para que las cosas cambien y mejoren.
Se les está yendo el tiempo en pleitos con los medios de comunicación, con los periodistas conservadores y neoliberales según algunos de sus juicios y apreciaciones, y no pasarán a la historia como los mejores gobernantes. Cayeron en el juego de las “malditas” redes sociales y creo que tienen toda la oportunidad, el poder y el liderazgo por su aceptación entre la gente de a pie, de todos los que les otorgaron su voto con grandes esperanzas, de salir de esa espiral sin fin, recomponerse, pararse sin titubeos en tierra firme y comportarse como estadistas, como líderes de Gobierno capaces de convocar a todos, sin distinción de colores, sin cálculos electorales, sin divisiones estériles y desgastantes, para sacar adelante a este país y a este Estado.
Los niveles de inseguridad y violencia son graves, muy graves; estamos en la mira de Estados Unidos y eso no lo podemos permitir por ningún motivo. Nunca ha dado resultado la intervención del Gobierno de ese país en los asuntos internos de otros. Al contrario, hay que echar una ojeada a la historia desde mediados del siglo XX a la fecha.
Urge que en ellos quepa la cordura, deben “aprudentar”, asesorarse sin remilgos con los mejores, dejar el amor propio a un lado y enfrentar con todos, una vez que logren el cierre de filas, todos los problemas, particularmente los relativos a la violencia y la operación del crimen organizado.
Ni en ellos ni en ningún actor político con capacidad de decisión e influencia debe prevalecer en estos momentos el cálculo electoral, es bajeza y mezquindad químicamente pura. Lo primero es lo primero y lo están perdiendo de vista.
Sabemos lo que heredaron (heredamos), no somos tan desmemoriados, ya no lo repitan. Y si es preciso reconocer que las cosas están peor de lo que esperaban o imaginaban y que no podrán cumplir con lo prometido porque no se puede, no en los tiempos ni en las formas, y tendrán que ajustar las políticas pensadas y planteadas desde la campaña, es mejor, mucho mejor (seguramente ganarán adeptos y simpatías), que mantenerse caprichosamente en estilos y decisiones que no están dando resultado.
Por favor. Urge poner un alto, romper la espiral de dimes y diretes, reclamos y enfrentamientos, México está en juego, en alguien tiene que caber la cordura... ya.


Columna publicada en El Informador el sábado 9 de noviembre de 2019.

sábado, 2 de noviembre de 2019

Periodistas y derechos humanos


Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)


