sábado, 1 de mayo de 2010

Resistencia ¿por qué?

Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

La idea que he planteado en otras ocasiones en este espacio, de que la sociedad camina por una vía y la clase política por otra, sin intersecciones a la vista, la confirmo ahora con otra, más o menos en el mismo sentido, pero, creo, aún más incomprensible: no sólo transitamos por caminos paralelos y distantes, sino que además, parece que somos enemigos y estamos enfrascados en una lucha sin cuartel.
Los gobernantes no están haciendo su trabajo y, en el mejor de los casos, no lo hacen bien. Y con gobernantes me refiero a presidentes municipales, regidores, Presidente de la República y legisladores locales y federales; las excepciones son tan escasas que no pintan.
Y por si fuera poco, se resisten como gatos boca arriba a atender, aunque sea mínimamente, los reclamos sociales ¿por qué? Para eso están, las leyes los obligan: … cumplir y hacer cumplir… etc., etc., etc. Atender el mandato del pueblo bla, bla, bla.
Ejemplo 1: ¿Desde hace cuánto tiempo, académicos, sociedad civil, estudiantes, amas de casa, instancias internacionales y periodistas están pidiendo, casi suplicando que el Gobierno federal modifique la estrategia contra el crimen organizado y el narcotráfico?
Ejemplo 2: ¿Desde hace cuánto, expertos locales y extranjeros han propuesto alternativas viables para recuperar la cuenca Lerma-Chapala-Santiago-Pacífico para erradicar la contaminación y manejar de manera integral la región de manera que no sea necesario construir presas y el agua sea un recurso renovable?
Ejemplo 3: ¿Desde cuándo los comerciantes organizados han manifestado, con datos duros y hechos concretos, su rechazo enérgico contra los vendedores ambulantes y ahora el Ayuntamiento de Guadalajara los favorece?
Más ejemplos: ¿Desde cuándo y cuántas veces se han denunciado abusos de poder, operación de grupos paramilitares, invasión de comunidades indígenas, fraudes inmobiliarios, los privilegios de la clase política; la pésima atención en los servicios de salud, la tragedia de la educación, las mafias sindicales, las injusticias y la ineficiencia en el sistema penal, los altos costos que causa la burocracia, la inequidad tributaria; los monopolios, la pobreza extrema, las condiciones que obligan a tantos mexicanos a emigrar, el drama de miles de niños, mujeres, hombres y adultos mayores?
La pregunta es ¿por qué las autoridades se resisten a responder? Nada que la clase gobernante pueda considerar una respuesta ha sido suficiente hasta ahora, ninguna ha propiciado un cambio real, se la van llevando administración tras administración con paliativos y discursos encendidos ¿contra qué? ¿para qué?
Y entonces se suceden reclamos, críticas, señalamientos; y la clase gobernante se dice incomprendida, aduce que todo es operado por la oposición, que los periodistas no sabemos sino fijarnos en lo negativo, que son campañas y, en suma, que no sabemos lo que queremos. ¿Por qué no, simplemente, hacen caso a quienes los pusimos en donde están y dejan de resistirse? La convivencia entre autoridades y sociedad debería ser armónica, constructiva, creativa. No somos el enemigo, ni queremos guerra.

Artículo publicado en El Informador el sábado 1 de mayo de 2010.