sábado, 9 de noviembre de 2013

Cuarenta y siete, 137, 70 mil...


Ciudad adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Cuarenta y siete, 137,70 mil…

La cuenta de los asesinatos continúa. Los homicidios relacionados con el crimen organizado, los de periodistas y los de alcaldes. Otras estadísticas de muertos también aumentan, pero en esta semana mataron, el lunes, a un reportero sonorense, deportivo; y al alcalde de Santa Ana Maya, Michoacán.

Apenas el fin de semana pasado, Bordamos por la Paz y varias asociaciones organizaron un memorial precisamente para tener presente, para no dejar pasar, para alzar la voz y seguir clamando por justicia por todos los asesinatos y desapariciones forzadas en nuestro país. Hace ocho días, los periodistas asesinados cuyos casos no están resueltos o se alega confusión, accidente, fuego cruzado o mala suerte, eran 136… Hoy son 137.

Alberto Angulo Gerardo viajaba con su familia a un sepelio en el Estado de Sinaloa; él trabajaba en Hermosillo, Sonora como cronista deportivo. Según las notas, dos vehículos se le cerraron al auto que el periodista conducía y abrieron fuego. Sus familiares resultados lesionados pero él falleció. De inmediato, en un discurso que se ha repetido cada vez que matan a un periodista (es como si los políticos tuvieran un machote, un guion, un discurso aprendido de memoria), el gobernador de Sinaloa, Mario López Valdez, dijo que dio instrucciones para que se destinaran los mejores investigadores para esclarecer el lamentable homicidio de Angulo Gerardo. También “adelantó” que había avances en la investigación, aunque no podía dar detalles pero que se estaba haciendo “todo lo que está en nuestras manos”. Suena familiar ¿no?

Ciento treinta y siete periodistas asesinados y 47 presidentes municipales asesinados desde 2006.

Ayer aumentó la cifra con el hallazgo de quien fuera alcalde (y ya en un segundo periodo) de Santa Ana Maya, Michoacán, el Dr. Ignacio (Ygnacio) López Mendoza. Hacía dos semanas apenas que había concluido una huelga de hambre de 18 días, afuera del Senado, para solicitar más recursos. Entonces habló de la urgencia de que el Estado mexicano voltee a ver a los municipios pequeños: “estamos en crisis financiera... Quiero reivindicar a más de dos mil municipios con menos de 50 mil habitantes, cuyas capacidades económicas no son suficientes para dar servicios básicos a la gente”. Pero no era su única demanda. El mismo presidente municipal había denunciado que además de la escasez de recursos para la operación del ayuntamiento y la atención de las necesidades ciudadanas, había que pagar “protección” al crimen organizado: 10 % del presupuesto para cada obra. Y esa situación tampoco los dejaba operar, el margen de maniobra era prácticamente nulo.

Lo expuso antes de la huelga de hambre y a lo largo de esos 18 días. Hoy está muerto. Los alcaldes que deciden alzar la voz, a denunciar, los que se resisten a pagar protección, los que gestionan y trabajan porque la vida en sus localidades transcurra con armonía y en mejores condiciones para todos, cada vez más, son asesinados. Y si por las amenazas acceden a las exigencias, es como si estuvieran muertos en vida.

Una vez más quedan en evidencia las deficiencias del Estado mexicano. En Michoacán por cierto, el Ejército se ha hecho cargo ya de tres municipios y expertos en seguridad pública y fenómenos de esta naturaleza, no dudan en decir que se corre el riesgo inminente de un estallido social en el Estado vecino.

Esto no puede seguir así, no debe seguir así. Ciento treinta y siete, 47; 70 mil… la cuenta de los muertos debe parar. Alguien tendría que actuar y sentar las bases de una convivencia más armónica entre los mexicanos, por la seguridad y la paz, por el bienestar social y económico ¿quién? Entre las filas de los políticos no encuentro a alguien capaz de semejante, pero total y absolutamente posible, empresa.
Publicado en El Informador el sábado 9 de noviembre de 2013.