México es el país más peligroso de América Latina para ejercer el periodismo. Del año 2000 a la fecha han sido asesinados 115 colegas por asuntos relacionados con su actividad profesional. Y la impunidad en todo su apogeo. Sigue. Estamos de luto. Hoy es el Día internacional para poner fin a la impunidad de los crímenes contra periodistas (IDEI) y es, además, el Día de Muertos. ¿Ironía? ¿Paradoja?
La agenda mediática está concentrada en este momento en el caso Culiacán y es comprensible, sin embargo, hay muchos otros temas que no se deben quedar en el tintero y pasar inadvertidos, como este.
Hay esfuerzos de largo aliento que emprenden asociaciones y activistas que no quitan el dedo del renglón para que la realidad de los periodistas en México cambie y esté a salvo de embates constantes desde distintos frentes. A veces parece que todo cuanto se hace es infructuoso, pero espero que no y agradezco su labor, siempre.
Justo hoy, a propósito del IDEI, llegan a México representantes de 17 organizaciones internacionales enfocadas en la defensa y promoción de la libertad de expresión y de información. La misión trabajará durante una semana en diversas actividades con un objetivo central: lograr que la crisis de libertad de expresión y que el compromiso del Gobierno mexicano para disminuir la impunidad en crímenes contra periodistas, sean prioritarios.
El escenario es grave, parece que empeora año con año y las agresiones contra periodistas no cesan. En 2019, lamentablemente, la cuenta de periodistas asesinados es de 10 hasta el mes de agosto y las agresiones suman decenas; en esta realidad también hay desaparecidos y más de 230 periodistas desplazados junto con sus familias. Los despidos por diversas causas, desde crisis económica hasta vil censura, pasando por muchas otras, no se incluyen.
Entre el 2 y el 8 de noviembre, la misión participará en reuniones con integrantes del Estado mexicano “a fin de hacer un llamado para disminuir el índice de impunidad en crímenes contra periodistas y proponer mecanismos de colaboración”.
Es un asunto muy complejo. En enero de este año, Artículo 19, una de estas organizaciones internacionales, la filial en México, presentó un documento titulado “Pautas sobre libertad de expresión e información en el nuevo gobierno” y se trata de un diagnóstico en varios aspectos del trabajo periodístico sobre todo, pero también de acceso a la información, por ejemplo, de mujeres indígenas. Pese a su brevedad (12 páginas) expone sucintamente un panorama nada alentador, bien identificado, preciso, con aportaciones para que el gobierno se ponga manos a la obra (Documento completo).
El documento es valioso de principio a fin y sí recomiendo a los lectores que lo incluyan en sus materiales informativos porque contribuye a tener una mejor comprensión de los periodistas y a valorar en su justa medida nuestro trabajo: “Hoy nos pronunciamos por el derecho que tenemos todas y todos a expresarnos, informarnos (y) a participar en la vida pública. Hoy reconocemos que el mismo Estado que impulsó leyes de transparencia y creó instituciones de avanzada para garantizar el acceso a la información, ha sido incapaz de rendir cuentas. Vemos con indignación cómo la verdad y la memoria sobre hechos atroces cometidos en los últimos 50 años, incluida la absurda “guerra contra el narcotráfico”, han sido ocultados, negados o tergiversados”. Ojo, esto se presentó en enero de 2019, es una exposición de la realidad de años anteriores y, al mismo tiempo, una lista de tareas para la actual administración en materia de seguridad para periodistas; defensa del derecho de las mujeres a expresarnos y recibir información; del derecho al uso del espacio público para protestar; el derecho a la libertad de información; la promoción de medios libres e información plural; derecho a la libertad de expresión e información en el ámbito digital y por el derecho a la verdad y el deber de recordar.
En el documento y en otros pronunciamientos de Artículo 19 hay consideraciones muy precisas sobre el funcionamiento del Mecanismo para la Protección de Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas, porque hasta ahora “se ha convertido en una entidad meramente reactiva”.
Espero que al menosprecio de nuestra labor se anteponga una comprensión precisa de lo que implica y que se erradique del discurso presidencial el juicio sumario al trabajo periodístico. Espero que la labor de esta misión y los esfuerzos cotidianos y constantes, rindan por fin frutos, es urgente.

Columna publicada en El Informador el sábado 2 de noviembre de 2019.

