sábado, 23 de mayo de 2015

Guerra sucia secular

Ciudad adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Conforme se acerca el día de las elecciones los ataques contra el candidato puntero están más tupidos, han aumentado en cantidad porque los contrincantes no han variado el discurso y la verdad, la impresión que dejan es que están desesperados, dando patadas de ahogado y ya no hallan cómo hacerle, así que la guerra sucia está a todo lo que da a ver qué tanto le pueden restar al que goza de las preferencias electorales según casi todas las encuestas y sondeos.
Me estoy refiriendo a la elección de munícipes en Guadalajara, Jalisco, México y creo que vale la pena hacer la puntualización porque, primero, habrá elecciones en 17 entidades de la República, más la elección de diputados federales. Y, segundo, se podría pensar que esta realidad que describo ampliamente podría ser la misma de Nuevo León, Sonora, Campeche, Guerrero, Michoacán o de cualquiera de los estados en donde los ciudadanos saldrán a votar el 7 de junio, dentro de dos escasas semanas.
Cabe apuntar que en nueve entidades se votará además de por diputados y munícipes, por gobernador y seguro esos comicios se llevarán los reflectores en el contexto nacional y las elecciones nada más locales no serán tan protagónicas, digo, hago el comentario porque en el caso de Jalisco, como sociedad nos tocaría estar más que atentos a todo el proceso, ya sabemos cómo se las gastan.
Y esta afirmación de “ya sabemos cómo se las gastan” es un conocimiento aprendido a lo largo de décadas, desde hace más de un siglo, es más, casi dos, desde que empezamos a experimentar procesos electorales como una nación independiente.
Justo el día de ayer se desarrolló una actividad académica titulada: “Prensa y elecciones. Formas de hacer política en el México del siglo XIX” en el Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad de Guadalajara, con la participación de cuatro académicas, tres de ellas coautoras del libro que dio título a la actividad, Fausta Gantús, Alicia Salmerón y Matilde Souto, y la cuarta, coordinadora de la mesa de discusión, Elisa Cárdenas Ayala.
Pues bien, resulta que la guerra sucia de que ahora somos testigos y que podríamos pensar que tiene de unos lustros a la fecha, desde que se empezó a experimentar la alternancia en nuestro país, no es una práctica nueva. En este libro por demás muy interesante y muy recomendable para saber cómo se las ha gastado la clase política mexicana y desde cuándo, se incluye un caso que revela cómo el diario El Debate en la ciudad de México recurrió a un discurso “agresivo y descalificador” en las elecciones de 1910, las de la Sucesión presidencial de Francisco I. Madero y el activismo de Bernardo Reyes que terminó en el exilio.
El Debate se convirtió además de en un promotor incondicional y descarado de la fórmula Díaz-Corral, en el denostador oficial de los opositores con un discurso “irónico y burlón” y “un estilo […] capaz de generar miedos”. Acuérdense, estamos hablando del fin del Porfirismo, de esa larga etapa de paz y estabilidad y desigualdad e injusticias que forma parte de nuestra historia.
Reitero, muy interesante. Este artículo en particular fue escrito por Gabriela Guerrero y la historiadora expone con lujo de detalles lo que hoy podríamos identificar como política editorial de una prensa franca y abiertamente militante; ideas y conceptos que muchos creíamos superados pero que en este proceso electoral vemos que no, que sigue la mata dando, que igual se recurre a la difamación, a la descalificación y a la siembra de dudas y miedos… en todo el país y unos contra otros.
Como sociedad, como ciudadanos, con este conocimiento centenario, debemos estar muy atentos y saber distinguir. Y sé que sí. Igual que la marrullería electoral también está a la orden del día y es baja y burda, como esos spots en donde una mujer de edad avanzada, dice que votará por el PRI porque si ganan otros a lo mejor no respetan los apoyos. Esto no se vale, es una bajeza, saben bien a quién dirigir esos promocionales… y es del PRI Jalisco para mayores señas.

No porque las malas prácticas político-electorales sean seculares quiere decir que está bien que se mantengan y hasta se mejoren, deben erradicarse y dejar al ciudadano que decida sin interferencias ni manipulación ni marrullerías… No tendrían que recurrir a estas prácticas si cumplieran con su trabajo. Y sí es posible romper patrones.

Publicada en El Informador el sábado 23 de mayo de 2015.