sábado, 20 de febrero de 2010

Contaminación

LAURA CASTRO GOLARTE

Una vez más recibimos noticias de los altísimos niveles de contaminación en diferentes cuerpos de agua en el Estado de Jalisco. A la realidad más que expuesta y denunciada del Río Santiago y los problemas serios y preocupantes que causa a los pobladores de Juanacatlán y El Salto, entre otras localidades, se suman por lo pronto, la polución en el Río Blanco y la Cuenca del Ahogado de alguna manera relacionado con el Río Santiago.
¿Hasta dónde tendremos que llegar en niveles de contaminación para que la autoridad se digne a hacer algo? ¿Qué tan alto hay que gritar? Y luego si a los afectados se les ocurre manifestarse, es porque “intereses oscuros” los respaldan.
Y el agua es sólo un punto y tendríamos que hablar además de la calidad del agua del Lago de Chapala y de otros ríos. Pero también está la disposición de desechos sólidos y tóxicos, la contaminación del aire, el ruido y el descuido de zonas fundamentales como el Bosque de la Primavera, el del Nixticuil, El Centinela, la sierra en San Sebastián del Oeste, el Diente, en fin, la lista es larga.
Se están desestimando los problemas ambientales en el Estado de Jalisco y ya sé que en otras partes también, pero no sirve de consuelo, hay que actuar ya y de manera eficiente aquí para detener el deterioro ambiental, la tala clandestina e inmoderada, la extracción ilegal de agua de mantos acuíferos y cauces superficiales, los vertederos, la erosión por diferentes actividades productivas.
Yo no sé si es normal o no este clima, pero entiendo que algo está pasando y que las advertencias, dichas y explicadas de muchos modos, están siendo desoídas. Hay investigaciones, programas especiales, cumbres ex profeso y seguimos sin atender la situación, sin cumplir siquiera con lo que nos toca en lo individual como separar la basura o no arrojarla a la calle como si nada o porque otros lo hicieron.
Es urgente que nos unamos en torno a la protección del medio ambiente y hay que empezar por nuestra casa. Ahora sí que, como se dice coloquialmente “estamos tentando al diablo” y después vendrá el desgarre de vestiduras.
Es preciso hacer un alto, darnos cuenta y actuar, empezando por la autoridad que debe ejercer liderazgo en la materia, para eso se le paga.
Las ganancias inmediatas que dejan las mordidas o las dádivas, que inspectores y funcionarios de alto nivel podrían obtener por hacerse de la vista gorda, no van a servir de nada sin agua, con agua sucia, con peces muertos, con niños y todos enfermos, sin árboles, sin aire limpio, con desechos tóxicos por doquier.

Artículo publicado en El Informador el sábado 20 de febrero de 2010.