sábado, 13 de marzo de 2010

Ciudad adentro

Mientras…

Laura Castro Golarte

Cuando pensaba que la clase política mexicana había tocado fondo, después de los espectáculos de esta semana no avizoro el final del abismo. La situación es grave y va mucho más allá de la simple anécdota.
En otros momentos era fácil decir y escuchar “ya ves cómo son los políticos”, “así se las gastan” y frases por el estilo que en realidad encierran una especie de aceptación con respecto a las características de nuestros políticos, a la manera de esos asuntos que no tienen remedio. Ahora no. El modus operandi de los mal llamados gobernantes y representantes populares es insostenible.
Mientras tanto, mientras los legisladores se lucen en la Cámara de Diputados y otros actores políticos y funcionarios fuera de ese recinto también, la situación de violencia y crimen organizado en México trasciende las fronteras a tal grado, que no se reduce a un simple conocimiento de lo que pasa en nuestro país, sino que se están haciendo llamados y recomendaciones desde Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea, en este último caso, para que se avance en la reforma judicial.
Los diputados peleándose y gritándose insultos y groserías, mientras el país sigue secuestrado por las dirigencias de sindicatos y centrales que se empeñan (y lo logran fácilmente) en impedir una profunda y auténtica reforma laboral. Usan a sus agremiados a su antojo como carne de urna o de cañón.
Los que se supone son representantes de los mexicanos se divierten con piñatas de Pinocho mientras sabemos que se ha incrementado hasta 56 millones de personas el número de pobres en México, la mitad de la población total y el Sistema Tributario privilegia a cientos de contribuyentes con la suspensión de créditos fiscales por 74 mil millones de pesos que no ingresaron al erario público.
Los dirigentes partidistas hacen acuerdos por debajo del agua, a escondidas de sus propios militantes, mientras la reforma política sigue pendiente y seguirá, sin duda alguna, dada la descomposición y deterioro de la relación entre las fuerzas políticas que debería ser civilizada y consciente siempre de lo que los mexicanos necesitamos con urgencia.
Este es el panorama nacional en un contexto de injusticias, desempleo, corrupción, ignorancia, hambre y enfermedades mientras los mexicanos en general vivimos violencia doméstica y cotidiana, presiones económicas, familiares, evasión, desazón, incertidumbre, desaliento, miedo, coraje, indignación.
Y mientras todo esto pasa, el Presidente de la República se concreta a lamentar el bajo nivel de la discusión y del debate en el seno del Poder Legislativo, en la Cámara de Diputados, cuando todavía muchos nos preguntamos sobre su intervención o no en el famoso acuerdo entre PAN y PRI con fines electorales.
Se necesita más que un lamento, se requiere carácter, decisión, amor por México, dignidad y congruencia, honor y responsabilidad, integridad, entereza.
Columna publicada en el periódico El Informador el sábado 13 de marzo de 2010.