Ciudad
Adentro
Creo que es
apenas la semilla, pero semilla, y cayó en suelo fértil y está siendo regada y
cuidada, sin que nadie se lo proponga, para que crezca, dé sombra y frutos. Son
los jóvenes y sus manifestaciones, su indignación, su hartazgo, su amor por
México, su deseo de que las cosas cambien de verdad.
Son los
jóvenes que están atrayendo como imán a niños y adultos a un movimiento gestado
aquí y allá, pero sobre todo en las universidades, a través de las redes
sociales y en la calle. Es la simiente de un fenómeno que ya muchos se atreven
a calificar, y me sumo, como el 11-M porque esto nació el 11 de mayo con el ya
famoso video “Somos 131”.
Son los
jóvenes que, activos y cada vez más, como muchos otros, se saben no
representados por la clase política y además de todo, tergiversados,
minimizados, ninguneados, descalificados, juzgados y acusados.
Son los
jóvenes que alzan la voz y expresan con toda su energía, frescura, rebeldía y
pasión: “Aquí estamos” y “Yo soy 132” por hablar de todos, por incluirnos a los
que estamos de mil maneras y a los que no están, pero se agregarán, estoy
segura.
Es el inicio
de la ruptura del silencio, de los brazos cruzados, de los ojos cerrados.
Marcharon ayer en la Ciudad de México y en otros puntos del país para decir que
no son lo que se dice en varios medios de comunicación desde donde se les
vilipendia o se les señala de “traviesos”; y para decir, para gritar que han sido
mal contados.
Marcharon
ayer y lo harán nuevamente el 23 de mayo y no creo que nadie los pare, tienen
formas y caminos, cauces y recursos, inteligencia, valentía y conciencia.
Antes de
esto, otras manifestaciones se han dado en México de manera paralela y quizá
hasta anterior a movimientos internacionales de indignados y de ciudadanos,
pero nunca como ahora, no con tanta participación juvenil y especialmente de
estudiantes, de los que votarán por primera vez o de los que ya lo hicieron
pero no están contentos, y avizoran un futuro incierto.
Sin
distingos económicos, muchachos de todas las universidades se han organizado a
través de las redes sociales para pararse de frente al poder y con su voz
detener las cadenas de abusos, de negligencia, de manipulación, de mentiras, de
corrupción.
José Narro
Robles, rector de la UNAM, lo dijo el jueves: “Yo prefiero ver a un joven
protestando que a un joven con desesperanza; yo prefiero ver a un joven que se
expresa, manifiesta, incluso rompiendo cánones y reglas…”.
Coincido. Y
son muchos, son la mayor parte de este país de jóvenes que hasta ahora no ha
sido para ellos, para quienes dentro de pocos años llevarán las riendas, los
que claman honestidad y paz y seguridad.
Son la
semilla nueva y la tierra, son el agua y el sol.
Artículo publicado en El Informador el sábado 19 de mayo de 2012.