sábado, 26 de diciembre de 2020

2020-2021

Ciudad Adentro

 LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

  

Este es el último comentario de este 2020 que por fin fenece. En estos días se cumple un año del reconocimiento del primer caso de una enfermedad causada por un virus desconocido en Wuhan, China, aunque no lo supimos de inmediato. La información fue llegando a cuentagotas y así, en esa medida, la comunidad científica internacional, los gobiernos y la humanidad en su conjunto, nos fuimos enterando de su nivel de peligrosidad, su etiología y otras características, sin embargo, hasta ahora no ha sido descifrado del todo. Hace unos días apenas, por ejemplo, se da a conocer en el mundo la aparición de una variante que llevó al aislamiento a Gran Bretaña.

Ha sido, es y, por un buen tiempo más, será muy complicado vivir y convivir en estas condiciones porque las afectaciones son en todos los ámbitos: salud, economía, educación, emociones, expectativas, proyectos; extrañamos a los seres queridos que no podemos ver y a los que murieron por la pandemia, nos hacen falta abrazos; para mucha gente salir a la calle, a un parque, a un restaurante, a un bar, son necesidades básicas; se perdieron empleos, se truncaron planes o se pospusieron en el mejor de los casos; empeoraron situaciones personales; hay sectores de la economía mucho más afectados que otros, cierres, despidos.

Todos y cada una hemos tenido que adaptarnos a las circunstancias, con mayor o menor éxito es cierto, pero mal que bien, aquí estamos, saliendo adelante de un entorno verdaderamente adverso para la humanidad entera. Son respetables las percepciones que de la pandemia y sus efectos tiene cada quien; ahora sí que cada quien habla según le fue o le va en la feria, pero en términos generales podría decir que este año tan terrible que se va, nos deja lecciones.

Y seguro habrá alguien que diga, o muchos, que habría sido mejor aprender de otra manera. Sin duda, pero no fue así y no tenemos otra opción más que tomar al toro por los cuernos, espabilarnos, recuperar el ánimo y seguir caminando hacia adelante. El contexto es de pandemia, es mundial, nos afecta a todos de diferente manera y con distintas intensidades, pero a todos, ahora sí que, democrática es. De pronto siento que hay mucha gente que no se da cuenta de esa dimensión de esta realidad, y no es un juicio, más bien es un temor.

Las lecciones están ahí para sacarles el mayor provecho posible. De nosotros depende —sin desdeñar entornos y contextos individuales— que esto nos afecte en mayor o menor medida; podemos salir fortalecidos o no, más maduros o no; quizá vemos a la humanidad de otra manera, valoramos más a nuestros familiares, o tal vez no; a nuestros amigos y amigas; también es muy factible que hayamos detectado a los que llevan agua para sus molinos, pensando en términos de negocios o de política barata electoral, en el mundo.


Foto: Laura Castro Golarte.

Es muy probable que hayamos pasado por etapas diversas, con altibajos, contradictorias; y las hemos atravesado, no sin daño, no sin que hayamos perdido a alguien o algo. En general así es la vida, y si nos atenemos a eso, sólo que ahora la dimensión es mundial, saldremos de esta como de tantas adversidades. No hay mal que dure cien años.

Esos son mis deseos para todos los seres humanos especialmente en este entorno tan complejo y difícil, tan adverso, para el año 2021. Ahora con la aplicación de las primeras vacunas se habló del virus que causa la Covid-19 como de un enemigo, el enemigo invisible. Hay que derrotarlo en sentido literal y figurado.

Necesitamos fuerza, claridad, entereza; reconocer que hemos aprendido, que nuestra capacidad de adaptación es extraordinaria, que nos necesitamos juntos; que la solidaridad es necesaria justo para derrotar al enemigo; que tenemos que respetarnos entre nosotros; que hay información basura que hace daño; que hay gente que manipula para sacar raja a favor de sus intereses y hemos sabido detectarla; que hay información de calidad que necesitamos para tomar decisiones, para cuidarnos mejor, para entender mejor lo que pasa.

