Ciudad Adentro
Gobierno que llega, gobierno que anuncia con bombos y
platillos el mejor programa jamás visto ni implementado para resolver el gran,
gran problema de la basura en Jalisco, sobre todo en Guadalajara y la zona
metropolitana, pero hasta ahora, ninguno ha funcionado de manera que podamos
hablar de un asunto pendiente y urgente, resuelto.
Antes de la administración de Alberto Cárdenas
(1995-2001) no recuerdo iniciativas que por lo menos en los discursos
demagógicos dejaran entrever un primer interés por resolver el problema de
fondo, es decir, tenemos menos de 30 años, como sociedad y gobierno, poniendo
atención y fijándonos en el asunto, muy poco.
Este es uno de los quehaceres que se debería pensar y
desarrollar con una visión de largo plazo, muy largo plazo, con candados que
impidan que las estrategias, si es que son tan buenas, no cambien cada trienio
ni cada sexenio. Se requiere continuidad y permanencia con flexibilidad para
ajustes mínimos sobre la marcha.
Se han hecho esfuerzos, sí, pero no alcanzan porque siempre,
siempre, se está hablando de la basura, de la disposición de los desechos, de
los residuos peligrosos, del agotamiento de los rellenos sanitarios, de los
rellenos clandestinos, de la separación, de las condiciones de las botes y
papeleras en las calles, ahora de los puntos limpios y esto no termina de
cambiar de una vez por todas, para bien.
Casi cualquier persona a la que se le pregunte si
separa la basura, responderá que lo hacía, pero ya no porque de todos modos
todo lo revuelven en el camión, que para qué. Hubo iniciativas para sancionar a
quien no separara la basura, se determinó que debían tirarse los desechos de
cada género en bolsas de ciertos colores o con cintas distintivas, pero después
ya no; y también se intentó tirar la basura por géneros en ciertos días de la
semana, de manera que no importaba el color de la bolsa, los martes se recogía
sanitario y orgánico y los jueves seco y así, pero esta medida, que en lo
personal me pareció que estaba funcionando, fue suspendida de nuevo.
Ahora ni bolsas ni días y se revuelve todo en los
camiones. La tarea de separación y reciclaje, que de todos modos se tiene que
hacer, se deja a empresas y pepenadores, pero los costos son altos y también
las pérdidas por todo lo que de plano no se puede recuperar.
Con todo, se ha ido generando una conciencia más o
menos sólida en la sociedad, para el manejo de los desechos, ahora sí que, a
título individual, sin embargo, falta más. Enrique Alfaro, desde que era
alcalde Guadalajara, anunció un gran programa y que al final de la
administración habría 500 puntos limpios (los buzones) pero a la fecha hay 150
o poco más. Ahora como gobernador otra vez, y bueno, está bien, malo que no
hubiera iniciativas, pero creo que urge un mejor diseño e implementación, así
como marcos legales que garanticen que este asunto ya no será un problema ahora
ni para las generaciones futuras; urge, reitero, resolver con medidas de largo
aliento, permanentes, constantes, sólo para ajustar sobre la marcha.
Dentro de todo esto, está el tema de las bolsas de
plástico. Se ha manejado de tal forma que para algunas personas es un artículo
de fe, motivo para división e intolerancia, para actitudes parecidas a la
esquizofrenia. Como todo, nos quieren cargar el muertito a los consumidores. Y
no quiero decir para nada que no asumamos la parte que nos corresponde en la
reducción de lo que tiramos y en mejorar nuestros hábitos y conductas con
respecto a la basura y los envases, pero hasta ahora, no he visto que se llame
a cuentas a los fabricantes de bolsas ni de cuanto empaque; porque esa es otra:
se prohíben o se van a prohibir las bolsas de plástico en los comercios (como
hace años, sin éxito) ¿y qué me dicen de los empaques de los embutidos, de las
servilletas, de muchas bebidas, de los quesos; de las bolsitas del azúcar y, en
fin, de todos los contenedores de alimentos que son también bolsas de plástico?
Ahora sí que la culpa no es de los consumidores; como
en otros asuntos que también nos achacan, no recuerdo a nadie solicitando que
se cambiaran los empaques, que se dejaran de lado las bolsas de papel, los
envases de vidrio y las cajas de cartón; o que alguien dijera que ya no quería
usar las bolsas de siempre para el mandado, había de yute me acuerdo. Alguien
ofreció otra manera de empacar las cosas y generó una demanda, pero los
consumidores no empezamos, no fuimos primero, así que son los fabricantes y los
empresarios los que se tienen que ocupar en primerísimo lugar y en niveles de
liderazgo, de resolver esto. Y nosotros también, dada la urgencia, hacer lo que
nos toca y exigir como consumidores. A ver si se resuelve de una vez por todas
con voluntad e inteligencia, sin andar echando culpas y sin actitudes
fundamentalistas.
Columna publicada en El Informador el sábado 4 de enero de 2020.