Ciudad Adentro
Desde hace lustros, Vicente Fox y Felipe Calderón, más
el primero que el segundo por lo menos mediáticamente, han criticado y
perseguido a Andrés Manuel López Obrador con argumentos, desde siempre,
débiles. Se valieron del poder que han llegado a tener para combatirlo con
éxito, hasta 2018 cuando los excesos y barbaridades tanto del PRI como del PAN
(insisto en que no tenemos mala memoria), entre otros factores, dieron el
resultado que dieron en el proceso electoral de ese año.
Nada menos el sábado pasado le dediqué el comentario a
Vicente Fox y a su mezquindad, no con el Presidente, sino con el país, porque
además todas sus críticas carecen de posturas sólidas, se queda a nivel de
epítetos y frases ingeniosas --según él-- en redes sociales, que se le empiezan
a revertir. Lejos de aportar o tener por lo menos la intención de que las cosas
vayan mejor en México, como él no lo logró, sus comentarios enrarecen,
enturbian el ambiente.
En el caso de Felipe Calderón, pues está el
antecedente de 2006 y todo lo que sabemos y recordamos más sus críticas también
en redes sociales, como si su sexenio hubiese sido perfecto y tuviera toda la
autoridad para cuestionar cuando en realidad el desastre de inseguridad y
violencia se lo debemos a él, más a él que a ningún otro.
Pues en una semana, poco más, el gobierno de Andrés
Manuel López Obrador, aun cuando intervinieron actores ajenos --en teoría-- al
radio de influencia del Presidente, recibió dos noticias que no pueden ser sino
buenas (golpes) contra dos personajes nefastos por donde se le vea. Primero
contra Fox. Aquí sí, desde el Gobierno federal, se da a conocer a través de una
filtración que la Unidad de Inteligencia Financiera lo investiga por un
presunto y millonario fraude al fisco. Lo comenté la semana pasada. Curiosamente,
a partir de esto el expresidente se ausenta de redes sociales, Twitter
específicamente, y reaparece para ¡felicitar a AMLO! por los avances en el
T-MEC (antes Tratado de Libre Comercio o TLC, como lo nombró Fox en su
mensaje). Lo que hay que ver y lo que tiene que hacer este individuo para
tratar de salvar el pellejo.
El golpe contra Felipe Calderón, quien aparentemente
no se da por aludido, ha tenido dos etapas, una light, por así decirlo,
aunque no por eso superficial o desdeñable. Me refiero a los cuestionamientos
por la “estela de luz”. Se presentó una denuncia en su contra ante la Fiscalía
General de la República donde se le acusa de abuso de autoridad, usurpación de
funciones y ejercicio indebido del servicio público. El asunto salta desde un
ámbito privado por así decirlo pero conduce al terreno de lo público y
mediático, algo que estaba en las inconformidades ciudadanas que acumulamos
desde hace tiempo: el altísimo costo de una obra inútil, sin significado ni
valor simbólico; de 200 millones de pesos que se presupuestaron en el inicio (y
es mucho) se pasó, por lo menos, a más de mil 300 millones de pesos, un
incremento fuera de toda proporción, escandaloso, una barbaridad, una ofensa.
La segunda etapa del golpe (heavy), de la que
abiertamente Calderón se dice no enterado, es la detención de Genaro García
Luna, un hecho iniciado y consumado en el vecino país del norte y del que se
espera, como no ha sucedido en México y, por lo tanto, sería histórico, un
“maxiproceso”. Vamos a ver.
Están saliendo muchas cuestiones a la luz y más que aparecerán,
como, por ejemplo, que definitivamente el expresidente tenía conocimiento de la
presunta extorsión que hacía García Luna al Cártel de Sinaloa, nada más y nada
menos (también se maneja como soborno del segundo con respecto al primero, la
conceptualización es totalmente distinta y no es cosa menor, se tendrá que
aclarar).
Son dos golpes muy fuertes ahora sí que contra
acérrimos enemigos o adversarios como le gusta decir al Presidente (ya no
tendrá justificación ese discurso) sin embargo, el asunto no es, no debe ser
ese, el librarse de dos personajes perjudiciales e incómodos, sino de que se
haga justicia. Colegas que han investigado estos temas, sobre todo los
relativos a la detención de García Luna, habían sido desoídos sistemáticamente.
Una conclusión real y apegada a derecho en estos casos
específicos, justa, por fin justa, sí nos daría noticia de un cambio de fondo
en el orden de las cosas, algo que los mexicanos esperamos desde hace mucho tiempo,
más allá de simplemente golpes mediáticos o incompletos o efímeros.
Columna publicada en El Informador el sábado 14 de diciembre de 2019.