domingo, 6 de octubre de 2024

Crónica sincrónica


México: un tiempo nuevo

 

 

Laura Castro Golarte

 

 



El aguacero estaba a punto. Amenazó todo el día y los charcos en las esquinas eran noticia de que la lluvia no daría tregua. Va a caer un tormentón

Uno de Octubre de 2024 y desde hacía semanas la Ciudad de México había estado bajo asedio del temporal. El pronóstico se repetía en todos los weather channels. A la gente no le importó. 

A las 6 de la mañana por lo menos, contingentes de todo el país empezaron a llegar al Zócalo.

La ceremonia de entrega del bastón de mando sería a las 4 o a las 5 de la tarde y era necesario (y para muchos urgente) madrugar para apartar lugar.

A la Cámara de Diputados estaba muy difícil llegar, cierres viales por todos lados, de todos modos no dejarían entrar y allá no vendían paraguas ni impermeables… alguien hizo su agosto.

A la hora de la hora, quién sabe si fueron más las personas detrás de las vallas de policías y de las barreras metálicas a lo largo de todo el trayecto, que las que se concentraron en el Zócalo. Desde dos puntos distintos de la capital de la República federal de los Estados Unidos Mexicanos salieron dos convoyes que tendrían compañía durante la travesía al recinto sede del Congreso General del Poder Legislativo en San Lázaro.


Los bloqueos al tránsito vehicular y las restricciones para la circulación del transporte público no impidieron que la gente llegara a despedir y a recibir. Había mantas con letreros de agradecimiento para Andrés Manuel López Obrador: “Gracias” con la reproducción de la portada del libro que apenas empezó a circular en febrero de este año; y mantas que decían “Es Claudia”; en algunas la foto era la del presidente cuando levantó la mano a la hoy presidenta constitucional Sheinbaum Pardo y se adelantó el proceso electoral.

Mantas, banderas, cartelones, gorras, camisetas y la alegría en los rostros, la expectación, la certeza de que sería un día largo y pesado, pero no importaba; seguramente llovería… y tampoco. Nadie se podía dar el lujo de perder el lugar de primera fila en las calles y avenidas de la Ciudad de México. El 1 de Octubre empezó temprano, símbolo de un tiempo nuevo que se venía fraguando.

 

Es un fenómeno

 

Es un fenómeno. Que se sepa, salvo algunas expresiones notables y, por lo mismo, históricas, pocos presidentes de México fueron despedidos de manera apoteótica por el pueblo y recibidos igual. Hay referencias de Agustín de Iturbide antes de que se impusiera como emperador y desconociera al Congreso, claro está: cuando entró a la Ciudad de México al frente del Ejército de las Tres Garantías el 27 de septiembre de 1821.

Nada extraordinario hasta la restauración de la República cuando Benito Juárez llegó a la Ciudad de México, derrotados los franceses y fusilado a Maximiliano de Habsburgo en julio de 1867. Un Porfirio Díaz héroe recuperó y entregó la capital.

Y el recibimiento auténtico a Francisco I. Madero el 9 de febrero de 1913, a unas horas de la Decena trágica e ignominiosa de la que fue escenario esta misma ciudad.

¿Después de eso? Nada. Sin minimizar la reacción de los electores, la fiesta del 2 de julio del año 2000 fue más por quienes se iban que por el que llegaba. Al cabo de seis años la confirmación del engaño fue brutal y dolorosa. Antes de eso, lonches, despensas, refrescos y muchas veces dinero llenaban las calles de personas asociadas a las grandes corporaciones creadas y alimentadas por el sistema: centrales obreras, sindicatos, organizaciones populares, burócratas. Sí hubo una manifestación auténtica pero de repudio en septiembre de 2012, ya saben, al más puro estilo: mentadas, chiflidos y un láser insistente para molestar y distraer.

No cuentan las veces que se llenó el zócalo para reclamar sucesivos fraudes, porque el protagonista de esas manifestaciones no era presidente. Se guardaron, esperaron e hicieron explosión en 2018 junto con los precedentes estancados de represión, injusticias y abusos; el desdén acumulado que había conseguido aplacar y acallar, fue apartado como de un solo golpe, aunque en realidad ya se venía gestando desde hacía décadas. El tiempo nuevo no se estrena de un día para otro. Los minutos empezaron a correr mucho antes.

Despedida y recibimiento del 1 de octubre de 2024 fueron expresiones inéditas en nuestro país. Esto sí nunca había pasado. Cientos, miles, millones, presentes en vivo y a través de redes y medios, fueron testigos de un cambio de gobierno pacífico y unido por un hilo conductor. Hay continuidad y también es un fenómeno. Habrá que estudiar y analizar, para reflexionar con profundidad, el fenómeno multidimensional que ahora atestiguamos y del que somos también protagonistas.

 

Llegar a San Lázaro

 

Ese día, después de una larga caminata antes de las ocho de la mañana, conforme avanzaba y arreciaba el paso hacia la Cámara de Diputados, la transformación de la ciudad era evidente. El taxi apenas hizo 18 minutos desde la calle de Bolívar a la puerta principal de San Lázaro, pero me dejó del otro lado de la avenida H. Congreso de la Unión. Que no había paso, me dijo, cuando le había solicitado que me dejara en Eduardo Molina y Emiliano Zapata. El chofer entró en pánico. Ya ni yo.

