domingo, 17 de abril de 2011

Buenas y malas

CIUDAD ADENTRO

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Es fácil echarle la culpa a la prensa del tipo de noticias que difunde, que si se habla sólo de lo negativo, que nada más buscan errores, que si señalan, que si investigan y encuentran, que si exponen, que si destapan…
Es un tema complejo y varía de medio a medio, de periodista a periodista y, claro está, hay estilos y sí, efectivamente, en muchos medios, sin escrúpulo alguno, lo que importa es dar espacio a lo que “vende” para atraer anunciantes o públicos no importa a qué extremos lleguen. Y no son la mayoría pero se notan mucho por grandes y expansivos y porque además son medios “influyentes”.
Aparte de estas excepciones, y por experiencia profesional, puedo decir que resulta difícil, por un lado, encontrar logros (aunque no cabe duda de que los hay); y, por otro, el trabajo de los periodistas, desde su origen, es el de operar como monitores del poder público y, en la medida de lo posible, contribuir a la generación de conciencia.
Es decir, las cosas positivas, los éxitos, logros y aciertos de la clase política son su deber, para eso fueron electos, para que den resultados; y para eso les pagamos y bastante bien aun cuando no fuimos nosotros los que definimos sus salarios y prestaciones. Se sirven con la cuchara grande en un claro e indiscutible abuso de poder.
Y luego, si algún periodista o medio decide exponer sólo las cosas buenas que hace el gobierno, pues resulta que el juicio llega de inmediato y no falta quien piense que tal periodista fue “maiceado” y por eso es consecuente con el poder; que perdió independencia o que quiere “hueso”…
Como periodista, pero también como lectora, radioescucha y televidente, lamentaría el momento en que los reporteros dejaran de buscar e indagar las cosas que no están bien y que decidieran ya no exponerlas. Si así, criticando tan severamente como muchos hacemos, de parte de la clase política no hay un cambio de actitud, pues creo que aún estaríamos peor si claudicamos en el empeño de exponer errores, corrupción, demagogia y, en general, las perversiones de la democracia como la no representación social de quienes fueron votados para eso, para representar a la sociedad.
El propósito de exponer lo que está mal en el gobierno es tratar de influir en un cambio de rumbo, en la corrección de errores y en que los auditorios no se crucen de brazos; también que quienes recibieron el favor y el poder de y por nuestro voto actúen en consecuencia, con humildad, atentos siempre a las necesidades ciudadanas y ofrezcan resultados concretos, medibles y evidentes para todos porque las calles y las carreteras están bien, porque se promueve el empleo y porque los servicios educativos y de salud, entre muchos otros, marchan como debieran.
Desafortunadamente, las noticias siguen siendo malas.

Artículo publicado en El Informador el sábado 16 de abril de 2011.