sábado, 14 de marzo de 2009

Educación y silencio

LAURA CASTRO GOLARTE

Los esfuerzos por mejorar la educación en México siguen siendo tibios e insuficientes. La Alianza por la Calidad de la Educación es la carta fuerte del Gobierno federal en esa materia, pero para muchos, incluidos docentes, es sólo una simulación o una especie de programa cosmético con buenas intenciones, pocas acciones, menos resultados e inequidad.
Leía esta semana y con cierta envidia –confieso—la decisión del presidente estadounidense Barack Obama de emprender una reforma educativa que incluye, entre otras cosas, enfrentar de manera determinante a los “poderosos sindicatos de maestros”.
¡Cómo me gustaría escuchar algo así en México! Hoy por hoy, el Sindicato Nacional de los Trabajadores de la Educación, sus dirigentes, son el principal obstáculo para que en México accedamos a niveles superiores.
Presidentes van y vienen, ahora de diferentes partidos y sigue sin pasar nada contundente, notorio, valiente…
Difícilmente un plan como la alianza podrá contra décadas de intereses, abusos, corrupción… se necesita algo más. Por lo menos decirlo, reconocerlo. Y romper el silencio.
Todo lo que tiene que ver con las irregularidades en las escuelas, se calla. Callan los padres de familia que no quieren que sus hijos sufran represalias o pierdan su lugar; callan los maestros que no están de acuerdo, anestesiando su conciencia, porque no quieren tener problemas con los directores ni perder su puesto o ser castigados, tampoco, muchos, quieren perder la oportunidad de hacer algo por su grupo; callan también con respecto al dinero que les quitan de sus sueldos para mantener a Elba Esther Gordillo y sus excesos y con relación a sus colegas que hacen como que trabajan. Callan los directores, los supervisores y los inspectores, porque a esas alturas casi todos forman parte del sistema y resulta difícil salirse. Y callan las autoridades educativas porque no quieren “echarse” encima al sindicato más poderoso en México, no sólo por el número de agremiados. Y hasta los niños callan, porque si se atreven a hablar son ignorados o golpeados o castigados o etiquetados o corridos o reprobados.
La venta de droga afuera de las escuelas, de comida chatarra adentro; la violencia entre iguales y de maestros contra alumnos, la negligencia, la ceguera; los estudiantes como un gran mercado (películas, magos, el cumpleaños de la directora, el regalo de la maestra, las rifas, las kermesses); maestros y maestras incapaces para enseñar pero “bien parados en el sindicato”, el ausentismo, las cifras disfrazadas para ostentarse como escuelas de primer mundo; México en los últimos lugares en español y matemáticas; las escuelas cayéndose, la falta de planteles, el país en crisis… y el silencio.

Artículo publicado en El Informador el sábado 14 de marzo de 2009.