Del 31 de diciembre de 2020 al 1 de enero de 2021 no cambiarán las circunstancias como por arte de magia, pero sí es una ocasión para alimentar la esperanza. El año que pronto empezará nos hallará mejor parados, más preparados, a diferencia de los primeros días de este 2020 que nos tomó por sorpresa. Ánimo, nos necesitamos juntos. Feliz 2021.

Columna publicada en El Informador el sábado 26 de diciembre de 2020.

sábado, 19 de diciembre de 2020

15 %

Ciudad Adentro 

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)


Antes de abordar el tema del incremento salarial que entrará en vigor en enero del año entrante y que considero una muy buena noticia, quiero referirme a dos asuntos. El primero tiene que ver con el asesinato de Aristóteles Sandoval, un político jalisciense que fue diputado, presidente municipal de Guadalajara y gobernador de Jalisco. Lo lamento, por la pérdida y el dolor que esto causa a su familia, pero también por los altísimos niveles de violencia e inseguridad en el Estado. Es difícil, lo sabemos, pero ojalá, ojalá se esclarezca, que se sepa exactamente qué pasó y que los responsables rindan cuentas ante la justicia.

Esta noticia ha consternado a propios y extraños, porque además deja en evidencia una realidad que las autoridades en Jalisco tienen que enfrentar en lugar de estar buscando cómo responsabilizar a otros.

Y sobre esta proclividad a señalar a otros en lugar de cumplir con lo que toca, el otro asunto que urge y en el que tenemos mucho que ver nosotros, como ciudadanos, es el cuidado y las precauciones con respecto a la pandemia. Si bien el gobernador dijo hace unos días que no había ninguna medida que tomar refiriéndose a cierres o restricciones, la Secretaría de Salud del Gobierno del Estado sí emitió un comunicado en el que solicita a la población que no se hagan posadas, ni fiestas navideñas que superen las 10 personas. La pandemia existe, afecta a todo el mundo y en México se ha recrudecido, Jalisco no es la excepción. Ojalá que las autoridades dejen de hacer comparaciones inútiles, sin sentido, electoreras y se enfoquen en el entorno inmediato dentro de su esfera de responsabilidades. Por favor.

Ahora bien, sobre el salario. Desde hace años, como muchos otros, he insistido en la urgencia de que en México se recupere la capacidad del poder adquisitivo. En 2008, cuando aquella pandemia, mientras en otros países de América Latina se optaba por incentivar el mercado interno aumentado los ingresos de las personas, vía salarial y reducción de impuestos, en México, con Felipe Calderón en la Presidencia, se hizo lo contrario. Lo critiqué entonces y reitero ahora que esa no es la solución, para quienes desde ya se desgarran las vestiduras por la decisión de aumentar el salario mínimo en México con la idea, desde diciembre de 2018 para acá, de recuperar el terreno perdido sobre todo del sexenio de Luis Echeverría Álvarez hasta hace dos años.


Luisa María Alcalde Luján, secretaria de Trabajo y Previsión Social.


Quizá sirva recordar que México es uno de los países en el mundo con salarios más bajos y donde los trabajadores laboran más horas que en ninguna otra nación. Y que no salgan con que la productividad y bla bla bla, esa es una responsabilidad de la clase empresarial; la productividad se debe incentivar desde adentro de los negocios y no soslayarla sólo porque si alguien deja el empleo, es fácil sustituirlo con el que sigue en la fila interminable de personas desempleadas en México y con necesidades apremiantes. Ojo.

Que la gente gane más significa que gastará más, que invertirá ese dinero en la resolución de sus necesidades básicas y urgentes, consumirá y esos recursos se integrarán al dínamo de la economía ¿es tan difícil de entender? Pensaría que no, pero luego veo las cifras de la OCDE de que en México ganan más los accionistas que los empleados en contraste con los demás países miembros de esa organización, y entonces pienso que sí y en la mezquindad de una buena parte de la clase empresarial en México, justo la que más se queja del incremento al mínimo de 15 % para seguir con la recuperación paulatina del poder adquisitivo de los trabajadores en el país.

