martes, 25 de agosto de 2009

Burocracia

LAURA CASTRO GOLARTE

En los últimos días, ahora que la autoridad ha reconocido lo que es una realidad para todos los mexicanos, la crisis económica, desde el Presidente de la República hasta alcaldes electos se han comprometido a reducir los aparatos burocráticos y a abatir el gasto corriente.
En nuestra historia de crisis económicas, no es la primera vez que escucho promesas o propósitos (tratando de ser benévola) similares y, sin embargo, México sigue aspirando a niveles superiores de desarrollo mientras nos enteramos de que la población en pobreza creció en seis millones de personas para un total espeluznante de 50 millones 500 mil mexicanos según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social; es decir, poco menos de la mitad de la población total del país, según los últimos datos, de 107 millones de personas.
Con la manipulación informativa que se hace desde la autoridad, la crisis económica nos cayó de golpe y ahora se suceden los datos que tienen que ver con la caída del Producto Interno Bruto en niveles que no se registraban desde 1983; la de la actividad industrial, la del turismo; la caída también de los ingresos petroleros y, por si fuera poco, la sequía que afecta ya 80% de la producción agrícola de la República mexicana.
Y de los problemas macro nos pasamos a los micro, por decirlo así, si se trata de la quiebra o problemas financieros severos que enfrentan cientos de municipios en todo el país. Jalisco no es la excepción, antes de que pretendan decir que no nos va tan mal como a otros.
El caso es que ahora sí, en serio, con carácter, con decisión, pero sobre todo con una gran generosidad para la Patria (por favor), es urgente que en las administraciones públicas se cumpla de una vez por todas, sin miedo, sin comprar protección a futuro, sin calcular las próximas elecciones, con las promesas que no se han cumplido en décadas, de adelgazar el aparato burocrático y de reducir al mínimo el gasto corriente, que no sólo tiene que ver con sueldos sino con prestaciones, viáticos, gasolina, gastos de representación, papelería, copias, mobiliario, equipo de oficina, gratificaciones, compensaciones y demás.
Y los sindicatos también deben ser generosos, sobre todo los dirigentes y no amenazar con huelgas y paros si no se cumplen sus demandas o si, según ellos, “ven afectadas sus conquistas laborales”. Esto tiene que cambiar, es urgente. Desde las burocracias doradas hasta las burocracias del último nivel que no desempeñan su trabajo como debieran, y que por lo tanto generan costos y retrasos, deben asumir su responsabilidad de una vez por todas.

Artículo publicado en El Informador el sábado 22 de agosto de 2009.