Ciudad Adentro
LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)
Venimos
de una historia de agravios constantes de la clase gobernante en México:
corrupción, mentiras, fraudes, manipulación, engaños, promesas no cumplidas,
desfalcos al erario, miles de casos de asesinatos y desapariciones sin
resolver, agresiones directas, represión... Sí, es triste, doloroso e
indignante hacer este recuento, pero la verdad espero que sirva para entender,
primero, los niveles de desconfianza que, en general, tenemos los mexicanos; y,
segundo, para darnos cuenta de los esfuerzos que se empeñan por hacer las cosas
bien (recomiendo aquí la columna de Jorge Zepeda: "Otra manera de hacer patria").
No hemos
tenido ni tendremos gobiernos perfectos, no existen en ninguna parte del mundo;
hay dinámicas, procesos e inercias que desde atrás jalan la cuerda para impedir
que muchas cosas cambien de fondo y que, en el planeta, país por país, ciudad
por ciudad, tengamos mejores condiciones de vida. Las diferencias y
desigualdades entre las naciones son tremendas y en un contexto de pandemia,
lamentablemente se profundizan.
¿A qué
voy con este preámbulo? A que sí, tenemos muchas razones para ser desconfiados,
pero también para empezar a no serlo y albergar, aunque tímidas e incipientes,
algunas perspectivas optimistas y esperanzadoras.
Desde que
los países más avanzados empezaron a trabajar en el desarrollo de vacunas
contra el SARS-CoV 2, México levantó la mano para participar con los recursos
que fueran requeridos, económicos y humanos, de manera que nuestro país fuera
uno de los primeros en recibir las vacunas en cuanto estuvieran listas. De esto
se ha informado periódicamente desde el primer día. En diciembre del año pasado
llegaron las primeras dosis para aplicarlas al personal de salud que está en la
primera línea de atención, la de Pfizer, biológico que requiere refrigeración
extrema y está diseñada en dos aplicaciones.
El lunes,
el Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, informó sobre los
acuerdos con Rusia para el suministro de 24 millones de vacunas Sputnik V (nada
más como dato curioso, una de las acepciones de sputnik significa lo
siguiente: “La persona que, junto con alguien, abre el camino”). En total son
nueve los acuerdos de México con el mismo número de desarrolladores de vacunas
y se nos ha dicho una y otra vez que los 126 millones de mexicanos que somos,
con un plan que ya se dio a conocer, seremos vacunados.
Una de
las críticas recurrentes en los últimos días y que siento que deja en evidencia
la ausencia de reflexión sobre lo que implica una campaña de vacunación de
emergencia en un país como el nuestro y también rebela un profundo
desconocimiento de la logística (aparte de la mala entraña, por no decir más
feo; mezquindad pues), es la formación de brigadas en las que participarán
“servidores de la nación” para iniciar con la vacunación a los adultos mayores
que viven en las zonas de más difícil acceso en México, que, sabemos, son
cientos, dada la extensión de la República mexicana y las condiciones
orográficas y geográficas bellísimas sí, diversas y ricas, pero que complican
el proceso: desierto, selva, sierra, bosque, cañón, barranca...
En primer
lugar, todavía no hay vacunas suficientes ¡en el mundo! Después de pasar las
fases de rigor que tienen que pasar, falta elaborarlas y todos los países las
queremos ya. Hay naciones como Italia, por ejemplo, que han iniciado procesos
legales porque no se han surtido los pedidos. Y apenas el jueves la Unión
Europea dio “un golpe en la mesa”, como se dice, para que tanto Pfizer como
AstraZeneca cumplan con los contratos.
En
segundo lugar, no hay fines electorales en el diseño de las brigadas: la
secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, explicó que se recurre a los
“servidores de la nación” porque conocen el terreno, lo acaban de recorrer para
el censo del INEGI, saben dónde están los rincones más recónditos del país
donde hay adultos mayores. Me parece una decisión lógica y práctica.
Y, en tercer
lugar, se insiste en que se recurra al Sistema Nacional de Vacunación, uno de
los más eficientes en el mundo. Bueno, eso no es posible porque habría que
acudir en persona a las instalaciones sanitarias, desde el más pequeño centro
de salud hasta los grandes hospitales de este país y, parece que no saben
quienes lo señalan, que eso está contraindicado justo por Covid-19. Aplicar las
vacunas contra esa enfermedad no es tan sencillo como poner una palomita en la
Cartilla Nacional de Vacunación, es una estrategia de emergencia, no de
vacunación tradicional, y no se puede ni debe presionar más la infraestructura
sanitaria.
Queremos
ver moros con tranchete donde no hay “¡Es que es año electoral!”. Pues sí, un
factor ajeno a este o a cualquier gobierno de cualquier orden: así está
diseñado el sistema electoral mexicano y tocó en un contexto de pandemia que
afecta al mundo, una perspectiva que se insiste en perder de vista.
Además de
seguir en confinamiento en la medida de lo posible; y si no se puede, con todos
los cuidados y precauciones habidos y por haber, nos toca confiar en que se
están haciendo grandes esfuerzos para salir adelante de la pandemia que nos
asola desde hace casi un año; hacer algo distinto, algo que se aparte de ese
objetivo, sin duda será contraproducente.
Columna publicada en El Informador el sábado 30 de enero de 2021.