El salario mínimo pasará de 123.22 a 141.70 pesos diarios, se trata de 18 pesos más que ni siquiera alcanzan, por ejemplo, para tomar dos camiones en Guadalajara en un día; la tarifa es de 9.50 y, dicho sea de paso, es carísima para un transporte tan deficiente e insuficiente como el que tenemos. Esto en casi todo el país, menos en los estados de la frontera norte, donde pasará de 185.56 a 213.39 pesos.

Con este incremento, México avanzará ocho posiciones en el ranking internacional de salarios, aunque todavía estamos muy abajo: lugar 76 de 135. Hubo un tiempo (1980) en el que México ocupaba el lugar ¡12! entre esos mismos 135 países, con José López Portillo, pero empezó a caer sin remedio ante la inmovilidad y ceguera ficticia de quienes se han enriquecido como defensores de los trabajadores: en 1990 cayó al lugar 30, con Carlos Salinas de Gortari, sí, el personaje que algunos extrañan al punto del delirio; en 2000 al lugar 48 entre el final de la gestión de Ernesto Zedillo y el principio de Vicente Fox y en 2010, con Felipe Calderón, cayó 33 lugares más para ubicarse en el sitio 81. ¿Y hoy hay quienes se desgarran las vestiduras porque se está revirtiendo esa tendencia? De verdad que no lo puedo creer, los niveles de inconsciencia y de egoísmo son descomunales. No sé qué gusto hallan en escupir para arriba.


Columna publicada en El Informador el sábado 19 de diciembre de 2020.

sábado, 12 de diciembre de 2020

Lupe-Reyes

Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)


 

Desde la segunda quincena de enero, poco antes del 27 de febrero de este año, cuando se registró el primer caso de Covid-19 en México, todavía con información preliminar e incierta sobre las características del nuevo virus y de la enfermedad de “etiología desconocida” que causaba, se diseñó la estrategia en la Secretaría de Salud del Gobierno federal y a través del Boletín epidemiológico y los mecanismos de información y capacitación que funcionan desde hace lustros en el sistema en todo el país, se planteó una evolución muy cercana a lo que ha sido el desarrollo de la pandemia en México, incluso antes de que fuera identificada como tal.

Es parte de los conocimientos que sobre epidemiología y pandemia tienen los especialistas en la materia, con base también en casos similares a lo largo de la historia. Si tiene oportunidad de ver la primera conferencia de prensa en la Secretaría de Salud, justo del 27 de febrero, se podrán dar una idea muy cercana de lo que comento (para que no busquen mucho: Conferencia de prensa 271020). Y debo decir además que fue desde la segunda semana de enero de este año que se empezó a publicar información sobre la enfermedad todavía desconocida, en el Boletín epidemiológico que se elabora y circula cada semana desde fines del siglo XIX y está accesible en internet.

Desde entonces, se dijo que había comunicación estrecha con los 32 estados de la República. Bien, todo esto para recordar que, a mediados de mayo, en una de las conferencias vespertinas en las que se ofrece información de la Covid-19 todos los días, se anunció que la incidencia de la enfermedad podría recrudecerse a partir de octubre, en el inicio de la temporada de influenza. Dicho y hecho.


Foto: Laura Castro Golarte


La cuestión es que no sólo ha sido la llegada del frío, sino que, en general, se han relajado las medidas de protección y prevención contra la Covid-19. En Jalisco, para no ir muy lejos, los niveles de positividad, después del botón de emergencia, se han incrementado de manera preocupante, hasta 42 % con datos al 9 de diciembre pasado; la capacidad de varios hospitales en cuanto a la disponibilidad de camas con ventilador está al tope, según el Sistema IRAG (Sistema IRAG) y también están aumentando contagios y defunciones con base en datos de Radar Jalisco. El Dr. Carlos Alonso lamentablemente concluyó que el botón de emergencia no sirvió para detener la cadena de contagios.

