sábado, 30 de enero de 2010

La única esperanza

LAURA CASTRO GOLARTE

La crisis económica persiste. Las declaraciones de que México empieza a recuperarse, no es que no sean ciertas, pero no significan de ningún modo que se haya superado el trance. De hecho, faltan años para volver a los niveles de 2007 que de cualquier manera no eran boyantes.
La demanda de que los “maravillosos” resultados macroeconómicos se traduzcan en mejores condiciones de vida para los mexicanos en su microeconomía, es añeja y no vemos llegar el día.
No están las cosas para echar las campanas al vuelo, mucho menos cuando el contexto en otros ámbitos es más que desalentador.
Sí, qué bueno que el Presidente Felipe Calderón propone la reforestación de Haití y además se pronuncia por el fin de las diferencias y hostilidades en muchos casos, entre el mundo desarrollado, el subdesarrollado y el que está en vías de desarrollo. Podríamos coincidir con estas posturas y calificarlas de afortunadas, sin embargo, no sucede lo mismo con respecto a las declaraciones del titular del Ejecutivo federal con respecto al proceso de discusión (que en realidad ni siquiera ha empezado) de la reforma política que propone al Congreso de la Unión.
El “pleito” con el PRI (sin duda temporal) generó que ahora ese partido, con amplia fuerza en el Legislativo, simplemente posponga el análisis porque considera que hay otras reformas pendientes que son más urgentes. Por supuesto que también influye la noticia, consumada ya en algunos casos, de la alianza bizarra entre PAN y PRD con el propósito exclusivo, no de hacer un trabajo político y de servicio público para la sociedad, sino de quitarle el poder al PRI que en algunos estados acumula más de 80 años ininterrumpidos.
El asunto es que todo urge en México y los legisladores de todas maneras no hacen nada, enfrascados como están en la lucha electoral de 12 estados y en los preparativos presidenciales de 2012 con destapes anticipados, inoportunos y egoístas.
Y todavía argumentan los priístas que a los mexicanos no nos interesa la reforma política cuando realmente no saben lo que nos interesa y lo que no, lo que necesitamos y lo que no. Ni ellos, ni los actores políticos de otros partidos lo saben, creen que lo saben, pero no es así.
Y la sociedad se desgañita y se manifiesta de muchas formas, pero los políticos siguen sin escuchar.
La realidad política contrasta con el empuje de la sociedad, con la determinación de los mexicanos por salir adelante; la inconsciencia de la clase política es inversamente proporcional a la conciencia ciudadana que es, hoy por hoy, la única esperanza.
Artículo publicado en El Informador el sábado 30 de enero de 2010.