De la calle Juan de la Granja, sí, caminé por Congreso de la Unión hasta Héroes de Nacozari. La valla de policías, infranqueable, estaba apostada desde las 3:30/4:00 horas. Llegaron en la madrugada y seguían en pie como si nada. Escudos y celulares en mano, les tocaba atajar y esperar. Al dar vuelta las banquetas estaban llenas de gente que esperaba el paso de los dos convoyes. De pronto quiso salir el sol pero las nubes, como los policías…

Héroes de Nacozari desemboca directo en Eduardo Molina y estaba en la acera correcta. Pues no. El paso peatonal estaba cerrado y había que entrar por el arroyo de la avenida para ingresar por Emiliano Zapata. Un puente peatonal fue la clave. Soldados y elementos de diferentes corporaciones acompañaban a los transeúntes. Llegué casi a las nueve de la mañana. Desde Bolívar hasta ubicar un espacio en la sala de prensa habían transcurrido dos horas.

Imposible entrar al recinto, la acreditación me confinó a la Sala de Prensa y al vestíbulo, pero ahí tampoco. Estaba tomado por fotógrafos y camarógrafos de todo el mundo. Y ellos, cada uno armado con sus cámaras, sus escaleras portátiles y sus mochilas, valían por tres o por cuatro, se redujo el espacio como si hubiésemos sido mil en lugar de 400 periodistas acreditados. Tampoco se podía pasar, qué esperanzas de tomar una foto. Recortes de pantalla para mandar los reportes en tiempo real, sólo eso y la convivencia apenas con periodistas de Chile, Argentina, España, Estados Unidos y de varios estados de la República: Jalisco, Sonora, Tabasco, Estado de México, Morelos, Oaxaca, Chiapas, Veracruz… No es lo mismo estar en directo que ver todo a través de una pantalla, por supuesto, pero el trajín en el recinto era impresionante: un hervidero de políticos, gente de servicio, de comunicación social y de reporteros por los amplios espacios de la Cámara de Diputados.

Después de los posicionamientos de cada fracción parlamentaria se decretó un receso para que los comisionados recibieran, primero, al presidente saliente Andrés Manuel López Obrador y, después, a la presidenta entrante, Claudia Sheinbaum Pardo.

Hubo un intento de manifestación de trabajadores del Poder Judicial, de inmediato fueron contenidos, sin violencia, para que no trataran de entrar al recinto justo arriba de la Sala de Prensa; aparte de este incidente, asustaron más los cohetones que se lanzaban desde afuera y tronaban con todo y papelitos metálicos y multicolores, iguales que los que cubrieron el cielo en el Zócalo más tarde.

La seguridad en los ingresos fue extrema; en las salidas no. Terminó la ceremonia y, escrito lo escrito, recortado lo recortado, apuntado y visto lo correspondiente, tocaba emprender el camino para llegar puntual al Zócalo que, seguro, para esas horas, poco antes de la una de la tarde, ya estaría a reventar; sin olvidar por supuesto, los cierres viales y la incertidumbre de hasta dónde podría llegar, lo más cerca posible, en taxi.

Creí que había pasado por todo en 40 años: por las peores incomodidades, sacrificios, desvelos, desmañanadas, gritos y estridencias, apretujones, bloqueos, discriminación, cierres groseros y prepotentes, franqueos amables y consecuentes… Me faltaba.

 

Llegar al Zócalo




La confluencia de eventos en un mismo punto fue impresionante. Signo del tiempo nuevo: una constelación de acontecimientos únicos con efectos irreversibles. Desde los más pequeños y personales, hasta los enormes y colectivos. Todos en el lugar que es centro y corazón desde hace milenios.

Llegar al Zócalo, a la Plaza de la Constitución, a la que alguna vez fue Plaza Mayor y, antes, explanada del Templo Mayor frente al Palacio de Moctezuma, no fue nada fácil. Igual: 20 minutos de San Lázaro a la calle Valerio Trujano, punto final en vehículo, según el GPS. En realidad fueron 40 y, la verdad, no tanto como podría haber sido.

Estaba vez tocaba caminar por Reforma hasta la Alameda, tomar un tramo por la Avenida Juárez, al mismo tiempo que cientos de personas con destino compartido. Apenas iban ser las dos de la tarde y creí que podría darme un tiempo para comer y descansar unos minutos en el hotel. Lo hice, no por mucho tiempo, en menos de una hora ya estaba de camino hacia el Zócalo. Sabía que el acceso para la Prensa era por la calle de Moneda pero desde atrás de Palacio Nacional, por Correo Mayor. Creí que no habría problema… fue una mala apreciación.

Un trayecto que en cualquier día habría hecho, caminando con prisa, en siete o diez minutos cuando mucho, de la calle de Bolívar hasta el ingreso por Moneda; me llevó hora y media. Todavía caminaba ¡por fin! por Moneda hacia el Zócalo cuando empezó la ceremonia de la entrega del bastón de mando.