sábado, 19 de octubre de 2019

Es hora y es urgente


Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

A estas alturas me imagino que los lectores estarán perfectamente enterados de lo sucedido en Culiacán, de las decisiones del gobierno y de las reacciones de políticos, opinólogos y ciudadanos de a pie. En lo personal, desde las primeras noticias, cuando no se sabía con exactitud qué pasaba y después, conforme fue fluyendo la información, lo primero que pensé fue que debía estar atenta a las comunicaciones y esperar a que se asentaran las aguas, un poco, por lo menos un poco, para empezar a valorar y sacar conclusiones.
Saber, sin confirmación, que era probable que Ovidio Guzmán hubiera sido liberado “para pacificar a Culiacán” no me dejó nada tranquila, pero mantuve mi decisión de esperar y no adelantar juicios.
Es difícil valorar una situación de esta magnitud en un entorno tan dividido y enrarecido al que contribuyen dos expresidentes que lejos de aportar, ensucian y dañan, dos expresidentes, por cierto, que sí abonaron a la escalada de violencia y permitieron con sus omisiones que la organización criminal de Sinaloa creciera a los niveles que conocemos ahora. Desoír a estos dos individuos tan perjudiciales es una buena decisión para buscar, en cambio, puntos de apoyo que permitan valorar en la dimensión más precisa lo que pasa y no abrir la puerta por ningún motivo a la manipulación mediática, partidista y en muchos casos cínica y mezquina que deja en evidencia, sobre todo, que no hay amor por México sino intereses, fobias y conveniencias.
He citado en otras ocasiones en este espacio a Edgardo Buscaglia, un experto en seguridad nacional y zonas en conflicto y postconflicto, quien ha advertido públicamente, desde hace años, sobre la existencia de un pacto de impunidad, entre partidos y cárteles. Tuve la oportunidad de escuchar las entrevistas que le hizo Carmen Aristegui, tanto en CNN como en su noticiero de radio, y me sorprendió sobremanera porque ha sido crítico feroz del gobierno de López Obrador.
Coincido con su postura: de entrada, reconoció que el Gobierno federal, como no lo hicieron ni Felipe Calderón ni Peña Nieto, decidiera entrar “a la cueva del león” de una de las cinco organizaciones criminales más poderosas del mundo con presencia en 81 países y miles de alianzas dentro y fuera de México que incluyen a empresarios, políticos, sindicatos y “pantallas de sociedad civil”. El mismo Buscaglia recordó que ha llamado la atención sobre este tema desde 2006. Recomiendo que escuchen las entrevistas porque el especialista ofrece información que nos puede permitir hacer juicios más informados y no surgidos de la ignorancia y de la manipulación que les resulta tan efectiva a quienes se resisten a minar este poderío.
Cuatro cosas quiero rescatar aquí de esa entrevista: la primera es que, en su opinión, fue buena la decisión de liberar al detenido para proteger a la población civil de Culiacán. Es lo que se hace en estas circunstancias; habló de un cordón sanitario (tampoco creyó, como muchos, que fuera un operativo de rutina y que fuera casualidad el hallazgo del capo); la segunda es que si bien calificó la acción del Gobierno federal como “amateur”, reconoció que se hiciera el intento; tercera: la lista de estrategias que se pueden y deben emprender, probadas en 67 países, entre ellos Brasil y Uruguay, para contener al crimen organizado vía el control patrimonial de los grupos del crimen organizado, sobre todo si son tan poderosos como este con una organización horizontal que dificulta seriamente su combate dada la flexibilidad que los convierte casi en invisibles, según dijo; y cuarta, la necesidad de que en estas circunstancias no se politicen las decisiones ni las acciones; habló de la pertinencia de que nos mantengamos unidos y de otorgar al Gobierno federal el beneficio de la duda.
Realmente, los mexicanos de a pie que hacemos nuestras vidas cotidianamente con obstáculos mayores o menores, más o menos graves, insalvables a veces, otras no; más o menos intensos, que vamos resolviendo el día a día con trabajo y esfuerzo, no tenemos idea clara de la realidad de organizaciones criminales de esa magnitud. Para muchos es fácil, desde una posición cómoda y sin riesgos, juzgar severamente.
El llamado aquí es a valorar que hubo valentía, decisiones a favor de la vida de inocentes; que se están intentando acciones cuando antes no se hizo nada, al contrario, se formó parte o se alentó. Incluso se reconocieron —como nunca— errores de planeación. Y el llamado también es a exigir que desde el Gobierno federal se tomen en cuenta las acciones que con éxito se han emprendido en otras partes del mundo, hay caminos ya recorridos; se puede aprender de otras experiencias.
Hoy más que nunca es tiempo de cerrar filas. Lo menos que necesitamos en este momento es permanecer divididos, enfrentados. La fuerza de un pueblo unido presiona, empuja, obliga... Es hora y es urgente.

Columna publicada en El Informador el sábado 19 de octubre de 2019.

