sábado, 1 de agosto de 2009

Educación

LAURA CASTRO GOLARTE

En todo proceso de comunicación hay emisores y receptores, por supuesto un mensaje y un medio. Y cuando el mensaje no llega adecuadamente es por una interferencia que puede ser simplemente técnica pero también por manipulación o tergiversación deliberada o por la operación en automático de atavismos culturales, ideológicos o religiosos.
Algo así pasa con respecto al aborto. El mensaje de los diferentes actores no está llegando con precisión, las interferencias son constantes y muchas veces los emisores de una y otra postura, no han sabido hacerlo llegar a sabiendas del ruido que genera en todos sentidos.
Me queda claro que nadie está a favor del aborto. Ninguna mujer, que yo sepa, se embaraza ya con la intención de abortar. En esta discusión que se ha dado sobre todo en los últimos días en Jalisco con el pretendido “blindaje” solicitado por Jalisco para que leyes federales en la materia no apliquen en el Estado (como permitir el aborto en caso de violación o de malformaciones genéticas) la sociedad en general se encuentra dividida pero sobre un falso debate: si se está contra el blindaje, entonces se está a favor del aborto y viceversa.
Algo tan serio y trascendente no se puede reducir a eso, no obstante, la situación que priva en Jalisco desde que se aprobó la mal llamada “Ley Antiaborto” y que en realidad es una serie de reformas a diversos marcos legales, no sólo ha generado polarización, sino también, en algunos casos, posturas virulentas y ofensivas por las que, efectivamente, se podría pensar que se trata de visiones y acciones irreconciliables cuando en realidad, de ambos lados se está a favor de la vida.
Lo que sí es un hecho, es que los ordenamientos de una sola religión no deberían llegar a ser ley general y este es, por cierto, el argumento de un grupo de diputadas federales que demandó al gobernador de Jalisco. Por supuesto, la parte contraria ya etiquetó a las legisladoras como “abortistas”.
Para los hombres y mujeres de Jalisco y de este país, es muy importante tener claro de qué se trata todo este asunto y no permitir por ningún motivo, el más leve intento de manipulación, porque lo que en realidad se requiere para que mujeres no aborten atentando contra su propia vida, no se diga contra la del bebé (y mientras no se trate de las excepciones), es educación.
Más allá de posturas opuestas, que en realidad no lo son; más allá de las interferencias intencionales, hay que volver los ojos hacia la educación desde la familia, desde la escuela y desde el Estado.

Artículo publicado en El Informador el sábado 1 de agosto de 2009.