viernes, 20 de septiembre de 2019

Muñoz Ledo


Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

De todos modos, ya pasó a la historia. El diputado Porfirio Muñoz Ledo, en una frase grandilocuente, de casi todos conocida ya, dijo: “se puede tener el poder y no pasar a la historia; y se puede pasar a la historia sin tener el poder”. No es que lo haya perdido. Muñoz Ledo es uno de los políticos mexicanos más longevos y aún activos en su oficio, y si bien es digno de reconocer su retiro de la presidencia de la mesa directiva de la Cámara baja para evitar una “crisis constitucional”, también es cierto que acudió a su experiencia, a su pericia parlamentaria para tomar una decisión que, al final de cuentas, más que críticas le reportaría por lo menos reconocimiento pero sobre todo, una mejor relación con sus colegas en el Poder Legislativo en un tiempo nuevo en el que se necesitan consensos y acuerdos. No podía ser de otra manera.
Dijo algo más en su alocución de despedida: “toda mi vida he pensado que la principal virtud de un político es la congruencia” y bueno, con todo y una experiencia personal terrible con Muñoz Ledo, no me queda más que reconocer que sí, que lo ha sido, mucho más que la mayoría.

El Universal 
De sus 86 años de vida, por lo menos 56 se los ha dedicado a la política profesional con una convicción de aportar, propiciar cambios, impulsar reformas que podrían llevar al país a estadios de desarrollo distintos y mejores.
Su formación en Francia, hace décadas, lo marcó respecto a lo que tendría que ser, en México, un sistema político, si no ideal o utópico, sí mejor organizado, más democrático, menos desigual, más auténtico, menos corrupto, más eficiente. Y, es cierto, ha trabajado por eso toda su vida.
La experiencia personal terrible fue durante una entrevista para “Días de Campaña”, el trabajo especial que se publicó en esta casa editorial en el año 2000, que contemplaba entrevistar a los seis candidatos y cubrir algunas de sus giras proselitistas. Tres veces acompañé a cada candidato, excepto, justamente, a Muñoz Ledo, porque fue cuando se sumó a la candidatura de Vicente Fox.
La entrevista fue ríspida, accidentada (en un momento, después de que me regañó porque le tomé una foto en la cocina de un restaurante, mientras me subía a la camioneta, el candidato del PARM todavía cerró la puerta y, de manera involuntaria por supuesto, me agarró el pie, casi me lo fractura). Anécdota aparte, ahora que leo la transcripción me doy cuenta de que sí, ha sido congruente, ha mantenido sus aspiraciones para el sistema político mexicano.
Si el lector lo recuerda, Muñoz Ledo inició en el PRI, luego se sumó al grupo “disidente” encabezado por Cuauhtémoc Cárdenas, juntos llevaron adelante la campaña de 1988 con el Frente Democrático Nacional; más tarde, después de la caída del sistema y otros hitos que cambiaron el panorama democrático-electoral, fundaron el PRD. Porfirio siguió con su idea de una Nueva República que, de manera muy resumida, implicaba la convocatoria a un Congreso constituyente para trabajar en una nueva carta magna que incluyera un cambio de sistema, estructural, para transitar del vigente a uno parlamentario con Jefe de Estado y Jefe de Gobierno. Esto no ha sido posible hasta la fecha, pero Muñoz Ledo lo ha intentado y, por sus discursos y entrevistas, no ha quitado el dedo del renglón.
Agrego aquí un fragmento de aquella entrevista que se publicó en El Informador el 9 de marzo de 2000 en la página ocho de la sección A (si tiene interés en leer la entrevista completa este dato se necesita en la navegación directa de la Hemeroteca Informador): “[…] Estoy hablando de lo que he hecho: la Alianza Democrática por el Sufragio Efectivo, la ADSE que fundamos en 1987, fue la primera organización a la que confluyó la Corriente Democrática, el Partido Mexicano Socialista de entonces y el PAN, hicimos un proyecto de cambio democrático. Luego hicimos una plataforma común para la reforma electoral del 89 que el PAN no cumplió; luego hicimos el programa de trece puntos para la reforma electoral del 93 que el PAN cumplió muy poco. Luego hicimos... todos esos documentos, los promoví, tú servidor. Hicimos la Alianza por la República en 97. (Ahí) están los documentos, propiciando un acercamiento de los partidos y una candidatura común para el gobierno de la ciudad de México […]”.
A las pocas semanas se integró a la campaña de su paisano porque, aunque cuestionó el voto útil, era la única manera de llegar; creyó que así podría impulsar su proyecto.
Esto fue en 2000. Muñoz Ledo ahora se compromete a promover y acompañar los diálogos parlamentarios que permitan una transición institucional en la Cámara baja, desde el partido en el poder. Vivimos en México un tiempo nuevo y son necesarias decisiones de esta naturaleza.

Columna publicada en El Informador el sábado 7 de septiembre de 2019.

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