Las cifras de las diversas fuentes coinciden, más allá de las diferencias que han prevalecido durante toda la pandemia. Eso no es más que indicativo de que las cosas no están bien. Y no sólo en Jalisco o la Ciudad de México (el llamado de ayer de Claudia Sheinbaum, jefa de Gobierno, a través de redes sociales, es fuerte), en todo el país; no se diga en el mundo, con el discurso urgente de Angela Merkel, la canciller Federal de Alemania. Son buenas noticias las relativas a la vacuna, pero el proceso lleva su tiempo, no será inmediato.

En España, la viróloga Margarita del Val que he citado en otras ocasiones y recomiendo ampliamente, dijo hace menos de un mes lo siguiente: “No podemos negociar con el virus que vamos a tener unas navidades tranquilas, porque va a hacer frío y en interiores hay más riesgo. 25 de diciembre: Zoom, Zoom, Zoom. Pues eso. Que todo lo malo de esta vida sea que no vamos a poder celebrar la comida de Navidad. Es un mal menor. Hay que buscar alternativas” (Margarita del Val).

En México, el día de hoy empieza el famosísimo puente Lupe-Reyes (felicidades a todas las Lupitas). Nos encanta la fiesta sí, somos pachangueros, está en nuestra idiosincrasia; esta actitud, particularmente el amor por la familia y el deseo de reunirnos siempre con pretextos o sin ellos, es admirada incluso en otros países. En lo personal me encantan, pero no está el horno para bollos. No es pertinente hacer lo que acostumbramos en estas fechas, toca aguantarse, que quepa en nosotros la prudencia, ser pacientes, buscar alternativas como dice la Dra. Del Val y esperar tiempos propicios porque sólo así saldremos en mejores condiciones de este impase. Es una apuesta por la salud y la vida.

A veces pienso que se nos olvida que estamos en medio de una pandemia en el mundo con características sólo comparables con la de 1918, cuando la gripe española. Aun así, estamos mejor que entonces, mucho mejor, precisamente por eso hay que cuidarnos y cuidar a los otros, para no llegar a los niveles que se registraron entonces. Por una vez en la vida no vamos a celebrar el Lupe-Reyes como sabemos y como nos gusta, por favor, pero estaremos vivos para hacerlo el año que entra. #YoMeQuedoEnCasa #TeCuidoMeCuidas.


Columna publicada en El Informador el sábado 12 de diciembre de 2020.

sábado, 5 de diciembre de 2020

Reacciones

Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

 


En el marco del segundo año de gestión del Presidente Andrés Manuel López Obrador me ha llamado la atención que las reacciones a las encuestas sobre su administración, favorables incluso en la prensa que el mismo mandatario señala como “adversaria”, coincidan en que son inusitadas o sorprendentes o desconcertantes o increíbles o cualquier otro concepto similar o parecido.

Debo decir que no me refiero a todas las reacciones claro está, sino a las que se conocen como las del círculo rojo o las que se expresan, casi siempre polarizadas, en las redes sociales, particularmente Twitter; así como en programas y mesas de análisis que se difunden a través de variadas plataformas. Aunque parezca un contrasentido, me parece normal que las reacciones hayan sido así en estos espacios que describo, es decir, no podía ser de otra manera, salvo una que otra excepción. Aquí lo extraordinario hubiese sido que no se manifestara la más mínima sorpresa ni contrariedad al conocer los resultados de todas las encuestas que han circulado estos días, desde este ámbito de la opinología o la influencerología.

