sábado, 12 de septiembre de 2009

Momento

LAURA CASTRO GOLARTE

Apenas el 8 de septiembre el Ejecutivo federal entregó a la Cámara de Diputados el Paquete Económico 2010, y la discusión, el rechazo y la descalificación empezaron el mismo día.
Al aliento que llegué a sentir después de las elecciones del 5 de julio y de las manifestaciones ciudadanas con respecto a los derechos electorales, se sobrepone ahora una sensación contraria.
No defiendo en absoluto el paquete económico, ni soy quien para hacerlo, pero me parece lamentable que los legisladores ya lo estén descalificando y rechazando cuando ellos ahora tienen el sartén por el mango. Han trasladado la discusión que deberían hacer en el seno camaral a los medios de comunicación y han propiciado una andanada de reacciones y opiniones, indignación y enardecimiento incluso, que no sirven para nada, a nadie.
Y no sirven porque los diputados tienen la facultad, y es el trabajo por el que les pagamos, de revisar profundamente los documentos y enriquecer la propuesta del Ejecutivo, cambiarla integralmente incluso, de manera que los mexicanos tengamos el mejor paquete fiscal de nuestra historia, en un contexto de crisis económica severa.
El Paquete Económico 2010 –no sobra recordarlo—está compuesto básicamente por la Ley de Ingresos y por el Presupuesto de Egresos de la Federación para el año entrante. Es decir, de dónde saldrá el dinero y cómo se gastará, así de sencillo. Y sí, en efecto se incluyen propuestas para incrementar los impuestos, pero los diputados, si no están de acuerdo, que trabajen en ello, no sólo rechazando, sino proponiendo alternativas para resolver un problema que ahí está y es de urgente atención.
México, y esto se sabe desde hace décadas, es uno de los países con menor recaudación del mundo y son añejos los señalamiento de ampliar la base gravable, simplificar y combatir la evasión fiscal, sobre todo de quienes lo hacen en abundancia.
Podríamos pensar que es normal que se cuestione la propuesta económica del Poder Ejecutivo federal, pero no están los tiempos para gastar la pólvora en infiernitos, es momento de trabajar. Tan simple como cerrar la boca y mejor concentrarse en construir un paquete económico que incluya una reforma fiscal integral, profunda y verdadera, que lleve a México a superar el rezago en la materia; que resuelva la escasez de ingresos y que, con lo que se tiene, se reparta con la visión de abatir las marcadas desigualdades que vivimos los mexicanos.
La pregunta es ¿para qué se desgarran las vestiduras si ahora los legisladores son los mandamases? Nada más confunden, dividen y nos hacen enojar por algo, que seguramente ni será.

Artículo publicado en El Informador el sábado 12 de septiembre de 2009.