Ciudad Adentro
Aunque el concepto
de gobernanza no es nuevo, es de uso relativamente reciente en nuestro país con
base en su significado real, porque, hay que decirlo, hay políticos en el
universo partidista de México, muchos, que recurren a ciertos términos porque
creen es políticamente correcto incluirlos en sus discursos y declaraciones,
aun cuando ni siquiera sepan qué quieren decir. Esto es muy común.
Pues bien, el
significado es esencialmente uno con diferentes matices de una fuente a otra y
tiene que ver, grosso modo, con la
participación de la sociedad en tareas antes exclusivas de los gobiernos y con
una adecuada conducción de esa participación social por parte tanto del sector
público como del sector privado, pero especialmente del primero que debe
organizar y ejercer un liderazgo.
Para tener una
idea global del concepto vale la pena recurrir a la definición de la ONU. No es
breve y citaré sólo algunos enunciados, pero dejo aquí la liga por si hay
interés en consultarla íntegra (https://www.un.org/es/globalissues/governance/): “En la
comunidad de naciones, la gobernanza se considera buena y democrática en la
medida en que las instituciones y procesos de cada país sean transparentes”.
Con esto inicia y, como es de esperar, en sentido contrario enumera las
acciones y conductas que atentan contra ella como corrupción, violencia y
pobreza. Y agrega: “[…] los países gobernados adecuadamente tienen menos
posibilidades de sufrir a causa de la violencia y la pobreza. Cuando se les
permite hablar a los alienados y se protegen sus derechos como seres humanos,
será menos probable que recurran a la violencia como solución. Cuando a las
personas pobres se les da voz, es más fácil que sus gobiernos inviertan en
políticas nacionales que reduzcan la pobreza. Con todo ello, la gobernanza es
el escenario idóneo para la distribución equitativa de los beneficios del
crecimiento”.
Con base en apenas
estas breves referencias quizá dispongamos de algunos elementos extras para
abordar el Plan estatal de Gobernanza y Desarrollo que apenas esta semana, el
jueves para ser precisos, el gobernador Enrique Alfaro entregó al Poder Legislativo
de Jalisco.
Creo que está bien
aplicado el concepto desde la construcción del plan y es positivo que, de
entrada, se incluya en el título, lo cual implica un cambio histórico en los
consabidos planes estatales de desarrollo que desde hace décadas dejaron de
tener una relación directa con la sociedad civil y se convirtieron en una
rutina burocrática. Sí, sí, sí… se convocaba a participar y bla bla bla, pero
en realidad ya estaban cocinados y sólo se hacía la faramalla de la consulta y
que dizque se había consultado a la ciudadanía y todo eso. Al final de cuentas
ni se cumplían, nadie se molestaba en revisar ni en evaluar ni motivaban el
interés entre la gente para dar seguimiento y exigir su cumplimiento.
El plan que se
presentó ayer pinta diferente y ahora sí que toca estar atentos para que no se
caiga en el machote de sexenios anteriores. Como decía, me gusta que se haya
realizado una encuesta entre diez mil jaliscienses para integrarlo y una prueba
de que se están tomando en cuenta opiniones, inquietudes y pareceres, son los
ejes temáticos del plan, a saber: Seguridad, justicia y Estado de derecho;
desarrollo social; desarrollo económico, desarrollo sostenible del territorio y
gobierno efectivo e integridad pública; los cuatro temas especiales que se agregaron
y claramente revelan el apego al concepto de gobernanza: feminicidios, personas
desaparecidas, desarrollo integral de niños y adolescentes y rescate del río
Santiago. Así como la inclusión del capítulo enfocado en el desarrollo
regional. El plan, como se entregó al Legislativo, se puede consultar íntegro
en la siguiente liga (Plan Estatal de Gobernanza y Desarrollo de Jalisco) y valdría la
pena descargarlo, el plan y además el diagnóstico, para después hacer un
ejercicio de comparación entre el que se entregó y el que aprobará el
Legislativo. La verdad, no creo que haya muchas diferencias, pero bueno, no
sobra guardar el documento de una vez para leerlo y, desde la sociedad civil,
participar en eso que se llama gobernanza.
El plan, diseñado
y nombrado de esta manera se inscribe en el proyecto que desde campaña ha
reiterado Alfaro, el de la refundación del Estado y está bien, pero, reitero,
es preciso que nos involucremos y constatemos si es teatro o es de verdad;
esta, de hecho, es una de las tareas de la sociedad que más contribuye a que la
gobernanza sea real y no un concepto de moda.
Columna publicada en El Informador el sábado 8 de junio de 2019.