La cantidad de gente era impresionante, no cabía un alfiler, nos apretujábamos y avanzábamos milímetro por milímetro. No me dejaron pasar por Erasmo Castellanos y 16 de septiembre; llegamos todos juntos a Correo Mayor y eran dos cuadras, más la parte posterior de Palacio Nacional, hasta Moneda. Nos desviaron a unos pocos con gafete hasta Academia, para desde ahí dar vuelta y entrar por el acceso indicado.

Antes, estuvimos detenidos, toda la gente en ambas aceras de Correo Mayor, mientras salían los convoyes de los presidentes y mandatarios invitados que ya se retiraban. La lluvia seguía amenazando y, de pronto, llegaba un aire fresco, pero estábamos sudando, era un sauna colectivo. Gritos, bromas, empujones, apretujamiento total, varados… Territorio fértil para una tragedia, una caída, un aplastamiento masivo, nada pasó. Pasito a pasito, con los brazos protegiendo el cuerpo, nos dieron paso por Corregidora hacia Academia. Ya era muy tarde. En el gafete decía que la ceremonia empezaría a las cuatro, pero luego avisaron que a las cinco. Fue como 15 minutos antes de la cinco y no llegué puntual. Desde Moneda y Correo Mayor empecé a escuchar a la guía espiritual.

Hubo que dejar pasar primero a un senador protegido por ocho o diez o quince guaruras del SNTE “¡traemos a un senador!”. Y le franquearon el paso antes que a muchos, una contradicción temporal, espero que no sea bucle.


Alcancé a escuchar la lista de asistentes: mixtecas de la montaña de Guerrero, mixtecas de Oaxaca; de Puebla. Tzotziles de Chiapas, tzeltales de la Selva sur de Chiapas; zapotecas de los Valles de Oaxaca, mayas de Campeche, Yucatán y Quintana Roo; mexican de Nayarit; nahuas de Jalisco, de Morelos, de la huasteca, Tlaxcala, San Luis Potosí, Veracruz; caxcanes de Zacatecas; cocas de Jalisco; pirindas y purépechas de Michoacán; mascogos de Coahuila; afromexicanos de Oaxaca, Guerrero y Veracruz; yaquis de Sonora, tojolabales, otomíes, mazatecas, o’obas, wixárikas, coras, ópatas, mayos, cucapá… No fueron mencionadas todas, pero estaban las 70 y los mexicas, los teotihuacanos y los olmecas, la cultura madre, de la que abrevaron todas las civilizaciones anahuacenses.



Cuando Claudia Sheinbaum subió al templete, una treintena de mujeres indígenas la esperaban. Todas gobernadoras, guías espirituales, médicas tradicionales, representantes de comunidades como la afromexicana de Veracruz, la rarámuri de Chihuahua; la purépecha de Michoacán, la tojolabal de Chiapas y la nahua de Morelos.

Fue recibida por dos guías espirituales, grandiosas, poderosas: Teresa de Jesús Ríos García, mazateca de Huautla de Jiménez, Oaxaca; y Ernestina Ortiz Peña, de Santiago Tilapa, Tianguistengo del Estado de México. Ambas emprendieron la ceremonia de “limpia” tradicional en torno a una ofrenda de frutos de la madre tierra. Ernestina le dijo: “Hermanita Claudia, te recibimos con amor, con alegría, con gusto. Tú eres la voz de las que no tuvimos voz por mucho tiempo; eres la voz de nuestros pueblos con dignidad… Hoy las mujeres indígenas estamos de fiesta” y todas.

“Claudia, qué los elementos sagrados te acompañen, que el agua bendita purifique siempre tu alma, que el aire siempre esté contigo; que nuestra madrecita tierra te bendiga siempre con esa fuerza que los pueblos indígenas traemos” y las mujeres afros mexicanas… “Hermanita Claudia te bendecimos y con este copalito te decimos que nuestro dador de la vida, nuestro padre y madre te bendigan en este trabajo tan importante para los mexicanos, porque tenemos esperanza en ti”.



Pisé el Zócalo cuando decenas de miles de almas se volteaban hacia el Sur para invocar a los vientos cálidos y a todas las fuerzas de la naturaleza para que prevalezca el buen tiempo los próximos seis años, para que haya buenas cosechas, salud y bienestar para todo el pueblo de México.

Se había convocado ya al padre Sol para que ilumine, dé fortaleza, resistencia y sabiduría a la presidenta Sheinbaum; al poniente, hacia la casa de la mujer guerrera, en busca de cuidado y protección, de entereza y humildad para tomar todas las decisiones.


Ahí estuve cuando se invocaron las fuerzas del norte: “para que en el gobierno de la Presidenta Constitucional los problemas se resuelvan mediante el diálogo, la construcción de acuerdos, el perdón y la reconciliación con sentido humanista garantizando el respeto y la paz entre todos los pueblos y naciones de la tierra, sin ningún tipo de clasismo, discriminación, racismo ni machismo”.