Pensiones


Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Aun cuando el secretario de Hacienda, Arturo Herrera, aclaró que su comentario sobre aumentar la edad para pensionarse fue respuesta a una pregunta expresa y en ningún sentido se debe interpretar como una postura, el tema está en el aire desde hace tiempo. Se retoma, se abandona, se vuelve a él y así.
La razón, en gran medida, es que se trata de una tendencia mundial; los sistemas de pensiones están presionando las economías de los países de manera directamente proporcional al fenómeno demográfico determinado por el incremento en la esperanza de vida. Y por supuesto que la conexión económica global es indiscutible; independientemente de dónde empiece, el efecto sería tipo dominó.
A raíz de las declaraciones de esta semana me metí a buscar información sobre los sistemas de pensiones y prácticamente en todo el mundo, el mundo capitalista para ser más precisos, es un tema a discusión desde hace varios años, complejo, polémico, pero, eso sí, de urgente atención por su estrecha vinculación a los sistemas económicos y fiscales.
Dijo Gerardo Esquivel, subgobernador del Banco de México, que por cuestiones económicas, fiscales y demográficas, será inevitable aumentar la edad de retiro; sin embargo, hay opiniones en el sentido contrario. A diferencia de los dos citados hasta aquí, de que aumentar la edad repercutiría en más ingresos a la hora del retiro, José Luis de la Cruz, del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico, entrevistado para Forbes México, dijo lo siguiente: “Pretender incrementar la edad de retiro de tres años para que a partir de ello se pueda posponer el retiro de algunos millones de mexicanos pues no resolvería el problema, lo único que haría es (que) se trasladaría tres años más tarde, pero en esencia el problema persistiría” (Nota de Forbes). En otras palabras, es más un problema de ahorro que de edad (por cierto, sobre este punto, no he visto que se tome en cuenta la realidad del mercado laboral en México y el mundo que está excluyendo cada vez más a hombres y mujeres de cuarenta años en delante de las filas del trabajo. Es un asunto para considerar seriamente porque sin trabajo, ahora sí que ¿cómo ahí qué?). Lo dicho por De la Cruz contrasta con la postura del presidente de la Coparmex, Gustavo de Hoyos: “además de homogeneizar los distintos sistemas de pensiones y revisar los actuales regímenes de privilegio, es necesario armonizar la edad de retiro en los distintos sistemas de pensiones [...] y que los trabajadores puedan aumentar sus ahorros”.
En algo tiene razón: la revisión (yo diría supresión) de los regímenes de privilegio, léase CFE, Pemex y la burocracia en general. Por un lado, la edad: en el sistema de educación pública los docentes tienen opción de retirarse a los 50 años, por ejemplo. Y por otro, los montos, en la CFE y en PEMEX los jubilados “reciben 8.8 y 6.7 veces más que los pensionados del IMSS, respectivamente” según se publicó aquí ayer (recomiendo ampliamente el trabajo). Y también sé que a las pensiones mensuales, tratándose de trabajadores al servicio del Estado, hay que sumar aguinaldos o bonos de fin de año. Es raro algo así con trabajadores jubilados de la iniciativa privada por ni decir que inexistente.
Por lo pronto, aunque no es para desentenderse, el Presidente Andrés Manuel López Obrador ya dijo: “Mientras yo sea Presidente no va a modificarse la edad (de retiro), en lo que a nosotros nos corresponde”. Esto quiere decir que, si le corresponde a alguien más puede hacerlo, los empresarios podrían cabildear por ejemplo o la Afores o los diputados; cabe decir que se acaba de presentar una iniciativa —fue turnada a comisiones— para aumentar la pensión a los trabajadores del ISSSTE, de 10 a 25 salarios mínimos... qué padre.
La cuestión es no perder de vista el tema porque a la mayoría de los mexicanos nos atañe, estudiarlo, entenderlo lo más posible a sabiendas de que se discutirá más temprano que tarde. Me encontré dos documentos (hay muchísima información) que creo podrían servir para tener antecedentes y una idea más cercana de qué se trata: “Diagnóstico del sistema de pensiones mexicano y opciones para reformarlo” del Banco Interamericano de Desarrollo publicado apenas en marzo de este año (Diagnóstico BIDy, del sexenio pasado, “Las pensiones en México y el mundo”, una publicación de la Comisión Nacional del Sistema de Ahorro para el Retiro, Consar: ("Las pensiones en México y el mundo").

Columna publicada en El Informador el sábado 12 de octubre de 2019.

