Ciudad adentro
LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)
Ojalá la Nochebuena y la Navidad la haya pasado en
armonía, alegría y paz en compañía de sus seres queridos. En general, el panorama
económico no es halagüeño ni con respecto al cierre de 2015 ni con miras a
2016; y lo digo no nada más por la falta de liquidez sino porque la realidad no
encaja con las cifras alegres de entidades que, si bien son independientes,
autónomas, sabemos de qué lado están. Me refiero al INEGI y al Banco de México.
No es la primera vez que se da a conocer el índice
inflacionario para determinada quincena y el contraste con los precios que se
encuentra uno en mercados y supermercados. Nada más el precio del jitomate es
suficiente para alterar el promedio inflacionario. De entre 10 y 12 pesos el
kilo, subió de un día para otro a 30 (en algunos lados está a 28 y en otros a
34 pesos).
El jitomate es un alimento de primera necesidad, está
presente en las mesas de las familias mexicanas casi como la sal y los
frijoles. Ese incremento superior a 100 %, reitero, basta para superar el
promedio que según el INEGI, registró un aumento de 0.26 por ciento para a
primera quincena de este mes de diciembre. Esto no es real; choca con el
constante cambio a la alza en los precios de muchos otros productos básicos,
por ejemplo la carne de res y las tortillas. Estas últimas, de pesito en
pesito, como ni queriendo la cosa, ya van en 14 pesos el kilo. La carne de res
ha subido en los últimos tres años, de 70 pesos de kilo a más de 140 y no el
filete ni la lengua que están mucho más caros.
Son sólo ejemplos que no tienen que ver con la siguiente
afirmación: “Desde hace meses el índice de precios ha registrados mínimos
históricos, un hecho celebrado por el Gobierno, que lo atribuye a la
estabilidad lograda por la política macroeconómica y al programa de reformas
implementadas en la administración del Presidente Enrique Peña Nieto”.
Esto no es posible, no es creíble, cada vez alcanza menos
el dinero para comprar las mismas cosas. Me gustaría que se hiciera una
disección profunda en los componentes de la canasta básica que se toman en
cuenta para la definición del índice de precios al consumidor mejor conocido
como índice inflacionario. Yo no les creo y no es por nada.
Una disección así me gustaría (es tiempo de pedir deseos)
también para saber a dónde fueron a parar, con exactitud, los seis mil 284
millones de dólares que por concepto de cobertura sobre los ingresos del
petróleo recibió el gobierno mexicano el 8 de diciembre pasado.
Esta información se dio a conocer desde noviembre en
medios de otros países, Estados Unidos concretamente, y un analista catalogó el
pago a México como “un golpe de suerte”, sí, tiene que ver con la evolución de
los precios del petróleo y su relación con el precio de referencia fijado por
México para 2015, pero no basta con asegurar que gracias a ese pago se cubrirán
los gastos correspondientes del presupuesto de egresos de la Federación para
concluir este año, digo, no es posible estar a la expectativa de ingresos que
no son seguros para cubrir los compromisos señalados en el paquete económico
desde fines de 2014.
Me checa menos el dato cuando al final del comunicado de
la Secretaría de Hacienda se lee lo siguiente: “El programa de coberturas forma
parte de la estrategia integral de manejo de riesgos del Gobierno federal, que
ha permitido atenuar los efectos adversos de la caída de los precios
internacionales del petróleo en las finanzas públicas, en favor de las familias
mexicanas”. De acuerdo con el propósito de atenuar los efectos adversos, eso está muy bien, pero ¿en favor de las familias mexicanas? A mí que me expliquen cómo es
eso, ahora sí que con pesos y centavos. Urge transparencia. Por lo mismo, tampoco
creo eso de que México mejoró en la materia, particularmente en cuestiones de
manejo presupuestal.
No me parece que esta sea la forma de rendir cuentas,
mucho menos de parte de un gobierno que sólo le ha echado tierrita a los temas
más cuestionables y dudosos; no me gustan esos datos en lo absoluto, mucho
menos para cerrar el año.
Columna publicada en El Informador el sábado 26 de diciembre de 2015.