Siguieron los 100 puntos, para tener a la mano en los días, en los meses, en los años que vienen.

 

Sincrónica

 

En el centro de México, con el Palacio Nacional de fondo y a un costado el Templo Mayor y la Catedral Metropolitana; la Campana de Dolores al frente y el Escudo nacional tallado en cantera; con la bandera de palacio hasta arriba y la monumental en el centro de la plancha, ondeando a todo lo que daban con vientos del norte, la energía se desbordó. Recorrió las pieles, las erizó. Por un momento se abrió el cielo y fue simbólico. Una especie de conjuro contra todas las amenazas.



Las fuerzas descritas coincidieron en un punto, en un momento y, aquí sí, de golpe, se abalanzaron sobre los mexicanos todos los significados, todos los estratos del tiempo: pasado, futuro, presente, todas las historias; los precedentes estancados en el espacio de experiencia; y todas las esperanzas en el horizonte de expectativas. 

Se concentraron en ese instante, a esas horas, ese día, el pasado ancestral y grandioso, potente y único: mujeres gobernadoras de pueblos originarios, guías espirituales, a un paso del Templo Mayor, rituales, conexión con el universo, cosmovisión, profundidad, cambio, grandeza. El México profundo perviviente.

El pasado virreinal, sincrético. A un tiempo bello y doloroso, artístico y creativo. El Palacio Nacional y la Catedral ahí, monumentales, extraordinarios; dos ejemplos de poder y tradición, de la segunda: creencias arraigadas y casi inamovibles. Y del primero, ejemplo de transformación: arquitectura española construida sobre el Palacio de Moctezuma con tres incrustaciones preciosas: la Campana, la Bandera, el Escudo: México libre, nación independiente.



El presente intenso, con resistencias, antagonismos y adversidades es normal, pero menos incierto el rumbo hacia el futuro, con proyecto de nación, con idea de transformación radical enfocada en el pueblo, como hacia mucho que no, por primera vez para las generaciones que coincidimos aquí y ahora.

Pasado, presente y futuro en un solo momento, estratos, elementos incuestionables de un tiempo nuevo cuyos efectos son irreversibles.

Salí bien, caminando sin prisa, sin bloqueos ni retenes, sin apretujamientos, en el flujo continuo de personas que se regresaban por la calle de Madero a sus destinos, a sus puntos de encuentro, con esperanza, gritando aún; cantando.

Y no llovió.



Texto y fotografías: Laura Castro Golarte ©

lunes, 5 de septiembre de 2022

Educación o la formación de una conciencia crítica

Continuum

                                                        Laura Castro Golarte

 

Es una verdad de aceptación generalizada la trascendencia de la educación para el desarrollo de los pueblos, de las naciones. Una educación deficiente está asociada con bajos estadios de progreso y siempre se plantea como reto y prioridad, independientemente de si se trata de un país altamente desarrollado o uno con las mayores dificultades económicas; la educación implica procesos dinámicos en constante cambio y adaptación.

Nada más a manera de ejemplo, la pandemia obligó a hacer ajustes y modificaciones sobre la marcha para lograr que en tales circunstancias por lo menos no decayera la calidad educativa. En países como el nuestro, cuyo rezago educativo es histórico, tan arraigado que parece endémico, el desafío era superior.

Unas dos semanas antes del regreso a clases para el ciclo escolar 2022-2023, se presentó el Plan de Estudios de Preescolar, Primaria y Secundaria de la Secretaría de Educación Pública. La polémica y las críticas explotaron. Gracias a eso, busqué los documentos originales, las publicaciones en el Diario Oficial de la Federación y otros antecedentes para tener una información más precisa. Se trata de una tarea fundamental en la que se trabaja desde hace 18 meses con la participación de todos los sectores involucrados en la educación, en procesos pedagógicos, didácticos e, incluso, filosóficos: instituciones, expertos, docentes, padres de familia, estudiantes, pedagogos, sociedad civil. Se elaboró un diseño inicial y desde enero de este año se sometió a sucesivas consultas para mejorar y ajustar cualquier propuesta del contenido.

Encontré lo que buscaba y, dicho sea de paso, recomiendo a quien lea estas líneas que haga lo mismo porque el filtro a través de los medios de comunicación, de información tan extensa, detallada y especializada, deja la mayor parte del contenido fuera de tiempos y espacios.

El plan se concentra en la promoción e impulso de una educación básica integral para la formación de ciudadanos y ciudadanas “con principios de igualdad sustantiva, solidaridad, reparación del daño, libertad, interculturalidad, justicia ecológica y social, igualdad de género, sexual, inclusión y diálogo de saberes”. A través de esta formación la idea es alimentar el desarrollo de una conciencia crítica que sitúe a los educandos en su entorno social en términos de compromiso e interrelación desde una perspectiva humanista y ya no individual.



Contra la homogenización de la educación que se arrastra desde fines del siglo XIX, con cambios efímeros y regresiones, se exalta la importancia de cada plantel en el entorno donde se encuentra con una educación diferenciada dada la diversidad de los integrantes de cada comunidad educativa, pero, al mismo tiempo, una educación útil para reducir los índices de desigualdad en diferentes aspectos.

