domingo, 19 de abril de 2009

No hay de otra


LAURA CASTRO GOLARTE

Desde que se anunció la visita del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, a nuestro país, analistas, periodistas, actores políticos y simplemente observadores, empezamos a trabajar.
Había que dar un seguimiento puntual a reuniones, declaraciones y decisiones, no sólo del presidente estadounidense sino de la administración que encabeza y por supuesto de lo conducente con respecto al gobierno de Felipe Calderón y sus personajes.
En lo general, no recuerdo que alguno haya planteado grandes expectativas, de hecho, creo que predominó la mesura.
Para empezar, en un encuentro o dos (considerando la reunión de enero, antes de que Obama tomara posesión) no se resuelven problemas que tienen antecedentes seculares y que sin duda alguna se recrudecieron durante los ocho años de la administración Bush.
Y, desde luego, frente a los medios de comunicación el discurso y la postura, la exposición puntual de las ceremonias protocolarias es una cosa, y otra, las conversaciones en privado, la información relevante que no trasciende por cuestiones de seguridad y de ejercicio político y diplomático y que debe dejar un margen de maniobra a los mandatarios y a sus equipos para definir estrategias y actuar, poco a poco, en consecuencia.
Es preciso por lo menos intentar leer entre líneas e intentar también, sacar conclusiones que, por supuesto, dependiendo de experiencias y personalidades, pueden ser de todo tipo, desde las peores hasta las mejores.
En todo caso, la visita deja mensajes tanto a los estadounidenses como a los mexicanos que, por lo menos, confirman alientos que había manifestado en un comentario anterior (El Informador, 27 de marzo de 2009), es decir –retomo— las diferencias claras en los discursos y, sobre todo, en las actitudes de ambos presidentes, me llevan a avizorar escenarios buenos (para no exagerar) en la relación entre México y Estados Unidos con los beneficios que para sendos pueblos lleguen a significar.
La ausencia de frases hechas, las posturas más realistas que demagógicas, el reconocimiento de omisiones y de insuficiencia, incluso de maltrato, son datos como para tomar en cuenta.
La invitación del Presidente Calderón a su homólogo estadounidense de iniciar una nueva era en las relaciones entre ambos países y la respuesta de Obama en el sentido que Estados Unidos debe hacer más, alientan.
Cada quien debe hacer su trabajo sobre todo en el tema que ocupa el primer lugar en la agenda: el narcotráfico. Las tareas deben ser compartidas –y ya hay compromisos claros—para lograr efectividad: atajar hasta erradicar el tráfico de armas, combatir producción, tráfico y consumo de estupefacientes y, por supuesto, trabajar arduamente hasta extirpar la corrupción en ambos lados de la frontera común.
No hay de otra. Y los dos presidentes lo dejaron así de claro, sin simulaciones y sin generar falsas expectativas.

Artículo publicado en El Informador http://www.informador.com.mx el 18 de abril de 2009.