jueves, 16 de junio de 2011

Los indignados

CIUDAD ADENTRO

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Hace mucho tiempo escribí en este espacio que la clase política estaba “tentando al diablo” y bueno, no en México –todavía— pero en otros países empieza a ser realidad con consecuencias lamentables.
Desordenado, sin pies ni cabeza, con algunas buenas ideas y claras pero otras no tanto, aunque eso sí, con mucha hambre y una rabia descomunal, el movimiento del 15 de mayo en España parecía que se venía abajo después de las elecciones en las que su llamado a votar en blanco no surtió los efectos que “los indignados” esperaban, sino todo lo contrario.
Y por obra y gracias de esa misma clase política que rechazan y abominan, el 15-M resurge nada más y nada menos porque fue y está siendo reprimido con lujo de violencia.
Esa clase política cuestionada por corrupta, inepta y soberbia, en lugar de escuchar las demandas ciudadanas, de por lo menos darse cuenta de que algo está pasando y tiene que ver con ellos y no andan las cosas bien, lejos de eso, muy lejos, agrede y lastima a los de por sí lastimados y desesperados.
¿Qué más tiene que pasar para que se den cuenta? ¿Por qué optan y nos llevan con ellos a tocar fondo? ¿No podríamos encontrar otras maneras? ¿Qué no somos la especie superior, inteligente, dominante, capaz de grandes cosas? ¿El centro de la creación y del universo?
La sociedad desesperada toma las calles, exige, pide, clama, ruega, propone, intenta, se atreve, participa, rompe esquemas, sale de la comodidad y el conformismo, marcha, avanza… Y la clase política de todos los colores, en todos los países, desoye, ignora, soslaya, desestima, menosprecia, descalifica, manipula, engaña, corrompe, se equivoca, molesta, acosa, persigue, encarcela, abusa, maleduca, ofende, es demagoga, cínica, injusta y represora.
La indignación crece y los ciudadanos comunes, sin partidos ni agrupaciones políticas detrás, están tomando las calles en España, en Grecia, en Portugal, en Alemania, en Francia, los del norte y los del sur de la poderosísima Unión Europea, una acción que puede ser al mismo tiempo alentadora, preocupante y muy riesgosa.
En México la sociedad está tomando las calles también, por y para muchas cosas, y lo peor que puede pasar es que estas manifestaciones que van en aumento, en calidad y cantidad, sigan siendo menospreciadas o tratadas como si sí fueran atendidas, pero en realidad no.
El ejemplo está en España, un movimiento ignorado primero y reprimido después que de pronto adquiere tintes de anarquía y radicalización en las posturas y de irracionalidad. Cuando la indignación y la impotencia llegan al extremo, entonces la gente tampoco escucha, ni se detiene, no reflexiona, no mide consecuencias y no tiene miedo.
Porque resulta que ya no es suficiente con ejercer el voto de castigo, o no votar o anular… La clase política es la misma, cambia de nombres y colores, se dice de izquierda o de derecha o de centro, pero eso sólo es forma.

Artículo publicado en El Informador el sábado 11 de junio de 2011.