Los ejes articuladores son siete: pensamiento crítico, interculturalidad crítica, igualdad de género, integración, vida saludable, artes y experiencias estéticas y apropiación de las culturas a través de la lectura y la escritura. Y los campos formativos: 1.- Lenguajes, 2.- Saberes y pensamiento científico, 3.- Ética, naturaleza y sociedad y 4.- De lo humano a lo comunitario.

Es posible tener acceso a la justificación y al plan en los sitios de internet de la Secretaría de Educación Pública. También está la presentación del 16 de agosto en YouTube.

Este plan, que propone la definición de seis fases que contiene los grados del nivel básico (12), se aplica a nivel piloto en todo el país (30 escuelas por estado) pero nada más las fases dos, tres y seis, es decir, las correspondientes al primer grado de cada nivel.

Todos los expositores durante la presentación mencionaron, como una parte fundamental, el diseño curricular enfocado en el desarrollo de una conciencia crítica de frente al entorno social y alejado de dogmas. Para tenerlo en mente. 



Periodista, doctora en Historia, docente en ITESO. Correo electrónico: lauracastro05@gmail.com. Esta columna se publicó en el Semanario de la Arquidiócesis de Guadalajara el domingo 4 de septiembre de 2022.

domingo, 28 de agosto de 2022

Realidad y percepción

 Continuum

Laura Castro Golarte

 

Es complicado. Desde hace lustros, México ha estado marcado por la inseguridad, la violencia y la operación del crimen organizado sin que parezca que desde la autoridad esas actividades ilícitas que nos afectan a todos, hayan sido o estén siendo atajadas.

Recuerdo como si fuera ayer, en enero y febrero de 2011 y luego en mayo de 2015, cuando estuvimos en vilo en Guadalajara y la zona metropolitana, por los narco bloqueos, incendios y otras acciones de grupos delincuenciales por la detención de algunos de sus miembros. La detención de Ignacio Coronel en tiempos y procesos que marcan la aparición del Cártel Jalisco Nueva Generación está aún en la memoria colectiva dada la intensidad e impacto de tal noticia.

No ha cesado desde entonces y ahora, mientras el presidente Andrés Manuel López Obrador habla de “abrazos no balazos” cinco estados de la República se incendian, literal, por el mismo tipo de manifestaciones del crimen organizado, salvo en el caso de Ciudad Juárez que respondió a otros procesos, criminales también, pero distintos.

Hay cosas sobre las que es preciso reflexionar en torno a esta realidad y las respectivas percepciones. En primer lugar, hasta donde veo y leo, la expresión de “abrazos no balazos” tiene que ver con la política pública enfocada en la atención de las causas de la delincuencia: pobreza, drogadicción, falta de oportunidades, justicia, estado de Derecho. Y esto no implica que no se trabaje de manera paralela en estrategias, acciones y medidas para combatir al crimen en sus operaciones cotidianas.

Desde 2011 sabemos, por lo menos en Jalisco, que los bloqueos e incendios de vehículos, además de generar temor y sí, una sensación de peligro, de caos y de que estamos sitiados y a merced de los delincuentes, son manifestaciones provocadas por la detención de líderes o miembros de sus organizaciones. Y es justo lo que hemos estado viendo en los últimos días en Jalisco, Guanajuato, Baja California y Michoacán. Es su modus operandi por lo menos desde 2011.

Después de los sucesos en estas entidades y en Ciudad Juárez, Chihuahua, los integrantes del gabinete de Seguridad del Gobierno federal presentaron un informe apenas el lunes pasado de los sucesos de los que todos o casi todos estuvimos al tanto y de los que resultaron varias y muy lamentables pérdidas humanas.

De manera precisa, sin eufemismos, el secretario de la Defensa Nacional, Luis Crescencio Sandoval González, habló de las acciones “para debilitar” al CJNG tanto en la parte financiera como en la operativa y se refirió a las detenciones de 2020 y a las de 2022 en Puerto Vallarta, Zapopan, Ixtlahuacán de los Membrillos e Ixtlahuacán del Río, Jalisco. Se habló también de la coordinación entre el Ejército y la Guardia Nacional con las policías de los estados y la numeralia de arrestos y confiscaciones.

El avance del crimen organizado fue exponencial en sexenios anteriores y no será suficiente una administración para atajar su crecimiento, la fortaleza que alcanzó y la incursión en entidades gubernamentales protegido por personajes como Genaro García Luna.

Sin embargo, la realidad que vivimos y las percepciones alimentadas por actores mediáticos irresponsables, que complejizan y enrarecen aún más el ambiente, obligan a avanzar contra el crimen organizado con mayor celeridad y a fortalecer los mecanismos de información sobre lo que sí se hace contra una situación tan indignante y dolorosa.



Periodista, doctora en Historia, docente en ITESO. 

Correo electrónico: lauracastro05@gmail.com.

