Ciudad
Adentro
De
todos modos, ya pasó a la historia. El diputado Porfirio Muñoz Ledo, en una
frase grandilocuente, de casi todos conocida ya, dijo: “se puede tener el poder
y no pasar a la historia; y se puede pasar a la historia sin tener el poder”. No
es que lo haya perdido. Muñoz Ledo es uno de los políticos mexicanos más
longevos y aún activos en su oficio, y si bien es digno de reconocer su retiro
de la presidencia de la mesa directiva de la Cámara baja para evitar una
“crisis constitucional”, también es cierto que acudió a su experiencia, a su
pericia parlamentaria para tomar una decisión que, al final de cuentas, más que
críticas le reportaría por lo menos reconocimiento pero sobre todo, una mejor
relación con sus colegas en el Poder Legislativo en un tiempo nuevo en el que
se necesitan consensos y acuerdos. No podía ser de otra manera.
Dijo
algo más en su alocución de despedida: “toda mi vida he pensado que la
principal virtud de un político es la congruencia” y bueno, con todo y una
experiencia personal terrible con Muñoz Ledo, no me queda más que reconocer que
sí, que lo ha sido, mucho más que la mayoría.
El Universal |
De
sus 86 años de vida, por lo menos 56 se los ha dedicado a la política
profesional con una convicción de aportar, propiciar cambios, impulsar reformas
que podrían llevar al país a estadios de desarrollo distintos y mejores.
Su
formación en Francia, hace décadas, lo marcó respecto a lo que tendría que ser,
en México, un sistema político, si no ideal o utópico, sí mejor organizado, más
democrático, menos desigual, más auténtico, menos corrupto, más eficiente. Y,
es cierto, ha trabajado por eso toda su vida.
La
experiencia personal terrible fue durante una entrevista para “Días de
Campaña”, el trabajo especial que se publicó en esta casa editorial en el año
2000, que contemplaba entrevistar a los seis candidatos y cubrir algunas de sus
giras proselitistas. Tres veces acompañé a cada candidato, excepto, justamente,
a Muñoz Ledo, porque fue cuando se sumó a la candidatura de Vicente Fox.
La
entrevista fue ríspida, accidentada (en un momento, después de que me regañó
porque le tomé una foto en la cocina de un restaurante, mientras me subía a la
camioneta, el candidato del PARM todavía cerró la puerta y, de manera
involuntaria por supuesto, me agarró el pie, casi me lo fractura). Anécdota
aparte, ahora que leo la transcripción me doy cuenta de que sí, ha sido
congruente, ha mantenido sus aspiraciones para el sistema político mexicano.
Si
el lector lo recuerda, Muñoz Ledo inició en el PRI, luego se sumó al grupo
“disidente” encabezado por Cuauhtémoc Cárdenas, juntos llevaron adelante la
campaña de 1988 con el Frente Democrático Nacional; más tarde, después de la
caída del sistema y otros hitos que cambiaron el panorama
democrático-electoral, fundaron el PRD. Porfirio siguió con su idea de una
Nueva República que, de manera muy resumida, implicaba la convocatoria a un
Congreso constituyente para trabajar en una nueva carta magna que incluyera un
cambio de sistema, estructural, para transitar del vigente a uno parlamentario
con Jefe de Estado y Jefe de Gobierno. Esto no ha sido posible hasta la fecha,
pero Muñoz Ledo lo ha intentado y, por sus discursos y entrevistas, no ha
quitado el dedo del renglón.
Agrego
aquí un fragmento de aquella entrevista que se publicó en El Informador
el 9 de marzo de 2000 en la página ocho de la sección A (si tiene interés en leer
la entrevista completa este dato se necesita en la navegación directa de la
Hemeroteca Informador): “[…] Estoy
hablando de lo que he hecho: la Alianza Democrática por el Sufragio Efectivo,
la ADSE que fundamos en 1987, fue la primera organización a la que confluyó la
Corriente Democrática, el Partido Mexicano Socialista de entonces y el PAN,
hicimos un proyecto de cambio democrático. Luego hicimos una plataforma común
para la reforma electoral del 89 que el PAN no cumplió; luego hicimos el
programa de trece puntos para la reforma electoral del 93 que el PAN cumplió
muy poco. Luego hicimos... todos esos documentos, los promoví, tú servidor.
Hicimos la Alianza por la República en 97. (Ahí) están los documentos,
propiciando un acercamiento de los partidos y una candidatura común para el
gobierno de la ciudad de México […]”.
A las pocas semanas se
integró a la campaña de su paisano porque, aunque cuestionó el voto útil, era
la única manera de llegar; creyó que así podría impulsar su proyecto.
Esto
fue en 2000. Muñoz Ledo ahora se compromete a promover y acompañar los diálogos
parlamentarios que permitan una transición institucional en la Cámara baja,
desde el partido en el poder. Vivimos en México un tiempo nuevo y son
necesarias decisiones de esta naturaleza.
Columna publicada en El Informador el sábado 7 de septiembre de 2019.