sábado, 7 de noviembre de 2009

Pérdidas

LAURA CASTRO GOLARTE

Una vez más, la clase política se distinguió por su falta de atención a las voces ciudadanas y en el proceso de elección del presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, se optó mayoritariamente por quien garantiza continuidad: Raúl Plascencia, integrante del grupo de José Luis Soberanes y ombudsman anteriores como Jorge Carpizo, casi todos emanados del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM.
Jorge Enrique Rocha, responsable del Programa por los Derechos Humanos y la Paz del ITESO, estimó que con esta decisión en el Senado de la República --que en realidad no implicó mayores conflictos entre las fuerzas políticas-- el estado de cosas en materia de defensa y cultura de los derechos humanos en México se mantiene igual y no es precisamente lo mejor, en otras palabras, son malas noticias en esa materia que se suman a otras que tienen que ver también con la pérdida de instituciones que deberían ser ciudadanas y autónomas, más allá del membrete.
En el caso de la Comisión Nacional de Derechos Humanos realmente no se trata de una pérdida, porque el organismo, casi desde su fundación, no ha operado como debiera y hay decenas de asuntos resueltos de manera insuficiente e insatisfactoria, además de los que ni siquiera se han atendido.
Sin embargo, con este hecho se incrementa la lista de organismos e instituciones que a nivel nacional y en muchos estados, han sido debilitados por la operación de la clase política. Los ejemplos son claros.
El Instituto Federal Electoral es un botón de muestra, una institución que gozaba de los más altos niveles de credibilidad entre la sociedad después de su actuación en los procesos electorales 1997-2000. El grupo de consejeros encabezado por José Woldenberg, (independientemente de lo que hacen ahora, muchos de ellos militantes activos de partidos políticos), hizo historia. Y recuerdo una vez más lo dicho por Woldenberg cuando todavía era presidente del IFE: “La confianza hay que construirla todos los días, no se gana de una vez y para siempre”. Pues bien, después de esa época de oro, el organismo ha ido perdiendo credibilidad y confianza por la actuación de varios consejeros pero también por las reformas urdidas por los partidos políticos.
Es decir, a nivel nacional prácticamente no contamos con la Comisión Nacional de Derechos Humanos ni con el IFE. Hasta ahora, y es preciso anotarlo, podemos decir que sí disponemos de un buen Instituto Federal de Acceso a la Información, el IFAI.
En el terreno estatal, la operación de la clase política también ha sido clara y en muchos casos burda. Si bien algunos consejeros ciudadanos no han sido sometidos a prueba, la forma en que fueron electos deja mucho que desear y, de entrada, han llegado con escasos márgenes de credibilidad y confianza. Aquí los ejemplos son el Instituto Electoral y de Participación Ciudadana, la Comisión Estatal de los Derechos Humanos y el Instituto de Transparencia e Información Pública de Jalisco, el ITEI.
La creación de estos organismos que en su momento ubicaron a nuestro país en posiciones de vanguardia a nivel internacional y de reconocimiento por propios y extraños, hoy en día es un asunto lamentable que preocupa también dentro y fuera de nuestras fronteras.
Y la sociedad civil, a título individual y de manera organizada, que ha hecho varios intentos por recuperar a sus instituciones, hasta el momento no ha tenido éxito. Ojalá que no quite el dedo del renglón porque las pérdidas, creo, no son irreparables.
Artículo publicado en El Informador el sábado 7 de noviembre de 2009.