Esta columna se publicó en el Semanario de la Arquidiócesis de Guadalajara el domingo 21 de agosto de 2022.

jueves, 18 de agosto de 2022

Alcalde: faro y brújula

Continuum 

Laura Castro Golarte

Justo hoy se cumplen 230 años del fallecimiento de fray Antonio Alcalde y Barriga, quien fuera el vigésimo segundo obispo de Guadalajara. Un personaje del que no dejaremos de hablar mientras persistan, como es y como ha sido, sus obras más grandes y su ejemplo. La brújula que orienta y el faro que ilumina, con todas las connotaciones posibles. 
        He tenido el gusto y el privilegio de conocer la historia de fray Antonio Alcalde desde hace mucho tiempo y, aún ahora, no deja de sorprenderme. Hace 30 años, cuando se cumplieron 200 de su muerte y la ciudad y sus instituciones civiles se volcaron en homenajes y festejos, salieron a la luz noticias e interpretaciones que contribuyeron a conocer y comprender mejor la personalidad del fraile de la calavera. 
Retrato de fray Antonio Alcalde y Barriga en el Museo Nacional de la Escultura, Valladolid, España.

En aquella ocasión, tuve la oportunidad de entrevistar al Dr. Carlos Ramírez Esparza, de feliz memoria, quien se dedicó, motu proprio, a estudiar la vida y la obra de Alcalde. Él tenía una idea muy clara de por qué Alcalde era como era, por qué la persistencia, la fortaleza, la longevidad y la determinación para hacer las cosas. Según el Dr. Ramírez Esparza no fue casualidad que el dominico derramara toda su bondad y generosidad sobre los tapatíos; en gran medida, decía, fue producto del medio ambiente en el que se formó y que le imprimió a su personalidad características muy especiales; su longevidad por ejemplo, herencia genética, permitió que ya siendo un anciano continuara los últimos 21 años de su vida trabajando con una gran lucidez a favor de los pobres, las mujeres desamparadas, la humanidad doliente y la educación de los jóvenes. 
    Además de la longevidad (cuando murió tenía 91 años cumplidos), otras características especiales fueron la orden a la que perteneció: la de Santo Domingo; y la tierra donde nació: Castilla, una región que se conoce como “tierra de cantos (piedras) y santos”: inhóspita, fría, pedregosa, árida… y el hombre no es sino producto del medio ambiente que lo rodea. Esa tierra, afirmaba el Dr. Ramírez Esparza, hizo a Antonio Alcalde un hombre fuerte, capaz de luchar contra la naturaleza, pero también lo hizo un hombre místico: “en esa tierra no se puede ser incrédulo”. Propio de la orden es también la educación y la fundación de universidades, así como la austeridad, la sencillez que cautivaron al rey Carlos III y por eso fue a dar a la Nueva España con 60 años de edad. 
    Hay por lo menos dos aspectos de los que me enteré hace más o menos un año y son a los que me refiero cuando hablo de sorpresas y que confirman el parangón con el faro y la brújula. Determinación, claridad, humildad. Uno, es que Alcalde se lanzó a la construcción del Santuario de Guadalupe sin el permiso del rey. Prefirió que el asunto se dirimiera cuando las obras estaban avanzadas porque, de otra manera, no empezarían ni siquiera o quedarían inconclusas; cabe decir que el asunto no pasó a mayores porque Alcalde destinó recursos para esta obra. 
    Y el otro es que, según el testimonio de Agustín José Mariano del Río de Loza, su contemporáneo, Alcalde respetaba de tal manera a las personas que estaban a su servicio, que prefería quedarse sin comer, que despertar al cocinero. 
    Se habla siempre de que Alcalde es ejemplo, por su vida y su obra, por sus dotes de administrador y su visión para atender problemas; por sus gestiones y su habilidad para conciliar posturas distintas y diferencias que parecían insalvables. Por su grandeza, su sabiduría y su humildad. Es cierto, fue lo que fue y todavía, a 230 años, faro y brújula.

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Periodista, doctora en Historia, docente en ITESO.

Correo electrónico: lauracastro05@gmail.com

Esta columna se publicó en el Semanario de la Arquidiócesis de Guadalajara el domingo 7 de agosto de 2022.

Sobre la reunión bilateral

 Continuum

 


Laura Castro Golarte

 

Históricamente, las relaciones entre México y Estados Unidos han sido muy complejas, difíciles, ríspidas y de intromisión de allá para acá, más que armónicas y productivas para ambas naciones. La invasión y el despojo de 1847-1848 fueron cuestionados por los mismos estadounidenses, empezando por Abraham Lincoln, en ese entonces legislador. Poco se sabe, pero a partir de esa invasión “injusta” como la calificó, años después, Ulysses S. Grant en sus Memorias, surgió la primera expresión de lo que conocemos como “desobediencia civil”, un concepto que muchos años más tarde inspiró a Gandhi: el escritor Henry David Thoreau manifestó su oposición a la intervención bélica en México dejando de pagar impuestos.

            Otro ejemplo, sólo por mencionar dos de decenas, es la activa y efectiva intervención del embajador Henry Lane Wilson en la Revolución mexicana; prácticamente el autor intelectual de la Decena trágica, el principal soporte de Victoriano Huerta. Wilson exigió a Francisco I. Madero privilegios para hacer negocios y como el Presidente de México se negó, la respuesta del diplomático fue criminal, literal.