viernes, 11 de octubre de 2019

Cloaca


Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Quién sabe cuándo o cómo tocaremos fondo en México en materia de corrupción. Cada vez nos enteramos de cosas peores con nombres y datos de personas que no imaginábamos; en algunos casos sí, pero no tanto. Esta semana han salido a la luz varios asuntos relativos al mazacote de corrupción en México, que ha ido creciendo desde hace décadas hasta convertirse en un monstruo gigantesco y amorfo con miles de cabezas y tentáculos que nos afecta a todos.
Primero, gracias a la insistencia de la organización Fundar, se liberó información relacionada con condonaciones y cancelaciones de impuestos a casi 10 mil beneficiarios, “hijos predilectos del régimen” como diría el Presidente Andrés Manuel López Obrador, por miles de millones de pesos que no pagaron sus contribuciones entre 2007 y 2015, es decir, en los sexenios de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto. Cada año se incluían estos mecanismos, los de condonación y cancelación en las leyes de ingresos, de manera que eran legales, pero totalmente inmorales e injustos. Noticia de que en México hay mexicanos de primera, de segunda y de tercera, por lo menos. Un dato preciso y contundente del por qué de la desigualdad en nuestro país. (Aquí se pueden descargar los documentos de Fundar: Privilegios fiscales).
Y a propósito de esa “legalidad”, el Presidente revela otras reformas legales increíbles, como la eliminación de la corrupción como delito grave en los tiempos de Ernesto Zedillo, nada más y nada menos; entre otras decisiones tomadas por el Legislativo en aras de la impunidad, como autorizarle a Pemex una partida ¡para pagar fianzas! De verdad, creía que lo había visto todo.
Después, nos enteramos de que quien está considerado como uno de los máximos traficantes de influencias, además de que resultó beneficiado con condonación de impuestos (aparece en las listas en poder de Fundar), Diego Fernández de Cevallos, no ha pagado por muchos años el impuesto predial de una de sus propiedades en el municipio de Colón, en Querétaro. Debe por ese concepto casi ¡mil millones de pesos! El hombre lo reconoce y todavía dice que va a renegociar tal deuda o que por lo menos lo intenta. Eso es desfachatez, incongruencia y cinismo en verdad. No sé cómo se le abren espacios para criticar cuando tiene una cola más larga que el cacomixtle.
En el tema de las condonaciones y cancelaciones de impuestos aparecen nombres y empresas que uno no cree, pero ahí están; legal el asunto, pero inmoral, reitero y creo que no sólo los que están vinculados al Estado o al gobierno actual deben dar explicaciones, sino todos y, por supuesto, la práctica se debe suspender de inmediato.
Por si fuera poco, mientras procesábamos esta información, tómala: el jueves en la tarde se da a conocer la renuncia sorpresiva casi para todos, del ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Eduardo Medina Mora. Un personaje vinculado al PAN y al PRI desde hace tiempo, cuyo nombramiento en la administración pasada causó polémica, y del que recientemente se dan a conocer presuntos vínculos que podrían ser catalogados de lavado de dinero.
Salvador García Soto, periodista jalisciense para mayores señas, publicó en su columna “Serpientes y Escaleras” que aparece en El Universal, todas las razones de la renuncia y, como seguramente el lector, ya sabe, Medina Mora está vinculado, además, con un ex funcionario de Televisa al que se atribuye la orquestación de la “campaña negra” contra López Obrador en las campañas del año pasado, como esa supuesta serie sobre el Populismo en América Latina donde se incluía al ahora Presidente de México.
Desde junio de este año García Soto presentó la relación de las transferencias multimillonarias de Medina Mora catalogadas como “actividad sospechosa” según la National Crime Agency del Reino Unido, por millones de libras esterlinas y dólares, equivalentes a 102 millones de pesos, una cantidad que rebasa, según el comentario del columnista, los ingresos de Medina Mora como ministro de la Suprema Corte, que son todo menos exiguos.
El ministro renuncia y espero, espero, espero, que sea para enfrentar a la justicia y aclarar lo que haya que aclarar y pagar lo que corresponda. Ojalá.
En vía de mientras, si bien lo que queda en evidencia con todo esto, lo anterior y lo que falta, pues parece que estamos parados en una cloaca de dimensiones inconmensurables. Lo único que alienta es eso, que se destapó y que lo que sigue ahora es el proceso de limpia, es de esperar que a fondo.

Columna publicada en El Informador el sábado 5 de octubre de 2019.

lunes, 30 de septiembre de 2019

Consumación


Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

La estampa de la consumación de la Independencia de México yo creo que la tenemos todos en la mente; esa representación pictórica del Ejército Trigarante cuando entró triunfante a la Ciudad de México, en el acontecimiento histórico que justo se identifica como el día en el que se consumó la independencia.

OBRA ANÓNIMA, SOLEMNE Y PACÍFICA ENTRADA DEL EJÉRCITO DE LAS TRES GARANTÍAS A LA CIUDAD DE MÉXICO EL DÍA 27 DE SETIEMBRE DEL MEMORABLE AÑO DE 1821, CA. 1822, ÓLEO SOBRE TELA. MUSEO NACIONAL DE HISTORIA, SECRETARÍA DE CULTURA.INAH.MX. Fuente: Relatos e Historias en México.

