Ciudad Adentro
Estoy tomando un curso en línea al que convocó el
Centro Knight de Periodismo y aunque apenas vamos en el módulo dos de cuatro,
la información ha sido muy relevante, los materiales valiosísimos y las
discusiones en los foros muy interesantes. Dicho sea de paso, es la primera vez
que el Centro Knight hace un curso abierto no sólo a periodistas y la respuesta
a la convocatoria fue extraordinaria: casi ocho mil participantes de 160
países.
Esta experiencia me está sirviendo para poner en
perspectiva y juzgar en la más justa de las dimensiones (más informada, más
documentada, más precisa, más amplia) cómo ha sido la cobertura de la pandemia
en el mundo, me refiero a la cobertura periodística; los desafíos a los que nos
enfrentamos los reporteros y, entre otros aspectos de una gran riqueza, la
importancia de ofrecer claridad y datos ciertos a las audiencias, al mismo
tiempo que se combate la infodemia, una práctica lamentable, dañina y
generalizada en todo el mundo (infodemia quiere decir sobreabundancia de
información sobre un tema, alguna rigurosa y otra falsa).
Hay consenso en varias cuestiones, algunas compartidas
en el curso y otras derivadas de la información que ahí se ha generado;
mencionaré las más posibles, aunque algunas parezcan obviedades porque de
pronto temas básicos se desdeñan o se pasan por alto:
1.- Estamos en una pandemia de características
históricas, sin precedente (aun cuando se compara con la influenza de 1918, es
distinta por donde se le vea: población mundial, contextos económicos y
políticos, avances tecnológicos y científicos, procesos comunicacionales,
etc.).
2.- Va para largo. Hasta ahora, no hay vacuna ni
medicinas para prevenir o curar la enfermedad. Hay noticias de rebrotes en
países que aparentemente ya estaban a salvo del virus. Y una vez que salga la
vacuna (se han calculado uno o dos años) nada garantiza que su distribución
será equitativa. El Dr. Hugo López Gatell está hablando de una primera ola y,
efectivamente, en el mundo, se espera una segunda ola en cuanto entre el
invierno o quizá antes, al final del otoño, cuando empieza justo la influenza
estacional. En un mar de incertidumbre, esta es una certeza. Y esto implica que
los cuidados se prolongarán más allá de los desconfinamientos que se están
dando de manera gradual y escalonada, en el mundo y en cada país de manera
diferenciada de acuerdo con la evolución de la pandemia en cada lugar.
3.- A medida que el virus se ha extendido por todo el
mundo, las decisiones relevantes han dejado de ser de tipo global (cierre de
fronteras, por ejemplo) para concentrarse en las nacionales/locales porque es
preciso considerar, a partir del primer caso en cada lugar, todo lo siguiente:
estrategias, difusión, política interna, contextos locales, decisiones
acertadas o no, usos y costumbres, incluso idiosincrasias e historia; capacidad
de respuesta, poder de convocatoria, confianza en las autoridades... En este
orden de ideas, ya se sabrá quién exageró, quién se equivocó, quién privilegió
intereses electorales, quién decidió mejor actuar con base en confrontación y
quién en búsqueda de voluntades y consensos; quién privilegió la comunicación
responsable por sobre el alarmismo; quién apeló a la voluntad y responsabilidad
de la gente en lugar de hacer uso de la fuerza para obligar y amedrentar; y qué
funcionó y qué no.
4.- Los periodistas que están cubriendo la pandemia,
tal cual, no debemos perder de vista que el foco está en la sociedad. Eso es lo
más importante, aquí y en China, literal. Su salud y su vida. En este sentido,
la información debe ser precisa, verdadera, confirmada, verificada y
contrastada, responsable; de cada letra que se escriba, de cada coma, se deben
calcular los efectos independientemente de si se tiene un lector o millones.
Nada que acentúe la angustia, ni el miedo, ni la incertidumbre.
5.- Si los gobiernos están ocultando información, más
temprano que tarde todo saldrá a la luz y la sociedad juzgará. En algunos
países que han pasado primero por la pandemia, ya se sabe quién es quién, como
el caso de Lombardía en Italia, su gobierno de ultraderecha y su clase
empresarial. Y
6.- Los periodistas, científicos o no, debemos lidiar
con la desinformación y atajarla. Exponer la verdad en cuanto se confirme la
falta de precisión o la mentira y advertir a las audiencias. Casi en todos los
países han surgido iniciativas para confirmar o desmentir información. En
México tenemos Verificovid y Verificado, hay que usarlas.
Fuente de la imagen: BBVA. |
En conclusión, lo que toca es quedarnos en casa,
seguir cuidándonos y no confiarnos. Esta pandemia es real, tiene al mundo en
jaque, estamos todos confinados y mucha gente está enfermando y muriendo.
Todos, pero el caso de Estados Unidos es un ejemplo de lo terrible que puede
llegar a ser.
Como dijo Kai Kupferschmidt, periodista de la revista Science,
seguiremos hablando sobre el origen de esto, pero hay que ver hacia adelante.
En México, la Jornada Nacional de la Sana Distancia no ha terminado y para que
eso suceda, queda claro que se tiene que observar la evolución de la pandemia,
municipio por municipio; que será gradual y diferenciado y que, en realidad,
entraremos de manera paulatina a una nueva normalidad (por cierto, esto de la
nueva normalidad no fue acuñado en México, es de uso común y generalizado en el
mundo) que implica cambiar, justamente, usos y costumbres, hábitos y prácticas.
Hay que buscar información de calidad y estar atentos a las comunicaciones
cotidianas sobre Covid-19 en México. Por lo pronto (y por fortuna, puedo)
#YoMeQuedoEnCasa por lo menos hasta el 31 de mayo.
Columna publicada en El Informador el sábado 16 de mayo de 2020.