Reunión entre Andrés Manuel López Obrador y Joe Biden el 12 de julio de 2022 en Washington, D.C. Fotografía tomada de Expansión Política.


Estos episodios y otros, la historia en su conjunto, mucho más desventajosa para nuestro país, está y estará en el telón de fondo del escenario bilateral México-Estados Unidos, independientemente de quiénes sean los gobernantes en turno.

            En este orden de ideas, en lugar de calificar la reunión del 12 de julio (falta que los acuerdos se implementen y las promesas se cumplan), me parece fundamental que se remarque e insista, como se hizo, que la relación debe ser de integración y no de sometimiento; la historia cuenta. Es conveniente para ambos países apostar por la cooperación, sin abusos, diseñar y emprender acciones concretas y congruentes con una realidad complicada y dolorosa marcada por la violencia, el tráfico de armas, el tráfico y consumo de drogas, la migración ilegal y la corrupción asociada que ha costado tantas vidas.

            Los cinco puntos planteados por México tienen que ver con esto. Son una combinación de cooperación, de relación armónica por el bien de ambas naciones: la gasolina en la frontera para beneficio de consumidores estadounidenses; disponibilidad de gasoductos mexicanos en previsión del próximo invierno para evitar una eventual crisis energética como la que sufrió Texas el año pasado; suspensión de aranceles que permita bajar precios, particularmente de alimentos; impulso a las inversiones en ambos lados de la frontera para fortalecer la producción y consumo en los dos mercados internos así como ordenar el flujo migratorio.

            El acuerdo migratorio entre México y Estados Unidos está pendiente desde hace casi 30 años, lo que se ha hecho hasta ahora ha sido paliativo, cosmético, mediático, electorero, efímero, insuficiente. Urge sentar bases que trasciendan los periodos de gobierno. El planteamiento del Presidente de México de regularizar a los que ya trabajan allá no es descabellado; ni la promesa del Presidente de Estados Unidos, exagerada (600 mil visas para empleo temporal): hay 11.5 millones de empleos vacantes del otro lado del Río Bravo que seguramente se incrementarán con el programa de infraestructura que propone la administración estadounidense. Con voluntad, hay manera.

           

 



Periodista, doctora en Historia, docente en ITESO. 

Correo electrónico: lauracastro05@gmail.com

Columna publicada en el Semanario de la Arquidiócesis de Guadalajara el domingo 24 de julio de 2022.

Autosuficiencia

 Continuum

 

Laura Castro Golarte

 

Desde la Colonia, sí, me refiero al virreinato, hasta hace muy poco tiempo, los recursos naturales de nuestro país han rendido frutos y beneficios más a otras naciones que a los habitantes de este territorio generación tras generación. Esto queda perfectamente claro cuando se revisan los documentos de la independencia, tanto del movimiento, como de los primeros años de la República mexicana.

Los conspiradores de Querétaro, particularmente Epigmenio González, Hidalgo, Morelos, Tadeo Ortiz de Ayala (un ilustrado tapatío del que se conoce poco o nada), Valentín Gómez Farías, Mariano Otero, Benito Juárez, Miguel Lerdo de Tejada, Emiliano Zapata y Lázaro Cárdenas, entre los principales, en diferentes momentos, en actas, manifiestos y leyes, se preocuparon y ocuparon por hacer valer la rectoría del Estado sobre la tierra y sus recursos. Ha costado mucho trabajo.

Y ha sido difícil porque México como nación independiente se complicó los primeros años con guerras internas, falta de dinero y deudas, de manera que era necesario recurrir a los inversionistas extranjeros para, por fin, echar a andar al país. Las divisiones eran casi naturales, pero se logró consolidar, a tiros y a tirones, en la Constitución, la hegemonía del Estado sobre este asunto.



Es muy interesante el tema y el espacio es corto, pero quiero llamar la atención sobre el Artículo 27 de la Carta Magna, hay que seguirle la pista por lo menos desde 1857, para entender, en gran medida, lo que se intenta ahora: recuperar la rectoría del Estado mexicano sobre el petróleo, el litio, la energía eléctrica generada de diversas formas y los minerales.

Recientemente se inauguró la primera etapa de la refinería “Olmeca” en Dos Bocas, Tabasco y me sorprende, aunque no debería en muchos casos, la reacción adversa y ¿de burla? particularmente en redes sociales.

Se deja en evidencia una ignorancia tremenda sobre lo que ha sido nuestra historia en este tema porque no encuentro la razón argumentada para cuestionar el trabajo a favor de recuperar la rectoría del Estado en materia energética que, por lo demás, es un asunto de seguridad nacional.

No sólo se inauguró una primera etapa de una refinería después de 49 años de no construir ninguna, sino que se han modernizado seis refinerías, se compró una a la Shell Oil y, con eso, se ha duplicado la producción de gasolinas, diésel y turbosina (se pasó de procesar 519 mil barriles diarios de crudo en 2018, a un millón 98 mil barriles diarios de crudo en 2022) con el propósito, además, de lograr hacia 2024 la autosuficiencia en combustibles. Para lograrlo no se ha contratado deuda y sí están invirtiendo empresas extranjeras con los acuerdos necesarios para que no se queden con la mayor parte del pastel.