Ayer fue el aniversario número 198 de aquel momento, estamos apenas a dos del bicentenario de uno de los episodios más importantes de nuestra historia como nación libre. En torno a esta entrada triunfal está también el nacimiento, prácticamente, de la bandera como la conocemos ahora, los colores y el escudo; y bueno, en términos populares, el presunto invento de los chiles en nogada; y digo presunto porque al parecer era una delicia que ya se servía en las mesas poblanas desde tiempo atrás.
Todavía ahora se discute si deberíamos celebrar aniversarios de la independencia el 27 y no el 16 de septiembre porque fue a partir de ese día que México inició su camino, nada fácil ni terso, hacia su constitución como Estado. Pero no se hace así, en gran medida, porque Agustín de Iturbide fue emperador y la predominancia de la historiografía liberal lo condenó sin remedio hasta ahora, a él y a muchos otros ubicados del lado de una historiografía conservadora que luego de los años sesenta del siglo XIX, liberado el país de la intervención francesa, quedó casi irremediablemente relegada a segundos y terceros planos en espacios poco reconocidos y llenos de obstáculos.
Charles Hale, el historiador que es referencia obligada para hablar del liberalismo mexicano, hace esta distinción que de pronto no hay que perder de vista porque en algunos historiadores todavía se notan sesgos de un lado y de otro.
Regreso a Iturbide. Aunque en su momento fue identificado y reconocido durante varios años como el Héroe de Iguala, por el Plan de Iguala que conducía ya hacia la consumación, ha sido casi proscrito de la historia nacional, esa historia que nos han enseñado la mayor parte de nuestras vidas y que es de héroes perfectos y villanos perfectos, aunque no sea así. Por eso las conmemoraciones no son el 27 de septiembre y en estos momentos nos estaríamos preparando para el bicentenario (creo que algo se fragua por ahí).
Mejor sería festejar con sentido y motivando reflexiones profundas y aleccionadoras, todo septiembre, por otras fechas emblemáticas a importantes de nuestra historia, como la crisis en el Ayuntamiento de la Ciudad de México que también fue en septiembre, pero en 1808. Luego el Grito de Dolores del 16 de Septiembre de 1810; la consumación y años más tarde, el mito de los Niños Héroes del 13 de septiembre de 1847, en plena guerra con Estados Unidos.
Recientemente han surgido posturas que denuestan a Miguel Hidalgo, héroe antes intocable, por los excesos que ahora sabemos que se cometieron; pero las críticas condenatorias se olvidan del componente social y prácticamente inédito para la época, del discurso del cura de Dolores que desde el inicio del movimiento manifestó su preocupación y la convirtió en causa, por las condiciones de trabajo de los campesinos, el hecho de que no les perteneciera la tierra en un claro antecedente de la demanda que siguió vigente por lo menos cien años más; se pronunció contra las prohibiciones para la siembra y cosecha de ciertos cultivos y su comercialización; habló y escribió sobre educación y abolió la esclavitud. Tenía conciencia plena de la realidad que se vivía en la Nueva España y el movimiento fue una oportunidad para impulsar cambios que alteraran, para mejorar, el orden de las cosas.
Veo, sin embargo, y no exactamente en los historiadores hablando en términos generales, que se mantiene la tendencia a condenar y/o a exaltar, cuando la línea no debería trazarse por ninguna de esas vías. Tendríamos que conocer mejor y masivamente nuestra historia para normar nuestro propio criterio, para saber lo mejor posible cómo fueron las cosas y ajustar nuestras apreciaciones. Todos los personajes históricos tomaron decisiones y desempeñaron un papel fundamental cuyas repercusiones trascienden a nuestros días; decisiones buenas y malas, mejores y peores, acertadas, equivocadas, manipuladas, tomadas al vapor, al calor de la guerra de independencia, bajo presión…
Se trata de los tiempos fundacionales a los que creo deberíamos volver, nos serviría mucho, para conocernos con ciertos niveles de profundidad y revalorar lo que hemos sido y lo que somos. Esas certezas nos podrían acompañar hoy en estos tiempos tan difíciles por los que atravesamos, sobre todo si vamos haciendo a un lado la tendencia a ubicarnos en algún extremo.


Columna publicada en El Informador el sábado 28 de septiembre de 2019.

sábado, 21 de septiembre de 2019

Sorpresas


Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)


