viernes, 29 de julio de 2011

Pacto de civilidad y confianza

CIUDAD ADENTRO

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

En otras ocasiones he dicho que los mexicanos vivimos en procesos electorales de manera permanente. Apenas pasan las elecciones presidenciales, cuando los actores políticos empiezan a hacer cálculos y a trabajar en forma con miras a las siguientes elecciones locales que pueden ser en cualquier parte del país.
Bueno, han llegado a la desfachatez, legisladores federales por ejemplo, de decir que “no están las condiciones dadas” para analizar tal o cual reforma por los procesos electorales en… donde sea.
Hace no mucho tiempo, los años electorales estaban plenamente identificados y delimitados; ni siquiera duraban un año, más o menos entre 10 y 11 meses desde el arranque de los procesos internos de los partidos hasta la entrega de constancias.
Desde que la alternancia es más frecuente y vivimos en plena partidocracia, prácticamente todos nuestros años son electorales y, entre otros pendientes, acumulamos rezagos en temas y materias fundamentales para el avance de nuestro país, en los poderes legislativos, el federal y los estatales.
En este contexto, me parece totalmente impertinente y algo así como una justificación de su existencia, la decisión del Instituto Electoral y de Participación Ciudadana de Jalisco de llamar a los partidos políticos a firmar un “Pacto de civilidad” para evitar en la medida de lo posible los actos anticipados de campaña. La cosa es que los consejeros electorales no se han dado cuenta de que, reitero, las campañas ya no se sujetan a calendarios, vivimos en campañas electorales de manera permanente. No son oficiales ni formales, pero sí disimuladas, cuidadosamente (a veces no tanto) disfrazadas.
Dice el presidente del IEyPC, Tomás Figueroa Padilla, que la diferencia ahora es que se hicieron reformas, ya en vigor, para que esos actos anticipados y otras cuestiones como la “guerra sucia” sean efectiva y oportunamente sancionados incluso con el retiro o cancelación de candidaturas. Y se compromete a que así será: “al tiempo”, y además: “a esta autoridad no le va a temblar la mano”.
Perdón pero dudo de la efectividad del Pacto de civilidad aun cuando los partidos lo firmen; y dudo que, dado el caso, se apliquen las sanciones correspondientes, sobre todo las más severas. Ojalá me equivoque, claro que eso implicaría una conducción pulcra y transparente de parte del Instituto Electoral, firmeza y decisiones a prueba de todo, cumplimiento de los compromisos que surgen del ejercicio pleno de sus facultades como autoridad electoral y, por supuesto, que no les tiemble la mano de frente a los partidos políticos que, hoy por hoy, se erigen en los mandamases de este país, sección por sección, distrito por distrito, municipio por municipio, estado por estado.
Ya hay denuncias ante el IEyPC por “presuntos” actos anticipados de campaña, la oportunidad de actuar con firmeza con base en la ley está sobre la mesa… con eso, la autoridad electoral ganaría algo preciado, raro e invaluable: confianza.

Artículo publicado en El Informador el sábado 23 de julio de 2011.