Así que, por ese lado, todo en orden. Por otro lado, los datos que arrojan los abundantes estudios demoscópicos, desde el que sitúa al Presidente de México con 58 % hasta el que refirió el mismo López Obrador con 71 %, no son conclusiones inusitadas si pensamos en que, primero, como se dice sobre las encuestas, y así es, son fotografías del momento; segundo, estamos hablando de percepciones, ahora sí que cada quien habla de cómo le va en la feria; aunque, tercero, no todo mundo contesta la verdad en estos ejercicios y, cuarto, siempre, siempre, son muestras que tienen su márgenes de confiabilidad y de error, dependiendo de la casa encuestadora. A estas alturas y desde que las encuestas llegaron para quedarse en el sistema político-electoral mexicano, las hemos ido conociendo y hemos aprendido cómo tomarlas desde la ciudadanía de a pie, de la que formamos parte usted y yo; para el círculo en el poder y el círculo rojo, los resultados, aun cuando no los crean o les parezcan inusitados, los dan por buenos, algo hay, algo está pasando que la gente encuestada así contesta.

Aparte de estos cuatro aspectos, prácticamente inherentes a cualquier consulta de este tipo, quiero decir que a mí no me parece inusitado el nivel de aceptación del Presidente; es real en la medida, no de que 30 millones de electores votaron por él en 2018, sino de que hay millones de mexicanos que están notando las acciones de este gobierno en su beneficio. Los programas sociales de esta administración prácticamente abarcan a todos los grupos que viven y sufren circunstancias desventajosas con respecto a otros grupos: adultos mayores, jóvenes, mujeres, niños. Estos programas han sido fundamentales para que los beneficiarios tengan liquidez. Se está reflejando en el mercado interno, con todo y pandemia. Las ventas minoristas según el INEGI, registraron crecimiento en septiembre; lo mismo que el nivel de ingresos del sector servicios que hiló tres meses a la alza.



La estrategia de enfocarse en el mercado interno me parece muy acertada porque implica calidad de vida para los que menos tienen y movimiento económico para el sector empresarial, particularmente micros, pequeños y medianos, los más afectados. En la parte del sector servicios me llamó poderosamente la atención que los servicios inmobiliarios también reportaron aumento en sus ingresos. Muchas veces las estrategias o medidas que se toman en un gobierno no tienen repercusiones inmediatas, mucho menos si se atraviesa por una pandemia que nos ha afectado a todos en el mundo. No han aumentado impuestos y no se ha incrementado el precio de la gasolina.

No les ha faltado dinero a los adultos mayores, ni a los jóvenes ni a muchos mexicanos inscritos en estos programas sociales, el de las mujeres jefas de familia es fundamental; y con esto también ha sido posible que mucha gente se quede en sus casas. Y el salario mínimo se ha incrementado, en dos años, 30 % en términos reales.

Hay programas y acciones específicas para el campo mexicano, no ha habido desabasto en todos estos meses de pandemia en ningún punto de la geografía nacional, se dice fácil, pero implica acciones muy concretas.

Por esto y otros temas creo que los resultados de la popularidad del Presidente no me parecen inusitados. No es perfecto de ninguna manera, al contrario, es perfectible, por ejemplo, en materia de inclusión, bien podría cambiar su propia perspectiva con respecto a la agenda feminista; podría erradicar ya, por favor —he estado insistiendo— el tema de los adversario en su discurso; y, algo urgente, reforzar las estrategias para combatir la inseguridad y el crimen organizado en México.

Falta mucho, dos años no son suficientes, no creo que alcancen para todo lo que se necesita hacer en este país para corregir el rumbo, pero sí creo que hay un esfuerzo, este sí, inusitado, por erradicar la corrupción; por romper los patrones con los que actuó la clase política durante las administraciones priistas y panistas y por luchar contra las inercias que jalan fuerte desde adentro de la administración pública y en círculos que perdieron sus privilegios desde el 1 de diciembre de 2018, justo, los que reaccionaron con sorpresa.


Columna publicada en El Informador el sábado 5 de diciembre de 2020.