sábado, 27 de agosto de 2011

Cada vez más cerca

CIUDAD ADENTRO

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Algunas veces más que otras, me cuesta trabajo escribir. Hoy es el caso. Había pensado comentar lo relativo a la Universidad de Guadalajara y el movimiento de profesores que, como nunca, están enfrentando a la llamada “burocracia dorada” y todos sus privilegios, cuando lo “normal” en la UdG era quedarse callado por conveniencia, por temor a represalias, indiferencia o comodidad.
En algún momento también consideré escribir sobre el boquete financiero, los problemas económicos asociados a los Panamericanos y las declaraciones del gobernador Emilio González Márquez de que son los más baratos de la historia.
Pienso en estos y otros temas pero vuelve terco y persistente el ataque a civiles en el Casino Royale de Monterrey, pese al dolor y la indignación. Y enseguida se enlazan los recuerdos de hechos recientes: el pánico que causó la balacera en las inmediaciones del estadio de Torreón; y luego el ataque afuera de una escuela en Ciudad Juárez y el saldo de cinco o seis madres de familia heridas; o la psicosis generada a través de redes sociales que llevó a que los padres de familia sacaran a sus hijos de las escuelas antes de que concluyera la jornada en Veracruz.
Todo esto pasó en menos de una semana: pánico, psicosis, heridos y muertos. Lo del jueves “negro” llevó al vocero de Seguridad y al Presidente de la República a clasificar los actos como terroristas; y resulta que somos vecinos de Estados Unidos, y que conocemos las políticas internas del vecino del Norte como la supresión de varias libertades civiles precisamente con el argumento del “combate” al terrorismo después del 11 de septiembre de 2001.
Y me cuesta trabajo escribir porque hoy, más que otras veces, por los hechos que para muchos no son aislados, me siento triste, conmovida por los muertos y los deudos en Monterrey, en Hermosillo, Ciudad Juárez, Zacatecas, San Fernando; y en Durango, Jalisco, Michoacán, Chiapas, Oaxaca y Veracruz; en el Estado de México, Sinaloa, Chihuahua y Morelos; enojada, indignada y preocupada por la realidad que nos circunda y cada día se aproxima más a nosotros, los civiles, los ciudadanos de a pie, los que luchamos cotidianamente por salir adelante, por encontrar oportunidades, por elevar nuestros niveles de vida. Y que cargamos día a día la impotencia por la corrupción, los abusos, las deficiencias e ineficiencias, la baja calidad de la educación y los pésimos servicios de salud.
A todos los que para los gobernantes no somos los patrones ni mucho menos, simplemente votos y, más que eso, impuestos; un mal necesario, los tontos útiles que sostenemos su sistema de vida y su modus operandi; los que contra viento y marea terminamos pagando todo, aunque nos sintamos ahogados por las deudas, porque somos honestos y porque no queremos ser perseguidos, ni multados, ni embargados, ni requeridos, ni citados. Los que callamos por temor a represalias.
La violencia está cada vez más cerca de los que somos mayoría; y duele por lo que es y asusta por lo que puede ser.

Artículo publicado en El Informador el sábado 27 de agosto de 2011.