¿Y qué es la autosuficiencia? Quizá esto es lo que ha faltado explicar para cerrar el círculo y entender estos procesos: significa que no se importarán gasolinas para el consumo interno y que, por lo tanto, será posible mantener precios razonables, inflación controlada y un componente fundamental de todas las actividades económicas sin tantos vaivenes, digamos, en términos armónicos para pensar, empezar a pensar, que otro nivel de vida, mejor, es posible.

Hay conciencia de que este tipo de energía se tiene que sustituir por otros disponibles y menos contaminantes, pero para eso todavía falta algo, mientras tanto, hay que aprovechar de la mejor manera lo que todavía tenemos.



Periodista, doctora en Historia, docente en ITESO.

Correo electrónico: lauracastro05@gmail.com

Columna publicada en el Semanario de la Arquidiócesis de Guadalajara el domingo 10 de julio de 2022.

domingo, 26 de junio de 2022


 

¿Para qué sirve la oposición

 

Con mucho gusto les comparto que desde el 12 de junio, un domingo sí y uno no, aparecerá la columna Continuum en el Semanario de la Arquidiócesis de Guadalajara, agradezco el espacio y la oportunidad de establecer contacto con los lectores. Como siempre, a su consideración.


Continuum


Laura Castro Golarte[1]

 

Después de las elecciones del 5 de junio pasado en seis estados de la República, al triunfalismo inicial de la alianza Va por México que ganó dos de seis (o perdió cuatro de seis), siguió una reacción que revela la degradación de los partidos mal llamados de oposición en México. Una actitud lo más alejada (de por sí) de los intereses y preocupaciones de los mexicanos: decretaron una “moratoria constitucional”.

¿Para qué sirve la oposición? La verdad es que en México no tenemos mucha experiencia, como ciudadanos, en cuanto a la operación de partidos de oposición. Se supone que deben actuar en función del mandato popular, por supuesto, en defensa de las necesidades e intereses de la sociedad a la que se deben. Se supone también que deberían despertar una especie de aliento y confianza social porque les corresponde actuar como contrapeso de los ejecutivos para que no abusen del poder. Sin embargo, nunca o casi nunca se han comportado de esa manera ¿alguien tiene en mente alguna acción de los partidos de oposición emprendida en función del interés nacional? ¿Alguien? ¿alguna? ¿En nuestra historia reciente? Remarco: interés nacional.

En regímenes parlamentarios, por lo general, la oposición no sólo funciona como contrapeso del gobierno en turno sino que es gobierno. Comparte responsabilidades al ocupar puestos en el gabinete del primer ministro en turno para llevar adelante agendas ambientales, progresistas, sociales, económicas y/o diplomáticas; para llegar a acuerdos, para definir programas y políticas en beneficio de la sociedad a la que se deben.

En México no es así y no ha sido hasta donde tengo memoria y conocimiento histórico con alguna rara excepción quizá perdida en el tiempo. Por supuesto no me refiero al régimen parlamentario sino a la actitud de la oposición. Dividida en facciones desde antes de la consumación de la Independencia cuando empezaba el siglo XIX, la clase política nacional, entre que de buena fe, ingenua, “soñadora” de uno o de otro proyecto de nación y no dudo que también perversa, no ha puesto por encima de intereses de cualquier índole, el bien superior de la nación. Es probable que, en algunos momentos, algunos personajes, hayan creído que lo hacían, o lo hicieron efectivamente pero duró poco. Han sido más fuertes y profundas las diferencias, la mezquindad y un orgullo mal entendido que han convertido en eterno aquel anhelo de que México formara parte del conjunto de naciones civilizadas.

Vivimos algo muy similar en estos días. La “oposición” realmente derrotada en las elecciones del 5 de junio (desde 2018 los partidos en esa posición siguen en la lona), ahora se pone de acuerdo para frenar cualquier iniciativa del Ejecutivo federal que implique reforma constitucional. No importa si es buena, si es necesaria; si no está tan bien pero se puede mejorar. Descalificación a priori, no más porque sí. Muy lejos están de actuar como debería una oposición que se precie de serlo, con trabajo legislativo y político, especializado, sin olvidar que en el centro de todo deberíamos estar los mexicanos. El rechazo es ciego, irracional, sin argumentos de peso y sin considerar el sentir de los ciudadanos a los que deberían representar; así actuaron con la reforma energética.

En los tiempos que corren, de los que somos testigos mudos e impotentes, la oposición no sirve ni para aliarse y ganar elecciones, mucho menos para atender reclamos ciudadanos añejos y ni qué decir para actuar como contrapeso del Ejecutivo. No sirve más que para cobrar por nada.


* Esta columna se publicó el 26 de junio de 2022 en el Semanario de la Arquidiócesis de Guadalajara.



[1] Periodista, doctora en Historia, docente en ITESO.

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