Hacía mucho que no presenciaba una ceremonia del Grito de Independencia como la del domingo pasado. Después de tantos años la celebración puede llegar a convertirse, para muchos, en rutina y aburrir, es cierto, pero, sobre todo, ver y escuchar a mandatarios que, dicho suavecito, no hicieron bien su trabajo, pues no representaba ningún atractivo.
Las de Peña las vi, creo que casi todas, más por obligación por las lecturas políticas que como ciudadana de a pie; y en general así ha sido desde hace tiempo. La del domingo pasado era, igual, la obligación de las lecturas políticas, aunque también la curiosidad de presenciar la primera ceremonia del Presidente en turno, en este caso Andrés Manuel López Obrador.
Me sorprendió. No me planteé ninguna cuestión previa, no imaginé cómo sería o podría ser pese a las elucubraciones en redes sociales, creo que hasta apuestas se hicieron. Me dispuse a verla con mi familia simplemente para testificar cómo sería y conocer el contenido de las anunciadas veinte vivas.
Reitero: me sorprendió, bueno, he de decir, de hecho, que varias cosas me sorprendieron gratamente. En primer lugar, el espectáculo previo que exaltó las venas y raíces culturales tan ricas, profundas y originales de nuestro país. La esencia, estado por estado, del folklor con altos niveles de calidad en las ejecuciones, en la música, en el vestuario. Casi todos escogieron lo mejor de su repertorio e incluso se presentaron bailables producto de investigaciones históricas y antropológicas recientes. En los cuadros de las 32 entidades quedó expuesta la diversidad, el talento, la historia ancestral, sincrética y contemporánea de esta maravilla de país que es México. Ponderar la difusión de esta riqueza por encima de lo que en sexenios anteriores ha sido la promoción del mal gusto, de lo corriente y vulgar, es un cambio a favor, grande y no menor.

Tomada de: RT

Me sorprendió la gente en el Zócalo. Apostada ahí desde temprano para presenciar tanto las representaciones de los estados como la ceremonia del grito y el espectáculo posterior. De acuerdo con los reportes el saldo fue blanco y se alcanzaba a apreciar en la transmisión el orden que privó en la disposición de los lugares y en el comportamiento de los asistentes.
Me sorprendieron mucho más, ya en la ceremonia, los gritos de la gente, la verdad, hasta me emocionaron. Nunca, en todos mis años de ver y asistir a ceremonias del grito, había testificado un apoyo así para ningún Presidente, hasta ahora. Nunca. Al contrario. En los últimos sexenios lo que ha caracterizado a los mexicanos que asisten a la verbena en el centro de la Ciudad de México, son las rechiflas y los gritos de “fuera, fuera”, entre otros peores.
“No estás solo, no estás solo”, “sí se pudo” y “Presidente, Presidente” coreado por miles, me puso la piel de gallina porque el significado profundo es trascendente, porque refleja la apuesta de millones en el actual mandatario, es noticia del contraste con tiempos pasados recientes y, muy importante, es el refrendo de un apoyo que reclama respuestas, todas las respuestas, las más posibles. Fue un símbolo de lo que millones de mexicanos esperan de esta administración. El Presidente lo ha dicho y reiterado: “no puedo fallar”. Esa afirmación, dadas estas expresiones populares y multitudinarias, debe tener una relación directa con hechos y resultados; no puede ni debe quedar en el aire.
Me sorprendieron las vivas (amén del protocolo, la austeridad y la solemnidad), las nuevas particularmente: “¡Vivan los padres y las madres de nuestra patria!” (en un claro reconocimiento, como nunca, a las mujeres que fueron fundamentales en el derrotero del movimiento independentista); “¡Vivan los héroes anónimos!” (quizá no haya mucho que decir, lo sabemos, sin embargo, es reconocer a los hombres y mujeres, de todos los grupos sociales, cuyos nombres no conocemos y dieron la vida por la causa, los que realmente la hicieron posible); “¡Viva el heroico pueblo de México!” (esta fue la que más me emocionó, lo somos); “¡Vivan las comunidades indígenas!” (jamás reconocidas antes, así, como parte esencial de nuestros orígenes y fundacional de nuestra grandeza) y luego las vivas por cada uno de los valores y principios democráticos y sociales: libertad, justicia, democracia, soberanía, fraternidad universal y paz; y el último: “¡Viva la grandeza cultural de México!” que merece reconocimiento, respeto y práctica por su profundidad, su contenido espiritual y trascendente, por el talento implícito, por la historia, los colores, las evidencias del trabajo de manos mexicanas, el pensamiento y las ideas, las diversas creaciones.
Me sorprendió, finalmente, mi propio y muy vivo sentimiento de orgullo que había estado adormecido, apagado, a fuerza de los más duros embates contra México, los mexicanos y lo mexicano infringidos por los que eran nuestros representantes, aunque no ejercían como tales.

Columna publicada en El Informador el sábado 21 de septiembre de 2019.