sábado, 1 de octubre de 2011

Otro modelo

Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Tendríamos que organizarnos de otra forma; otra tendría que ser la práctica de la política y otro el sistema económico; rescatar raíces, valores, esencia, humanidad. Basta una revisión somera por las principales páginas de los periódicos y de pronto no entiendo en dónde nos perdimos y qué estamos haciendo o por qué no hacemos nada y por qué lo que se hace no sirve para nada o para muy poco, por lo menos hasta ahora.
Y me refiero al mundo. Somos testigos ahora de cómo la Unión Europea se resquebraja, está en grave riesgo su cohesión y con ella las bondades que fueron calculadas y por supuesto ofrecidas a los habitantes del Viejo continente para aceptar lazos que incluyen una moneda común y un parlamento multinacional.
Estados Unidos, una vez más, acusa claras señales recesivas según coinciden expertos, y tanto en ese país (considerado todavía aunque con pincitas, la nación más poderosa del mundo) como en Europa, no han dado con la fórmula que los saque de la debacle económica y las que la acompañan: social y política.
En América Latina prácticamente no hay país que no enfrente crisis de algún tipo en estos momentos. En Chile las manifestaciones de estudiantes; en Bolivia Evo Morales renuncia a sus orígenes; en Argentina, inmersos en campañas políticas y todo lo que eso implica, enfrentan ahora la caída del precio de la soya, su producto estrella; en Cuba y Venezuela la pobreza lacera a sus habitantes mientras las condiciones de salud de sus respectivos líderes son realidades que añaden presión.
En Brasil, pese a la bonanza económica y el ascenso al grupo de los países emergentes, hay movimientos de indignados que están creciendo y la nota de la devastación de una buena parte de la selva amazónica para construir un canal tiene desolados a indígenas y activistas del mundo.
México, Guatemala y Venezuela, más que otros, están sumidos en la violencia y la inseguridad.
En África, las revueltas de este año no han acabado con la represión, ni con el hambre; en Asia, entre desastres naturales, pobreza, desigualdad y violación de derechos humanos los países no alcanzan a ser ejemplo.
Y los vaticinios respecto a una nueva crisis económica, peor que la desatada en 2008-2009 y la de que el desempleo se extenderá como pandemia, nos muestran un panorama desolador por lo menos.
Insisto, tendríamos que organizarnos de otra forma, inventar un nuevo modelo que haga la vida en la tierra vivible y disfrutable, con las cosas maravillosas que los seres humanos hemos inventado ¿no podrá alguien proponer algo distinto? ¿Algo que rescate nuestra esencia, que nos haga despertar y nos permita quizá volver a empezar sobre nuevas bases en donde la desigualdad y el hambre no tengan lugar, ni la violencia ni las drogas ni las mafias? ¿En donde la lucha por el poder, estúpida e irracional, no exista? ¿Es posible?

Artículo publicado en El Informador el sábado 1 de octubre de 2011