sábado, 7 de agosto de 2010

Por nosotros

Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Para entender nuestro papel como integrantes de una sociedad deberíamos volver a los autores de la Teoría del Estado; saber por ejemplo, cómo evolucionamos del absolutismo a la democracia, como Humanidad y recordar cómo las justificaciones y poderes divinos dieron paso a la comprensión y valoración de los seres humanos.
No estaría de más leer por primera vez o volver a leer a John Locke y a Montesquieu que en los siglos XVI y XVII pensaron y definieron las bases del Estado moderno, con una visión tal que sus conceptos siguen vigentes hoy en día. Y siguen vigentes no tanto porque se apliquen a pie juntillas, sino porque, a pesar de tanto tiempo, se mantienen como ideal, aspiración y reclamo.
Por supuesto no seré exhaustiva porque el espacio es breve, pero ojalá estás escasas y simples reflexiones contribuyan por lo menos a motivar la lectura de los teóricos. Los he vuelto a leer y tengo una mayor claridad con respecto al origen del Estado, pero sobre todo, a sus fines y atribuciones.
Y, en ese orden de ideas, me doy cuenta de que en México (aunque no sólo en nuestro país, por supuesto), hemos vivido alejados de la noción prístina de Estado fundamentalmente por ignorancia y manipulación.
Es hasta ahora, después de siglos, que los ciudadanos mexicanos empezamos a asumir la idea de que nosotros somos los patrones y los gobernantes, los empleados, por ejemplo; o de que el Estado debe estar al servicio de la sociedad y, en función de ello, ser llamado a cuentas por parte del pueblo cuantas veces sea necesario; de que el Estado debe dotar a la sociedad de bienestar mediante la garantía de valores fundamentales como la libertad, la justicia y la seguridad y de que el Estado no es intocable cuando actúa de manera contraria o traiciona la confianza que en él ha sido depositada.
Ha sido tanto tiempo sin darnos cuenta, que los gobernantes actúan como si no fuera así y lejos de garantizar el bienestar social para todos (incluye por lo menos equidad en el reparto de la riqueza) y de conducirse apegados a la Constitución y a las leyes que de ella emanan, nos tratan casi como esclavos y retrasados mentales con la imposición de medidas o de marcos legales que contravienen el valor máximo de la humanidad que es la libertad.
Por nosotros, esto debe cambiar. Y regreso aquí al punto inicial, de volver a los orígenes del Estado, y, con él, al del concepto de ciudadano. Nos toca hacerlo valer, nos toca impedir abusos y omisiones, represión y cualquier atentado contra los valores fundamentales y democráticos.
Nos toca asumir una responsabilidad que no nos han dejado enfrentar del todo, y en la que no hemos insistido por comodidad. Nos toca llamar a cuentas y exigir orden a los gobernantes y defender nuestros derechos con todas las herramientas… por nosotros.
Artículo publicado en El Informador el sábado 7 de agosto de 2010.